La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

domingo, 13 de junio de 2010

“La niña de Guatemala”

María García Granados: "La Niña de Guatemala"

Por Leonardo Venta

Hace más de cien años, con su aliento indígena y español, Guatemala le sirvió de refugio a José Martí. María Josefa, hija del General Miguel García Granados (entonces presidente de Guatemala) y de Cristina Savorio García, le entregó una almohadilla de olor al poeta cubano.

Así rememora Martí aquel momento: “…Ella dio al desmemoriado / Una almohadilla de olor: / Él volvió, volvió casado: / Ella se murió de amor”.

El poeta se debate entre la palabra empeñada en México a su prometida, Carmen Zayas Bazán, y el amor imposible que ha germinado en el alma de la joven guatemalteca. “...Ella, por volverlo a ver, / Salió a verlo al mirador: / El volvió con su mujer: / Ella se murió de amor”.

“La niña de Guatemala”, título del poema, corresponde a los Versos Sencillos de Martí. Los hechos narrados en las nueve estrofas que lo componen son históricos, pero la historia, bajo el hechizo de la poesía, se transforma en ensueño.

El hablante lírico emplea la imagen del ‘ala’ para simbolizar la pureza del alma. “Quiero a la sombra de un ala, / Contar este cuento en flor: / La niña de Guatemala, / La que se murió de amor”. La voz poética se resguarda “a la sombra de un ala” para contar su historia como quien se cobija bajo un apacible celaje.

Para la voz lírica no existe la menor posibilidad de una muerte prosaica: “Dicen que murió de frío / Yo sé que murió de amor”. Ésta es contemplada desde una perspectiva romántica.

Ciertos momentos del poema parecen descritos desde la distancia y no por aquel que lamenta la muerte de su amada. Esta aparente frialdad parece coincidir con la postura distante hacia María que algunos críticos atribuyen a Martí, cuando él recapacita sobre las posibles consecuencias perjuiciosas de aquella comprometedora relación.

Sin embargo, en otras estrofas captamos el lirismo desgarrador del enamorado, al extremo de confesar su amor: “Era su frente ¡la frente / Que más he amado en mi vida!”. Besa su frente, sus manos y sus pies: “Allí, en la bóveda helada, / La pusieron en dos bancos, / Besé su mano afilada, / Besé sus zapatos blancos”.

Existen diversas interpretaciones sobre los hechos que inspiraron el poema. El profesor Andrew P. Debicki afirma: “Martí ha transformado la historia para subrayar lo romántico: aunque él nunca correspondió al amor de María Granados”. Debicki fundamenta su afirmación en el artículo “Martí en Guatemala” de José María Izaguirre, en el cual Izaguirre afirma que el poeta, “notando el enamoramiento de la chica, deja de visitar la casa de su padre”.

Por otra parte, el crítico J. Alberto Hernández-Chiroldes discrepa con Debicki: “El hecho de que dejara de visitar la casa de los García Granados no implica que no amara a la joven María (…) al retraerse en las relaciones, solamente estaba reconociendo el deber para con su prometida, Carmen Zayas Bazán”.

En nuestra opinión, aunque Martí se basa en elementos verídicos para escribir su poema, los cuales han sido probados –como la almohadilla, su matrimonio con Zayas Bazán, el río, la misma muerte de María García Granados–, es el arte quien rescata a su amorosa niña guatemalteca, para brindarle, debajo de sus alas, un hálito de eternidad poética.

Versos Sencillos
"La Niña de Guatemala" (Verso IX)

José Martí


Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda;

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores;

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

7 comentarios:

  1. este es uno de los mejores poemas que hay... sobre todo la forma que logra expresar con sinceridad el sentimiento.

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  2. Ahhh, ni más ni menos mi vida y mi muerte (metafórica) en un poema. Gracias José Martí:)

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  3. WUAAAAAAAAAAA ES MUY BUENA

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  4. hermosamente dicho

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  5. …tarde y ya al oscurecer, el enterrador interrumpió el encuentro de el pensador y sus memorias; las vivencias y deseos de revivir el conjunto de sentimientos que elaboraba con sus recuerdos y la nostalgia por la perdida que le asediaba.
    Algunos dulces recuerdos que se mezclan en el presente y se tornan en mutaciones tristes para el desesperanzado.
    Así he percibido yo; la conclusión de el que recuerda en la distancia: que amo; y nunca mas volvió para ver a su amada… La Nina de Guatemala.

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  6. nunca lo avía leído es hermoso me encanto

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  7. EL POEMA ES LINDO TANTO ASI HE KEDADO MUY ENAMORADO JJ PERO DEBE SABER QUE TODO POEMA ES DESDE EL CORAZON X ESO
    AY K TRBAJARLO DIA A DIA

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