Por Leonardo Venta
(A mi madre)
(A mi madre)
Quiero ser libre
para pronunciar tu signo
sobre el teclado
de mis ausencias.
Quiero danzar
contigo sobre el firmamento –que adivina mi instinto–
aderezado de
flores.
Quiero abrigarte
con estos veranos repetidos de bancos, estrellas,
humo, navajas,
lunas, firmamentos…
Quiero besar este vacío con el amor despierto,
hacerte poema,
luz, estela, aspergio,
puericia,
almohada, sagrada cómplice.
Tengo hambre
cósmica
Pronunciaré tu nombre en la
nocturnal sentencia de cada despedida,
en cualquier
idioma, con cualquier acento.
Notas graves,
negras, ennegrecidas quiero…
notas que rasguen
nuestros duendes
y desperecen
nuestros muertos.
Quiero los
risueños rábanos sobre mi ensalada de
tímido niño ante tu calidez solícita …
Quiero tu alegría
de entrega, de pizzas, de sacrificios;
quiero tu última
mirada, la imaginada…
la no compartida.
Cuán pobre
escribo, tan pobre como mi alma…
Soñemos, soñemos,
soñemos…
Carros juegan sobre
mi cabeza, en carrera de luces y sirenas.
Desvelo de
teclado… visítame de madrugada… ¡visítame!
Cuando nadie lo
entienda, ni yo mismo, notas graves, graves, junto a otras cristalinas,
recorren mis
párpados y tejados sin bienhechoras hadas. Visítame azul…. visítame y retrocedo…
espurio... no entiendo… no te encuentro… ni azul ni gris… no te encuentro… no
te encuentro…
(6 de septiembre de 2013, 1.59 a.m.)
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