La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

jueves, 17 de junio de 2010

Benito Pérez Galdós



Por Leonardo Venta

“Silencioso, recogido, en actitud modesta, caladas las oscuras gafas que protegen contra el rabioso sol de España sus ojos enfermos, pasa inadvertido de todo el mundo”, así retrata Amado Nervo a Benito Pérez Galdós, el novelista más fecundo y significativo de la España del siglo XIX.

Nacido en las islas Canarias, el 20 de mayo de 1843, Galdós, escritor realista, aunque algunas de sus obras presentan matices naturalistas, muestra al ser humano, delineando sus rasgos íntimos y externos, pero sobre todo su psicología.

La novela europea alcanza su plenitud clásica con el realismo, en la segunda mitad del siglo XIX. Benito Pérez Galdós es la figura española equivalente a Balzac, Stendhal, Dickens o Tolstoi.

Aborda el tema de la crueldad humana en novelas como Miau, 1889, y Misericordia, 1897. Examina la religión como factor social y moral en Gloria, 1877, y Doña Perfecta, 1876.


Galdós ha sido calificado injustamente como enemigo de la religión. Más que un anticlerical es simplemente alguien que devela los males latentes en la sociedad de su época. Para él, la religión es válida cuando conduce a la armonía social, como fruto genuino y espontáneo de su práctica y no como dogma impuesto.

En la parte antigua de Madrid, aun hoy podemos reconocer huellas de la obra galdosiana. El gran novelista se integró plenamente a la vida madrileña, por eso supo reflejarla con honda veracidad. Aunque no es propiamente un autor costumbrista, Galdós brinda en sus novelas un fascinante panorama de la sociedad española de fines del siglo XIX.

Aparte de de sus treinta y cuatro novelas (42 tomos) escribió cinco series de Episodios nacionales (46 volúmenes), narraciones de sucesos de la historia de España. Los caracteres creados por Galdós, extraídos de experiencias reales, descritos con suma espontaneidad y vivacidad, son responsables de que su obra haya sobrevivido el paso del tiempo.

El escritor español incursionó además en el teatro, llevando a él temas de algunos de sus libros, pero sin alcanzar el mismo éxito obtenido con sus novelas. Azorín describe así la labor de Galdós: “Ha contribuido a crear una conciencia nacional; ha hecho vivir España con sus ciudades, sus pueblos, sus monumentos, sus paisajes”. Se dice que su izquierdismo fue el que le privó de alcanzar el Premio Nobel.

Marianela, una de sus novelas más populares junto a Fortunata y Jacinta, relato patético sobre una huérfana cuya deformación la hace huir del amor, fue llevada al cine por Angelino Fons en 1972, y protagonizada por la inigualable Rocío Dúrcal.

También fueron llevadas al cine por uno de sus más conocidos admiradores, Luis Buñuel, sus novelas Nazarín, en que un sacerdote pierde la fe porque su ideal cristiano es incomprendido por el burdo mundo que le asfixia, y Tristana, que aborda el tema de la esclavitud moral de la mujer.

Misericordia, un crujiente cuadro de la miseria madrileña, está considerada como una de sus mejores obras. En ella narra la historia de la noble Benina que mendiga para llevar dinero a la casa en la que trabaja de criada sin cobrar.

“Al sentir la proximidad de la muerte – escribe Pablo Beltrán de Heredia sobre Galdós – absorto en lejanas evocaciones, balbuceaba frases de niño, y entonaba, con voz trémula, infantiles endechas de Canarias, dulces canciones de la tierra natal”.

En el modesto chalecito de Argüelles, literalmente ciego, entre la soledad y la indolencia, muere el escritor canario el 4 de enero de 1920, a los 76 años, casi sumido en la pobreza. Por medio de una suscripción nacional el pueblo sufragó su funeral y le erigió una estatua.

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