La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

sábado, 29 de abril de 2017

Alondra Ríos, la adolescente del Conservatorio Patel que apuesta por una sólida carrera en las artes escénicas

Alondra Ríos y Bailey Walman en “Eres un buen hombre, Charlie Brown”, este fin de semana
Por Leonardo Venta

            El Conservatorio Patel –ubicado en el David A. Straz Jr. de Tampa– ofrece entrenamiento en las artes escénicas en un ambiente estimulante, brindando a los estudiantes las herramientas idóneas para labrar horizontes artísticos sólidos, así como contribuye a perfeccionar su nivel y calidad de vida.
            La inscripciones están abiertas para los grupos y clases de verano de danza, música y teatro que comienzan la semana del 30 de mayo, para estudiantes de todas las edades y habilidades. Algunos cursos requieren audiciones. Las audiciones de música y teatro se llevarán a cabo el jueves, 18 de mayo, a las 4 p.m.
            Como vitrina de la encomiable labor de Patel, viene presentándose desde el pasado fin de semana y hasta el próximo domingo, 30 de abril, la obra “Eres un buen hombre, Charlie Brown”, en la Sala TECO del Straz Center, con un elenco integrado por estudiantes del Conservatorio Patel, bajo la dirección general de Suzanne Livesay, el liderazgo musical de Kavanaugh Gillespie y la acertada puesta coreográfica de Steven Jones.
            Escrita por Clark Gesner, esta exitosa puesta de Off-Broadway, basada en las populares tiras cómicas ‘Peanuts’, creadas por el genial Charles Schutz, se estrenó en 1967, con la presentación de más de 1500 ovacionadas funciones.       
            Aunque es un “buen tipo”, Charlie Brown nunca ha podido hacer volar una cometa ni ha jugado bien al fútbol. Además, le resulta una labor titánica conquistar el corazón de una pequeña chica de pelo rojo que le ha robado el sueño. Si bien, con la ayuda de sus amigos de la banda ‘Peanuts’ –Schroeder, Lucy, Linus, Sally y Snoopy– Charlie se dará cuenta de lo que verdaderamente es importante en la vida.
            La adolescente puertorriqueña Alondra Ríos –destacada educanda del Consevatorio Patel, a quien conocimos el pasado verano a través de su excelente caracterización de Cosette en "Les Misérables"– accedió a contestar las preguntas que le hemos formulado con motivo de su debut en el papel de "Lucy" en la presente producción, facilitándonos una visualización más esclarecedora de la loable labor que realiza este centro de enseñanza artística desde una perspectiva más personal.

            ¡Gracias, Alondra, por concederme esta entrevista! Ya que eres muy joven, me atrevo a preguntarte la edad...

            Para mi es una satisfacción concederle esta entrevista. Tengo 15 años.

¿En qué momento descubriste tu vocación artística?

            Cuando empecé a entrenar con mi maestra de canto, Mary Walkley, en séptimo grado. Aprendí muchísimo, y ella me enseñó que la actuación, el canto y el baile no son cosas fáciles. En ese momento comprendí que necesitaba practicar constantemente y con dedicación. Además, me di cuenta de que soy artista, aunque me falta mucho por aprender.

¿Cómo te iniciaste en esta carrera?

            Desde pequeña me ha gustado cantar y actuar. Yo siempre cantaba en mi casa y representaba obras pequeñas para mis padres y mi hermana. Cuando tenía ocho años, hice una audición para “Pirates of Penzance”, logré un rol pequeño, y desde entonces seguí realizando audiciones. Dos años más tarde, empecé a hacer obras en la escuela intermedia y a participar en las competencias de Junior Thespians.

            Tengo entendido que cantas, actúas y bailas. ¿Cuál consideras es la rama en que más te destacas?

            El canto, la actuación y el baile son muy importantes para los artistas, y todos debemos tener destrezas en estos tres elementos. Sin embargo, a pesar de haber tomado clases de actuación y baile, yo considero que mi rama más fuerte es el canto. Le he dedicado mucho tiempo y la música para mí es algo muy especial. Yo puedo perderme en la música y dejar que mi imaginación vuele.

            ¿Cuánto tiempo llevas con Patel Conservatorio?

            Empecé en el Conservatorio Patel hace unos diez meses, cuando realicé la audición para “Les Misérables”. Desde que vi el anuncio de ese musical, estaba muy deseosa de ser parte del elenco. Es mi obra favorita. Cuando supe que me escogieron, me emocioné mucho. Mis instructores me enseñaron cómo trabajar profesionalmente. Aprendí tanto en esas cuatro semanas, que me dije: "Si he aprendido todo esto en un mes, no me puedo imaginar lo mucho que podré aprender en el Conservatorio Patel en 4 años".
             En el verano, mis padres y yo decidimos que iba a tomar clases en Patel, aunque vivimos en St. Petersburg. Esta institución me ha ayudado a crecer inmensamente como artista y como persona. Aquí, aprendo todos los días algo nuevo en música, baile, canto o actuación.
            

            ¿Cómo nivelas lo artístico y lo docente?

             El teatro es muy complejo, y a veces necesitas incorporar tu personalidad y emociones a un personaje, y cada vez que actúas aprendes algo de ti misma que no sabías. Además, tomar clases en Patel me ha enseñado a balancear mi arte y la escuela. Llego a mi casa a las 9 de la noche todos los días, y no me da mucho tiempo para hacer mis tareas, pero yo sé que lo académico viene primero. De esa manera, siempre que estoy desocupada no pierdo mi tiempo, y me esfuerzo en estudiar.
            

             ¿Cómo encaras tu debut en “Eres un buen hombre, Charlie Brown”?

            Cuando escuché la música de “Eres un buen hombre, Charlie Brown”  por primera vez, pensé que es un musical alegre y divertido. Para mí, las primeras impresiones son muy importantes. De esa forma, he entendido que mi trabajo ahora es traer a la obra esa misma alegría que sentí cuando escuché la música y leí el guion la primera ocasión.

            ¿Pudieras hablarnos sobre la trama de la obra y el personaje que encarnas?

            La obra básicamente es sobre el protagonista, Charlie Brown, y las vidas de sus mejores amigos: Lucy, Schroeder y Linus. Consiste de múltiples escenas cortas que recrean las experiencias del famoso muñequito de esta serie tan querida en Estados Unidos y el mundo entero. Lucy tiene una relación complicada con Charlie Brown, porque ella lo “odia”, pero con todo y eso son amigos: la clásica relación “amor/odio”. Durante la presentación, la audiencia se percata de que Lucy está enamorada de Schroeder, de que le gusta molestar a Charlie Brown, así como dirigir a la gente. Ella sueña con ser una reina. Su personalidad es singular, pero la audiencia aprende a quererla y es difícil no reírse de las cosas que hace.

            ¿Diferencias y similitudes entre Cosette y Lucy?

             Cosette y Lucy son dos papeles completamente diferentes. Lucy tiene entre 5 o 6 años de edad, mientras Cosette tiene 18. Para interpretar estos papeles necesito ubicarme en la edad de los dos personajes, física y mentalmente. Para encarnar a Lucy, camino más infantilmente, porque ella no tiene el mismo centro de gravedad que Cosette.
            Cosette es mayor y su papá le enseñó a caminar con clase y elegancia, así que yo tengo que moverme como una ‘princesa’. Vocalmente, Cosette tiene una voz operística preciosa; Lucy, la de una niña pequeña. Es un poco más difícil cantar con la voz de Lucy, ya que se necesita hacerlo como una nena enojosa. Sin embargo, hay que emplear la técnica. Cantar como Lucy, en cierto sentido, me brinda alivio porque no necesito preocuparme si en algún momento desentono, puesto que ella no está tomando clases de ópera ni es hija de Céline Dion. En cambio, para interpretar a Cosette hay que asegurarse de que el tono sea perfecto.
            En el aspecto interpretativo, son muy diferentes. Lucy todavía es una niña pequeña, y no es tan inteligente como Cosette. No obstante, es lista y puede engañarte en un segundo. Cosette es más reflexiva. Pero, a diferencia de Lucy, ella emplea su inteligencia para lo bueno, no para engañar.
            La transición entre estos dos papeles es un reto; pero, siendo artista, es algo que me siento muy satisfecha de poder lograr. "Les Misérables" proyecta una trama muy emotiva, tanto para el público como para los actores. Nos drenó muchísimo emocionalmente. Ahora, representaremos una obra que no es tan intensa y podemos proyectar nuestra alegría: ser niños pequeños otra vez. Sin embargo, mientras nos divertimos, estamos aprendiendo cómo ser creativos, ya que, asombrosamente, la comedia es más difícil de representar que el drama, porque tú necesitas estar segura de que empleas una coordinación (timing) cómica perfecta, y se precisa gran creatividad para lograr eso. De esa forma, el año pasado aprendí la intensidad emotiva de un drama como "Les Misérables", pero ahora también he tenido que aprender sobre la comedia, y me fascina experimentar esta transición de Cosette a Lucy.

            ¿Cómo valoras tu aprendizaje en Patel?

            Yo considero que Patel es una de las mejores instituciones de teatro, baile, canto y música para estudiantes de secundaria en la nación. Está ubicado junto al Straz Center, donde se representan muchas obras de Broadway, lo cual nos da muchas oportunidades de aprender de esos actores. Es una bendición tener una escuela como esta cerca de donde vivo, proporcionándome la oportunidad de crecer como artista. ¡Los maestros son increíbles! Por ejemplo, la excelente profesora Suzanne Livesay me ha enseñado sobre el teatro en una forma novedosa y estimulante. Mientras me dirige en esta producción, además de enseñarme varias técnicas artísticas teatrales, igualmente me ofrece el espacio y la libertad para desarrollar mi personaje, así como proyectar mi propia personalidad en las tablas. En cuanto a técnica y teoría musical, Kavanaugh Gillespie también ha sido fenomenal. Él es el director de música para “Eres un buen hombre, Charlie Brown”, y las clases con él son espectaculares. Yo he crecido como cantante muchísimo desde que empezó a enseñarme. Finalmente, pero igual de importante, Sarah Berland es mi maestra de improvisación, y también ha sido maravillosa. La clase de ella es una de mis más favoritas y me ha enseñado el valor de la improvisación y la importancia que tiene para un actor.

            ¿Tus planes inmediatos?

            Ahora estoy preparándome para la audición de "La bella y la bestia", "El sueño de una noche de verano" y "Showstoppers", en el Patel, ¡y claro!, para esta producción. Espero que todos los que lean esta entrevista vengan a ver la obra “Eres un buen hombre, Charlie Brown”.

A tres años de la desaparición física de Gabriel García Márquez


En la última aparición pública de Gabriel García Márquez, el 6 de marzo de 2014, recibió afuera de su residencia en Ciudad de México a periodistas y admiradores con motivo de su cumpleaños 87
Por Leonardo Venta

            Gabriel García Márquez, uno de los llamados ‘cuatro jinetes del Apocalipsis’ del “boom” de la novela latinoamericana en la década de los sesenta –junto a Mario Vargas Llosa (el único sobreviviente), Julio Cortázar y Carlos Fuentes–, falleció el jueves, 17 de abril de 2014, a los 87 años en su residencia de la Ciudad de México.
            El gran escritor, nacido en Aracataca, un pequeño pueblo bananero colombiano de unos 38 mil habitantes, “irrigado por los ríos de aguas heladas que descienden de la Sierra Nevada y desembocan en la Ciénaga Grande”, estuvo hospitalizado del 31 de marzo al 8 de abril en un centro médico de Ciudad de México debido a una neumonía, para luego, de regreso en su hogar, recibir la ineluctable visita de la muerte.
            El premio Nobel de Literatura 1982, alcanzó la fama con la historia de los Buendía en la aldea de Macondo –uno de los referentes geográficos literarios jamás creados–, en su celebérrima novela Cien años de soledad, donde funde magistralmente el realismo y la fantasía. Desde su publicación en 1967, en la bonaerense Editorial Sudamericana, se ha traducido a 39 idiomas y ha vendido 40 millones de ejemplares.
            Partiendo del concepto de “nueva narrativa” que formula el novelista y cuentista José Donoso, expuesto por el eminente crítico literario Ángel Rama como inusitada percepción de los componentes definitorios del “boom” latinoamericano, la obra de García Márquez, mediante la subversión innovadora de la forma, la experimentación lingüística, el empuje de una idiosincrasia ficcional autóctona –en franco rechazo a la ideología burguesa y sus huellas importadas–, zanja nuevos horizontes de cálida exuberante brillantez, afirmados tanto por la creatividad del autor como por el entorno latinoamericano que los enriquece, para penetrar los distantes oscuros impasibles vitrales europeos, acostumbrados a obstruir y subestimar esa pródiga “luminosidad” nuestra, y originar de esa manera una asombrosa refractante gama de interés en ascenso por la literatura hispanoamericana a nivel mundial hasta nuestros días.
          Cuando llegó la noticia del fallecimiento del hijo amado al pueblo mágico de las mariposas amarillas –Macondo/Aracataca–, las campanas de la iglesia de San José, donde fue bautizado, tañeron desconsoladamente en señal de duelo, mientras los habitantes inclinaban sus humedecidos rostros en señal de reverencia; otros, más soñadores, escudriñaban el cielo en busca de una ascensión maravillosa. En tanto, la Alcaldía les ofrecía a los pobladores la oportunidad de llorar al Gabo por cinco días que pudieran convertirse en cien años... una eternidad.

sábado, 22 de abril de 2017

Ximena Borges: a raíz de "Rocktopia live"

Ximena Borges, una soprano que rompe esquemas
Por Leonardo Venta

            La Sala Morsani del Straz Center de Tampa presenta este sábado el espectáculo "Rocktopia live" –una fusión del virtuosismo de la música clásica, el ingenio vibrante del rock clásico y el dramatismo de la ópera, con cinco vocalistas que han cautivando al público y la crítica especializada a nivel internacional, igual número de destacados músicos de rock, una orquesta y un coro– en un concierto intenso e impar que incluye arreglos musicales de obras de compositores clásicos, bandas de rock y artistas como Queen, Mozart, Journey, Händel, U2, Chaikovski, Heart, Beethoven, Styx, Foreigner, Rajmáninov, Pink Floyd, Copland, The Who y otros.
            Indagando sobre "Rocktopia" –una producción filmada en 2016 por la televisión pública nacional de Estados Unidos (PBS) ante una audiencia en vivo en la mundialmente famosa Ópera de Budapest (Magyar Állami Operaház), uno de los centros culturales más importantes de Europa, y cuya actual gira por Estados Unidos hará la susodicha parada en Tampa– nos enteramos de que una de las vocalistas de la producción, Ximena Borges, es venezolana. Ella accedió a concedernos una entrevista, cuyo motivo no es otro que acercarnos al espectáculo de este 22 de abril desde un ángulo más personal.

¿Cuál es tu participación en el espectáculo "Rocktopia live"?

Somos 5 cantantes solistas. Yo canto la parte operática y algo de la parte de rock.

¿Es un espectáculo eminentemente musical? ¿Hay también baile?

Es puramente musical. No hay baile

¿Como definirías el espectáculo?

            Es la mezcla de canciones muy reconocidas del repertorio de rock junto con música clásica sinfónica y ópera. Es un collage donde se unen piezas que tienen una emoción o espíritu similar, pero fueron compuestas con decenas de años de separación. Al final del día, los seres humanos hemos contado las mismas historias por siglos. La música a través de nuestra historia ha variado en la manera en que ha sido compuesta, pero su contenido siempre es muy parecido.

¿Cuántos miembros integran el elenco?

            Toda la información sobre cada vocalista esta en el cibersitio rockotpia.com. Ellos son Rob Evan (co-creador del espectáculo), Tony Vincent, Chloe Lowery, Kimberly Nichole y yo. La banda la integran Tony Bruno (guitarra), Matt Fields (bajo), Mairead Nesbitt (violín), Alex Alexander (batería) y Henry Aronson (piano). La orquesta y el coro son de cada ciudad en que nos presentamos, cuya cantidad siempre varía.

¿Tienes algún inconveniente en decir tu edad?

Tengo 32 años

¿En qué momento te dijiste o te has dicho: yo soy una artista?

            Mis padres son ambos artistas visuales con gran carrera en Venezuela, así que crecí rodeada de artistas. Creo que nací artista. No hubo un momento concreto de haberme dicho eso a mí misma. En la casa en que crecí, era casi inevitable que lo fuera. Nunca hubo ningún tipo de presión, de hecho mis padres querían que fuera científica. Pero la influencia a mi alrededor ganó.

¿Cómo te iniciaste en tu carrera como artista?

Comencé a tocar el violín a los 2 años. Luego tomé clases de piano a los 11. El canto fue una evolución natural. Estudié la carrera de canto lírico en Manhattan School of Music, en Nueva York.

¿Prefieres cantar o tocar algún instrumento?

En verdad, principalmente canto.

¿Cómo te unes a este proyecto?

Nuestra primera presentación fue en julio de 2016, en Budapest. Allí grabamos el espectáculo para PBS.

¿Dónde radican los integrantes de "Rocktopia"?

Algunos vivimos en Nueva York, otros en Londres e Irlanda. No somos una compañía fija. Lo que nos une es este proyecto.

¿Qué punto de la actual gira comprende Tampa?

            Tampa comprende la última semana de nuestra gira de un mes por 23 ciudades de la costa este de Estados Unidos. Es nuestra primera gira. Se está planificando la segunda para el otoño.


"Rocktopia live", una experiencia única entre lo lírico y lo rockero

¿Cómo te enfrentas a este espectáculo?

            Me enfrento con una mente abierta, siempre con la filosofía de que la música clásica debe renovarse para acceder a nuevos públicos que de otra manera están prejuiciados. Luego de haber visto este espectáculo muchas personas me han dicho que nunca habían presenciado una ópera y que a partir de ese momento sentían curiosidad de asistir a una. Hay muchos mitos sobre la ópera y los cantantes de ópera. Y es hora de disiparlos.

¿Existe alguna discordancia o armonía entre la música clásica y el género de rock clásico?

            Cuando está bien logrado, puede haber mucha armonía entre la música clásica y el rock. El rock no existiría sin el jazz, así como el jazz no existiría sin la música africana y clásica. Toda la historia de la música está conectada.

¿A qué llamas rock clásico?

            Se considera música rock de los 1960-1980 que incorpora una batería y guitarra muy prominente y fueron grandes éxitos comerciales.

¿Cuántas partes tiene el espectáculo?

Son once partes, cada una comprende dos o tres canciones.

¿Duración?

Aproximadamente dos horas

¿Cuáles han sido las influencias que te han definido como artista?

Muchas. Mis cantantes preferidas son Maria Callas en la ópera, Ella Fitzgerald en el jazz, Björk en la música alternativa.

¿Por qué debemos asistir a este evento?

Es sumamente divertido y todos los músicos son impresionantes. Realmente han logrado un espectáculo increíble.

¿Tus planes inmediatos?

            Acabo de sacar un disco con 4 temas originales llamado "Corners" (se puede encontrar en iTunes, Amazon, Spotify y mi cibersitio: ximenaborges.com). Así que al regresar a Nueva York tengo compromisos para publicitar y hacer conciertos basados en esa música. Es música electrónica alternativa, en la que utilizo aparatos electrónicos para pasar mi voz por filtros, repetirla, cambiarla y usar mi voz como muchos instrumentos.

¿Tus planes futuros?

        Continuar escribiendo mi propia música, colaborando con artistas multimedia y cantando ópera.

sábado, 15 de abril de 2017

El maestro César Santos, diez años después (I)

"Autorretrato", 20 x 15 pulgadas, óleo sobre lino, obra de César Santos, 2014 
Por Leonardo Venta

     Lo conocí en septiembre de 2007 en Miami, a raíz de "Danza Imposible", el afiche oficial del XII Festival Internacional de Ballet de esa ciudad, creado por él. Tenía 25 años de edad. Hacía alrededor de doce meses que se había graduado en "Angel Academy of Art", en Florencia, Italia, donde estudió bajo la tutela de Michael John Angel, discípulo del maestro Pietro Annigoni, uno de los grandes de la pintura realista italiana del siglo XX y, a su vez, estudioso de maestros renacentistas como Tiziano Vecellio y Leonardo da Vinci.
     En aquel entonces me dijo: “Mi meta como artista y ser humano es mantenerme con la libertad de expresar mis ideas y lo que siento con respecto al arte. De lograrlo, sería influir en la trayectoria futura del arte y consolidarme como parte de su historia”. Esta declaración pudiera interpretarse como un leve destello de sana presuntuosidad. Sin embargo, aquellos que hemos admirado la obra de César Santos, por alrededor de una década, reconocemos en esas palabras un humilde reflejo de la esencia de un artista exquisitamente consciente de su genialidad. Leamos qué tiene que contarnos diez años después de nuestro primer encuentro, justo cuando comenzaba su carrera. 

He leído que eres sobrino de Raúl Santos Serpa, importante figura de las artes plásticas en Cuba. ¿Es él quien te inspiró a ser pintor?

     Fue parte de la inspiración. Sin embargo, yo opino que nací con la tendencia de poder sentirme inspirado por diferentes experiencias que impresionan mi vida y traducirlas a un nivel artístico.

¿Nos remite esa experiencia con tu tío a Cuba?

     Sí, yo me fui de Cuba a los 12 años. Era un niño. Veía a mi tío teniendo exhibiciones y pintando, y eso me ayudó a percibir la pintura como una profesión. 

Entonces, ¿cómo fue ese primer guiño de luz que te develó el sendero de la pintura?

     El momento inicial que marcó ese cambio drástico, cuando yo me dije que iba a ser artista, ocurrió un año después de haber llegado a Estados Unidos. Yo tenía 13 años. No hablaba inglés todavía. Una maestra de arte de una escuela pública de Hialeah me sugirió que  debía solicitar la matrícula en dos escuelas especializadas en arte: New World School of the Arts y Design and Architecture Senior High (DASH). Hablé con mis padres. Fui a DASH. Averigüé como se hacían los trámites. Solicité la inscripción y fui aceptado a pesar de tener pocos conocimientos de inglés. Sin embargo, mi nivel artístico fue suficiente para que me aceptaran. Eso me motivó a pensar que, si podía alcanzar esa meta a ese nivel, podía llegar a ser pintor. De esa manera, seguí insistiendo en ser artista.

Desde una perspectiva más entrañable, ¿recuerdas algún momento en tu infancia que te dictara la necesidad de ser pintor?

     Cuando tenía alrededor de 10 años, recuerdo haberle hecho un dibujito a una niña que me simpatizaba en la escuela. A ella, Mabel, le gustó. Se lo mostró a su amigas y vinieron a mí pidiéndome que les hiciera dibujos a ellas también. Yo opino que eso me impulsó a seguir dibujando. Me condujo a un nivel de apreciación de la habilidad mía como dibujante.

Sé que te gusta boxear, actuar y, por supuesto, pintar. Detrás de cada artista, hay un ser humano, henchido de inquietudes. Teniendo en consideración esta afirmación, ¿procura algo en tu interior el aplauso a través de estas tres disciplinas?

     Esas tres disciplinas tienen en común que buscan la aprobación. Yo he tenido éxito en la pintura porque busco ser el "showman", hacer algo que a la gente le llame la atención, a partir de la experiencia personal, pero buscando el éxito. De la misma manera, cuando boxeaba procuraba la victoria. Lo mismo sucede con la actuación: el hecho de que me miren, el saber que lo estoy haciendo bien, proyectarme con naturalidad, perseguir el aplauso. Esas inquietudes me han llevado a tener esa actitud con el arte.

"Picasso sobre la mesa" , 28 x 48 pulgadas, óleo sobre lino, obra de César Santos, 2009 
En el 2010, te mudas a Nueva York. A partir de tu estancia en suelo neoyorquino, teorizas lo que llamas el sincretismo en tu arte. ¿Cómo explicas esa teorización?

     El término sincretismo lo aplico primeramente en Nueva York para referirme a mi arte. Si bien, siempre existió en mi obra. Esa mezcla de Cuba con Estados Unidos, lo atípico con lo clásico, el arte contemporáneo con el tradicional, reflejan el resultado de esa influencia en mí. Me puse a desarrollar una obra en Nueva York, con seriedad, y tuve la exhibición en la galería Eleanor Ettinger Chelsea. "Sincretismo" fue el título de la serie que estaba trabajando y también el nombre que le puse a la exhibición de esa serie.

¿Cuántos cuadros componían esa serie?

     En general, terminé la serie con 50 o 60 cuadros. La exhibición en aquel tiempo tuvo 25 obras. 

¿Cómo ha evolucionado tu trabajo en estos últimos diez años?

     Antes me dedicaba casi exclusivamente a pintar. Ahora, me proyecto más en el aspecto estratégico. Hago una pintura pensando bien en el concepto, el porqué la estoy haciendo. También trabajo con los contactos de las galerías que me representan y con proyectos nuevos. Hace un mes comencé el proyecto "Cesar Santos vlog", en Youtube, un canal donde hablo sobre filosofía y arte.

¿En cuántos lugares has vivido?

      Además de vivir en Cuba mis primeros años, he residido en Miami gran parte de mi tiempo. También he vivido en Nueva York, del 2010 al 2012; en Suecia, del 2008 al 2009, y en Italia, del 2005 al 2007.
                                                                                                                                                                      (continuará)

A Roland Barthes, en el 37.° aniversario de su muerte

Roland Barthes
Por Leonardo Venta

El pasado 26 de marzo se conmemoró un aniversario más de la muerte de Roland Barthes. Durante todo ese día desfilaron por mi mente los duendes del autor de Mitologías (1957), libro que tuve que leer, no hace mucho tiempo, para mi clase de Teoría literaria, que me impartiera la profesora Madeline Cámara en la Universidad del Sur de la Florida (USF).
            Como parte de mis habituales disquisiciones dominicales, repasaba con satisfacción una presentación mía sobre dicho libro en USF, a la que la doctora Cámara había invitado al profesor Gaëtan Brulotte, egresado de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, donde obtuvo un doctorado en literatura francesa con una tesis titulada "Aspects du texte érotique", dirigida por el propio Barthes, y cuyo jurado estuvo integrado por Julia Kristeva.
Por ese subliminal apego mío a la literatura, he decidido conmemorar el trigésimo séptimo de la muerte de Barthes –que falleció el 26 de marzo de 1980, varias semanas después de ser atropellado por un vehículo en una calle parisina –con el siguiente humilde trabajo sobre Mitologías.          
Roland Barthes, crítico literario, sociólogo, semiólogo y filósofo francés, fue uno de los intelectuales más relevantes del pasado siglo. Es considerado responsable de aplicar a la crítica literaria las percepciones surgidas del psicoanálisis, la lingüística y el estructuralismo.  Estableció conceptos como el "del placer del texto" y de éste como "un cuerpo", así como el de la “muerte del autor”, entre otros.  Es igualmente reconocido por articular la teoría y la práctica de la intertextualidad, así como promover el estudio de los signos culturales.
En el campo intelectual, se destaca por su posición desafiante a las normas establecidas y, por consiguiente, a las clases hegemónicas. Uno de sus aportes más relevantes e interesantes al pensamiento moderno es la nueva valoración que ofrece al concepto del mito.
La definición tradicional establece que el mito es una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de los elementos y supuestos básicos de una cultura. Es una forma estética de razonamiento, cuya acepción enraizada se refiere primordialmente a relatos o tradiciones que vinculan al ser humano con el universo, en su necesidad de encontrar respuestas a las manifestaciones de la naturaleza, la complejidad de la existencia humana, así como el origen de los componentes de una civilización.
  Para Barthes, es un tipo de discurso, un modo de significación que va más allá de su sentido original.  El estudioso francés considera que cualquier cosa puede convertirse en un mito, ya que todo objeto en el mundo puede pasar de una forma cerrada o existencia silenciosa a otro estado oral, disponible a la sociedad para su propia interpretación.
Según el notable estudioso, antigua o no, la mitología sólo puede tener un fundamento histórico, ya que el mito es un tipo de discurso escogido por la historia, una especie de mensaje que procura traspasar el umbral de nuestra consciencia y encontrar morada fija en ella. Por lo tanto, no está conferido exclusivamente a los modos de la escritura sino a la fotografía, al cine, al reportaje, a los deportes, a los espectáculos y a la publicidad en general.
Todos los materiales que componen el mito presuponen una manera de significación. Éste pertenece, según afirma Barthes, a la ciencia de la semiología, estudio de los signos en la vida social.  Basándose en este postulado, el pensador galo establece que el signo lingüístico es una unidad psíquica de dos caras, constituida por el significante –los sonidos y las formas de las palabras– y el significado –lo que esos sonidos y palabras significan intrínsecamente en el sistema constituido por la lengua–.  
            Afirma Barthes que el mito ejerce dos funciones fundamentales: la de apuntar o señalar y la de notificar.  Del mismo modo, nos hace entender algo y nos lo impone en un constante juego de escondidos entre el sentido y la forma  No existe nada fijo en éste.  Puede ser alterado, desintegrado o desaparecer completamente.  La verdad no está garantizada en el mito, nada puede prevenirlo de ser víctima de una coartada, su significante siempre tiene a disposición más de una opción, diversos significados. 
Por otra parte, es una clase de discurso definido por su intención. La historia, adulterada por éste, es finalmente asimilada como un hecho natural. El lenguaje, por su carácter vago y subjetivo, es su presa más fácil. El mito puede alcanzar y corromperlo todo. Su trabajo es el de justificar una intención  histórica, aparentar lo eterno de su fortuna. Su función es la de vaciar la realidad. Es como si la evaporara. Sin embargo, según Barthes, existe un lenguaje que no es mítico, el del hombre como productor, como transformador del entorno, circunscrito a la clase oprimida, para la cual el discurso es real. 
Para el autor de El placer del texto, el mito está del lado de la derecha por su sentido eminentemente burgués.  Los burgueses no solamente lo establecen, sino lo manipulan y propagan para prevenir a las masas de una subversión general. Suprimen al objeto de su historia, creando mitos que son universalizados en forma de proverbios. Promulgan la hegemonía de ciertos grupos étnicos sobre otros, de ciertos valores falsos que las masas llegan a asimilar como genuinos.
La mitología interpreta al mundo no como es en realidad, sino como la clase burguesa lo ha diseñado para justificar su status quo.  El lenguaje del mito es un metalenguaje, utilizado para describir un sistema de expresión programado, estático, que no toma acción directa sobre la historia, sino que lo amolda a un mundo irreal y utópico para insertarlo en la mente del hombre.
El mitologista trata de evitar la realidad lo más que puede en el proceso de crear el mito, manifiesta los elementos agradables de un contexto, pero ignora y adultera su esencia negativa. Definitivamente, la labor del intelectual –y a desentrañarla nos ha ayudado enormemente Barthes– es reconciliar al hombre con la realidad, la descripción con la explicación, el objeto con  el conocimiento, desenmascarando y desechando la nocividad que trae implícita el mito. 

Navegando entre nombres

           
Mariano José de Larra ocultó su identidad, durante años, bajo el pseudónimo de Juan Pérez de Montalbán
Por Leonardo Venta 

 Los nombres son palabras que designan o identifican tanto a los seres vivientes como a los inanimados.  Son aplicables a diferentes categorías.  Existen los nombres propios y los comunes.  También sirven para identificar al honor, la reputación y la fama.  Comúnmente llamamos “de buen nombre” a quienes consideramos prestigiosos.  
            En la antigüedad, eran nombres los que se daban por señal secreta para reconocer a los amigos durante la noche.  Asimismo, se usan nombres abstractos para mencionar realidades no visibles, como la belleza, el amor y la poesía.  Nos referimos también a los nombres colectivos para designar a personas, animales o cosas que pertenecen a una misma clase, especie o familia, significando su naturaleza o sus cualidades.  Son famosas las funciones apelativas de los sobrenombres, comúnmente utilizados entre camaradas.  Existen otras categorías que incluyen los nombres concretos, los contables, los de guerra, y aquellas cosas que “no tienen nombre” para señalar lo vituperioso y, en otros casos, lo sorprendente, lo inexplicable. 
            Los nombres son creados por el hombre para efectos de su propio conocimiento –el mismo ser—, en ese afán de determinar el proceso vital evolutivo.   Los nombres manifiestan la imperiosa necesidad de denotar y referir.  El nombre fija la exclusividad del individuo, y como tal su señorío.  La firma en la escritura legitima el Yo.  El nombre propio de un hombre o una mujer refleja – en muchas culturas – el doble origen del ser, heredado del padre y de la madre.  Uno de los grandes afanes del individuo es el de honrar su nombre y, al mismo tiempo, una de sus mayores preocupaciones es el temor a que su prestigio, o buen nombre, sea agraviado.  
            Las calles tienen nombres, los libros, los artículos periodísticos, las revistas, las obras de teatro, las películas, las agrupaciones musicales y artísticas, las canciones, los países, las ciudades, los componentes de la flora y la fauna, las religiones, las batallas, los navíos, los ciclones, los movimientos artísticos, las enfermedades…nombres, nombres, nombres… Nuestras palabras y pensamientos se relacionan con los objetos o individuos sobre los que hablamos o pensamos, y les asignamos nombres para identificarlos, para entenderlos, para manifestarlos.
            Algunos escritores se valieron de seudónimos para encubrir su sexo (como George Sand, cuyo verdadero nombre era Amandine Aurore Lucile Dupin).  Por otra parte, el escritor estadounidense William Sydney Porter utilizó el seudónimo de O. Henry para encubrir su pasado.  Mariano José de Larra ocultó su identidad, durante años, bajo el pseudónimo de Juan Pérez de Montalbán; Leopoldo Alas ha quedado inmortalizado como Clarín; José Martínez Ruiz como el gran Azorín.  El genial escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens es simplemente el Mark Twain que hemos llegado a admirar.
            Algunos nombres nos persiguen como predicados de una mala decisión, de un mal momento, como ejemplares del mal gusto.  No obstante, otros nos escoltan felizmente como testigos de una comisión mesurada a la que hemos dedicado tiempo, se saben amorosamente atrapados, manifiestos, develados, explicados, entendidos, creados; entonces, se transforman en esos eficaces compañeros que configuran y engalanan nuestra existencia, como una delicada prenda de vestir que exterioriza nuestra facultad de sentir y apreciar la verdad y la belleza.
            Después de muchos siglos de historia, aún nos enfrascamos en la tarea de seleccionar nombres.  Sin embargo, no siempre los escogemos diligentemente.  Sublimamos rebuscados e ininteligibles vocablos, apilamos palabras sobre el discurso por el mero hecho de que suenen bien, o porque estén de moda, o porque alguien, a quien consideramos razonablemente sensato, nos haya sugerido su carácter acertado.  Es preciso, entonces, henchir de embarcaciones remolcadoras el lodazal de los sentidos para rescatar a los nombres de este gran naufragio.