De der. a izq.: Sherrill Milnes, Tito Capobianco y Daniel Lipton, en la Gala del 5 de marzo de 2016, en el Straz Center de Tampa |
Por Leonardo Venta
Los
amantes de la cultura se darán cita en la Sala Morsani del Straz Center el sábado, 5 de marzo de 2016, para la Gran Gala de "Tampa Opera", un evento formal
conjuntamente presidido por Dr. Ignacio A. Ferras III y Diane Ferras.
La velada alcanzará su cénit con la
presentación del Premio a la Excelencia Artística Anton Coppola, patrocinado
por Charles A. Simmons y Faith S., en honor al compositor y director de
orquesta de origen italiano nacido en el este de Harlem, Nueva York, fundador y
director artístico de "Opera Tampa", quien cumplirá 99 años el
próximo 21 de marzo.
El lauro, que recaerá este año sobre
el argentino Tito Capobianco, uno de los directores artísticos de ópera más
importantes del mundo, se entrega a un artista por sus extraordinarios
esfuerzos en fomentar el arte operístico.
Entre los anteriores galardonados sobresalen
el propio Coppola, la gran soprano y maestra de canto italiana Renata Scotto,
el famoso compositor de ópera estadounidense Carlisle Floyd, el mundialmente
aclamado tenor lírico madrileño Plácido Domingo, la soprano lírico-spinto
Martina Arroyo –una de las primeras afroamericanas (de padre puertorriqueño) en
conquistar los escenarios internacionales de la ópera–, así como los reconocidos
barítonos estadounidenses Thomas Hampson y Sherrill Milnes.
Capobianco labró su estilo en la búsqueda
de la perfección, que siempre requiere de agotadores ímprobos esfuerzos. Si bien, dicha entrega constituyó el catalizador a una exitosa carrera en
prestigiosos espacios de la ópera internacional, entre ellos la mundialmente
famosa "New York City Opera", donde trabajó junto a figuras del
relieve de la emblemática soprano de coloratura Beverly Sills, el inmenso Plácido
Domingo, el bajo-barítono Norman Treigle y el también barítono Sherrill Milnes.
Los éxitos de Capobianco, que a sus
84 años reside en la ciudad de Lutz, situada en las inmediaciones de Tampa, han
sido numerosos. Por eso nos satisface dedicarle este elaborado espacio en
vísperas al reconocimiento que recibirá mañana. Desde su hogar, vía telefónica,
nos ha abierto una ventana para divisar un tanto su horizonte artístico y
humano. Alleguémonosle confiadamente.
Tengo entendido que a pesar de que usted
nació el 28 de agosto de 1931 en La
Plata, a poca distancia de la ciudad de
Buenos Aires, su origen es italiano...
Toda
mi familia es italiana. Yo soy el primero de mi familia en nacer fuera de
Italia.
Actualmente reside en Lutz. ¿Qué le impulsó
a establecerse en esa ciudad?
Vivo aquí
desde el 2007. Yo tengo dos hijos. Danilo, el mayor, vive en Lutz. Mi esposa y
yo vivíamos en Fort Lauderdale. Claro, somos una familia muy pequeña, y decidimos
estar, al menos, cerca de uno de los dos, porque el otro, Renato, está en
Boston. El clima nos convenía más en Tampa, ya que a mi esposa, que falleció,
el frío le hacía mucho daño.
¿Cómo se origina la vocación artística
de Tito Capobianco?
La
tuve, casi puedo decir, desde que nací. Vengo de una familia de músicos. Sé que
a los ochos años ya estaba en el escenario actuando. Vi mi primera ópera cuando tenía 10 o 11 años, que fue "Lucia di Lammermoor", de
Donizetti. Estudié canto, música, ballet. Fui actor. Me fascinaba el canto. Siempre
la voz humana me fascinó. Creo que el canto es el sonido más hermoso que ha
creado Dios.
Usted ha sido director de teatro y de
ópera. ¿Cómo precisa eso?
El
director es quien dirige la producción. Todo lo que usted ve sobre un escenario
ha sido creado, dirigido, guiado, dictado por él. Es el responsable de todo
lo visual, de toda esa emoción que produce la escenografía, el vestuario, la
actuación, la interpretación. Y claro, en el caso de la ópera, tiene que haber
un buen entendimiento entre director de orquesta y director de escena. La ópera
está muy bien dividida en dos: el director de todo lo que se ve y el director
de lo que usted escucha. Yo dirijo la escena.
Sabemos que usted es muy famoso en el
mundo operático. Teniendo en consideración que la ópera es una obra dramática, cuyo
texto se canta con acompañamiento instrumental, ¿cuál en el teatro como género?
Fui
actor y director de teatro, actor de cine, director de televisión. Tuve la
suerte de dedicarme a todas estas facetas, hasta comprender que la ópera era lo
que más me atraía. Lo tiene todo:
música, canto, teatro, ballet...¡todo!
Usted reúne todas las cualidades que
debe tener un artista para pararse en un escenario. ¿Después de cierto tiempo,
entendió que podía enfocarlas en la dirección de escena?
Exacto.
¿Cómo fue ese salto?
Es
algo muy extraño. Lo sentí desde el principio. Me gustó siempre estar de los
dos lados del mostrador, como decimos en Argentina: en uno vender el artículo y
en el otro comprarlo, es decir, me gustaba actuarlo yo, pero me gustaba
dirigirlo y decirle a los demás cómo había que hacerlo. Siempre me gustó buscar
la forma diferente y mejor de hacerlo. Si hago algo hoy, yo sé que mañana debe
ser mejor. Esa es una obsesión que tengo, una gran inquietud. Me gusta siempre
buscar una forma diferente, basada en que sea mejor; y más creo en la palabra
magia: esa cosa de crear algo distinto que lo fascine a usted, que lo
hipnotice, para alcanzar lo que llamo 'la total interpretación'.
(Me fascina lo que acaba de decirme
Capobianco. Pausa. Cambio el tono de mi voz y el sentido de la entrevista). ¿Debutó
como director de escena en el Teatro Argentino de La Plata con "Aida"
de Giuseppe Verdi?
Sí,
fui el director de escena más joven que hubo en mi profesión. Debuté el día que
cumplía 22 años, el 28 de agosto de
1953.
Trabajó en el Teatro Colón, debutando
luego en Estados Unidos con "Carmen", en una producción de Philadelphia Grand Opera Company, que protagonizó la mezzosoprano Jean Madeira,
en 1962. Tengo entendido que se radicó
en Estados Unidos ese mismo año. ¿Qué le motivó a tomar esa decisión?
Era un
país que me ofrecía todo. A esa edad [31 años] ya había alcanzado en Argentina
todo lo que podía aspirar. Había dirigido en el Teatro Argentino de La Plata,
en el Teatro Colón, en la televisión. Había actuado en el cine. Había llegado a
ser asesor en el Ministerio de Cultura.
Fue usted director general de las
compañías de ópera de Cincinnati, San Diego y Pittsburgh, además creador del
primer "Verdi Festival", en San Diego, 1978. ¿En cuál compañía permaneció
más tiempo?
En Pittsburgh,
desde el año 1983 hasta el 2000.
En 1989 y 1999, recibió Diplomas al
Mérito de los Premios Konex, que honran a las personalidades/instituciones
argentinas más distinguidas en todas las ramas del quehacer nacional, por su
trayectoria como "régisseur", término usado como sinónimo de director
de escena. Ha tenido a su cargo más de
300 producciones de ópera, teatro y televisión en América Latina, Europa,
Australia y Estados Unidos, así como estableció el récord de haber
dirigido 30 producciones en el Lincoln Center de Nueva York. ¿Qué puede
decirnos al respecto?
Creo
que la producción más espectacular en que trabajé fue el "Mefistófeles" de
Arrigo Boito, que estuvo en cartelera en el "New York City Opera" por
20 años, junto con "Manon" de Massenet, así como "Lucia di
Lammermoor", de Donizetti.
En 2000, fue nombrado "mejor
director de la década" por la Asociación Internacional Giacomo Puccini de
Nueva York. ¿Algún otro premio relevante?
Haber
sido condecorado por los gobiernos de Italia y Francia.
¿Que significa el Premio que usted va a
recibir el próximo sábado, 5 de marzo, en Tampa?
Es un
reconocimiento a mi trayectoria artística. Me siento muy contento de haber
ofrecido a las ciudades de diferentes partes del mundo donde he estado esa obra
cultural que es la ópera, tan difícil de hacer. Mi mayor satisfacción es hacer
feliz a la gente, hacer algo por los demás. No hay mayor placer que ofrecer
algo.
He leído que estuvo casado con la bailarina Elena
"Gigi" Denda, que falleció en 2011. ¿Es cierto que ella puso su
carrera de ballet en segundo plano para asistirle a usted como director de
ópera?
Exacto. Ella fue
la que hizo posible todo. Tenía buen ojo clínico y una memoria espectacular. Conversábamos
lo que yo quería y ella me servía de abogado del diablo, para reconocer qué
había que mejorar.
Se dice que usted es un perfeccionista...
Afortunadamente,
ya que la perfección no existe. A Dios gracias, uno pasa la vida
perfeccionándose en esa búsqueda.
Tito Capobianco fue director general y artístico
del Teatro Colón a partir del 2004. ¿Qué puede decirnos sobre las tramitaciones
que realizó para el regreso del reconocido bailarín Julio Bocca a dicho teatro,
luego de desavenencias con anteriores directivas?
Estuve en el Teatro
Colón solamente por un año y medio. Ahí pasó algo muy triste. Se enfermó mi
esposa, y tuve que traerla a este país porque se acababa todo... Yo fui el
primero en invitar a Bocca porque no entendía por qué no estaba en el Teatro
Colón. Era nuestro primer bailarín y resulta que estaba bailando en Uruguay y
en otros lados porque el Colón no lo entendía. Cierta gente no entiende que
cuando se llega a posiciones así, de genio, como fue Bocca, hay que tratarlos con
guante de oro. No son gentes normales. El artista no es una persona normal. Debe
entenderse eso, para bien, no para mal. Si un artista no actúa como tal, sería
uno más. El artista es diferente, tiene cualidades diferentes, percibe la realidad
de una manera diferente. Dicen que son caprichosos. No lo son. En Colón,
querían verlo como cuando él era cuerpo de baile. Bocca ya no era más cuerpo de baile. Era un
genio, argentino, y no lo supieron entender. Y yo lo primero que hice fue invitarlo.
¿Si no hubiera sido artista, que le hubiera
gustado ser?
Yo tuve la suerte
de hacer toda mi vida lo que me gustó, en relación con el arte.
¿Con cuál movimiento musical se identifica Tito
Capobianco?
Yo soy un
romántico, pero moderno. Me gusta mucho la experimentación. Si usted se queda
solamente en un estilo, se limita.
Su signo zodiacal es Virgo, al igual que Jorge
Luis Borges. ¿Alguna relación con el Maestro?
Lo he leído
mucho. Soy un gran admirador de él.
¿Otra faceta suya?
Me gusta mucho el
deporte. Hasta hace pocos años jugaba fútbol. En estos momentos, mientras hablo
con usted, la televisión está prendida en el partido del Real Madrid y el
Atlético.
¿Cual es su futbolista favorito?
¡Messi! Es el
mejor del mundo.
¿Cuál es la sala de concierto que más le ha
impresionado?
El teatro Colón.
Por eso le llaman el Stradivarius de los teatros de ópera. Allí, acústicamente
se llega casi a una perfección.
¿Qué puede decirnos de su experiencia trabajando
con Plácido Domingo?
Desde un
principio se notó en Plácido que tenía algo especial, que lo hizo triunfar
sobre todas las cosas. Además de tener talento, Dios le dio un ángel.
¿Cuán especiales han sido sus presentaciones en
Latinoamérica?
He trabajado en
Argentina, Santiago de Chile, Uruguay, México y Perú. A México fui cinco o seis
veces al Teatro de Bellas Artes, en las décadas de los sesenta y setenta,
temporadas enteras. He trabajado mucho en Santiago de Chile, y en Montevideo,
con experiencias muy agradables.
¿En Europa?
Trabajé mucho en Alemania. Sin embargo, mi
gran experiencia fue mi debut en París, con la ópera "Il trovatore" de
Verdi. Los argentinos tenemos cierta relación con los parisinos, porque hay
cierto cordón umbilical artísticamente con Paris desde hace muchos años, a tal
punto que cuando llegué a dirigir, me sintieron hablar español, y me dijeron: "Maestro,
por favor, síguenos hablando en español porque le entendemos".
¿Su conexión con Argentina?
Muy lejana. Me
fui hace tantos años de mi país... He vuelto a visitarlo, cuando vivían mis
padres. Le digo una cosa, tengo una costumbre muy especial antes de irme a
dormir, paso por mi computadora y leo el diario La Nación de Argentina, el ABC de Madrid, y el Corriere Della Sera de
Italia.
¿Entonces, su última experiencia en Argentina fue en
el Teatro Colón, en 2004?
Exacto.
¿Planes?
Me gusta la
enseñanza. Mi pasión es enseñar a la juventud. Pasar a ellos todo lo que yo
aprendí en mis 55 años de carrera. Darles la oportunidad de descubrir, de
experimentar.
¿Qué no ha logrado que le gustaría lograr?
Me hubiese
gustado haber sido un gran pianista y un gran director de orquesta, pero no
tengo tiempo.
¿Su relación con "Opera Tampa"?
Tengo muy buena
relación con ellos y su director actual, Daniel Lipton, amigo mío durante mucho
tiempo. Hice muchas clases magistrales cuando tenían un curso de formación para
jóvenes. Yo como director me he retirado, y el maestro Lipton está muy enojado
porque no dirijo más (ríe amigablemente).
¿Algún modelo artístico?
Yo me formé desde
niño en el neorrealismo italiano, con figuras como Vittorio de Sica y Vittorio
Gassman. El actor que más me impresionó fue Laurence Olivier. Cuando hizo
"Hamlet" fui a verlo siete
veces para aprender de él. Otro que me inspiró mucho es el director italiano Federico
Fellini.
¿Algo que le hubiera gustado que le preguntase y
no le pregunté?
Me hubiera
gustado que me hubieses preguntado sobre Messi, pero lo hiciste (ríe
abiertamente).
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