La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

miércoles, 23 de junio de 2010

Arturo Sandoval: De Haydn a la Sandunga



Por Leonardo Venta

(Mi reseña de un concierto de Arturo Sandoval con la Orquesta de la Florida, en enero de 2007, en el Mahaffey Theater de Saint Petersburg, Florida)

En el 2000, con el inicio de este siglo que ya corre y salta con el júbilo de sus siete años, tuve la satisfacción de ver la película "Por Amor o Patria" (For Love or Country), que la compañía de producción Warner Bros./HBO realizara. La cinta, cuyo protagonista es Andy García, aborda la conmovedora historia del trompetista Arturo Sandoval. Siete años después de haber visto este impresionante filme, el pasado 6 de enero, al finalizar un admirable concierto de este músico, pude estrechar emocionado sus manos.

Su destreza con la trompeta, las prolongadas e inusitadas notas musicales que alcanza con este instrumento, y el desenfado de su personalidad, son elementos que identifican a Arturo Sandoval. Sin embargo, nos impresionó también su maestría al piano y los timbales, así como el dinamismo que deslumbró a todos los que le contemplamos sobre el escenario del teatro Mahaffey de Saint Petersburg, Florida, y no Saint Petersburg, Rusia, como Arturo ocurrentemente expresara ante una audiencia sumamente animada (a la que arrancó carcajadas en más de una ocasión), en un inglés que él mismo calificara de spanglish.

Ya desde la butaca, donde disfrutaba del programa “Arturo Sandoval en Concierto”, irreflexivas lágrimas amenazaban con humedecer mi rostro, mientras meditaba en la trascendencia de lo que presenciaba. La libertad sonreía, exenta de cualquier mordaza. Sí, Arturo Sandoval, después de muchas dificultades, sufrimientos y peripecias pudo abandonar Cuba, en 1990, para hacer de Estados Unidos su hogar. Y, aquí, en territorio norteamericano yo podía escucharlo y verlo tocar su trompeta con libertad.

La Orquesta de la Florida (Florida Orchestra), en su trigésimo novena temporada, y conducida por Richard Kaufman, acompañó con destreza al prestigioso trompetista ganador de cuatro premios Grammy. Éste, por su parte, fue escoltado por el piano de Tony Pérez, el bajo de Armando Gola, la batería de Alexis Arce, el saxofón de Felipe Luis Lamoglia y la percusión de Tomás Cruz (quien además tocó las maracas en una muy aplaudida pieza con Sandoval al piano).

El exitoso concierto, que formaba parte de varias programaciones que viene ofreciendo la Orquesta de la Florida como parte del Festival de Música Latina, comenzó con las piezas “Taco Holiday” de David Rose y “Latin-American Symphonette” de Morton Gould, esta última demanda un interesante trabajo orquestal.

Al fin, apareció Sandoval para tocar el "Concierto para Trompeta en E-Flat Mayor" de Franz Joseph Haydn, uno de los compositores más influyentes en el desarrollo y consolidación del estilo clásico asociado con la Viena del siglo XVIII. Tras una lluvia de merecidos aplausos, Sandoval se retiró para darle paso a la Orquesta de la Florida que interpretó probamente fragmentos de “Andalucía” y “La Malagueña” de Ernesto Lecuona, piezas que cerraron la primera parte del concierto.

La segunda mitad incluía un repertorio menos clásico, en una especie de mezcla singular de música latina y Jazz. El tema “To Diz with Love” fue un emotivo homenaje de Sandoval a Dizzy Gillespie, el maestro del bebop y gran amante de la música afrocubana, a quien el trompetista cubano considera su padre espiritual. Los dos músicos se conocieron en Cuba en 1977, y su amistad sólo fue estorbada por la muerte de Dizzy, en 1992.

Otra interpretación de Sandoval que robó muchos aplausos fue “A mis Abuelos”, título de un insondable lirismo y línea melancólica. “Marianela”, y “Marianela Says Good Bye”, números dedicados a su compañera de casi cuarenta años, estaban impregnados también de honda ternura. Todas estas composiciones arrancaron emotivos y espontáneos aplausos de un público eminentemente sajón. Otros temas de la segunda parte fueron “Groovin' High” y “Rhythm of Our World”.

La audiencia, entusiasmada, no quería dejar ir al “trompetista orquesta” y con una ovación de pie reclamaron, después de terminado el concierto, su regreso al escenario. Sandoval, complacido y sonriente, sin hacerse mucho de rogar les dio orden a sus músicos de seguirle para concluir con un rumbón cubano, en el que también cantó, y en español, repitiendo un estribillo -“Sandunga” -, él, la orquesta y el público, todos desbordados al ritmo cadencioso de la música cubana.

Este momento, quizás el más emotivo del concierto, nos hizo remontarnos a la época de Sandoval con los Irakeres en Cuba, cuando compartía la alegría de la juventud y su tierra con el saxofonista Paquito D'Rivera y el pianista Chucho Valdés. De esta manera, el gran músico nos dio su mejor hasta luego. Lástima que su gran elocuencia musical no pudo exteriorizárnosla con palabras. Estaba muy apurado y apenas pudo responder a nuestras preguntas. No obstante, si tuviésemos que escoger, nos quedaríamos mejor con el lenguaje de su magnifica trompeta.

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