La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

sábado, 9 de diciembre de 2017

"Medea en el espejo", una exitosa lectura dramatizada por estudiantes de USF

De izq. a der.: Dora Arreola (narradora y directora de la obra);  los integrantes del coro: Pedro Cartaya, Danielle Simms, Lymaris Pabellón y Tianna Person   
Por Leonardo Venta


"Algunos personajes son sacados de canciones, otros son sencillamente manifestaciones de la vida más común de la sociedad cubana, pero
como instalándonos dentro de un marco trágico, en busca de una respuesta a una pregunta que siempre me he hecho: ¿qué dimensión tenemos, como hombres, como
gente que habita en este lugar del planeta?".
José Triana

              El pasado 16 de noviembre, una de las salas teatrales de la Universidad del Sur de la Florida (USF, por sus siglas en inglés) se transformó en el paladar ideal –expresándonos en sentido metafóricamente cubano– para degustar la lectura dramatizada de "Medea en el espejo"(1960), obra del dramaturgo camagüeyano José Triana.
            En el pequeño e íntimo espacio universitario tuvo lugar una exitosa colaboración de dos proyectos: el de dar a conocer dramaturgos hispanos que viene desarrollando la profesora Madeline Cámara en sus clases pertenecientes al Departamento de Lenguas Extranjeras de USF, con el elevado propósito de afianzar y diseminar la lengua y la cultura hispanas; y el de fomentar teatro en español en ese alto centro docente, promovido por la profesora Dora Arreola, de la Escuela de Teatro y Danza. Trabajaron para esto dos estudiantes de Arreola, Pablo Alameda y Kidany Camilo Nieves, junto a un grupo de alumnos de las clases de Cultura Cubana e Introducción a los Estudios Literarios Hispánicos, de Cámara. Del compromiso de todos con el teatro  surge la puesta que comentamos.
            "Medea en el espejo", obra medular de la dramaturgia cubana, al mismo tiempo que divierte desenmascara la marginalidad social, desde la naturalidad de once personajes que articulan el lenguaje popular y afrontan el reto de hacernos reflexionar –en tres actos– sobre qué es lo que se esconde detrás de la formularia bullanguera sonrisa de un solar habanero, encauzados por la directora Dora Arreola, en su novedosa función narrativa, cuando introduce a los personajes y describe las acciones que no pueden representarse en una lectura dramatizada.
            La iluminación tenue –que cataliza la enriquecedora osmosis teatro realidad– imparte magia a todos los elementos escénicos que viabilizan la trama, la cual respeta la unidad de lugar, tiempo y acción, que gira en torno al conflicto de la mulata cubana María –personaje hábilmente interpretado por Andrea Martín–, la cual envenena a Perico Piedra Fina, dueño del solar –excelentemente encarnado por Pablo Alameda–, a su hija Esperancita y a sus propios hijos con un propósito considerado purificador en algunas de las varias interpretaciones que puede tener la obra.
                                   

Andrea Martín, en el centro, interpreta a María; Priscilla Foster caracteriza a Erundina; 
Kidany Camilo Nieves encarna el personaje de Julián

          La obra es una especie de tragedia mixta –tragicomedia– que emplea elementos de la farsa para develar cotidianidad, sincretismo multirracial y pluriétnico; lanza acertados guiños de otredad y denuncia el racismo y el sexismo; al mismo tiempo, delinea pinceladas de hechicería, superstición, rituales y amor enfermizo. En tanto, el chisme, como recurso asociado a la falta de privacidad en la vida solariega, determinará en parte que María tome conciencia de su destino.
        En cuanto al lenguaje, Triana recrea con maestría el argot popular, como parte del palpitar de la clase desposeída y la compleja ambigua universalidad de una problemática existencial abordada desde una colorida y no por eso menos conmovedora perspectiva cubana. Dentro de esta refrescante cubanía, el autor agrega, a los ya conocidos personajes clásicos, al doctor Mandinga –Kory Love– y Madame Pitonisa –Francesca D'Ambrosi–, catalizadores para que la Medea antillana pueda experimentar una genuina anagnórisis a través de los ritos religiones afrocubanos.
        El trabajo del coro, magistralmente delineado por Triana y hábilmente montado por Arreola, en contraste con el clásico griego en su función activa en el desarrollo y desenlace del conflicto dramático, es a mi juicio el componente más original y relevante de la obra. De esa manera, "Medea en el espejo" funde elementos del folklore cubano, insertando arquetipos de cubanidad que conforman el coro, como el vendedor de periódicos y billetes –interpretado por Tianna Person, quien desperezó saludables y espontáneas carcajadas en la audiencia–,  un bongosero –Lymaris Pabellón–, la Mujer de Antonio –Danielle Simms, personaje tomado de un popular son cubano–, un barbero –Pedro Cartaya, cuya modulación cálida y diáfana de la voz, el impecable criollismo de su vestuario, así como su vivaz entonación y desenfadado lenguaje corporal rebosaron la alegría consustancial al natural de la Mayor de las Antillas"–.

No hay comentarios:

Publicar un comentario