Por Leonardo Venta
Se levanta el pensamiento cual irrevocable estruendo;
irrumpe, feroz, contra las inevitables paredes
de la realización.
Se enardece, estalla.
Mi voz se transforma en artífice del alma que proclama
su estoico ascenso.
Desde lejos me llegan voces de poetas ya muertos.
Abanderados audaces.
Compañeros.
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