Barroco americano, detalle |
Por Leonardo Venta
Curiosamente publicado el mismo año, 1944, en que salió a la luz Ficciones de Borges y la lezamesca Orígenes, según Octavio Paz, la mejor revista literaria en América Latina, en De la Conquista a la Independencia, Mariano Picón Salas realiza uno de los estudios más lúcidos que se haya escrito sobre el barroco americano.
En lo que Picón Salas llama “El barroco de Indias” sobresalen características como lo dificultoso, el deseo de asombrar, el interés por lo raro, lo desconocido, lo insólito, el énfasis en el saber y el cultivo de la inteligencia, así como la mezcla de lo ilustre con lo vulgar y el deseo de venganza a un orden establecido.
Nuestro barroco ha sido interpretado, erróneamente, como una mera reproducción de los modelos europeos y particularmente de los peninsulares. Además ha servido a la crítica eurocentrista para apoyar la noción de que el desarrollo cultural del colonizado es un reflejo de la cultura del colonizador. Sin embargo, el nivel de conocimiento alcanzado por el colonizado esgrime su identidad a través de discursos mímicos, copia paródica individual y colectiva del centro, en este caso del barroco europeo.
Desde la época virreinal observamos cierta manipulación astuta del discurso de parte de los escritores americanos: el juego de espejos y máscaras, para estructurar y reformar la imagen propia como reflejo y fragmentación de la del otro. Este juego del barroco americano consiste en apropiarse de lo establecido como egregio por una conciencia europeizante, y darle un vuelco para ofrecerle una nueva connotación, en este caso criolla.
El barroco americano ingenia una realidad nueva, duplicándola, espejeándola, y a través de esta copia, que deja de ser copia por su valor intrínseco de originalidad, suplanta el modelo del que parte, con una genialidad tal que lo metamorfosea en nueva creación. En España, el barroco significó el arte de la Contrarreforma abanderada por la Iglesia Católica para oponerse al protestantismo; en América, es al arte de la Contraconquista en la búsqueda de una identidad diferenciada de la peninsular.
Mabel Moraña en su ensayo “Apologías y defensas: discursos de la marginalidad en el Barroco hispanoamericano” afirma: “Alabar al otro, al igual que defender lo propio, son operaciones que remiten, dentro de la cultura del Barroco, a distintos niveles de la controversial epocal entre autoridad y subalternidad, fe y razón, escolasticismo y humanismo, centralismo y marginalidad. Las antitesis, claroscuros y máscaras barrocas, encuentran expresión a través de esta dialéctica que elogia hiperbólicamente al Otro al tiempo que impugna sus bases ideológicas, o afirma la identidad del Yo haciendo uso de los recursos de la modestia afectada o adhiriendo a los ritos de la celebración y la obediencia”.
Picón Salas propone una visión del barroco relacionada con la búsqueda de una identidad cultural latinoamericana que intenta rellenar esa laguna histórica, el vacío al que se refiere Carpentier, que va desde la Conquista hasta la Independencia, y que saturada de “contradicciones y complicaciones” se proyecta hacia nuestro presente: “La época colonial, y especialmente el período barroco… es el más desconocido e incomprendido en todo nuestro proceso cultural-histórico. Sin embargo, fue uno de los elementos más prolongadamente arraigados en la tradición de nuestra cultura… Pesa en nuestra sensibilidad estética y en muchas formas complicadas de psicología colectiva”.
La creación de los escultores del Barroco Americano se asemeja y está a la altura de los arquitectos góticos, escondiendo el mensaje y la verdad a los ojos del amo.
ResponderEliminarEl barroco americano es metáfora, es la escritura indígena sobre el libro europeo.
Es un punto alto dentro de la creación americana que debería enorgullecernos. El barroco americano es osadía y humor.
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