Por Leonardo Venta
"Habana Compás Dance" arrancó
fuertes aplausos, cadenciosos movimientos de hombros y pies en los asistentes
(los más bailaban en su mente), así como sediciosas lágrimas en algunos rostros
de los más de mil espectadores que abarrotaron la floridana Sala Ferguson del Straz
Center de Tampa, en el concierto del 22 de abril de 2016 que marcó el exitoso debut en
Estados Unidos de esta agrupación que nos llegara directamente desde la capital
cubana.
"Cuba, fusión y pasión", un gran
espectáculo de casi dos horas de duración, transitó percusión, cantos, bailes y
pantomima con aliento español y africano, creaciones del propio director
musical, Eduardo Córdova, así como guaguancó, son, dengue, songo, iyesa y
bolero, en explosiones de sensualidad, cadencia, alegría y pasión.
Desde el comienzo de la velada, la
audiencia no podía aguardar a que llegara el final de los números para premiar
a los artistas. Aplausos cerrados, algunos con los brazos alzados, irrumpieron
en varios momentos de la presentación y el público marcaba el ritmo de los
coros batiendo palmas, en una atmósfera acompasadamente fraternal, que hablaba
de apego e identidad compartida.
Músicos y bailarines desperezaron toda una
gama de emociones, y, sobre todo, magia. Se consumó el tan ansiado milagro
escénico: la compenetración perfecta entre los artistas y los espectadores, que
se integraban apasionantemente a cada resuello del espectáculo. Los músicos
sacaban vida de los instrumentos, especialmente el percusionista Eduardo
Córdova, al tiempo que los bailarines derrochaban sandunga caribeña, con
sincronía, beldad y profesionalismo.
Las doce bailarinas y tres bailarines, de
singular atractivo físico, además de danzar interpretaron con maestría y sincronismo
disímiles instrumentos de percusión, respaldados por Eduardo Córdova en las
tumbas y el djembé, Liliet Rivera en el tambor de siete sonidos, Ahmed Casanova
Saint-Ives al piano, Raúl Rodríguez Zamora en los drums, la flautista Sheila
del Bosque, Erlán Barzaga en el bajo y el sonriente violinista Julio Valdés.
Finalizado el concierto, más de mil
personas se pusieron de pie para tributar una merecida ovación cerrada a los
artistas; entre ellos me encontraba yo, con los lentes empañados por la
inefable nostalgia de la patria ausente, mientras los integrantes de
"Habana Compás Dance" saludaban, sin poder ocultar su satisfecha
desbordante gratitud. Supe que cerradas las cortinas, los artistas se abrazaron y
lloraron. No era para menos. Con un espectáculo de primera clase, un estilo muy
propio, rebosante de gracia y energía, se acababan de meter a Tampa en el
bolsillo.
"Yo estoy impactada. Se rebasaron las
expectativas, es decir, se sobrepasó todo lo que podíamos imaginarnos. Fue
mucho más allá... ver los aplausos, las ovaciones de pie. La reacción del
público ha sido maravillosa. Ha superado lo que hemos vivido en otros
países", nos comentó Liliet Rivera, directora y fundadora de la compañía.
Si bien, a Eduardo Córdova –figura clave
en la fusión de la danza y la percusión en esta compañía– no le sorprendió la
gran recepción de los asistentes al Straz Center. "Llevo un tiempo
trabajando con el público estadounidense en Cuba. Doy conferencias en los
lugares en que actúa la compañía, y he constatado la aceptación de nuestro
trabajo de parte de los norteamericanos. Yo sabía que aquí se manifestaría con
mayor fuerza".
Me fascinó el espectáculo, una mezcla perfecta de profesionalismo, arte, música, danza, emoción, nostalgia... y sobre todo la alegría del cubano... es muy cierto, la audiencia no paraba de aplaudir.
ResponderEliminarLos cubanos pusieron al teatro en pie mas de una vez. Estuve en el show y fue todo un éxito.
ResponderEliminarBella reseña. Asistí al espectáculo y he disfrutado mucho leerla.
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