La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

lunes, 5 de agosto de 2013

Dalí, por todo lo grande

“Santiago el Grande” (1957), óleo sobre lienzo, exposición permanente en Beaverbrook Art Gallery en Fredericton, New Brunswick, Canadá.
Por Leonardo Venta

Localizado en el azuloso litoral del centro de San Petersburg, a sólo 30 minutos de la floridana Tampa, el nuevo museo de tres plantas que alberga las obras de Salvador Dalí va para tres años que reabrió sus puertas al público.

La arquitectura de la nueva morada dalisiana, por el monto de 30 millones de dólares, en conexión con el carácter surrealista de gran parte de las obras del excéntrico artista, funde lo clásico con lo ilusorio, lo minucioso con lo exuberante, lo palmario con lo onírico.



A excepción de las colecciones que se encuentran en España, la de este estadounidense centro es la más extensa en obras originales del artista nacido en Figueras, municipio perteneciente a la provincia de Girona, en Cataluña. Incluye 96 pinturas al óleo y un extenso inventario de acuarelas, dibujos, grabados, fotografías, esculturas, objetos de arte de su creación, así como un amplio archivo de documentos.

La rutilante tecnología del siglo XXI, fundamentada en el análisis computacional y la digitalización, ha conseguido recrear novedosas geometrías geodésicas que ofrecen la ilusión del fluido de los líquidos de la naturaleza en estructuras sumamente vigorosas que particularizan el nuevo alojamiento para las criaturas de uno de los máximos exponentes del movimiento surrealista.



El museo consta además de una escalera en espiral, que comunica la planta baja y el tercer piso, inspirada en la fascinación de Dalí por el ADN. La singular acumulación de peldaños, en forma de resorte tensionado, se suspende desafiantemente en una curva que infunde plácido dalisiano vértigo. El gusto por las simetrías y la sucesión de números Fibonacci, en la que cada término es igual a la suma de los dos que le preceden, complementan esta maravilla arquitectónica, digna de la magia del gran artista catalán.



A la colección, valorada en alrededor de 500 millones de dólares, se le han sumado hasta el mes de octubre “Santiago el Grande” (1957), una de las composiciones más impresionantes de Dalí, acompañada por otras dos pinturas del artista – “La Turbie - Sir James Dunn, sentado” (1949), y “Fantasía Ecuestre: Retrato de Lady Dunn” (1954) – pertenecientes a la llamada vanguardia histórica. Las obras son préstamos de la galería de arte Beaverbrook en Fredericton, New Brunswick, Canadá.

A finales de la década de los cincuenta, Dalí incursionó en un nuevo movimiento, el expresionismo abstracto, en piezas como “Velázquez pintando a la infanta Margarita, rodeada de las luces y las sombras de su propia gloria” (1958) o “El siervo de los discípulos de Emaús” (1960). Pertenecen también a esa época, sus dos monumentales cuadros históricos: “Santiago el Grande” y “El sueño de Cristóbal Colón”. La superficie de “Santiago el Grande” armoniza perfectamente con el epíteto que califica al Apóstol. Con sus 13 pies de altura, solo es superado (ligeramente) en dimensión por el hermosísimo óleo sobre lienzo “El sueño de Cristóbal Colón", parte de la colección permanente del museo, y, a su vez, el cuadro de mayor dimensión realizado por el artífice catalán.

“El descubrimiento de América por Cristóbal Colón (El sueño de Cristóbal Colón)", óleo sobre lienzo 410 x 284 cm. de Salvador Dalí, 1958-59. Museo Salvador Dalí, St. Petersburg, Florida, Estados Unidos.


En “Santiago el Grande” – que representa a Santiago de Compostela, el santo patrón de España – el siervo de Dios emerge del mar sobre su caballo blanco en enérgico ascenso hacia una esfera gloriosa. El artista reveló que había experimentado mientras lo pintaba “un escalofrío existencialista: el escalofrío de la unidad de la patria”. Dalí logra en la representación hiperrealista del equino –cuya recia cabeza contrasta con sus pies y cuerpo nebuloso– causar la impresión de proyectarse en un salto desde el lienzo.



Otro de los aspectos relevantes de “Santiago el Grande” es la manera sorprendente cómo su fondo azul-celosía se asemeja al atrio de cristal del Museo Dalí. Una joya arquitectónica en sí, el museo está recubierto por un resistente vidrio triangulado del mismo color que sugiere el contraste entre la consciencia dalisiana y el mundo exterior. El fondo del cuadro es una representación directa de la decoración de una iglesia del siglo XIII de los Jacobinos en Toulouse, Francia, punto de parada en el peregrinaje cristiano del medieval “Camino de Santiago”, rumbo a la tumba del venerado Apóstol. Según el periodista y escritor Antonio Olano, amigo de Dalí, la pintura propone un retorno del pintor a la devoción católica. Al mismo tiempo, exalta la cultura y la religión de España mediante un enfoque místico.

En cuanto a los dos otros préstamos provenientes de la galería de arte Beaverbrook – los retratos de Sir James Hamet Dunn y Lady Dun, ambos amigos de Dalí –, el primero aparece sentado con las piernas cruzadas y descalzo, arropado en una toga oro satinada para subrayar su presunto parecido a  César Augusto, tras cuya muerte el nombre de Augusto sería utilizado como título por los siguientes emperadores romanos.

“La Turbie - Sir James Dunn, sentado” (1949)

En tanto, la imagen de Lady Dunn se ofrece noblemente sentada sobre un caballo palomino con un halcón posado sobre su brazo enguantado. Aunque el naturalismo de la obra es impresionante, se respira un cierto aire lúdico en la misma, mediante la presencia de diminutos animales casi imperceptibles que acentúan una atmósfera de cuento de hadas.

“Fantasía Ecuestre: Retrato de Lady Dunn” (1954)

Para los interesados en la historia detrás de “Santiago el Grande”, el museo ofrece el documental “The Way of Saint James (El camino de Santiago)”, del realizador Manuele Mandolesi, en un recorrido por el peregrinaje de la antigua ruta de los Pirineos a la famosa ermita de Santiago de Compostela, donde descansan los restos del venerado Apóstol, a través de la experiencia de varios peregrinos iluminados por el albor de tan excepcional experiencia espiritual.


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