La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

domingo, 26 de agosto de 2012

Adiós a un innovador de la danza

Merce Cunningham, 1973
Por Leonardo Venta

 
Movimientos corporales encauzan las emociones, los estados anímicos,  las ideas... Se salta, se gira, se libera el espíritu, se rebosan los sentidos en irrepetibles vuelcos. Ya sea como un ritual, a manera de contar una historia, experimentar un arrobamiento de placer, o en el simple anhelo de palpar la beldad, la danza despliega en su singular lenguaje los filamentos más entrañables del ser.

Divaga con nosotros desde nuestros primeros gestos, sin percatarnos apenas. Nos escolta en el jubiloso salto del anhelado asentimiento, en el abrazo emotivo del primer encuentro amoroso, en la languidez del último adiós, en el arrebato de la ira, en el rictus colosal de un orgasmo. Nos corteja en la levedad de caminar, en el ademán afectuoso de una reunión de amigos, en la solemnidad de una marcha nupcial.

Diversas culturas se expresan en disímiles manifestaciones danzarias, revelando peculiaridades de cada idiosincrasia. Lo mismo se danza un nocturno de Chopin “sur les pointes”, en “Las sílfides”, que una cadenciosa rumba cubana callejera, que un vistoso joropo venezolano, o un brioso jarabe tapatío de Jalisco.

La danza es madre. Ama y trepida. También llora la pérdida de de sus hijos. El bailarín y coreógrafo Merce Cunningham, natural de Centralia, en el estado de Washington, falleció en su casa de Nueva York en horas de la madrugada del 26 de julio de 2009, por causas naturales.

El  16 de abril, había celebrado en Nueva York el nonagésimo aniversario de su natalicio con una nueva coreografía titulada “Nearly Ninety (Casi noventa)", un espectáculo de 90 minutos sobre música de guitarras eléctricas y ruido industrial compuesta por una banda de rock integrada, entre otros, por Paul Jones, ex integrante de Led Zeppelin.

Líder del vanguardismo en la danza, la figura de Cunningham ha sido comparada con la de Isadora Duncan, Sergei Diáguilev, George Balanchine y Martha Graham (de la cual fue discípulo), por los cuestionamientos postmodernos que incorporó a la danza en cerca de siete décadas de carrera artística.

Desde temprana edad, Cunningham manifestó una inconfundible vocación artística. En 1937, ingresó en el Instituto Cornish en la ciudad de Seattle para estudiar teatro y danza. Allí conoció al músico y compositor John Milton Cage, con quien estableció un maridaje artístico y afectivo que duró hasta el fallecimiento de éste último en 1992. Cunningham estudió también en la universidad de Bennington, donde Martha Graham impartía clases, incorporándose a su compañía como primer bailarín hasta 1945.

Después de haber sido profesor en el American Ballet, Cunningham fundó en 1953 su propia compañía de danza, que llevaba su nombre, la cual dirigió hasta sus últimos días, cuando ya se encontraba confinado a una silla de ruedas. Creó más de 200 coreografías, muchas de las cuales recorrieron los más importantes escenarios del mundo. “Merce vio la belleza en lo cotidiano, y eso es lo que lo hizo extraordinario", comentó Trevor Carlson, director ejecutivo de la fundación Cunningham. "No dejó que las convenciones le dictaran el rumbo, pero fue un artista genuino, honesto y sincero en todo lo que hizo".

La danza creada por Cunningham refuta lo concreto, sin pretensiones narrativas ni emocionales; se mueve con una libertad admirable en búsqueda de la belleza exclusivamente dentro del campo de la genuina pureza del movimiento. "Mi idea siempre ha sido explorar el movimiento físico humano", había expresado al dar a conocer su "Plan de Legado Viviente", destinado a perpetuar su arte tras su desaparición física. El proyecto comprendió una última gira mundial de dos años de la compañía. El genial coreógrafo fijó antes de morir hasta el precio de las entradas al espectáculo de despedida en Nueva York: 10 dólares.





martes, 21 de agosto de 2012

"El juego de Electra", obra basada en "Electra Garrigó" de Virgilio Piñera, se exhibe en Miami

Mephisto Teatro - Artes y Producciones Artísticas, Spain,
ELECTRA’S PLAY
By Liuba Cid (based on Virgilio Piñera’s Electra Garrigó)

CAST
Aegisthus / Agamemnon.........Vladimir Cruz
Electra.........Dayana Contreras
Clytemnestra.........Yolanda Ruíz
Orestes.........Rey Montesinos
Pedagogue.........Javier Gurruchaga [Offstage voice]
Musician.........Mª Teresa Gómez Lozano [Viola]

About the Company: MEPHISTO TEATRO is an international project that brings together actors from Cuba and Spain who are renowned figures in the contemporary stage. Many of the company’s Cuban artists (actors, dancers, and musicians) are involved in Spain in several projects in theater, film, and television. Under Liuba Cid’s direction, the company studies thoroughly the theatrical act proposing bridges between different aesthetic currents and opening its doors to classical and contemporary projects from Cuba, Spain, and Latin America. Mephisto Teatro started in 2009 with Lope de Vega’s classic Fuenteovejuna, commissioned by Almagro’s Classical Theater Festival as its closing production. In 2011, Caceres’ Classical Theater Festival commissioned Cid’s version of Rojas Zorrillas’ Donde hay agravios no hay celos. The company has traveled throughout Spain and internationally invited to the most important festivals of classical theater. Liuba Cid (director and playwright) has directed more than 50 plays including H. Müller’s Medea Material (Havana 1991) and Landscape with Argonauts (Havana 1991), A. Artaud’s Pantomime (Havana 1990), Javier Tomeo’s Historias Mínimas (Spain 1994), S. M. Bermúdez’s La noche de los Quijotes (Spain 2005), and Liuba Cid’s Los Virtuosos (Spain 2012).

Mephisto Teatro - Artes y Producciones Artísticas, España,
EL JUEGO DE ELECTRA
De Liuba Cid (basada en Electra Garrigó deVirgilio Piñera)
24 y 25 de agosto a las 8 p.m; 26 de agosto a las 5 p.m
ELENCO
Egisto / Agamenón.........Vladimir Cruz
Electra.........Dayana Contreras
Clitemnestra.........Yolanda Ruíz
Orestes.........Rey Montesinos
Pedagogo.........Javier Gurruchaga [Voz]
Músico.........Mª Teresa Gómez Lozano [Viola]

Historia de la compañía: MEPHISTO TEATRO es un proyecto internacional que acoge actores y actrices de Cuba y España, con gran experiencia en la escena y que son reconocidas figuras del panorama teatral actual. Gran parte de los artistas cubanos que nutren la compañía (actores, actrices, bailarines y músicos), se encuentran actualmente en España realizando diversos proyectos en el teatro, el cine y la televisión. Bajo la dirección de Liuba Cid, la compañía se adentra en la creación teatral proponiendo puentes entre diferentes estéticas teatrales, abriendo sus puertas a proyectos clásicos y contemporáneos de Cuba, España e Iberoamérica. Mephisto Teatro inicia su andadura en el año 2009 con el encargo del Festival de Teatro Clásico de Almagro de clausurar su programación con una versión del clásico de Lope de Vega Fuenteovejuna. Posteriormente estrena por encargo del Festival de Teatro Clásico de Cáceres, la versión del clásico de Rojas Zorrillas Donde hay agravios no hay celos. Desde 2009 y hasta la fecha, ha realizado diversas giras nacionales e internacionales por los principales Festivales de Teatro Clásico. Liuba Cid (directora teatral y dramaturga) ha dirigido más de 50 montajes teatrales, entre los que destacan: Medea Material de H. Müller (La Habana 1991), Paisaje con Argonautas (La Habana 1991), Pantomima de A. Artaud (La Habana 1990), Historias Mínimas de Javier Tomeo (España 1994), La noche de los Quijotes de S. M . Bermúdez (España 2005), Fuenteovejuna de Lope de Vega (España. 2009), Donde hay agravios no hay celos de F. De Rojas Zorrilla (2011) y Los Virtuosos de Liuba Cid (España 2012).

Tribute Includes Five Productions from Cuba’s Most Important Playwrig

August 31-Sept. 2: Los Siervos / The Serfs. Teatro de la Luna (Cuba). Director – Raúl Martín
After three sold-out performances of Delirio Habanero last October at the Miami Dade County Auditorium, Teatro de la Luna returns to Miami with Los siervos / The Serfs. Written in 1955 as a mockery of the false ideology of Soviet Communism, it is an anti-bourgeois farce that derides hierarchies, dictatorships, and the many uses and abuses of power that determine human conduct. Its director takes advantage of absurdist techniques, singing and dancing to bring us a brilliant and funny play that from stage design to acting techniques is far from the realism we are used to seeing in the contemporary American stage.

September 7-9: Una caja de zapatos vacía / An Empty Shoe Box. E. G. Productions (Miami). Director – Eloy Ganuza
Twenty-five years after the world premiere in Miami, Eloy Ganuza brings to the stage a new version of Piñera’s classic about power relationships. Three characters rehearse the transfer of power to the mightiest. This new production highlights the interconnections between gender, sexuality and politics through the use of black humor, music and dance.

September 14-22: Carrying Water in a Sieve: an evening of two one acts: You Always Forget Something and False Alarm. UM Jerry Herman Ring Theatre (Miami). Director - Henry Fonte
Translation by Kate Eaton

Produced by the University of Miami’s Department of Theatre Arts and Jerry Herman Ring Theatre, these two delightful one-act comedies highlight Piñera’s playful sense of humor. The first, You Always Forget Something, is a fanciful comedy about four eccentric women who try to make order out of a capricious society, but by doing so they create chaos, disorder, and mayhem. The other, False Alarm, hilariously portrays the predicament of a man charged with murder who struggles to save his crumbling sanity in the face of a demented widow and an irrational judge. Both short plays exemplify Piñera’s unique writing style and his wonderfully absurd sense of humor.



sábado, 11 de agosto de 2012

El Libertador (y III)

Después de desembarcar en el puerto de La Guaira, un viajero se encaminó hacia la capital venezolana. Recorrió el Camino de los Españoles, hasta detenerse ante la estatua ecuestre de Simón Bolívar. El peregrino – José Martí –  “no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar, Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, pues todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre”.
                                                      Por Leonardo Venta

“En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, así como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana".
                                                                                      José Martí

Simón Bolívar – a quien Miguel de Unamuno calificara como “el alma inmortal de la Hispania máxima, miembro espiritual sin el que la Humanidad quedaría incompleta” –, tras desarticular el influjo divisionista de los caudillos y ganar a los marginados para su causa, consolidó la emancipación sudamericana en el fervor del campo de batalla dentro de un marco ideológico delineado por sus propios escritos y discursos.

La sana obsesión de Bolívar fue hermanar a todas las antiguas colonias españolas del continente. Así el héroe de tantas batallas atravesó los empinados Andes para derrocar a las tropas españolas en Boyacá (1819), la primera ofensiva determinante para la independencia del Virreinato de la Nueva Granada (la actual Colombia). En el Congreso de Angostura (1819), donde fue nombrado presidente de la Gran Colombia – que comprendía los presentes territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá –, ratificó la premura histórica de la integración latinoamericana en un discurso que tasa la solidez de su pensamiento.

Intrépido de esperanzas, en la Batalla de Carabobo (junio de 1821) rompió las cadenas de servidumbre que sujetaban a su suelo natal. Si bien, fue nombrado presidente de las dos provincias independizadas, encomendó el mandato de la Nueva Granada en manos del vicepresidente Francisco de Paula Santander y la de Venezuela a cargo del general José Antonio Páez para él poder extender el renacer libertario a otros confines americanos.

Junto al Mariscal Antonio José de Sucre, liberó con titánico arrojo la Audiencia de Quito (actual Ecuador), tras vencer en la batalla de Pichincha (1822). Poco después, comandó la insurrección del Perú, última fortificación española en Sudamérica. En 1824 obtuvo la resonada victoria de Ayacucho. Los últimos enclaves realistas del Alto Perú fueron disueltos en 1825, creándose allí la República de Bolívar (actual Bolivia). Este gigante, que no cabía en su diminuto cuerpo, fue Presidente de Colombia (1819-30), Perú (1824-26) y Bolivia (1825-26).

La grandeza de Bolívar se extendió por toda la Gran Colombia, vasto territorio que entonces abarcaba desde el Caribe hasta la frontera argentina. Sin embargo, ingratamente, su ideal de una Hispanoamérica unida fue prontamente lacerado. Las guerras civiles no se hicieron esperar, incitadas por las mezquindades personales de sus líderes y los intereses de cada zona en continúa pugna con las regiones colindantes. En el revelador texto Una mirada sobre la América española, Bolívar derrama con amargura su desilusión: “No hay buena fe en América, ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las Constituciones libros; las elecciones combates; la libertad anarquía; y la vida un tormento”. ¿Un pensamiento visionario que aun hoy nos atañe?

En 1829 se agudizó irreversiblemente la crisis de la Gran Colombia, de la misma manera que se quebrantaba la salud del Libertador. El caudillo Páez encabezó un nuevo levantamiento que intentaba separar a Venezuela de la Gran Colombia y, al mismo tiempo, erigirse en jefe de gobierno. Se le prohibió a Bolívar la entrada a territorio venezolano. Decepcionado y muy enfermo, el gran héroe renuncia a la presidencia.

Se marchó desolado a Cartagena, no sin antes despedirse de su amada Manuela Sáenz, cuya intensa relación Neruda compendia en los siguientes versos: “Hasta hoy respiramos aquel amor herido, / aquella puñalada de sol en la distancia". Estando en Cartagena, el 1º de julio de 1830, la noticia del asesinato de su entrañable amigo Sucre, le inflige uno de esos golpes devastadores, “resaca de todo lo sufrido”, a los que se refiere Cesar Vallejo en “Los heraldos negros”.

En fatídico peregrinar por la costa atlántica colombiana, la ineludible, con sus pálidos labios de escarcha, finalmente mitiga la fiebre que literalmente consumía la frente de nuestro coloso de luz, un 17 de diciembre de 1830, a las doce del día, cuando contaba sólo 47 años de edad.

En el pasaje en Caracas, donde un fatigado viajero busca amparo a la sombra de  la estatua  “que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo”, el peregrino – José Martí –  expresa: “Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español, en Santa Marta. Murió pobre, y dejó una familia de pueblos”. ¡Nosotros somos esa familia!

El libertador (II)

El edificio que acoge al Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano, en Caracas, abriga con celo el famoso retrato al óleo de Simón Bolívar, obra de Paul Guérin (1824).

Por Leonardo Venta

La promesa realizada por Simón Bolívar en el Monte Sacro, durante su viaje a Roma en 1805, lo circunscribe al sentir romántico del siglo XIX: “Juro por el Dios de mis padres; juro por ellos: juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.

Ya en Caracas, en junio de 1807, conspiró contra el régimen absolutista español.
El 9 de julio de 1810, zarpó en la corbeta inglesa Wellington rumbo a Londres. Entre sus objetivos, procuraba rescatar al también caraqueño Francisco de Miranda para la causa de la revolución, y conseguir el apoyo británico para dicha empresa. El joven Bolívar logra sus propósitos. Si bien, luego de la capitulación de Francisco de Miranda en San Mateo, el 25 de julio de 1812, se vio precisado a exiliarse.

Bolívar se desplazó a la isla antillana de Curaçao, desde donde se dirige a la capital del virreinato de Nueva Granada, la actual ciudad colombiana de Cartagena. Allí redactó su primer gran documento político, el “Manifiesto de Cartagena”, donde plasma la necesidad de crear una conciencia de nacionalidad americana y, sobre todo, la necesidad de unidad: “Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud”, asevera.

En agosto de 1813, superando grandes conflictos dentro del marco de sus propias filas, entra victorioso en Caracas, en la que ha sido bautizada como “la campaña admirable”. La capital de la provincia de Venezuela, fundada en 1567, le coloca la aureola de Libertador. Sin embargo, los enfrentamientos de clases y de castas mellan los elevados propósitos libertarios de Bolívar.

Se inició una guerra social, marcada por el levantamiento de caudillos y los enfrentamientos entre llaneros y criollos. Las tropas de Bolívar fueron derrocadas por los llaneros. Desde Carúpano, el jefe patriota vuelve a reconocer la falta de unidad en el seno de la revolución, lo que, en su opinión, fue la causante de la guerra civil: “Así, parece que el cielo, para nuestra humillación y nuestra gloria, ha permitido que nuestros vencedores sean nuestros hermanos”.

Cartagena se deshacía en una lucha acérrima entre partidarios y enemigos del Libertador. Las divisiones y conflictos entre los dirigentes de la revolución incidieron en la renuncia de Bolívar a su regreso a Santa Fe. Se marcha a Jamaica, en mayo de 1815. En la bronceada isla caribeña, el héroe ante cuya estatua llorara José Martí, no cesa de luchar por la libertad con la que se comprometiera en 1805 en el Monte Sacro. Desde Kingston, escribe numerosas misivas a políticos y personalidades influyentes en busca de apoyo.

Entre los textos redactados por Bolívar en esa etapa, resalta la “Carta de Jamaica”, texto que certifica su gran capacidad como visionario político. De Jamaica se dirige a Haití, la primera región emancipada en América, donde organizó junto a otros exiliados venezolanos la llamada expedición de Los Cayos con los buques y pertrechos facilitados por el presidente haitiano Alexandre Petion. A mando de dicha expedición, desembarcó en la isla Margarita, el 2 de mayo de 1816. El 1º de enero de 1817 pisa suelo venezolano. Cuenta ahora con el apoyo de las temidas fuerzas montoneras de los Llanos, una caballería que desmembró completamente al enemigo.

El gran reto para Bolívar continuó siendo integrar todos los estratos de la sociedad en la lucha por la independencia. Se hizo necesaria una reconsideración de la estrategia política inicial. Las clases protagonistas, la aristocracia criolla y la burguesía mercantil, y las pujantes masas populares chocaban. Había odios y recelos de ambas partes. Los peninsulares se aprovechaban de esas diferencias incitando a los grupos marginados contra los criollos partidarios de la emancipación. La división interna fue la peor enemiga de la independencia.

Con los decretos de Carúpano y Ocumare de la Costa, en 1816, ratificados ante el Congreso de Angostura de 1819,  Bolívar ofreció la libertad a los esclavos que tomasen las armas para luchar por la libertad.  Él mismo hizo efectiva esta disposición con los suyos. En 1817, se unieron a las filas bolivarianas los temidos llaneros. De esa manera, el genio del caraqueño acertó en unificar a las fuerzas patrióticas bajo su mando, desarticulando el influjo divisionista de los caudillos. La adhesión de los grupos tradicionalmente marginados constituyó un factor decisivo en las consiguientes victorias de las fuerzas emnacipadoras.

El Libertador (I)

El martes, 24 de julio de 2012, el presidente venezolano, Hugo Chávez, reveló la foto digital del “nuevo” rostro del Libertador, realizada con el apoyo  de la técnica craneométrica. Este otro semblante de Bolívar ha recrudecido la reinante polémica entre partidarios y detractores del actual régimen venezolano.
                                                                              
Por Leonardo Venta


En su viaje de Nueva York a Venezuela en 1881, José Martí realizó apuntes a lo largo de una travesía de 12 días en barco. Años más tarde, en su revista infantil La Edad de Oro, al rememorar su llegada a tierra venezolana, escribe: "Cuentan que un viajero llegó a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo".

En el artículo “Tres héroes”, que conforma el primer número de La Edad de Oro, y en el cual Martí honra a Simón Bolívar, al cura Hidalgo y a José de San Martín, señala refiriéndose al primero: “Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medios desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural”.

En Santiago de León de Caracas, nació Simón Bolívar la mañana del 24 de julio de 1783, destinado a convertirse en el líder indiscutible de la revolución que culminó con la emancipación de Sudamérica frente al poder colonial español, por lo que ha sido ennoblecido por la historia con el título honorífico de Libertador.

Proveniente de una acaudalada familia criolla venezolana, Bolívar quedó huérfano de madre y de padre siendo muy pequeño. Pasó al cuidado de su abuelo materno Don Feliciano Palacios, a quien también perdió a los 10 años. Tuvo como maestros al presbítero José Antonio Negrete, al político, humanista y poeta Andrés Bello y, sobre todo, a Simón Rodríguez, uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo.

“Él formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso”, expresó Bolívar al referirse a Rodríguez. “Las relaciones entre Bolívar y Simón Rodríguez tienen algo de gran telón andino, de las consabidas y vastas resonancias en el libro de los destinos entre maestro profeta y discípulo genial”, afirmó en su decir inconfundible José Lezama Lima.

Bolívar leyó y admiró a pensadores de la Ilustración – marcados por las tendencias hacia el liberalismo político y económico y la reforma humanitaria –, entre ellos John Locke, Jean-Jacques Rousseau, Voltaire y Montesquieu. Con tan sólo 19 años de edad, viajó a Madrid, donde residían sus tíos maternos. En tierra española contrajo matrimonio con María Teresa del Toro y Alayza, el 26 de mayo de 1802. Pronto regresó a Caracas.

La muerte nuevamente se ensaña contra él, llevándose a su amada a escasos ocho meses de matrimonio. Opinan sus biógrafos que esa desgracia curtió, en parte, su fornido y estoico espíritu. Abatido pero no amilanado, regresó a España para adentrarse en el estudio de los clásicos antiguos y modernos, de los grandes pensadores bajo la tutela del sabio marqués Gerónimo de Ustáriz.

Viajó a través de España, Francia e Italia. En París, se embebió de las ideas de la Revolución y conoció personalmente a Napoleón Bonaparte y a Humboldt. En sus tres viajes a Europa, en 1799, 1803 y 1810, permaneció allí algo más de siete años. En Cádiz, ingresó a la masonería a los 21 años. En sus filas, ahondó en los filosofismos, en las esferas de las virtudes del espíritu: la templanza, la firmeza de ánimo, el valor, la devoción a la justicia, la perseverancia y la humildad, entre otras.

El 15 de agosto de 1805, en la colina romana conocida como el Monte Sacro, juró libertar a su patria ante su maestro Simón Rodríguez. En aquel histórico momento, el Libertador pronunció las palabras definitorias de su existencia: “Juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que se hayan roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.

sábado, 4 de agosto de 2012

Lara Fabian en el espectáculo “En toute intimité” en el Olympia de París



1. "Bambina" - intro 2. "J'y crois encore" 3. "Comme ils disent" 4. "Caruso" 5. "S'en aller" 6. "Aimer déjà" 7. "Voir un ami pleurer" 8. "Je t'aime" 9. "Pour que tu m'aimes encore" 10. "Je suis mon coeur" 11. "Addio del passato" 12. "Mistral gagnant" 13. "Si tu m'aimes" / "Parce que tu pars" 14. "Tu es mon autre" - duet with Maurane 15. "Medley Starmania" 16. "Calling you" 17. "Tout" 18. "Je suis malade" 19. "Immortelle" 20. "Bambina" - guitar/voice version with Jean-Félix Lalanne

Buika 'En Mi Piel' en vivo.