La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

miércoles, 9 de junio de 2010

¿Inventor o pionero?



Por Leonardo Venta

“Fallece uno los máximos exponentes de la música cubana e inventor del mambo”, leí hace algo más de dos años en una respetable publicación española. Comparé esta justa aseveración con la ofrecida por ciertos medios informativos, que utilizaron un término menos preciso, “pionero”, para referirse a la conexión del gran Israel Cachao López con el cubanísimo mambo.

Aunque los vocablos ‘inventor’ y ‘pionero’ se parecen, mantienen una incuestionable distancia semántica entre sí. Un pionero es aquel que da los primeros pasos en alguna actividad, mientras un inventor, término mucho más categórico, es quien imagina y crea algo nuevo.

¿Verdaderamente, aceptamos que Israel Cachao López es el creador del mambo? Y es que nuestra lengua, aplicando esta afirmación a las declaraciones de algunos medios de comunicación, está llena de sutilezas.

Cuando tenemos dudas sobre algo, o no queremos admitirlo, o simplemente no nos interesa profundizar en el asunto, acudimos a ciertos vocablos que precisan poco y dejan en el aire el olorcillo incómodo de la duda.

A cada rato, leo y escucho sobre supuestos “reyes del mambo” y agrupaciones, que nada tienen que ver con ese ritmo y baile procedente de Cuba, que se convirtió en el gran acontecimiento musical de mediados de la década de 1950.

Para valorar con efectividad qué es el mambo, sin la imposición de criterios exaltados, es necesario hacer un alto en esta lectura y disfrutar del video "PEREZ PRADO Mambo No 5 - 1950s (from LP)" que aquí he adjuntado. Goce por 2 minutos y 14 segundos de este clásico. Finalizado el video, retome la lectura de este artículo.






Estoy seguro, si siguió mis instrucciones, que usted comprende mejor ahora, si no lo sabía ya, qué es el mambo. Puede ser que también se sorprenda, si le digo que uno de los males más comunes de nuestros días, es el llamar a las cosas por nombres que no les corresponden.

“Es necesario desenmascarar a aquellos que desvirtúan la verdad”, escuché decir hace pocos días a un cabal pensador estadounidense, al referirse a ciertos problemas en la administración de este país.

Pensé, en aquel instante, en la música cubana, en los muchos años en que se le viene usando, indiscriminadamente, sin darsele su debido reconocimiento. Pensé, también, en cómo se emplean los nombres de los ritmos tradicionales cubanos para identificar a otros que nada tienen que ver con ellos.

Lo he leído en programas de concierto. Los he escuchado (los nombres de estos ritmos) en espantosas e impropias letras de canciones. He sido pávido cómplice silencioso de cómo le han cambiado el nombre a la guaracha, a la rumba, al son, hasta al cha cha chá.

Lo cierto es que el músico cubano Israel Cachao López falleció a los 89 años el 23 de marzo de 2008 en un hospital que no pudo detener su derrumbamiento biológico, para dejar huérfano al mambo.

"Los orígenes del mambo datan de 1937", indicó Cachao en una entrevista concedida al San Francisco Chronicle. "Mi hermano [Orestes] y yo tratábamos de agregar algo nuevo a nuestra música y produjimos una sección que llamamos danzón mambo. Hizo impacto y movió a la gente”.

Mucho más puede decirse sobre este gran artista. Honrémoslo, a falta de espacio, con el apelativo que realmente merece: “Creador del Mambo”.

1 comentario:

  1. excelente!!!! mucha verdad muy bien articulada. te felicito

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