Vista panorámica del patio exterior Charles
Engelhard, donde se encuentra ubicada
la renovada sección estadounidense del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York |
Por Leonardo Venta
El Museo
Metropolitano de Arte de Nueva York (conocido como el "Met”), uno de los más
grandes y visitados del mundo, fue fundado en 1870 por un grupo de destacadas
figuras públicas, filántropos y creadores artísticos. Las colecciones del museo
están seccionadas en 18 departamentos, responsable cada uno de ellos de la
adquisición, conservación y exposición de sus propias obras.
La sección de arte estadounidense –dentro de un perímetro de 136 mil metros cuadrados, enmarcados en el espacio
de un hermoso palacio de cristal en el Parque Central– se extiende desde el período colonial hasta
nuestros días. Su renovación, por un costo de 100 millones de dólares, culminó
en 2011. La primera fase, que se concentró en remozar las galerías del primer
piso, había terminado en 2007.
Inaugurado en 1980, como extensión
del museo original, con muebles, artes decorativas y pinturas, el muestrario de
este sector ha crecido considerablemente en número y calidad dentro de un
ambiente en que visitantes y curadores coinciden en la búsqueda de elementos
novedosos.
El patio exterior Charles Engelhard
–en donde la luz penetra armoniosamente a través de los cristales– cuenta con la
fachada del edificio bancario estadounidense Martin E. Thompson, de
corte griego y piedra caliza, así como otras salas correspondientes a diferentes
períodos.
Fachada del edificio bancario estadounidense Martin E. Thompson |
El espacio actual, con 30 por ciento
más de su capacidad original, está ocupado por algo más de medio centenar de monumentos
de mármol, bronce, mosaicos, ventanas de vitrales y elementos arquitectónicos,
muchos de los cuales están situados de forma tal que los visitantes pueden
examinarlos desde un ángulo más cercano. Antes, las esculturas realizaban una
función simplemente decorativa; mientras ahora se enfocan mayormente en ilustrar de forma global la trascendencia del arte estadounidense.
La escultura de bronce dorado “Diana”, del artista
Augustus Saint-Gaudens,
se erige en el centro del patio exterior Charles
Engelhard
|
Entre las obras exhibidas en el
patio, resalta en el centro la escultura de bronce dorado “Diana”, del artista neoyorquino de
origen dublinés Augustus Saint-Gaudens, apuntando hacia la entrada, colocada
sobre un pedestal de mayor dimensión que el que tenía antes. También se admiran piezas de
mármol del escultor romántico Daniel Chester French, que estaban previamente colocadas en el balcón del segundo piso, donde no resultaba fácil admirarlas.
Además, se exhiben dos monumentales lámparas de estilo francés, de 1902, diseñadas por Richard Morris Hunt, que estuvieron guardadas por décadas y que ahora relumbran a cada lado de la entrada del museo. Asimismo, domina un puesto significativo
en la exhibición un púlpito de piedra caliza tallada del escultor de origen
vienés Karl Bitter, famoso para los neoyorquinos por su célebre fuente frente
al Hotel Plaza.
El púlpito y la
barandilla del coro de la Iglesia de todos los Ángeles (ahora demolida),
es una de las obras eclesiásticas más hermosas ejecutadas en Estados Unidos |
Alrededor de doscientos cincuenta
obras de alfarería estadounidense, hechas entre 1876 y 1956, fueron donadas al
museo por Robert A. Ellison Jr., un importante coleccionista neoyorquino. Se exhiben poco más o menos mil objetos decorativos y joyas de hasta el siglo XVIII. Ajustándose a la luminosidad arquitectónica del lugar, un nuevo elevador de cristal transporta
a los visitantes a las salas representativas de las diferentes épocas.
Un elemento
central de la renovación del "Ala estadounidense" es un llamativo ascensor de
cristal
|
Después de la
remodelación de 2011, los “curadores” decidieron agrupar los trabajos (3400 han
sido añadidos en los últimos 30 años) cronológicamente, integrando los
elementos –como la plata con la cerámica– para alcanzar efectos visuales más
deslumbrantes. Los visitantes se enfrentan a una arquitectura que va desde la
Massachusetts puritana del siglo XVII hasta un comedor de principios del siglo
pasado, diseñado por el estadounidense Frank Lloyd Wright, uno de los principales
maestros de la arquitectura del siglo XX. Las diferentes salas tienen pantallas
sensibles al tacto, a través de las cuales los visitantes pueden informarse
sobre los diferentes objetos en exhibición.