Roland Manteiga y Jimmy Carter, en "La Tropicana Café" de la floridana ciudad de Ybor, durante la campaña presidencial de 1976
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Por Leonardo Venta
En 1920, la
ciudad de Ybor contaba con 12 mil tabaqueros. Junto a ellos despuntaron también
los lectores, que, como el nombre lo indica, leían y comentaban a los torcedores
de tabaco –en horas laborales– los diferentes diarios y las obras más notables
de la literatura universal. En ocasiones, se las ingeniaban para hacer
traducciones improvisadas al español de textos en inglés.
El inmigrante cubano Victoriano
Manteiga, al segundo día de su llegada a Estados Unidos, en 1913, comenzó a
trabajar como lector en una fábrica de tabacos de West Tampa. Ese mismo
Victoriano, 9 años más tarde, fundaba La Gaceta, semanario que celebra esta semana su onomástico número 95 con una voluminosa tirada aniversario.
Ya para la fecha en que se fundó La
Gaceta –la única publicación trilingüe (español, inglés e italiano) de Estados Unidos y, a su vez, la
más antigua en manos de dueños minoritarios– Victoriano y su esposa Ofelia
compartían la alegría de su pequeño Roland de 2 años.
Victoriano le había propuesto al
doctor José Ramón Avellanal fundar un periódico en español. El solidario
galeno, a pesar de lo incierta que parecía esta empresa, apoyó a Manteiga.
Avellanal contactó a las impresoras de Mascunana y, en ese mismo año, el 22 de
mayo de 1922, los esfuerzos combinados de ambos hombres cristalizaron en la
primera edición de La Gaceta.
Desde su primer bostezo, el
periódico le brindó más importancia a la calidad de lo publicado que a la
cantidad de ejemplares. Victoriano pronto se granjeó el respeto de la comunidad
de Tampa. Mas no todo fue color de rosa. En octubre de 1929, la Gran Depresión
estalla a nivel mundial. Si bien, el enorme espíritu de sacrificio de la familia
Manteiga preservó el periódico.
Una década después, el estallido de
la Segunda Guerra Mundial trajo cambios drásticos para las floridanas ciudades de Tampa e
Ybor. Se colmaron de gran fervor patriótico. La circulación del periódico y el
número de sus páginas se duplicó. El pequeño Roland, ya todo un hombre, integró
las fuerzas militares estadounidenses que se dirigieron a la conflagración bélica.
A su regreso, se reintegró más
activamente a las labores en el periódico. Es durante esta etapa que el diario
pasó a ser bilingüe, para más tarde convertirse en una publicación trilingüe. Sin
embargo, con la naciente popularidad de la radio y la televisión muchos
lectores dejaron de subscribirse a esta publicación. Así describía Roland
Manteiga esta difícil etapa: “Usted tiene una publicación pequeña y tiene que
idear maneras para existir y subsistir… Es realmente un negocio muy duro. Yo
recuerdo a principios de los años cincuenta cuando tuvimos que dejar de ser un
diario, para convertirnos en un semanario.
No puedo enumerar los años en que ganaba 5, 6, 7 dólares semanales. Es
un gran sacrificio… Trabajar 14 horas diarias no era un práctica
desacostumbrada”.
La viuda de Roland Manteiga, Peggy,
quien a sus 84 años todavía se mantiene activa en este semanario, en una
oportunidad me confesó: “Me casé con Roland en 1960. Fue una época cuando la crisis con Castro
aterrorizó a muchas personas. Muchos anunciantes retiraron sus anuncios y no
teníamos suficiente dinero para sufragar los gastos. Tuve que incorporarme a
trabajar en el periódico para ayudar a mi esposo. Trabajé por cinco años sin
recibir salario. Por eso amo tanto a esta publicación y la considero tan mía. Todavía
me emociono cuando vengo a trabajar”.
El
fuerte espíritu de lucha de Roland, similar al de su padre Victoriano, le permitió
mantener con vida el negocio. Fundó su columna “As We Heard It (Tal como
lo hemos oído)". Con este espacio fijo, que
creció en popularidad, La Gaceta se convirtió en un importante eje político de
la ciudad, el cual todavía mantiene. Líderes mundiales y nacionales han visitado sus
oficinas en numerosas ocasiones.
Con la muerte de Roland Manteiga, en 1998, su
hijo Patrick heredó la dirección del semanario, así como la columna “Tal como
lo hemos oído”, siguiendo fielmente las pisadas de sus predecesores. Bajo esta
nueva disposición, La Gaceta continúa siendo un negocio familiar en que laboran
la esposa y la madre de Patrick, Angie y Peggy, respectivamente.
Sin embargo, el reto que encara
Patrick Manteiga es quizá mayor que el de sus antecesores. Las corporaciones
que poseen y controlan los grandes medios de información en Estados Unidos
–prensa, radio y televisión– constituyen un peligro para los negocios más pequeños. Patrick está consciente de esta realidad.
–prensa, radio y televisión– constituyen un peligro para los negocios más pequeños. Patrick está consciente de esta realidad.
En una vista realizada el 30 de
abril de 2007 en Tampa, ante la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), el
señor Manteiga declaró: “Yo represento una especie en peligro en esta era
moderna de las comunicaciones. Mi familia posee un pequeño periódico… A través
de los años hemos visto como pequeñas publicaciones han sido absorbidas por las
grandes conglomeraciones. Han perdido su propia voz editorial y han dejado de
enfocarse en las comunidades a las que deben sus servicios”.
Para el editor en español de La
Gaceta, Gabriel Cartaya, esta casi centenaria publicación tiene una
significación especial. “La Gaceta es un patrimonio cultural de la ciudad de
Tampa, no sólo porque es fuente imprescindible donde encontrar casi cien años de
su historia, sino, también, porque en sus páginas han encontrado espacio los
acontecimientos más importantes de la nación y de la humanidad”, nos ha confesado.
Por otra parte, entre las distinguidas
personalidades de nuestra comunidad, el honorable juez Emiliano J. Salcines –quien
ha conocido a los tres directores de este periódico, Victoriano, Roland y
Patrick– ha resaltado la importancia histórica de La Gaceta., como "fuente
de una valiosa cantidad de documentos históricos de nuestra ciudad que se
encuentran en el departamento de colecciones especiales de la Universidad del
Sur de la Florida”.
Al preguntarle al señor Patrick
Manteiga cuál es la fórmula que ha permitido que su publicación haya
sobrevivido por tantos años, afirma: “Mi padre y mi abuelo entraron en este
negocio por amor a la comunidad, por amor al periodismo. Si usted se dedica a
este tipo de negocio solamente por amor al dinero, fracasará. Este periódico ha
sobrevivido por el respeto y la dignidad que se le otorga a la publicación en
sí, y a la comunidad que representa".
Al formularle, privadamente, la
misma pregunta a la señora Manteiga, nos ofrece una respuesta similar: “El
periódico ha sobrevivido por tantos años por la calidad del mismo. Me refiero a
la calidad de los escritos, las historias, la editorial. Una cosa que mi esposo comparte con el legado
de sus precursores es el fuerte compromiso con la comunidad latina, por encima
de cualquier beneficio monetario”.
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