Raúl y su amada esposa
Carmen
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(A la memoria de Raúl García Huerta)
Por Leonardo Venta
Se te borró la
sonrisa, amigo,
el entusiasmo.
Se te apretaron
los labios
y se te doblegó
la mirada,
como quien no
encuentra ese "hermano
que llevarse a la
boca",
o no divisa la
mano extendida
que antaño bosquejara
su jubiloso idealismo.
Pintor de sueños,
poeta,
dramaturgo,
sabio humilde
jovial maestro,
la nostalgia de
Carmen te encorvó el deseo de vivir,
en ese su paulatino
prolongado silencio
rumbo a la
eternidad.
¿Qué pensarías en tu irremediable hora?
¿Repasarías el último
parlamento del personaje protagónico
de tu tablado de duendes,
desde esa
inexplicable dimensión llamada sueño,
o una turbia nada
nublaría tu horizonte?
Sea lo que fuere,
que no pude
compartir contigo,
me arropo de tu senectud
de claustro,
anegada en esa inmerecida
soledad
cósmica de hombre
bueno.
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