Pablo Sáinz Villegas ha sido comparado con Andrés Segovia, el más destacado guitarrista clásico del siglo XX |
Por Leonardo Venta
La Sala Ferguson
del Centro David A.Straz para las Artes Escénicas de Tampa tendrá el privilegio
de acoger al afamado guitarrista español Pablo Sáinz Villegas, el sábado, 25 de febrero, a las 7:30 p.m., como parte de una serie de actuaciones en Florida
bajo el título de su disco "Americano".
Desde una parada en California de su
ocupada agenda artística, vía telefónica, Sáinz Villegas nos concedió una entrevista para precisar un
tanto su horizonte artístico y humano. Alleguémonosle.
¿Cómo le gustaría a Pablo Sáinz Villegas presentársenos?
Me presento con el corazón abierto,
como un ser humano cercano a la gente, que comparte esas emociones que todo el
mundo tiene, que se acerca a la vida a través de la humanidad y de la
inspiración de los valores. Eso es lo que nos hace humanos, al fin y al cabo.
Así es como soy y como me expreso a través de la guitarra y de mi música.
Tengo entendido que el 16 de junio celebrarás 4
décadas de haber nacido en España. Si bien, resides en Nueva York por 15 años.
¿Cómo descubres y evoluciona tu vocación artística?
Soy originario de la Rioja, España.
A los 6 años vi un video del maestro Andrés Segovia en la televisión –en blanco
y negro– que tenían mis padres. Enseguida me enamoré de ese maravilloso
instrumento [la guitarra] que está tan vinculado a la cultura y la tradición
española.
Después, fue creciendo una pasión
por la música en mí. La primera vez que salí al escenario fue a los 7 años. Esa
experiencia cambió mi vida. Era la primera ocasión que estaba en contacto
directo con el público a través de la música, y me fascinó esa luz que sentí.
Poco a poco, en la adolescencia, fui definiendo mi deseo de dedicar mi vida a
la música.
Terminé mis estudios en España. A
los 18 años, me fui por cinco años a Alemania para continuar mi aprendizaje y
empaparme de esa gran tradición musical que tiene todo Centro Europa. A los 24
años, mi instinto me puso rumbo a Nueva York. Tuve la fortuna de llegar a este
país becado para estudiar en el Conservatorio Manhattan School of Music de la
ciudad de Nueva York. Y después, ha sido un proceso muy bonito de ir abriendo
camino a través de la música y transmitir todos estos valores de los que me
siento tan orgulloso: la multiculturalidad y ese lenguaje universal que es la
música. Toques donde toques, los transmitas donde los transmitas, dichos valores siempre
llegan al corazón de las personas.
En entrevista concedida en julio de 2016 a Pablo
Vayón, crítico musical del Diario de Sevilla, expones que "la guitarra es
el instrumento más popular del mundo, el más cercano a la gente, el más
democrático". ¿Cómo justificas esta afirmación?
La guitarra es uno de los pocos
elementos musicales totalmente vinculado a una cultura y a un país, en este
caso España. A su vez, se ha convertido en el instrumento más democrático del
mundo, al alcance de la gente. Sin lugar a duda, es el más popular. Gracias a
su versatilidad, en Brasil, por ejemplo, la samba, bossa-nova, toda la música
folklórica se toca con guitarra; en Argentina, el tango; si vas a Venezuela, el
joropo se interpreta con una guitarra; en Cuba, el son siempre se acompaña de
ese instrumento, los cantautores lo utilizan; en Estados Unidos, el bluegrass,
el blues, la música country, el jazz; en España, el flamenco.
¿Con cuál movimiento musical te identificas más?
Posiblemente, me identifico más con
los adagios. Me ofrecen, como músico, la oportunidad de explorar una parte muy
profunda de la sensibilidad del ser humano y de las emociones del compositor.
Es siempre ese lado apasionado, denso, mediante el cual quieres decir algo que
con palabras no se puede expresar. El adagio te ofrece esa oportunidad.
En otro sentido, ¿cuál es tu preferencia como
género en la historia de la evolución de la creación musical?
Sin duda, me he desenvuelto en el
ámbito de la música clásica. Aquí viene lo bonito de ser guitarrista. La
guitarra siempre ha sido ese elemento mensajero entre la música popular y la
clásica. Ahí es donde se mueve con muchísima comodidad, y es ahí donde yo me
siento también afortunado y cómodo. Es en ese mundo, que no es ni lo folklórico
ni lo clásico, donde se desdobla. Es en ese puente donde se justifica cómo ya
desde el Renacimiento los trovadores cantaban canciones y serenatas con los
laúdes y las vihuelas en las calles, mientras los laúdes eran igualmente
entonados en la Corte para los reyes y duques. Esta dualidad le confiere un
valor incalculable a la guitarra que otros instrumentos carecen.
¿Cuál es la sala de conciertos donde más te ha
impresionado presentarte?
Pues, tengo
varias... Una, sin duda, es el Avery Fisher Hall del Lincoln Center, en Nueva
York. Yo había ido como estudiante muchas veces a escuchar conciertos de la
Filarmónica de Nueva York. Cuando tuve la fortuna de tocar allí, compartir el
escenario con la Filarmónica de Nueva York, y estar en el auditorio desde el
otro lado, ya no como público sino como intérprete, fue algo mágico por
todo lo que había vivido allí. También, la Sala Chaikovski en Moscú o el
Musikverein en Viena.
¿Es la primera vez que viajas a Tampa?
Es la primera vez que la visito. Y lo haré con la presentación de este disco "Americano", que es
un viaje musical a través de los países de América: Brasil, Argentina,
Paraguay, Venezuela, Estados Unido; y mezclando géneros, desde tango, bossa-nova,
guajiras, joropos, bluegrass. Va a ser un viaje emocional para todos los
públicos, desde niños a mayores, estadounidenses o latinos. Todos están
bienvenidos, y todos van a disfrutar de este viaje, porque a todos les
pertenece y se van a sentir muy identificados con el concierto.
¿Qué músicos te acompañarán?
Voy
a estar en cinco ciudades de Florida – Tallahasse, Jacksonville, Tampa, West
Palm Beach y Miami– , acompañado del percusionista Nacho Arimany y el
contrabajista Pedro Giraudo. Todo va a
ser un despliegue sonoro muy atractivo, con un amplio despliegue de ritmos de
este continente, como he dicho antes
¿Alguna pieza clásica en el programa?
Habrá piezas clásicas, como "Un
Sueño en la Floresta" del compositor paraguayo Agustín Barrios Mangoré,
así como otras pinceladas maravillosas que articularán el programa de una manera
única y personal.
Aparte de tu temprana admiración por Andrés
Segovia, a través del aludido video que te mostraran tus padres, deduzco
–conociendo el lanzamiento de tu cuarto trabajo discográfico el año pasado, en el
que están recogidos tres conciertos para guitarra y orquesta del maestro
Joaquín Rodrigo– tu consiguiente admiración por el susodicho compositor, cuyo "Concierto
de Aranjuez" es una de las piezas más populares del repertorio clásico
español. ¿Qué puedes comentarnos al respecto?
Mi última producción discográfica
fue el año pasado, en la que están recogidos tres conciertos para guitarra y
orquesta del maestro Joaquín Rodrigo: "Concierto de Aranjuez",
"Fantasía para un gentilhombre" y "Concierto para una
fiesta", grabados con la Orquesta Nacional de España bajo la batuta del
afamado director de orquesta Juanjo Mena.
Sin duda, en la historia más
reciente de la guitarra, Andrés Segovia, como asimismo Joaquín Rodrigo, constituyen una grandísima
inspiración. Hicieron que la guitarra apareciera en los más grandes auditorios
junto a las más importantes orquestas del mundo. Para mí, siempre han sido una
inspiración desde que era niño. Siempre mi sueño fue que llegara el día cuando
pudiera tocar "El concierto de Aranjuez". Y llegó. Luego se ha
convertido en una de las piezas que más interpreto y disfruto con numerosas
orquestas del mundo.
En cuanto a Andrés Segovia, el
legado que el creó, y luego nos dejó a la comunidad guitarrística, es
invaluable. Y en estos momentos, en el siglo XXI, yo siento y es mi deseo y mi
motivación seguir impulsando la guitarra y explorar otros horizontes. Explorar otras maneras de hacer que la
guitarra siga viva y continúe siendo instrumento catalizador y unificador de
diferentes culturas y formas de pensar. Al final, la guitarra tiene eso. Allí
donde vas, hay gente que la disfruta y la tiene cerca porque es el instrumento
de la gente. Para mí, esto es lo más importante: el tocar para la gente. La
música le pertenece a las personas que la disfrutan.
Desde los trabajos primeros hasta tu última
producción discográfica, dedicada al compositor Joaquín Rodrigo con la Orquesta
y Coros Nacionales de España, en 2016, teniendo en consideración algunas de tus
incursiones con géneros no valorados dentro de los preceptos de la música
clásica, como es el caso de varias piezas de tu disco compacto
"Americano" (2015), ¿existe
evolución en tu repertorio?
Mi formación y tradición han sido
puramente clásicas. Es algo en lo que he estado absolutamente inmerso para
desarrollar todas las habilidades técnicas, que luego me permitieron desplegar
las capacidades musicales e interpretativas del repertorio de la guitarra
clásica española.
Esas herramientas son sumamente
sofisticadas. Analizándolas a partir del punto de vista técnico –considerando
que la guitarra clásica debe tocarse con cuatro dedos de la mano derecha; mientras,
la guitarra eléctrica se toca con una púa–, para la guitarra clásica es como estar
tocando con cuatro púas. Es decir, se crea toda una serie de recursos
expresivos, prácticamente de polifonía y casi de tridimensionalidad musical,
que luego te permite prácticamente hacer cualquier tipo de música. Al entender
la evolución de lo que ha sido el pasado y donde me encuentro en estos
momentos, reconozco que Segovia recuperó y definió a la guitarra como
instrumento clásico. En ningún momento, él exploró otros géneros, como pudo
haber sido el flamenco y la música de corte más folclórico. Si bien, en el
siglo XXI, yo siento que la guitarra especialmente tiene esa oportunidad natural
de explorar y de crear vínculos con otras músicas sin perder la esencia de la
técnica, la musicalidad y la interpretación clásicas.
Como guitarrista clásico, pudiendo
disponer de todos esos recursos expresivos, es una gran motivación para mí explorar
las raíces musicales donde realmente se inspiró el repertorio clásico de este
instrumento. Así por ejemplo, Heitor Villa-Lobos se inspiró en la música folclórica
brasileña, en gran medida. Entonces, yendo un paso más allá con la guitarra
clásica, puedo decir: toco a Villalobos y lo disfruto mucho, esa ha sido mi
formación, y ahora quiero explorar también, por ejemplo, la música de Luiz
Bonfá, un guitarrista con una influencia más folclórica. Es algo que me motiva
mucho hacer. Se puede hablar desde joropos en Venezuela, guajiras en Cuba,
guapangos en México, el bluegrass en Estados Unidos, e incluso, el flamenco en
España. Deseo seguir llevando la guitarra en movimiento a otros sitios,
explorar nuevos horizontes que hagan que la guitarra siga evolucionando, no en
una sola dirección sino en muchas.
Desde tus trabajos primeros hasta tu última
producción discográfica, dedicada al compositor Joaquín Rodrigo con la Orquesta
y Coros Nacionales de España, en 2016, teniendo en consideración algunas de tus
experiencias con géneros no valorados dentro de los preceptos de la música
clásica, como es el caso de varias
piezas de tu disco compacto "Americano" (2015), ¿existe evolución en tu repertorio?
Mi formación y tradición han sido
puramente clásicas. Es algo en lo que he estado absolutamente inmerso para
desarrollar todas las habilidades técnicas, que luego me permitieron desplegar
las capacidades musicales e interpretativas del repertorio de la guitarra
clásica española.
Esas herramientas son sumamente
sofisticadas. Analizándolas a partir del punto de vista técnico –considerando
que la guitarra clásica debe tocarse con cuatro dedos de la mano derecha; mientras,
la guitarra eléctrica se toca con una púa–, para la guitarra clásica es como estar
tocando con cuatro púas. Es decir, se crea toda una serie de recursos
expresivos, prácticamente de polifonía y casi de tridimensionalidad musical,
que luego te permite prácticamente hacer cualquier tipo de música. Al entender
la evolución de lo que ha sido el pasado y donde me encuentro en estos
momentos, reconozco que Segovia recuperó y definió a la guitarra como
instrumento clásico. En ningún momento, él exploró otros géneros, como pudo
haber sido el flamenco y la música de corte más folclórico. Si bien, en el
siglo XXI, yo siento que la guitarra especialmente tiene esa oportunidad natural
de explorar y de crear vínculos con otras músicas sin perder la esencia de la
técnica, la musicalidad y la interpretación clásicas.
Como guitarrista clásico, pudiendo
disponer de todos esos recursos expresivos, es una gran motivación para mí explorar
las raíces musicales donde realmente se inspiró el repertorio clásico de este
instrumento. Así por ejemplo, Heitor Villa-Lobos se inspiró en la música folclórica
brasileña, en gran medida. Entonces, yendo un paso más allá con la guitarra
clásica, puedo decir: toco a Villalobos y lo disfruto mucho, esa ha sido mi
formación, y ahora quiero explorar también, por ejemplo, la música de Luiz
Bonfá, un guitarrista con una influencia más folclórica. Es algo que me motiva
mucho hacer. Se puede hablar desde joropos en Venezuela, guajiras en Cuba,
guapangos en México, el bluegrass en Estados Unidos, e incluso, el flamenco en
España. Deseo seguir llevando la guitarra en movimiento a otros sitios,
explorar nuevos horizontes que hagan que la guitarra siga evolucionando, no en
una sola dirección sino en muchas.
¿Que significa la guitarra para ti?
Es una extensión de mis propias
emociones, una extensión de mi alma. Hay gente que me pregunta si le doy nombre
a la guitarra que uso. Yo le respondo que no tiene nombre porque realmente soy
yo. Es un medio de expresión de lo que soy como ser humano. Y es ahí precisamente
donde invito a la gente a que participe. Es ahí, en esa esencia humana, donde
todos podemos comunicarnos.
¿Tocas otro instrumento?
No, la guitarra es el instrumento al
que he dedicado toda mi vida. Cuando era niño, estudié cinco años de piano. Sin
embargo, se quedó como un instrumento complementario de mi formación musical.
La guitarra es a quien me dedico, exijo y soy fiel todos los días de mi vida.
¿Has tratado de incorporar elementos vocales a tus
interpretaciones de la guitarra?
Entre amigos, lo he hecho en alguna
ocasión. Es algo que no descarto hacer en algún momento. Pero para eso debo
desarrollar más mi voz con el fin de que sea más agradable de escuchar.
He leído que tu mano izquierda es casi dos
centímetros más grande que la derecha. ¿Qué puedes decirme al respecto?
Es algo anecdótico. Cuando tenía 6
años mis padres me compraron una guitarra del mismo tamaño de la que tengo
ahora, una guitarra de adulto. En aquel entonces, en las tiendas de música no
consideraban que un niño tocara con una guitarra más pequeña. Esa fue siempre
mi guitarra. Con el paso del tiempo, poco a poco, mi mano izquierda, por las
extensiones, se fue desarrollando más. Curiosamente, hace unos años, mirándome
las manos y comparándomelas, con gran sorpresa, descubrí que mi mano izquierda
es una pulgada mayor que la derecha. Esto, en cierto sentido, me favorece. Mi
mano izquierda tiene una extensión muy larga, lo que me facilita acceder de una
manera mas cómoda a diferentes partes del diapasón de la guitarra. En cierta
manera, explica cómo el cuerpo se va adaptando cuando está haciendo algo con
mucha pasión durante tantos años.
¿Algún modelo en el aspecto artístico?
Me inspiran muchísimas expresiones
artísticas, desde la escultura a la pintura. Son expresiones en las que
encuentro mucha inspiración y paralelismo para lo que luego desarrollo en mi
interpretación musical. Concentrándonos más en la guitarra y la música, Andrés
Segovia ha sido de enorme inspiración para mí, así como otros grandes músicos
que acogen su profesión con pasión y genuina entrega a los demás.
Sé que has trabajado con Plácido Domingo. ¿Qué recuerdos
guardas de esas experiencias?
Ha sido una de las experiencias más
conmovedoras e inspiradoras que he tenido como músico y ser humano. Plácido
Domingo representa mi ideal de cómo se debe comportar un músico en el siglo
XXI, con su público y con la música. Es profundamente humano, generoso con su
tiempo, con sus sonrisas, con sus seguidores. Es una de las voces más
importantes del siglo XX y, a sus 76 años, lo sigue siendo en el siglo XXI. Su
pasión y entrega son admirables. Su intensidad de trabajo –que él no lo llama
trabajo, porque para él es un disfrute– es el secreto de que siga cantando con
la calidad que lo hace. Su naturalidad al relacionarse en el escenario con el
público me conmueve profundamente.
¿Cuántas veces has compartido escenarios con él?
Han sido dos actuaciones
inolvidables junto a él. Tuve el honor de ser invitado a participar en el
histórico concierto “Plácido en el Alma”, en el estadio Santiago Bernabéu de
Madrid el día 29 de junio de 2016. Unas semanas más tarde, en agosto, tuve la
oportunidad de tocar con él en un escenario flotante en la Amazonía brasileña,
televisado para 90 millones de personas. Fue algo sumamente inolvidable y
emocionante. Me siento muy bendecido, agradecido, de haber tenido estas
oportunidades como músico y haber tenido ese gran honor de haber tocado con
Plácido Domingo.
¿Planes
inmediatos?
En este momento, estoy en
California. Acabo de terminar aquí varias actuaciones. Estoy inmerso en el
proceso de preparar la gira. Voy a estar en cinco ciudades de Florida:
Tallahassee, Tampa, Miami, West Palm Beach y Jacksonville. Estoy muy emocionado
porque esta es mi primera gira en Florida. Luego, tengo actuaciones en México,
Nueva York, una gira por Europa con
Amsterdam Sinfonietta, en Nueva Zelanda interpretaré el "Concierto
Aranjuez", participaré en el Festival de Música de Grant Park, en Chicago,
un concierto al aire libre para miles de personas.
¿Qué información pudieras adelantarnos de tu
concierto este sábado?
Es un programa –de alrededor de 90
minutos, sin intermedio – que se
comunica de manera natural con todos los espectadores, ya sean latinos o
estadounidenses. Explora lo que es este gran continente, América, el cual me
abrió los brazos hace 15 años, y al que a través de este concierto le ofrezco
mi tributo personal.
Aparte de interpretar la guitarra –junto
al percusionista Nacho Arimany y el contrabajista Pedro Giraudo– estaré a cargo
de la conducción del espectáculo. Al mismo tiempo, emplearé el factor sorpresa
en la animación del concierto. A través de diferentes anécdotas que vinculan a los
países de América, y la magia de la música, guiaremos al público a través de
este maravilloso viaje musical.
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