La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

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miércoles, 16 de mayo de 2018

Andy García celebró su cumpleaños 62

Andy García junto a la actriz española Inés Sastre en "La ciudad perdida" (2005)
Por Leonardo Venta

Uno de los actores más reconocidos del cine estadounidense, Andy García, cumplió 62 años el pasado 12 de abril. Si me viese precisado a escoger un nombre para encumbrar culturalmente el saludable orgullo cubano en este prolongado aliento de exilio, articularía, sin pensarlo mucho, el de este precursor del auge latino en el cine estadounidense (aunque Oscar Hijuelos, el feliz Pulitzer de Literatura 1990, lo califique –digo, el vocablo ‘latino’– como un desacertado y prejuicioso intento sajón de restarle méritos a nuestros García, González y Hernández, sólo por mencionar algunos de los apellidos castellanos más comunes.
“Yo no soy un actor latino, sinceramente. Todo el mundo sabe que amo mi cultura y siempre he dicho que soy cubano, pero yo no me considero un actor latino, ni quiero que me consideren ni me clasifiquen de esa manera. Uno tiene que clasificar a todos los actores igual”, expuso García durante una conferencia de prensa sobre la película "The Pink Panther 2", en 2009.
El habanero Andrés Arturo García y Menéndez; o, quién sabe, el intenso Vincent Corleone de  "El Padrino III" de Francis Ford Coppola –que le valió una nominación al Oscar–; o, simplemente, Andy García, fue durante la década de los ochenta –por no comprometer la de los noventa– el galán absoluto hispano en Hollywood. Sí, este gran actor, fervoroso amante de la música de su tierra, consagrado también como director de cine independiente, deslumbró a la meca del cine antes que muchos otros  latinos lo hubiesen soñado.
Tenía 5 años cuando salió de su amada Cuba, en 1961, para instalarse con su familia en Miami, en calidad de exiliado. Si bien, el embrujo habanero nunca dejó de ceñir sus emociones. García, en más de una ocasión, ha confesado conservar todos los afectos aglutinados hacia su amada tierra, como si hubiese presagiado el no regreso y sintiérase obligado a retener –como un Marcel Proust de nuestros días– el efímero (e insondable) tiempo perdido.
Al célebre actor parece nunca haberle afectado la vanidad, fruto casi invariable del estrellato, ni el saberse admirado. Más bien, le incita un amor y hondo respeto hacia sus raíces. Produjo y dirigió en 1993 el documental “Como su ritmo no hay dos”, con el cual ayudó a revitalizar la carrera del entonces casi olvidado músico cubano Israel López 'Cachao'.
Andy García perfila sus papeles y traza su rumbo artístico más por el amor a su carrera y a sus principios ideológicos que por el dinero que pueda obtener. Comparte su cariño con María Victoria, compañera de muchos años, y sus cuatro hijos, cuya privacidad protege con entrañable celo. Es sumamente austero en la esfera pública, alejado de los escándalos y frivolidades que acechan a las celebridades. Así, se ha granjeado un respeto envidiable, no sólo por su talento y carisma como artista, sino también por su integridad.
             Se preparó durante 16 años para honrar a su entrañable Cuba, con el tesón arrollador de un titán enamorado. En 2005, estrenó "La ciudad perdida”, en la que debutó como director de largometraje de ficción y, al mismo tiempo, fungió como protagonista. La cinta, basada en un excelente libreto del Premio Cervantes  Guillermo Cabrera Infante, es un poema heroico al amor, a la ciudad perdida, que bien puede ser La Habana, o cualquier otro entrañable rincón de nuestras nostalgias.

miércoles, 6 de marzo de 2013

El cuarto Goya para el cine cubano

De izq. a der.: Alejandro Brugués, director del filme, la española Andrea Duro, el protagonista Alexis Díaz y Jazz Vilá  

Por Leonardo Venta

“Soy un sobreviviente. Sobreviví al Mariel, sobreviví a Angola, sobreviví al Período Especial y a la cosa esta que vino después. A mí nada más que tú me das un filo y yo me las arreglo”, afirma el protagonista de “Juan de los muertos”, la cinta cubana del joven director Alejandro Brugués, estrenada en 2010, y que recibió el pasado 17 de febrero de 2013 el premio Goya a la Mejor Película iberoamericana, en la gala de entrega de galardones organizada anualmente por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, el equivalente ibérico a la entrega de los Oscar.


“Juan de los muertos”, coproducida con España, se impuso en la categoría a los filmes "Infancia clandestina" (Argentina), “Siete cajas” (Paraguay) y "Después de Lucía" (México). Al recibir el Goya en el Centro de Congresos Príncipe Felipe de Madrid, Brugués, visiblemente emocionado, afirmó que mediante ese reconocimiento los académicos españoles abrían “una puerta para el cine independiente cubano que nadie va a poder cerrar”.

De 36 años de edad, graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba, Brugués recogió el galardón, acompañado por el protagonista de la cinta Alexis Díaz de Villegas, quien no podía contener las lágrimas, la española Andrea Duro, y Jazz Vilá. Este último con la voz agitada por la emoción expresó: “Gracias y un saludo muy grande para todos los cubanos, para los que hacen posible el cine en Cuba, donde no hay de nada pero hacemos de todo”.

La película, la cuarta presentada por Cuba que recibe tan importante distinción, junto a “La bella del Alhambra”, de Enrique Pineda Barnet; “Fresa y chocolate”, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío; y “La vida es silbar”, de Fernando Pérez; ha participado en más de 30 festivales, y ha recibido numerosos premios, entre ellos el de la Popularidad del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana 2011, los premios del público en los festivales internacionales de cine de Panamá, Miami (Estados Unidos) y Leeds (Reino Unido), así como el premio de plata del Festival de cine fantástico de Bruselas, y tres lauros en Fantasporto, uno de los principales certámenes de cine de Portugal.

“Juan de los Muertos”, la primera cinta cubana de zombies, a su vez, la primera producción independiente premiada con el Goya, narra cómo una multitud de zombies ensangrienta el panorama habanero, mientras la televisión de la isla inculpa de la crisis a agentes al servicio de Estados Unidos. Lo cual sugiere la paranoia cubana, inducida por el régimen, ante una posible invasión yanqui.

Al mismo tiempo que el pavor y la desolación toman control de la capital cubana, Juan, el antihéroe, con el inusual eslogan "Juan de los muertos, matamos a sus seres queridos", se aprovecha de la crisis para su propio lucro, brindando servicios a los moradores capitalinos interesados en exterminar a sus familiares infectados por los zombies.

Juan y un grupo integrado por su hija Camila (Andrea Duro); Lázaro, su mejor amigo (Jorge Molina); Vladi California, el hijo de Lázaro (Andros Perugorría); una prostituta travesti (Jazz Vilá); y un fornido proxeneta (Elicier Ramírez) protagonizan hilarantes mórbidas batallas por doquier contra los nocivos extraños seres, como parte del inverosímil negocio de una empresa privada que aniquila zombies a domicilio. Si bien, la situación se les torna cada vez más insostenible, hasta verse precisados a escapar por sus vidas rumbo Norte en una muy cubana 'embarcación-automóvil', usando como puerto de salida el célebre malecón habanero, excepto Juan, dispuesto a quedarse y enfrentar lo inenarrable.

Aparentemente, la película no ofrece solución al dilema del autómata pueblo infectado ni al del intérprete principal, cuya decisión de permanecer en la isla tonifica la disyuntiva ‘estoica ¿inoperante? inmolación' versus '¿sesuda? evasión’. Nos preguntamos, pues, junto a aquellos que han sido de una manera u otra compelidos a abandonar su lisiado lugar de origen, ¿cuál es la mejor opción, la más digna, la más sensata, afrontar la adversidad o evadirla? Según el final abierto – no tan abierto, presumimos – que  presenta el largometraje, encarar la adversidad es casi un acto suicida.

martes, 12 de junio de 2012

Estrenan filme sobre prostitución masculina en Cuba



AFP | LA HABANA

Chamaco", un filme independiente que aborda el tema de la prostitución masculina en Cuba, se estrenará este mes en la isla, dos años después de su rodaje, anunció este domingo el Centro Nacional de Educación Sexual, que dirige la hija del presidente cubano Raúl Castro.

"Luego de dos años de rodada de manera independiente y de circular en pésimas copias piratas por la isla, 'Chamaco', de Juan Carlos Cremata", "será exhibida este mes en el circuito de cines de estreno", señaló el Centro, dirigido por la sexóloga Mariela Castro, en su sitio web.

Destacó que la cinta, "ambientada en la nocturnidad de La Habana (...) se adentra en el universo gay underground, prostitución masculina y corrupción, consecuencias de la homofobia y crisis económica".

"Con la película estoy defendiendo no solo la lucha contra la homofobia, sino que se puede hacer cine fuera del ICAIC (Instituto Cubano de Cine) y que este puede acogerlo", dijo Cremata, al precisar que la demora en su estreno "nada tuvo que ver con el tema tratado", sino con problemas de producción.

Asimismo, consideró "importante" que exista un "cine gay hecho en Cuba", porque "en la medida que las cosas se hablen y se discutan, existen".

"Cuando se ocultan y se niegan, aparecen los traumas y los problemas que vemos en 'Chamaco", añadió.

La homosexualidad en Cuba, tradicionalmente estigmatizada, fue reprimida tras el triunfo de la revolución en 1959, con internamientos en campos de trabajo en la década de los años 60 y marginalización durante el "Quinquenio gris", en los 70.

En un contexto de lenta apertura, el filme "Fresa y Chocolate" (1993) del fallecido Tomás Gutiérrez Alea (1928-96), abrió un debate sobre el tema, que ha ido ganando espacio social gracias a la constante campaña que lidera Mariela Castro contra la homofobia y por los derechos de los homosexuales.

Cremata subrayó que el valor de la película de Gutiérrez Alea es que convirtió "en discusión pública algo que se hablaba en los sótanos de las casas y se escondía".

lunes, 28 de mayo de 2012

"José Martí, el ojo del canario", un filme de Fernando Pérez







LM. Ficc. 2010 120 minutos.


Productora: WANDA-ICAIC y TV. ESPAÑOLA

Ficha Técnica


Guión: Fernando Pérez

Dirección: Fernando Pérez

Producción General: Rafael Rey Rodríguez

Dirección de Fotografía: Raúl Pérez Ureta

Montaje o Edición: Julia Yip

Música Original: Edesio Alejandro

Sonido: Raúl Lorenzo Amargó Pérez

Director Asistente: Rafael Rosales

Casting: Gloria María Cossío

Director Artístico: Erick Grass

Escenógrafo: Erick Grass

Diseño de vestuario: Miriam Dueñas

Maquillaje: Magali Pompa

Peluquería: Juan Francisco Carreño Oliver



INTÉRPRETES

Damián Antonio Rodríguez Vidal
(Martí niño)

Daniel Romero Bildaín
(Martí joven)

Rolando Brito
(Mariano Martí)

Broselianda Hernández
(Leonor Pérez)

Eugenio Torroella Ramos
(Fernando niño)

Francisco López Ruiz
(Fernando joven)
Manuel Porto
(Don Salustiano)

Julio César Ramírez
(Rafael M. Mendive)

domingo, 11 de diciembre de 2011

"Habanastation", un filme de hermandad


El director de Habanastation, Ian Padrón, con parte del elenco, entre ellos los dos protagonistas, Andy Fornaris, junto a Padrón, y Ernesto Escalona  
 Por Leonardo Venta

"Habanastation", del cineasta cubano Ian Padrón y el director asistente Hoari Chiang, destinada a llamarse “Pleiesteichon” – spanglish que Sony, la compañía dueña de esta consola de juego no autorizara –, narra la historia de una conmovedora amistad que emerge de dos mundos divergentes, en una Cuba que por 52 años ha venido proclamándose abanderada de la igualdad social en contraste con la supuesta desigualdad que existe en el sistema capitalista.


Desconcierta una temática que autocrítica la dilatadamente idealizada promesa cubana de un sistema social justo. El filme aparentemente burla la notoria censura del sistema isleño, lanza cuestionamientos que sugieren la expansión de la ya aludida apertura en la isla, o simplemente constituye un ardid más del propio gobierno cubano para menguar su mala reputación de intransigente.

Mayito – Ernesto Escalona – es un estudiante moteado de virtudes, pero aislado del mundo. Su felicidad, cuya idealización supera considerablemente la pobreza habitual de cualquier habanero, paradójicamente se ensombrece bajo el privilegio-aflicción de tener un padre músico, habitualmente ausente por sus compromisos artísticos en el extranjero, vacío que el progenitor pretende llenar con obsequios no obtenibles en la isla.

Mayito, dentro del marco de una célebre Cuba pos sus privaciones económicas, vive, sobreprotegido por su madre, en un barrio residencial habanero en calidad de pequeño burgués del siglo XXI. Ante la contagiosa plenitud de una inesperada visita a un barrio marginal, el singular burguesito se deslumbra. El que invariablemente jugara solo con su Playstation, haya un nuevo amigo con quien compartir mucho más que su preferido esparcimiento.

Su antípoda, Carlitos – Andy Fornaris –, del que luego descubriremos no lo es en la magnitud que creíamos, huérfano de madre y cuyo padre está preso, vive bajo el amoroso cuidado de su abuela en suma pobreza, detallada con nitidez reveladora por la fotografía de Alejandro Pérez. Para Carlitos, no sólo poseer un playstation, sino el jugar con él, constituye una quimera.

Hasta la Tinta, el barrio del niño pobre, lugar donde colindan la violencia, la pobreza y, sobre todo, la solidaridad, llega Mayito por factura del azar un Primero de Mayo de coloridas, divertidas y aleccionadoras peripecias. Allí se inicia en un entorno marginal que irradiará luz sobre sus sentimientos; mientras Carlitos aislará un tanto sus resistidas penas con la adquisición de un nuevo afecto y el acceso a la consola de juegos que da título a la película.

“Habanastation” – con René Baños, director de la agrupación Vocal Samplig y la banda Nacional Electrónica, a cargo de la banda sonora; así como Javier Figueroa como sonidista – es un himno grupal a la solidaridad entonado por un elenco, integrantes en su mayoría de la múltiple laureada internacionalmente compañía infantil “La Colmenita”, bajo un refrescante aguacero que revive añoranzas de diáspora en este nuestro vasto recorrido descalzo de patria. El filme, fácilmente transpolable a cualquier otro rincón del mundo, registra el palpitar de dos Habanas que se allegan gradualmente para fundirse en un culminante emotivo abrazo reconciliador.

La cinta conmueve, alecciona; es testimonio, denuncia, de una ya rancia, disimulada, sufrida, maniatada y manipulada realidad cubana; desanuda y desnuda rencores, falacias, odios, desigualdades, mediante la tan añorada, por unos, y aborrecida, por otros, reconciliación. Es un mensaje de esperanza para las generaciones que habrán de sobrevivirnos.





lunes, 30 de agosto de 2010

La Habana en dos películas de Gutiérrez Alea

El protagonista de Memorias del subdesarrollo, Sergio Corrieri, contempla su sacudida Habana desde un catalejo
Por Leonardo Venta

Tomás Gutiérrez Alea, Titón, el más laureado director cubano de cine, y uno de los más destacados en Latinoamérica, cuenta en su haber filmes como "Las doce sillas" (1962), "La muerte de un burócrata" (1966) y "Memorias del subdesarrollo" (1968).

Son asimismo notables sus realizaciones "Los sobrevivientes" (1978), "La última cena" (1976); así como "Fresa y Chocolate" (1993), premio Goya de la Academia de Cinematografía Española y nominada para el hollywoodense Oscar; y "Guantanamera" (1995), ambas codirigidas con Juan Carlos Tabío.

“Memorias del Subdesarrollo”, cuyo guión se escribe a partir de la novela homónima de Edmundo Desnoes, es el monólogo de su protagonista, Sergio Corrieri, que aborda con audaz y temprana reserva la problemática posrevolucionaria de Cuba. Sergio, un intelectual burgués, se transforma en alienado testigo impotente de los bruscos cambios operados en su medio.

“Fresa y chocolate”, basada en el cuento de Senel Paz, “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, marca una evolución decisiva en la trayectoria de Titón. El filme denuncia por primera vez la actitud de intolerancia del sistema cubano con los homosexuales, además de apuntar hacia otras obvias arbitrariedades oficiales.

Diego, un chispeante y culto joven homosexual, se enamora de David, prejuicioso, heterosexual y comunista. La relación evoluciona del rechazo a una admirable amistad en que los valores solidarios y la tolerancia se imponen a ideologías y preferencias sexuales divergentes.

“Fresa y chocolate” desconcierta, al aparentemente burlar la notoria censura del régimen cubano, abriendo cuestionamientos que especulan la posibilidad de una apertura en la isla, la incólume condición de vaca sagrada de Titón, o un ardid del propio sistema para menguar su mala reputación de intransigente.

En una entrevista durante la filmación de esta película, el ya desaparecido Titón declaró: "Para mí el cine sigue siendo un instrumento valiosísimo de penetración de la realidad (...) Te da la posibilidad de manipular distintos aspectos de la realidad, crear nuevos significados y es en ese juego que uno aprende lo que es el mundo".

Lo oculto es develado mediante logradas metáforas cinematográficas. Cuando David - el joven revolucionario en “Fresa y chocolote” - repasa con su mirada la sala del apartamento de Diego (el homosexual), opera una síntesis visual de la historia de Cuba, de su gloria pasada, de su realidad perdida, sugiriendo la crítica intuitiva que el espectador debe procesar por sí mismo.

La crisis de conciencia del Sergio de “Memorias del subdesarrollo” se repite en el Diego de “Fresa y chocolate”, a pesar de que entre ambas cintas median veinte y tantos años de diferencia. La culpabilidad y el ostracismo del primero se abanican en el segundo. ¿Concomitancia? ¿Ambages inculpatorios?

El protagonismo de la entrañable y sufrida Habana, cuyo encanto palidece ante el deterioro, es otro de los rasgos que comparten ambas cintas. Titón parece llamarnos a la concienciación de lo que se está perdiendo. Sin embargo, Diego y Sergio manifiestan sus deseos de sobrevivir en una urbe estampada por la paradoja del esplendor más acallado y el cataclismo más palmario.

Por lo demás, la capital cubana evoluciona en el tiempo en ambas cintas. La última se acerca más al caos, marcado por la amenaza del colapso del campo socialista, los estragos devastadores de los años y la falta de mantenimiento de sus edificaciones.

Al decir de Tomas Gutiérrez Alea: “El cine no puede evitar nutrirse directamente de aspectos de la realidad y conformar con ellos una obra, que por fuerza tiene que tener una significación y una incidencia sobre la realidad misma”. Con genio y maña artística, este gran cineasta ha dejado huellas de una Habana que se desmorona a la par que su gente.