La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

martes, 25 de mayo de 2010

Mirta Plá



Por Leonardo Venta

Me suspendo en el adagio de La Bella Durmiente para acariciarte como tu partenaire más reverente, desde el sosegado regazo de mi butaca de ensueño. No he disfrutado adagio tan soberbiamente emocionante y hermoso como el de tu princesa Aurora. No he presenciado una Swanilda tan divertida, tan fastuosa como la tuya; una Fille mal gardée tan encantadora; una Giselle tan sublime y romántica. Tu bellísima Kitri en el Grand Pas de deux de Don Quijote aún hace palpitar mis memorias de regocijo. Aquella Mademoiselle Cerrito del Grand Pas de Quatre, libélula de la danza, se remonta en tu sonrisa amplia; tu austera Consuelo de Tarde en la Siesta, cuantas matinées domingueras me hizo soñar con La Habana de Lecuona.

Primeras bailarinas como tú, Mirta, son irrepetibles: como es imposible reinventar tu donaire, tu elegancia, tu belleza. Cuando bailabas, tu entrada a escena(me parece verte ahora en el Grand Pas de Deux Classique junto a ese otro gran cubano, Jorge Esquivel) irradiaba todo el espacio. Fuiste la más bella inspiración de Apolo. Todavía conservo un antiguo programa en que apareces como musa afirmada sobre el hombro de tu Apolo - Esquivel. Sospecho que Gautier, de sólo haberte visto en esa foto te hubiera obsequiado el más bello poema, el halago más ardiente.

En mi estreno al maravilloso universo del ballet fuiste la musa que mejor supo conquistar mis fantasías. Nunca olvidaré la noche en que alargué hacia tus manos mi poema adolescente envuelto en la timidez de una rosa, a la salida posterior del teatro García Lorca de La Habana, después de una de tus acostumbradas presentaciones. Tu elegante torso de cisne se volteó para ponerme frente a la plácida sonrisa que con humildad recibía mi modesto homenaje. No sabía entonces que mi admiración pueril se despedía de ti con ese poema que te había escrito. Te has ido como la Reina de las willis a ese mundo de sombras. Pero, ¡qué digo!,¿Reina de las willis? –¡No!, ¡Giselle!, mejor aún... la princesa Aurora que duerme en espera del beso de su príncipe encantado. Desde este mundo nada etéreo, princesa Aurora, Mirta Plá, te enviamos ese beso. ¡Despierta!

2 comentarios:

  1. Nunca he leido un homenaje tan bello a mi tia. Indagare con mi familia acerca de su poema; estoy segura que ella lo guardaba pues ella apreciaba cuanto honor se le hacia.

    ResponderEliminar
  2. Saludos Lisette,
    Le agradecería infinitamente que me ayudara a recobrar una copia de ese poema. Es un bello recuerdo! Todo lo que he dicho sobre Mirta en este escrito, nació de mi alma, lo escribí a sazón de enterarme de su muerte, y es tosco intento de ensalzar el arte sublime que ella dejó grabado para siempre en mi memoria.

    ResponderEliminar