Por Leonardo Venta
El pasado 20 de
agosto, doce notables bailarines de la escena mundial se dieron cita en el recientemente
renovado Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, en la gala “Ballet Royalty (Realeza
del ballet)". Para aquellos que no
pudieron conseguir boletos, que se agotaron en pocas horas, se colocó
una inmensa pantalla al costado del teatro para que pudieran presenciar la
histórica función organizada por la empresa estadounidense Improvedance y el
Consejo Nacional de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura de Cuba.
El cubano Rodrigo Almarales, primer
bailarín del Cincinnati Ballet, cofundador de "Ballet Royalty" y
director artístico y general del espectáculo, inscribió en el programa que “sus
más lejanos recuerdos de infancia se asocian con este teatro”, refiriéndose a
las presentaciones en el mismo de sus padres Miriam González y Héctor
Almarales, otrora bailarines del Ballet Nacional de Cuba.
Por otra parte, en conferencia de prensa en la
sala Lecuona del Gran Teatro, Almarales, que abandonó Cuba a los 10 años de
edad y regresó en el 2014 para bailar en el 24.° Festival Internacional de
Ballet de La Habana, expresó: “Vi de nuevo al público cubano y supe que había
algo que debía hacer (...) Cuba y La Habana son referentes para la danza y el
ballet mundial y este teatro, un templo sagrado para el arte”.
En la memorable función del pasado
agosto, bailaron para el exigente público habanero Ivan Vasiliev y Daniil
Simkin, del American Ballet Theatre; María Kochetkova y Carlo Di Lanno, del
Ballet de San Francisco; Iana Salenko, del Ballet Estatal de Berlín; el primer
bailarín del Ballet Bolshoi, Semyon Chudin; Mathew Golding, del Royal Ballet, y
Misa Kuranaga, del Ballet de Boston. También actuaron la primera bailarina del
Ballet de Canadá, Jurgita Dronina; los exprimeros bailarines del Ballet de
Cincinnati Joseph Gatti y Adiarys Almeida, así como el propio Almarales.
La velada abrió con el pas de deux
de "La sílfide y el escocés", de August Bournonville, interpretado por Almarales y la japonesa Misa Kuranaga, quien luego bailó el muy
aplaudido solo de "La muerte del cisne".
Del mismo modo, arrancó grandes
aplausos el hilarante solo del ebrio personaje de “Les Bourgeois”, pieza
contemporánea del belga Ben Van Cauwenbergh y música de Jacques Brel, que Carlos
Acosta ya había estrenado en suelo cubano. Esta vez, lo interpretó Daniil
Simkin, al que algunos críticos han llamado el 'nuevo Nureyev'. En tanto, el
italiano Carlo Di Lanno protagonizó el estreno mundial de "Painting Greys",
coreografía de Myles Thatcher. Más tarde, Di Lanno y la moscovita María Kochetkova bailaron la pieza contemporánea "Bells pas de deux", del establecido
coreógrafo ruso Yuri Possokhov.
La rusa Jurgita Dronina y su
coterráneo Semyon Chudin desperezaron los duendes clásicos del Gran Teatro
habanero, al interpretar el conocido y exigente grand pas de deux de las bodas
de la princesa Aurora y el príncipe Désiré del tercer acto de "La bella
durmiente". Concluido el siempre refrescante intermedio, ambos tejieron
poseía mediante el etéreo pas de deux del segundo acto de "Giselle",
ante la nublada lúcida pupila y el nostálgico oído de la Giselle definitiva: la
mítica Alicia Alonso, sentada, a los 94 años, en su habitual butaca del primer
balcón.
Hacía diez años que el ruso Ivan
Vasiliev, merecedor de los más notables premios en el universo de la danza
clásica, no se presentaba en Cuba. En esta ocasión, desafió la inercia con su
desbordante armonioso virtuosismo en el pas de deux de "Las llamas de
París" junto a la ucraniana Iana Salenko, la cual contó además con la
asistencia del partenaire canadiense Matthew Golding en la escenificación de la siniestra Odile del famoso pas de deux del tercer acto de "El lago de los
cisnes".
Rodrigo Almarales tuvo la
oportunidad de bailar su propia creación "Chor. # 2", junto a su
compatriota Adiarys Almeida, otrora integrante del Ballet Nacional de Cuba, quien
volvió a saborear su público después de 13 años de ausencia.
La briosa Almeida –a quien habíamos
entrevistado a raíz de su actuación en la decimosexta edición de la gala “Youth
America Grand Prix” en el floridano Straz Center de Tampa–, fue la más aplaudida entre la
constelación que se dio cita en el gran escenario habanero, luego de
interpretar el personaje de Medora en el ballet "El Corsario", en un arrobador
pas de trois junto a Golding, con quien bailaba por primera vez, y su
excompañero del Cincinnati Ballet Joseph Michael Gatti.
"El corsario", desde otro ángulo. Adiarys Almeida, Matt Golding y Joseph Michael Gatti. Foto: cortesía del artista ucraniano Artyom Shlapachenko |
Entre aplausos y jadeos, llegó el
fin del programa, de unas dos horas de duración, con la imperturbable magia del
pas de deux “Don Quijote”, en el que la melódica y estimulante música de Ludwig
Minkus parecía enardecer un derroche de sensual bravura en la pareja integrada
por Kochetkova y Simkin, arrancando los célebres vítores que caracterizan a los
apasionados balletómanos cubanos.
Examinando las opiniones de la
crítica especializada sobre la impresionante fiesta danzaria, hallamos varias
fotografías tomadas por el excelente artista ucraniano Artyom Shlapachenko,
residente en Cuba desde los 7 años de edad, quien departió con nosotros sobre
el evento habanero, desde Kiev, la capital de Ucrania, autorizándonos amablemente
a publicar sus valiosas fotos.
Shlapachenko, para quien contar una
historia a través de cada imagen es lo esencial, nos relató que mientras miraba
hacia el escenario, desde bastidores, notó que "Adiarys Almeida se había
apartado hacia una esquinita y comenzó a rezar para que todo le saliera bien en
la función. Me agaché para no importunarla y desde otro ángulo pude tomarle par
de fotos de ese momento tan especial. Ella se dio cuenta y le deseé buena
suerte, a lo que me respondió con una sonrisa".
En nuestra opinión, la genial foto de Ariadys que
ilustra este escrito capta la trascendente significación de esta cita con el
arte en La Habana, muy especialmente para ella y Rodrigo Almarales,
quienes regresaban al cálido abrigo de su tierra natal después de una prolongada ausencia.
hermoso texto y fotografías.
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