La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

jueves, 21 de julio de 2022

Sófocles, un avezado en el sufrimiento humano

Por Leonardo Venta

Antígona, óleo sobre lienzo de Marie Spartali Stillman (1844–1927). La pieza representa la escena sofoclea 
en que la heroína llora a su hermano, en compañía de otra doncella. Los cuervos picotean el cuerpo de Polinices, 
mientras Antígona levanta una mano para espantarlos.

"¡Oh habitantes de mi patria, Tebas, mirad: he aquí a Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue hombre poderosísimo; aquel al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino! ¡En qué cúmulo de terribles desgracias ha venido a parar! De modo que ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que llegue al término de su vida sin haber sufrido nada doloroso".  Fragmento de Edipo Rey, tragedia de Sófocles

     Nacido en Atenas hacia el 497/96 antes de Cristo, Sófocles –uno de los tres grandes dramaturgos de la antigua Atenas, junto con Esquilo y Eurípides– murió a los 90 años.

    En calidad de autor dramático, gozó de gran popularidad entre sus conciudadanos. Ganó su primer concurso trágico en las Dionisiadas del año 468, compitiendo con Esquilo; a partir de esa fecha, concursó en otras 29 festividades hasta el año de su muerte, obteniendo el primer premio en 18 ocasiones, y el segundo en 11 oportunidades.

     De sus numerosas obras dramática sólo se conservan siete tragedias: Áyax, Las Traquinias, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes y Edipo en Colono. Sin embargo, se conoce la existencia de más de 120  de sus tragedias y dramas satíricos. 

     El teatro de la época no era un centro de reunión para recrear el ánimo ni un calco exacto de la vida ateniense. Incluso, la comedia griega, que tomaba sus temas de la vida política y social contemporáneas, aderezaba con anécdotas una agenda más profunda y ambiciosa. La tragedia, a la que Sófocles dedicó su vida, se dirigía a lo más intenso de la conciencia individual y colectiva.

     Las tragedias helénicas se representaban durante ciertos días del año. El festival principal se celebraba en la primavera, cuando grandes contingentes de personas se reunían, por varios jornadas sucesivas y durante la mayor parte del día, en un teatro al aire libre que acomodaba alrededor de 17 mil espectadores para presenciar un ciclo de presentaciones teatrales en medio de una gran excelsitud cívica y religiosa. Los ejercitantes de la tragedia en Atenas llevaban sobre los hombros una gran responsabilidad. Pero, al mismo tiempo, eran recompensados tanto en prestigio como económicamente.

     Antes de ser representada, cada obra debía ser aprobaba por una junta de selección, y el mero hecho de ser aceptada para su escenificación le confería enorme prestigio a su artífice. Cada creación competía con las de otros dos autores escogidos, y se seleccionaba un ganador por el voto de un panel de jueces, influenciados por la reacción del público. Cada autor debía entregar una serie de cuatro obras: tres tragedias, independientes entre sí o formando una trilogía sobre un tema específico, y una sátira de carácter más ligero.

     El arte dramático persigue  expresar en esencia los sentimientos y reflexiones incitados por la lucha del ser humano contra las fuerzas eternas que parecen regir su destino, como expresa Sófocles, “los encuentros del hombre con algo más que el hombre”. 

     El elemento propiamente musical, que daba relevancia a las partes corales, y la nota religiosa caracterizaban estas producciones teatrales. El drama es recitado o cantado por un coro que lo interpreta, consolida y comenta. El coro sofocleo tiende un puente entre el espectador y la representación en sí. A su vez, se integra a los sucesos, empinando el dramatismo de la acción. Al igual que el coro, el espectador se transforma en una especie de agente que examina y emite juicios sobre la propuesta dramática. A la vez, habla lo que los personajes no pueden o no se atreven a decir, en otros términos, opera como una especie de subconsciente.

     La tragedia griega debía contar una historia ya conocida del pasado heroico y legendario. Como el público ya dominaba los hechos de la acción, el dramaturgo tenía plena libertad de adentrarse en cualquier contexto que eligiera con el fin de exponer su tema. La puesta en escena no se basamentaba en el factor suspenso, no procuraba satisfacer una curiosidad fortuita, sino reexaminaba y profundizaba en las propiedades principales de la verdad.

     Sófocles renunció a la trilogía establecida por Esquilo, es decir,  cada una de las tres tragedias era la continuación argumental de la que le precediera, confiriendo autonomía temática y argumental a cada una de sus creaciones. Por otra parte, incrementó el número de actores hasta tres. Inicialmente, sólo había dos actores, por lo cual, esa aportación profundizó la complejidad de la trama. Además de eso, introdujo decorados diseñados de manera especial para cada una de las obras.

     En contraste con Esquilo, Sófocles redujo en gran manera la extensión de las partes corales. Sin embargo, aumentó de 12 a 15 sus miembros, generando a través del coro una especie de personaje colectivo, con sus propias acciones y diálogos, admirable lirismo, profundidad religiosa y gran relevancia dramática. En otra dirección, el coro aportó dramatismo al prólogo, cuya tradicional función se concretaba únicamente en explicar el argumento.

 Con relación a la acción dramática, Sófocles incursiona –especialmente en su tragedia Edipo Rey, cuyo protagonista mata a su padre y comete incesto con su madre– en el inconsciente, el autoanálisis, la fragilidad humana, el destino, el conflicto de voluntades, la ironía trágica y el contraste entre personajes: Antígona frente a Ismene, Electra frente a Crisótemis, Creonte frente a Hemón, Edipo frente a Yocasta, Ulises frente a Neoptólemo, entre otros.

     En la obra de nuestro poeta trágico, no existe expiación a través del dolor. El conflicto de sus héroes y heroínas es irremediable, como es el caso de Antígona –quien paga con su vida haber enterrado a su hermano Polínices en contra de los deseos del rey Creonte de Tebas–, y cuya solución no radica en leyes o reformas, sino en entender que la razón, la prudencia, la justicia y las leyes humanas son limitadas, imperfectas y en numerosos casos injustas. Sus personajes son aniquilados por fuerzas superiores a su voluntad, como reflejo del enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural, cuya comprensión íntegra no está a su alcance.

     Sófocles, según su contemporáneo Frínico, uno de los creadores del género de la tragedia, "fue afortunado en la muerte, así como en la vida". Hay quienes afirman que se ahogó comiendo unas uvas que le había enviado el actor Calipides en las Antesterias, un festival ateniense celebrado en honor de Dioniso. Otros aseguran que murió leyendo Antígona mientras pronunciaba una larga frase sin tomar aliento. Además, se ha atribuido la causa de su muerte al enorme júbilo que le produjo el éxito de su obra Antígona en la competición. 

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