La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

viernes, 17 de marzo de 2017

El grupo musical "Tiempo Libre" reaparece en Tampa: entrevista a su director Jorge Gómez

Esta es la cuarta oportunidad que "Tiempo Libre" se presenta en Tampa

Por Leonardo Venta

Los amantes de la música cubana y el jazz latino no pueden desperdiciar la oportunidad de asistir al concierto que ofrecerá la destacada agrupación “Tiempo Libre" el próximo viernes, 10 de marzo, a las 7:30 p.m., en la Sala Ferguson del Straz Center de Tampa.
            El director musical Jorge Gómez al piano; Raúl Rodríguez, trompeta; Leandro González, congas; Cristóbal Verdecia, bajo; Israel Morales Figueroa, tambor; Xavier Mili, cantante; así como Luis Beltrán Castillo, saxofón y flauta, ofrecerán un concierto bajo la sombrilla de esta admirable agrupación musical.
             A partir de su fundación en 2001, en Miami, "Tiempo Libre" ha velado con celo el legado musical cubano, preservando su legitimidad y pureza, refrescándolo con un sonido actual, dentro del proceso de transculturación al que ha sido expuestos a través de su experiencia en Estados Unidos, e incluso desde Cuba.
            Compartir escenario en el Festival de Ravinia –el más antiguo de los eventos musicales al aire libre de Estados Unidos– con la legendaria Celia Cruz en el 2002, y el año siguiente con Aretha Franklin; realizar innumerables conciertos, con localidades agotadas, en múltiples prestigiosas salas de teatro y festivales alrededor del mundo, son simples indicadores de la enorme calidad de esta banda.
            En 2009, sus integrantes fueron invitados al popular programa televisivo estadounidense “Dancing with the Stars”, donde recibieron una ovación de pie por parte de la audiencia. Se han presentando asimismo en “The Tonight Show" y "Live from Lincoln Center”. Entre sus siete producciones discográficas, tres han sido nominadas a los premios Grammy: en dos ocasiones al mejor álbum latino tropical, y en otra al mejor disco de salsa/merengue.
            Dentro de su ocupada agenda de trabajo –conciertos en Estados Unidos y el resto del mundo, grabaciones, clases magistrales, proyectos teatrales– su director Jorge Gómez –con quien dialogáramos en 2013, a raíz de tres presentaciones de su agrupación con la Orquesta de la Florida– nos ha vuelto a conceder una entrevista.

¿Cómo nace y se desarrolla “Tiempo Libre”?

            Nacimos en Miami a finales del 2001, en aquel entonces trabajábamos con diferentes artistas, algunos músicos con Celia Cruz, otros con Cachao, yo trabajé con Albita Rodríguez; entonces, en nuestro 'tiempo libre' –de ahí nace el  nombre del grupo– nos reuníamos para hacer ‘descargitas’ musicales. Primero, empezamos tocando jazz, luego tocábamos música cubana, después clásica y ahora de todo un poco.

¿Otros elementos que complementan el desempeño de Tiempo Libre?

            Hemos seguido la misma línea, trabajando con orquestas sinfónicas, dando conciertos de timba y jazz, clases magistrales –para niños, estudiantes universitarios e incluso maestros–, y también el musical "Cuba Libre", basado en los años cuando los integrantes de nuestra agrupación llegamos a Estados Unidos. Presentamos la obra en Portland, Oregón, un año atrás, y fue un éxito rotundo. Supuestamente, íbamos a estar allí quince días y estuvimos dos meses.


¿Dónde residen los integrantes de la agrupación?

            Los sietes integrantes del grupo vivimos en Miami.

¿Cuáles han sido las influencias que conforman el estilo de Tiempo Libre?

            Siempre ha sido la música con la cual nosotros crecimos en Cuba, ya sea por la parte cubana o la norteamericana. Por el lado cubano, influyó la música que interpretó la vieja trova ... el jazz, Bebo Valdés, Chucho Valdés, Irakere, Afrocuba, Cuarto Espacio, todos los grupos que tocaban en los festivales de jazz que existían allá. Por la parte norteamericana, nos marcaron positivamente los más sobresalientes artistas de aquella época, Chaka Khan, Kool & The Gang, Michael Jackson, Stevie Wonder, Earth, Wind & Fire.

Teniendo en consideración la formación clásica de los integrantes de Tiempo Libre, ¿cómo valoras la dicotomía entre la música clásica y la popular?

            Esa dicotomía ha existido toda la vida. Si bien, las orquestas clásicas están incorporando la música popular a sus programas de concierto para sobrevivir. En el caso nuestro, en alguna etapa de nuestra formación musical hemos sido intérpretes de música clásica.

¿Tienes en consideración la formación clásica de los músicos a la hora de aceptarlos dentro de tu  agrupación?

            No se buscan los músicos porque hayan estudiado música clásica. La mayoría de nosotros estudiamos en la Escuela Nacional de Arte (ENA) de La Habana. Todos nos conocemos de esa escuela. Una vez que tú recomiendas a alguien que haya estudiado en ese lugar, ya sabes que es buenísimo, ya sea tocando clásico, jazz o música cubana.  

¿Hasta que punto se balancean las composiciones nuevas y las piezas icónicas de la música cubana en el repertorio de Tiempo Libre?

            En el primer disco que hicimos, "Timbiando", sí teníamos 'covers', como le dicen aquí, es decir, canciones conocidas en Cuba, como "El cuarto de Tula" y "Lágrimas negras". Pero ese fue el único con ese formato, porque constituía la puerta para que el mundo conociera que nosotros somos cubanos y que veníamos representando la cultura cubana pero con nuevos arreglos. A partir del segundo disco, todos fueron arreglos hechos por nosotros, canciones hechas por nosotros, basados en la timba y el jazz. Siempre agregamos a cada disco un tema tradicional cubano y un tema de jazz, excepto el último, porque es muy diferente al resto.

¿Cómo se llama el último disco y por qué es diferente al resto?

            El disco se llama "Panamericano". Salió a la luz el 2015, basado en colaboraciones con talentosos artistas de diferentes países, todos cantando timba. El disco tiene 10 canciones, en ocho de ellas compartimos con Descemer Bueno (autor del éxito musical "Bailando", Jean Rodríguez (hermano de Luis Fonsi), Mr. Haka (un rapero de Miami), Frankie J. (exmiembro de Kumbia Kings), Yunel Cruz (bachatero), Luis Fernando Borjas (exmiembro del grupo venezolano Guaco), entre otros.

Sé que eres hijo del gran maestro del teclado Jorge Gómez Labraña, considerado –junto a Jorge Luis Prats y Frank Fernández– entre los grandes pianistas clásicos de su tiempo en Cuba.¿Cuál es la mejor enseñanza que te dejó tu padre?

            Me dejó muchas enseñanzas. Lo que más me sorprendió es que él aceptara quién iba a ser yo y cómo yo iba a dirigir mi vida. Él quería que yo fuera un gran concertista. Me obligaba a estudiar muchas horas. Él esperaba que un día yo pudiera ser mejor pianista que él. Pero todo eso fue imposible. Él tenía un talento increíble, inigualable. Segundo, la música clásica me gusta, pero estamos tratando música que alguien ya escribió. A mí me gusta escribir y que otros interpreten mis canciones. Tercero, el mundo clásico se rige mucho por normas y soy una persona que no sigue las normas.

            En 2012, la Orquesta de Cleveland, bajo la dirección de Giancarlo Guerrero, invitó a Tiempo Libre a participar en un programa bilingüe de conciertos familiares educativos durante la residencia anual de la Orquesta en el Adrienne Arsht Center, en Miami.¿Cómo catalogas esa experiencia?

            Es importante el concepto que se vive en esos momentos. Son momentos tensos, en que estás trabajando con los mejores directores, como es el director de la Orquesta de Cleveland, una de las orquestas sinfónicas más importantes del mundo. Es como un sueño hecho realidad, porque todavía no te lo crees. Todos los músicos te están respetando porque saben que si ese director ha escogido a tu grupo es porque es bueno. 
             
Se dice que la ‘timba’ identifica a la agrupación. Para los que no están familiarizados con el término, ¿qué es timba?

La timba es básicamente la mezcla de todos los géneros cubanos con el jazz. El primer grupo que hizo timba en Cuba, el que la inventó es “Irakere”. En contraste con el son –la salsa–, la instrumentación de la timba es diferente. La salsa se toca con timbales, con un bajo acústico y con un piano, mientras la timba se interpreta con una batería, el timbal, un bajo eléctrico –que generalmente tiene cinco o seis cuerdas–, un piano y un teclado. La timba es un ritmo más rápido, tiene más energía que el son o la salsa, y es menos romántico.

¿Cómo podemos contrastar una pieza musical interpretada al estilo de timba con otro estilo cubano?

Yo voy a hacer eso en este concierto. Por lo general, siempre lo hago. No sólo tú me lo has preguntado. Me lo preguntan frecuentemente. Yo voy a interpretar "El cuarto de Tula" a modo de son y luego lo tocaremos en estilo de timba. Hasta que no lo escuches no podrás apreciarlo correctamente.

¿Es la timba el sello del grupo?

            Nos identifica más el ser camaleónicos. No es por un problema de sobrevivencia –si estamos hablando de música– sino que somos capaces de transformamos. Hay grupos que sólo pueden tocar timba. Nosotros tocamos el jazz, acompañamos a músicos como Gloria Estefan, Joshua Bell, Sir James Galway, tocamos con orquestas sinfónicas, impartimos clases, hacemos obras de teatro, vamos cambiando de color de acuerdo a la temporada.

¿Cómo fue la experiencia con Gloria Estefan?

            Esa es una producción que hizo Joshua Bell, "Musical Gifts from Joshua Bell and Friends", con quien ya habíamos trabajado anteriormente. Él estaba haciendo un disco navideño. Hizo la propuesta a Gloria Estefan, a través de Sony, y grabamos la canción en el estudio de los Estefan, Crescent Moon. Fue una experiencia estelar, al mismo tiempo era divertido. Después de eso hicimos una presentación con Joshua Bell y Gloria Estefan en "The Queen Latifah Show", en Los Ángeles.  

  ¿Qué hará especial al concierto de este viernes? 

           Vamos a tocar timba dura y agresiva para bailar toda la noche. Habrá dos sets de 45 minutos cada uno. Tenemos 7 discos y vamos a tocar canciones de cada disco. Cada set lleva alrededor de 8 canciones para un total de 16. En ese programa vamos a interpretar también canciones tradicionales cubanas, porque hay que darle a cada cual un poquito de lo que le gusta.  

viernes, 3 de marzo de 2017

Al teléfono con Juan Manuel Cañizares: a raíz de su primera aparición en el área de la bahía de Tampa

Cañizares ha sido el primer y único guitarrista flamenco invitado por la Orquesta Filarmónica de Berlín

Por Leonardo Venta

     "La experiencia de Dalí" es un programa de concierto que la Orquesta de la Florida ha dedicado a la música que inspirara al pintor y escultor catalán Salvador Dalí, uno de los líderes del movimiento surrealista de las artes plásticas.
El destacado guitarrista Juan Manuel Cañizares, directamente desde España, interpretará el "Concierto de Aranjuez" de Joaquín Rodrigo. El programa lo integra también la música para el ballet "El sombrero de tres picos", basado en la novela homónima del escritor Pedro Antonio de Alarcón, con música del compositor Manuel de Falla y la intervención de nueve bailarines de la Universidad del Sur de la Florida, bajo la dirección coreográfica de Paula Núñez.
Por otra parte, se ofrecerá "La Valse", un poema coreográfico para orquesta de Maurice Ravel. Complementa la función el Preludio y Liebestod (apertura y muerte de amor) de la ópera "Tristán e Isolda" de Richard Wagner, con la intervención de la mezzosoprano cubana Yetzabel Arias Fernández, una de las mejores intérpretes especializadas en el repertorio de la música barroca y antigua. Todos estarán bajo la batuta del prestigioso director Michael Francis.
Cañizares, que hará su primera aparición en el área de la bahía de Tampa, conversó con este espacio sobre su carrera, ofreció comentarios del instrumento de mástil largo con trastes y cuerdas que magistralmente entona, así como brindó detalles de su vida. Aquí les ofrecemos lo que nos relató telefónicamente directamente desde España.

¿Cómo le gustaría a Juan Manuel Cañizares presentársenos?

Me preguntas cómo me gustaría presentarme a tocar. Pues, sencillo, siendo muy honesto con lo que llevo, dándole un aire español a los conciertos. Llevando un poco el alma del flamenco al escenario y tratar de transmitirlo al público de la mejor manera posible.

¿Cómo evoluciona tu vocación artística?

Aunque yo nací en Cataluña, en una ciudad que se llama Sabadell, mis padres son de Málaga, Andalucía. Desde muy niño yo escuchaba flamenco en casa. Mi padre cantaba. Venían muchos amigos. Después, en la provincia de Barcelona, en los pueblos, habían muchas peñas flamencas, de andaluces y gente del sur. Cada fin de semana se cantaba flamenco, se tocaba la guitarra y se bailaba en la peña. A los seis años yo ya tocaba la guitarra. Escucho flamenco desde que tengo uso de razón. El haber vivido esa experiencia desde la niñez es muy importante para luego poder expresarme mediante el lenguaje flamenco. Y eso es lo que me ha pasado. Para mí, el flamenco es como el lenguaje, algo muy natural.

¿Qué relación hay entre la música flamenca y la guitarra clásica?

Hay mucha relación. Manuel de Falla, Albéniz, Granados, Turina fueron compositores que se fijaron mucho en la guitarra flamenca, y en el flamenco en sí, para componer sus melodías. Es decir, se inspiraron en el flamenco. Yo creo que ambas guitarras, tanto la clásica como la flamenca, cada día están más cercanas porque en el fondo el lenguaje de la música es uno y es universal.

"La experiencia de Dalí" es el título que identifica a los tres conciertos en que intervendrás este fin de semana. ¿Consideras que existe alguna relación entre estas funciones y la experiencia de Dalí?

En el caso del "Concierto de Aranjuez", la pieza que yo interpretaré, existen muchas melodías relacionadas con vivencias españolas, y ,por consiguiente, ha sido un terreno común para Dalí, así como para muchos grandes pintores y artistas en general. Considero que está muy bien el título.

Tengo entendido que es la primera ocasión que viajas a Tampa y te presentas con la Orquesta de la Florida. ¿Qué referencias tienes acerca de esta  agrupación?

Sí, es la primera vez que vengo a Tampa y me presento con la Orquesta de la Florida. Sus integrantes son muy buenos músicos. Aparte de tener una formación excelente como intérpretes, tienen el ritmo, elemento fundamental para interpretar la música española.

¿Cómo surge la idea de estas presentaciones con la Orquesta de la Florida?

El director Michael Francis y yo coincidimos en unos conciertos en Suecia, el año pasado. En aquella ocasión, interpreté el "Concierto de Aranjuez". Hicimos muy buena química. Él es un gran director, muy rítmico. Le gustó como yo interpretaba la composición de Joaquín Rodrigo. Aquel encuentro, determinó este viaje a Tampa.

¿Qué significación tiene para ti este viaje a Tampa?

Para mí, lo fundamental es que la gente sea feliz, que vaya al concierto, se la pase bien y tenga una experiencia maravillosa. Todo lo  hacemos para el público. Y eso es lo que trataré de conseguir cuando toque en Tampa.

Joaquín Rodrigo murió en el año 1999. ¿Tuviste la oportunidad de conocerlo?

Lo vi en un concierto de Paco de Lucía, en 1991, en el pueblo Torrelodones, en Madrid. El maestro Rodrigo estaba en el público para escuchar el "Concierto de Aranjuez". No tuve la oportunidad de saludarlo.

 He leído que has compartido escenarios y grabaciones con grandes artistas, entre ellos el compositor y guitarrista cubano Leo Brouwer, ¿qué puedes decirnos al respecto?

Actué en el teatro Amadeo Roldán de La Habana, en 2004. Ese mismo año, fui invitado por el maestro Leo Brouwer al "Festival Internacional de Guitarra de la Habana". Antes de conocerlo, cuando estudiaba en el Conservatorio, siendo un niño, yo ya tocaba sus estudios. La música de Leo se estudiaba en España desde hacía muchos años. Claro, para mí conocer al maestro Leo Brouwer fue una satisfacción enorme. Cuando tocas la música de una persona que no conoces y tienes la suerte de conocerla, y además que te llame para colaborar en el "Festival Internacional de Guitarra de la Habana", es algo fantástico. Y dicha relación, a partir de ese año, se estrechó de manera amistosa y profesional.

El maestro Paco de Lucía te ofreció unirte a sus espectáculos. De esa forma, durante 10 años (1988-1998) le acompañaste en los mejores escenarios del mundo. Finalmente, decidiste emprender tu carrera como solista. ¿Hasta qué punto esta información es correcta?

Se puede decir que sí. Sin embargo, paralelamente a las giras de Paco ya yo grababa mis propios discos como solista. Yo empecé a tocar a los seis años de edad y mi propia música empecé a sacarla con 8 y 9 años. A partir de ahí, lo de componer el flamenco era algo que ya me venía muy natural. Siempre he estado componiendo, cuando iba con Paco y cuando no iba con Paco. Como solista se puede decir que sí he tenido más trayectoria a partir de que saliera del grupo de Paco. Pero yo venía componiendo mi propia obra desde hacía mucho años.

Tu primer trabajo como solista fue el disco "Noches de imán y luna" (1997). ¿Cuál es tu último trabajo?

Acaba de salir una trilogía de investigación sobre la música del maestro Enrique Granados.

¿Continúas tu trabajo de maestro de guitarra flamenca en la Escuela Superior de Música de Cataluña?

Sí, continúo allí. Afortunadamente, desde hace unos años, en varios conservatorios en España se está estudiando el flamenco como música culta y accesible a la gente que quiera tener un título oficial, para profesionalizar más el flamenco a nivel de instituciones.

Siendo tu procedencia  andaluza, ¿qué significa para ti el término flamenco, independientemente de la definición que pueda ofrecer cualquier diccionario?

Cuando tienes una experiencia en la vida, sea dolorosa o alegre, necesitas expresarla. Al final todos somos iguales. Lo importante es que la emoción esté ahí. Toda la música es muy de raíz, muy del pueblo. Por eso creo que el flamenco se ha universalizado, ya que los sentimientos que expresa nos pertenecen a todos.

 Leí que, cuando tenías 13 años, tu padre y tu hermano mayor te llevaron a un concierto de Paco de Lucía en el Teatro Griego de Barcelona. Se dice que prácticamente te colaron en el camerino para que Paco te escuchara tocar la guitarra. ¿Podrías detallarnos esa experiencia?

            (El tono de su voz se proyecta complacido) Yo tenía 13 años e iba en pantalón corto. Era un niño. Fui allí con mi padre y mi hermano. Antes, ellos hablaron con el hermano de Paco de Lucía, Ramón de Algeciras. "Mira, Ramón, te he traído a mi hijo para ver si Paco lo puede escuchar", le dijo mi padre. Ramón me escuchó primero. Él me pidió que le tocara algo. Le toqué una par de temas míos, una rondeña y una granaína, que son dos palos de flamenco. Ramón dijo: "Vale, no os preocupéis. Después del concierto veniros al camerino que yo os presento a Paco".
            En efecto, al terminar el concierto, Ramón nos llevó al camerino. Cuando llegué allí, yo pensaba que iba a estar Paco de Lucía solo. Estaba Paco de Lucía y 15 aficionados que habían ido a saludarlo al camerino. Yo quería que me tragara la tierra. Yo estaba muy nervioso. Empecé a tocar delante de Paco. No me atrevía ni a mirarle a la cara. Entonces, cuando escuchaba que Paco de Lucía decía ¡Ole! y se emocionaba de lo que yo tocaba, pensé: "Parece que le está gustando". Eso me dio mucha alegría. 
           En aquella época, Paco me dijo algo que luego ha sido muy significativo en mi vida. Me expresó: "Sigue estudiando, que cuando seas grande te llamaré". En efecto, seguí estudiando y trabajando. Cuando yo tenía 22 o 23 años, sonó el teléfono de mi casa. Cogí el teléfono y dije: "¿Quién es?". Una voz me respondió: "Soy Paco, Paco de Lucía, quiero que te vengas a trabajar conmigo".  A mí se me cayó el teléfono al suelo. Para mí aquello era un sueño. Me hizo mucha ilusión y ahora lo recuerdo con mucho cariño. Aprendí muchísimo a la vera de Paco de Lucía. Teníamos giras de dos o tres meses, y cada día había un concierto, prácticamente alrededor del mundo. Cada noche yo estaba delante de una persona que me estaba dando una Clase Maestra en el escenario. ¡Imagínate durante diez años¡
             
¿Por qué te separaste de Paco de Lucía?

            Yo estaba muy a gusto. Vivía muy feliz trabajando con Paco de Lucía. Sin embargo, las giras eran muy largas y agotadoras. Yo necesitaba tiempo para componer, para hacer mi música. En un descanso entre gira y gira  había cuatro o cinco meses entre una y otra–, yo hablé con Paco y le expliqué. El lo entendió perfectamente. Quedamos muy amigos. Fuimos muy sinceros. Le di tiempo para que encontrara otra persona. A petición de Paco, le grabé un video para que el guitarrista que me sustituyera pudiera estar preparado al observar la manera en que yo hacía mi trabajo. Fueron diez años de una experiencia maravillosa.

Quizá no sea justo comparar a Andrés Segovia y Paco de Lucía, a pesar de que son dos de los guitarristas más grandes de los últimos tiempos, posiblemente de todos los tiempos. Sin embargo, se dice que una de las directrices de Segovia era "elevar" la guitarra sobre lo netamente folclórico en la esfera sinfónica. En tanto, Paco de Lucía se mantuvo fiel a la pasión folclórica, o duende del flamenco. ¿Qué puedes comentarnos al respecto?
           
            Son dos mundos diferentes. Aunque ambos interpretan la guitarra española, no se pueden comparar. Yo, egoístamente, me quedo con todo el pastel. Me quedo con la música del maestro Segovia y me quedo también con la fantástica y maravillosa música de Paco de Lucía. Son maestros, cada uno en su campo.
            Yo tengo amigos que son guitarristas clásicos y coincidimos en que lo importante es la música, da igual que uno toque la guitarra flamenca y otro la clásica. Lo que no da igual es que el intérprete no transmitan. Lo importante es transmitir emociones. Son músicas diferentes que no se pueden escuchar desde la misma frecuencia. Los profesionales no creemos que exista rivalidad entre la guitarra clásica y la música flamenca. Nos quedamos, como te dije, con todo el pastel. Considero que es la forma más racional de entender la música.
           
He podido deducir que no solamente la interpretación es importante para ti, sino también la composición. ¿Qué significa componer música para ti?

            Componer es una forma de estar vivo, en el sentido espiritual. En ese proceso, estás tratando de sorprenderte a ti mismo, de inventar algo que no hayas imaginado anteriormente. La composición es difícil. Te lleva muchas horas, y muchas veces no sabes por dónde salir y cómo continuar una melodía. Sin embargo, de pronto te llevas la gran sorpresa y alegría de conseguirlo. En ese momento te sientes vivo y experimentas la satisfacción de que todo el esfuerzo ha merecido la pena. Cuando consigues dar en la tecla para que aquello funcione, te sientes renovado.

¿Cuál es tu composición más entrañable?

            Una de las composiciones musicales más entrañables que he creado ha sido el concierto que le dediqué a Paco de Lucía para guitarra y orquesta clásica, que se llama "Al-Andalus". Cuando él falleció, yo era una de las personas que portaba el féretro camino al cementerio. De todas esas vivencias compuse un concierto triste, que refleja por un lado la alegría de haber sido amigo de Paco y haber vivido muchas giras y momentos con él. Por otro lado, la tristeza de que ya no estaba, Todas esas emociones están reflejadas en ese concierto. Para mí es algo más que notas, más que sonidos. Es mi homenaje sincero a un amigo que ya no está, por eso para mí es un concierto muy significativo.

¿Tus planes inmediatos?

            Luego de un concierto que tengo en España, en el Teatro Lleida, el día 10 de marzo, dedicado a Enrique Granados, dejo la guitarra y me voy unos días a Francia de vacaciones. Llevo mucho tiempo en el estudio de grabación trabajando en la "Trilogía de Granados" y necesito un poco de descanso.
            Estoy concentrado en el proyecto de un disco de música flamenca compuesta por mí que saldrá este año. Estoy también trabajando en una Trilogía de Joaquín Turina y un encargo que tengo para el año que viene que consiste en componer un concierto para guitarra y orquesta. Si a eso le añadimos conciertos y giras que tengo, no se me puede pedir más, porque es bastante.

¿Cuál consideras sea tu logro más grande como artista y ser humano?

           Lo que más me ha hecho feliz es ser consciente de mis limitaciones y ,dentro de esas limitaciones, tratar de ser feliz.

                                                                              

domingo, 19 de febrero de 2017

La Orquesta de la Florida presenta "La experiencia de Dalí"

El destacado guitarrista español Juan Manuel Cañizares interpretará el "Concierto de Aranjuez" de Joaquín Rodrigo, junto a  la Orquesta de la Florida, en las ciudades floridanas de Tampa, Clearwater y Saint Petersburg
Por Leonardo Venta 

"La experiencia de Dalí" es un concierto que la Orquesta de la Florida (TFO, por sus siglas en inglés) ha dedicado a la música que inspirara a Salvador Dalí. El destacado guitarrista español Juan Manuel Cañizares interpretará el "Concierto de Aranjuez" de Joaquín Rodrigo. El programa lo integra también la música para el ballet "El sombrero de tres picos", basado en la novela homónima del escritor Pedro Antonio de Alarcón, con música del compositor Manuel de Falla y la intervención de nueve bailarines de la Universidad del Sur de la Florida. Por otra parte, se ofrecerá "La Valse", un poema coreográfico para orquesta de Maurice Ravel. Complementa la función el Preludio y Liebestod (apertura y muerte de amor) de la ópera "Tristán e Isolda" de Richard Wagner, con la intervención de la excelente mezzosoprano cubana Yetzabel Arias Fernández. Todos estarán bajo la batuta del director Michael Francis. Los conciertos se celebrarán el viernes, 3 de marzo, en la Sala Morsani del Straz Center; el sábado, 4, en el Mahaffey Theater; y el domingo, 5, en el Ruth Eckerd Hall. Las funciones del viernes y el sábado son a las 8 p.m. El programa del domingo comienza a las 7:30 p.m.

sábado, 18 de febrero de 2017

El destacado guitarrista español Pablo Sáinz se presenta en Tampa

Pablo Sáinz Villegas ha sido comparado con Andrés Segovia, el más destacado guitarrista clásico del siglo XX
Por Leonardo Venta

La Sala Ferguson del Centro David A.Straz para las Artes Escénicas de Tampa tendrá el privilegio de acoger al afamado guitarrista español Pablo Sáinz Villegas, el sábado, 25 de febrero, a las 7:30 p.m., como parte de una serie de actuaciones en Florida bajo el título de su disco "Americano".
            Desde una parada en California de su ocupada agenda artística, vía telefónica, Sáinz Villegas nos concedió una entrevista para precisar un tanto su horizonte artístico y humano. Alleguémonosle.

¿Cómo le gustaría a Pablo Sáinz Villegas presentársenos?

            Me presento con el corazón abierto, como un ser humano cercano a la gente, que comparte esas emociones que todo el mundo tiene, que se acerca a la vida a través de la humanidad y de la inspiración de los valores. Eso es lo que nos hace humanos, al fin y al cabo. Así es como soy y como me expreso a través de la guitarra y de mi música.

Tengo entendido que el 16 de junio celebrarás 4 décadas de haber nacido en España. Si bien, resides en Nueva York por 15 años. ¿Cómo descubres y evoluciona tu vocación artística?

            Soy originario de la Rioja, España. A los 6 años vi un video del maestro Andrés Segovia en la televisión –en blanco y negro– que tenían mis padres. Enseguida me enamoré de ese maravilloso instrumento [la guitarra] que está tan vinculado a la cultura y la tradición española.
            Después, fue creciendo una pasión por la música en mí. La primera vez que salí al escenario fue a los 7 años. Esa experiencia cambió mi vida. Era la primera ocasión que estaba en contacto directo con el público a través de la música, y me fascinó esa luz que sentí. Poco a poco, en la adolescencia, fui definiendo mi deseo de dedicar mi vida a la música.
            Terminé mis estudios en España. A los 18 años, me fui por cinco años a Alemania para continuar mi aprendizaje y empaparme de esa gran tradición musical que tiene todo Centro Europa. A los 24 años, mi instinto me puso rumbo a Nueva York. Tuve la fortuna de llegar a este país becado para estudiar en el Conservatorio Manhattan School of Music de la ciudad de Nueva York. Y después, ha sido un proceso muy bonito de ir abriendo camino a través de la música y transmitir todos estos valores de los que me siento tan orgulloso: la multiculturalidad y ese lenguaje universal que es la música. Toques donde toques, los transmitas donde los transmitas, dichos valores siempre llegan al corazón de las personas.

En entrevista concedida en julio de 2016 a Pablo Vayón, crítico musical del Diario de Sevilla, expones que "la guitarra es el instrumento más popular del mundo, el más cercano a la gente, el más democrático". ¿Cómo justificas esta afirmación?
 
            La guitarra es uno de los pocos elementos musicales totalmente vinculado a una cultura y a un país, en este caso España. A su vez, se ha convertido en el instrumento más democrático del mundo, al alcance de la gente. Sin lugar a duda, es el más popular. Gracias a su versatilidad, en Brasil, por ejemplo, la samba, bossa-nova, toda la música folklórica se toca con guitarra; en Argentina, el tango; si vas a Venezuela, el joropo se interpreta con una guitarra; en Cuba, el son siempre se acompaña de ese instrumento, los cantautores lo utilizan; en Estados Unidos, el bluegrass, el blues, la música country, el jazz; en España, el flamenco.

¿Con cuál movimiento musical te identificas más?

            Posiblemente, me identifico más con los adagios. Me ofrecen, como músico, la oportunidad de explorar una parte muy profunda de la sensibilidad del ser humano y de las emociones del compositor. Es siempre ese lado apasionado, denso, mediante el cual quieres decir algo que con palabras no se puede expresar. El adagio te ofrece esa oportunidad. 

En otro sentido, ¿cuál es tu preferencia como género en la historia de la evolución de la creación musical?

            Sin duda, me he desenvuelto en el ámbito de la música clásica. Aquí viene lo bonito de ser guitarrista. La guitarra siempre ha sido ese elemento mensajero entre la música popular y la clásica. Ahí es donde se mueve con muchísima comodidad, y es ahí donde yo me siento también afortunado y cómodo. Es en ese mundo, que no es ni lo folklórico ni lo clásico, donde se desdobla. Es en ese puente donde se justifica cómo ya desde el Renacimiento los trovadores cantaban canciones y serenatas con los laúdes y las vihuelas en las calles, mientras los laúdes eran igualmente entonados en la Corte para los reyes y duques. Esta dualidad le confiere un valor incalculable a la guitarra que otros instrumentos carecen.
           
¿Cuál es la sala de conciertos donde más te ha impresionado presentarte?

           Pues, tengo varias... Una, sin duda, es el Avery Fisher Hall del Lincoln Center, en Nueva York. Yo había ido como estudiante muchas veces a escuchar conciertos de la Filarmónica de Nueva York. Cuando tuve la fortuna de tocar allí, compartir el escenario con la Filarmónica de Nueva York, y estar en el auditorio desde el otro lado, ya no como público sino como intérprete, fue algo mágico por todo lo que había vivido allí. También, la Sala Chaikovski en Moscú o el Musikverein en Viena.

¿Es la primera vez que viajas a Tampa?

          Es la primera vez que la visito. Y lo haré con la presentación de este disco "Americano", que es un viaje musical a través de los países de América: Brasil, Argentina, Paraguay, Venezuela, Estados Unido; y mezclando géneros, desde tango, bossa-nova, guajiras, joropos, bluegrass. Va a ser un viaje emocional para todos los públicos, desde niños a mayores, estadounidenses o latinos. Todos están bienvenidos, y todos van a disfrutar de este viaje, porque a todos les pertenece y se van a sentir muy identificados con el concierto.

¿Qué músicos te acompañarán?

            Voy a estar en cinco ciudades de Florida – Tallahasse, Jacksonville, Tampa, West Palm Beach y Miami– , acompañado del percusionista Nacho Arimany y el contrabajista Pedro Giraudo.  Todo va a ser un despliegue sonoro muy atractivo, con un amplio despliegue de ritmos de este continente, como he dicho antes

¿Alguna pieza clásica en el programa?

            Habrá piezas clásicas, como "Un Sueño en la Floresta" del compositor paraguayo Agustín Barrios Mangoré, así como otras pinceladas maravillosas que articularán el programa de una manera única y personal.

Aparte de tu temprana admiración por Andrés Segovia, a través del aludido video que te mostraran tus padres, deduzco –conociendo el lanzamiento de tu cuarto trabajo discográfico el año pasado, en el que están recogidos tres conciertos para guitarra y orquesta del maestro Joaquín Rodrigo– tu consiguiente admiración por el susodicho compositor, cuyo "Concierto de Aranjuez" es una de las piezas más populares del repertorio clásico español. ¿Qué puedes comentarnos al respecto?

            Mi última producción discográfica fue el año pasado, en la que están recogidos tres conciertos para guitarra y orquesta del maestro Joaquín Rodrigo: "Concierto de Aranjuez", "Fantasía para un gentilhombre" y "Concierto para una fiesta", grabados con la Orquesta Nacional de España bajo la batuta del afamado director de orquesta Juanjo Mena.
            Sin duda, en la historia más reciente de la guitarra, Andrés Segovia, como asimismo Joaquín  Rodrigo, constituyen una grandísima inspiración. Hicieron que la guitarra apareciera en los más grandes auditorios junto a las más importantes orquestas del mundo. Para mí, siempre han sido una inspiración desde que era niño. Siempre mi sueño fue que llegara el día cuando pudiera tocar "El concierto de Aranjuez". Y llegó. Luego se ha convertido en una de las piezas que más interpreto y disfruto con numerosas orquestas del mundo.
            En cuanto a Andrés Segovia, el legado que el creó, y luego nos dejó a la comunidad guitarrística, es invaluable. Y en estos momentos, en el siglo XXI, yo siento y es mi deseo y mi motivación seguir impulsando la guitarra y explorar otros horizontes.  Explorar otras maneras de hacer que la guitarra siga viva y continúe siendo instrumento catalizador y unificador de diferentes culturas y formas de pensar. Al final, la guitarra tiene eso. Allí donde vas, hay gente que la disfruta y la tiene cerca porque es el instrumento de la gente. Para mí, esto es lo más importante: el tocar para la gente. La música le pertenece a las personas que la disfrutan.

Desde los trabajos primeros hasta tu última producción discográfica, dedicada al compositor Joaquín Rodrigo con la Orquesta y Coros Nacionales de España, en 2016, teniendo en consideración algunas de tus incursiones con géneros no valorados dentro de los preceptos de la música clásica, como es el caso de varias  piezas de tu disco compacto "Americano" (2015), ¿existe  evolución en tu repertorio?

            Mi formación y tradición han sido puramente clásicas. Es algo en lo que he estado absolutamente inmerso para desarrollar todas las habilidades técnicas, que luego me permitieron desplegar las capacidades musicales e interpretativas del repertorio de la guitarra clásica española.
            Esas herramientas son sumamente sofisticadas. Analizándolas a partir del punto de vista técnico –considerando que la guitarra clásica debe tocarse con cuatro dedos de la mano derecha; mientras, la guitarra eléctrica se toca con una púa–, para la guitarra clásica es como estar tocando con cuatro púas. Es decir, se crea toda una serie de recursos expresivos, prácticamente de polifonía y casi de tridimensionalidad musical, que luego te permite prácticamente hacer cualquier tipo de música. Al entender la evolución de lo que ha sido el pasado y donde me encuentro en estos momentos, reconozco que Segovia recuperó y definió a la guitarra como instrumento clásico. En ningún momento, él exploró otros géneros, como pudo haber sido el flamenco y la música de corte más folclórico. Si bien, en el siglo XXI, yo siento que la guitarra especialmente tiene esa oportunidad natural de explorar y de crear vínculos con otras músicas sin perder la esencia de la técnica, la musicalidad y la interpretación clásicas.
           Como guitarrista clásico, pudiendo disponer de todos esos recursos expresivos, es una gran motivación para mí explorar las raíces musicales donde realmente se inspiró el repertorio clásico de este instrumento. Así por ejemplo, Heitor Villa-Lobos se inspiró en la música folclórica brasileña, en gran medida. Entonces, yendo un paso más allá con la guitarra clásica, puedo decir: toco a Villalobos y lo disfruto mucho, esa ha sido mi formación, y ahora quiero explorar también, por ejemplo, la música de Luiz Bonfá, un guitarrista con una influencia más folclórica. Es algo que me motiva mucho hacer. Se puede hablar desde joropos en Venezuela, guajiras en Cuba, guapangos en México, el bluegrass en Estados Unidos, e incluso, el flamenco en España. Deseo seguir llevando la guitarra en movimiento a otros sitios, explorar nuevos horizontes que hagan que la guitarra siga evolucionando, no en una sola dirección sino en muchas.

Desde tus trabajos primeros hasta tu última producción discográfica, dedicada al compositor Joaquín Rodrigo con la Orquesta y Coros Nacionales de España, en 2016, teniendo en consideración algunas de tus experiencias con géneros no valorados dentro de los preceptos de la música clásica, como es el caso de varias  piezas de tu disco compacto "Americano" (2015), ¿existe  evolución en tu repertorio?

            Mi formación y tradición han sido puramente clásicas. Es algo en lo que he estado absolutamente inmerso para desarrollar todas las habilidades técnicas, que luego me permitieron desplegar las capacidades musicales e interpretativas del repertorio de la guitarra clásica española.
            Esas herramientas son sumamente sofisticadas. Analizándolas a partir del punto de vista técnico –considerando que la guitarra clásica debe tocarse con cuatro dedos de la mano derecha; mientras, la guitarra eléctrica se toca con una púa–, para la guitarra clásica es como estar tocando con cuatro púas. Es decir, se crea toda una serie de recursos expresivos, prácticamente de polifonía y casi de tridimensionalidad musical, que luego te permite prácticamente hacer cualquier tipo de música. Al entender la evolución de lo que ha sido el pasado y donde me encuentro en estos momentos, reconozco que Segovia recuperó y definió a la guitarra como instrumento clásico. En ningún momento, él exploró otros géneros, como pudo haber sido el flamenco y la música de corte más folclórico. Si bien, en el siglo XXI, yo siento que la guitarra especialmente tiene esa oportunidad natural de explorar y de crear vínculos con otras músicas sin perder la esencia de la técnica, la musicalidad y la interpretación clásicas.
            Como guitarrista clásico, pudiendo disponer de todos esos recursos expresivos, es una gran motivación para mí explorar las raíces musicales donde realmente se inspiró el repertorio clásico de este instrumento. Así por ejemplo, Heitor Villa-Lobos se inspiró en la música folclórica brasileña, en gran medida. Entonces, yendo un paso más allá con la guitarra clásica, puedo decir: toco a Villalobos y lo disfruto mucho, esa ha sido mi formación, y ahora quiero explorar también, por ejemplo, la música de Luiz Bonfá, un guitarrista con una influencia más folclórica. Es algo que me motiva mucho hacer. Se puede hablar desde joropos en Venezuela, guajiras en Cuba, guapangos en México, el bluegrass en Estados Unidos, e incluso, el flamenco en España. Deseo seguir llevando la guitarra en movimiento a otros sitios, explorar nuevos horizontes que hagan que la guitarra siga evolucionando, no en una sola dirección sino en muchas.

¿Que significa la guitarra para ti?

            Es una extensión de mis propias emociones, una extensión de mi alma. Hay gente que me pregunta si le doy nombre a la guitarra que uso. Yo le respondo que no tiene nombre porque realmente soy yo. Es un medio de expresión de lo que soy como ser humano. Y es ahí precisamente donde invito a la gente a que participe. Es ahí, en esa esencia humana, donde todos podemos comunicarnos.

¿Tocas otro instrumento?

            No, la guitarra es el instrumento al que he dedicado toda mi vida. Cuando era niño, estudié cinco años de piano. Sin embargo, se quedó como un instrumento complementario de mi formación musical. La guitarra es a quien me dedico, exijo y soy fiel todos los días de mi vida.

¿Has tratado de incorporar elementos vocales a tus interpretaciones de la guitarra?

            Entre amigos, lo he hecho en alguna ocasión. Es algo que no descarto hacer en algún momento. Pero para eso debo desarrollar más mi voz con el fin de que sea más agradable de escuchar.

He leído que tu mano izquierda es casi dos centímetros más grande que la derecha. ¿Qué puedes decirme al respecto?

            Es algo anecdótico. Cuando tenía 6 años mis padres me compraron una guitarra del mismo tamaño de la que tengo ahora, una guitarra de adulto. En aquel entonces, en las tiendas de música no consideraban que un niño tocara con una guitarra más pequeña. Esa fue siempre mi guitarra. Con el paso del tiempo, poco a poco, mi mano izquierda, por las extensiones, se fue desarrollando más. Curiosamente, hace unos años, mirándome las manos y comparándomelas, con gran sorpresa, descubrí que mi mano izquierda es una pulgada mayor que la derecha. Esto, en cierto sentido, me favorece. Mi mano izquierda tiene una extensión muy larga, lo que me facilita acceder de una manera mas cómoda a diferentes partes del diapasón de la guitarra. En cierta manera, explica cómo el cuerpo se va adaptando cuando está haciendo algo con mucha pasión durante tantos años.

¿Algún modelo en el aspecto artístico?

            Me inspiran muchísimas expresiones artísticas, desde la escultura a la pintura. Son expresiones en las que encuentro mucha inspiración y paralelismo para lo que luego desarrollo en mi interpretación musical. Concentrándonos más en la guitarra y la música, Andrés Segovia ha sido de enorme inspiración para mí, así como otros grandes músicos que acogen su profesión con pasión y genuina entrega a los demás. 

Sé que has trabajado con Plácido Domingo. ¿Qué recuerdos guardas de esas experiencias?

            Ha sido una de las experiencias más conmovedoras e inspiradoras que he tenido como músico y ser humano. Plácido Domingo representa mi ideal de cómo se debe comportar un músico en el siglo XXI, con su público y con la música. Es profundamente humano, generoso con su tiempo, con sus sonrisas, con sus seguidores. Es una de las voces más importantes del siglo XX y, a sus 76 años, lo sigue siendo en el siglo XXI. Su pasión y entrega son admirables. Su intensidad de trabajo –que él no lo llama trabajo, porque para él es un disfrute– es el secreto de que siga cantando con la calidad que lo hace. Su naturalidad al relacionarse en el escenario con el público me conmueve profundamente.

¿Cuántas veces has compartido escenarios con él?

            Han sido dos actuaciones inolvidables junto a él. Tuve el honor de ser invitado a participar en el histórico concierto “Plácido en el Alma”, en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid el día 29 de junio de 2016. Unas semanas más tarde, en agosto, tuve la oportunidad de tocar con él en un escenario flotante en la Amazonía brasileña, televisado para 90 millones de personas. Fue algo sumamente inolvidable y emocionante. Me siento muy bendecido, agradecido, de haber tenido estas oportunidades como músico y haber tenido ese gran honor de haber tocado con Plácido Domingo.

¿Planes inmediatos?

            En este momento, estoy en California. Acabo de terminar aquí varias actuaciones. Estoy inmerso en el proceso de preparar la gira. Voy a estar en cinco ciudades de Florida: Tallahassee, Tampa, Miami, West Palm Beach y Jacksonville. Estoy muy emocionado porque esta es mi primera gira en Florida. Luego, tengo actuaciones en México, Nueva  York, una gira por Europa con Amsterdam Sinfonietta, en Nueva Zelanda interpretaré el "Concierto Aranjuez", participaré en el Festival de Música de Grant Park, en Chicago, un concierto al aire libre para miles de personas.

¿Qué información pudieras adelantarnos de tu concierto este sábado?

            Es un programa –de alrededor de 90 minutos, sin intermedio –  que se comunica de manera natural con todos los espectadores, ya sean latinos o estadounidenses. Explora lo que es este gran continente, América, el cual me abrió los brazos hace 15 años, y al que a través de este concierto le ofrezco mi tributo personal.

            Aparte de interpretar la guitarra –junto al percusionista Nacho Arimany y el contrabajista Pedro Giraudo– estaré a cargo de la conducción del espectáculo. Al mismo tiempo, emplearé el factor sorpresa en la animación del concierto. A través de diferentes anécdotas que vinculan a los países de América, y la magia de la música, guiaremos al público a través de este maravilloso viaje musical.  

Paradiso, un culto lezamesco a La Habana

Upsalón es la divinidad de la mitología escandinava que le sirve a Lezama Lima para nombrar
 la Universidad de La Habana
Por Leonardo Venta

El crítico uruguayo Ángel Rama le concede suma significación a la aglomerante y soberbia urbe, en su texto La Ciudad letrada, norma de la ciudad barroca, y a los hombres que la presiden, quienes tienen a su favor la palabra escrita, valioso instrumento para establecer su orden, disposición de una arquitectura física de la ciudad y otra inmaterial, ideológica.
            En la novela Paradiso, de José Lezama Lima, la urbe habanera barroca se erige como centro de la acción exterior e interna de personajes, contextos hilvanados (y emanados) desde y alrededor de su más genuino palpitar.
            Como expresión de las artes plásticas, apasionado por temáticas que exploraba hasta el dulce agotamiento, estrechamente fundido con el sentir de la generación de poetas cubanos del Grupo Orígenes, René Portocarrero –al develar con su pincel la mágica virtud y el meridiano esplendor de La Habana– es la más cercana representación del barroco lezamesco.
       "Si la obra de Lezama Lima pudiera perpetrarse gráficamente sería René Portocarrero, su contemporáneo pintor cubano, el que simultaneare su misma trayectoria", expresa Eloisa Lezama Lima en el prólogo de la 12.ª edición de Paradiso (Cátedra, Madrid, 2010). "Si repasamos la crítica de Lezama Lima a la obra de Portocarrero, descubriremos cómo sus técnicas se relacionan con las del autor de Paradiso", agrega la hermana del escritor en el susodicho prólogo.
            La novela, entre sus múltiples lecturas, encauza el culto del autor a su venerada Habana.  Paradiso, aunque visite cuanta geografía y credo universal exista, se nutre de cubanía –cubanidad plena, sentida, consciente y deseada, al decir de Fernando Ortiz–, muy en especial la capitalina; se robustece con el arte culinario de la Isla, con sus cocineros mulatos y las charlas de sus aburguesadas criollas; mastica el glutinoso quimbombó y se empalaga de las yemas dobles.
            “– ¿Cómo va ese quimbombó? – dijo [Rialta]", y refutando a que el cocinero Izquierdo le agregara camarones chinos y frescos al guiso, afirma: “Tanta refistolería no le viene bien a algunos platos criollos”. Augusta y su hija Rialta, asimismo, departen sobre la repostería cubana. La primera se refiere a las yemas dobles, que prefería llamar Sunsún doble, y a la natilla, “no como las que se comen hoy, que parecen de fonda, sino de las que tienen algo de flan, algo de pudín”.
            Rebosa además cubanía en la pronunciación criolla de los fonemas. “Dicho esto [Izquierdo] se precipitó sobre la cocina, no sin que sus sílabas largas de mulato capcioso volasen impulsadas por graduaciones alcohólicas altas en uva de Peleón”. El mismísimo nombre de José Cemí alegoriza criollismo: José, la dimensión del patriarca cristiano impuesto por los españoles en la Isla, y la voz precolombina representada en el apellido Cemí, nombre de una deidad taina, configuran su devenir alegórico. 
            En la novela resaltan aparecen vocablos como tocoloro, o tocororo, ave trepadora de lindos coloridos plumajes que habita solitaria en los bosques cubanos, y que la voz narrativa compara con la pluma multicolor que Fibo hunde en los glúteos de sus condiscípulos:”(...) y hundía la pluma de tocoloro infernal por la rendija del pupitre anterior, electrizando la glútea por la penetración de aquel punto teñido de la energía del ángel color de uva”.
            En Paradiso se desperezan conjuntamente céntricas calles e icónicos espacios habaneros, como la escalinata universitaria, el paseo del Prado y el Malecón.  “(...) al aluvión que bajaba por la avenida de San Lázaro, de aceras muy anchas con mucho tráfico desde las primeras horas de la mañana, con público escalonado que después se iba quedando por Galiano, Belascoaín e Infanta, ya para ir a las tiendas o a las distintas iglesias o hacer de las dos cosas sucesivamente, después de oír la misa, de rogar curaciones, suertes amorosas o buenas notas para sus hijos en los exámenes”, leemos en el capítulo XIX de la novela.
            “La escalera de piedra es el rostro de Upsalón [la Universidad de La Habana], es también su cola y su tronco. Teniendo entrada por el hospital, que evita la fatiga de la ascensión, todos los estudiantes prefieren esa prueba de reencuentros, saludos recuerdos (...) No son aquellos días de finales de bachillerato en que se sentaba en el extremo de un banco, en el relleno del Malecón, colgaba un brazo del soporte de hierro y sentía que la noche húmeda lo penetraba y lo tundía”, observamos casi inmediatamente a través del relato. 
            Asimismo, el texto enarbola el carácter sincrético de la religión afrocubana –cuyo ritual se integra de elementos del cristianismo y manifestaciones religiosas africanas–, con espiraciones de supersticiosas tradiciones, desigualdades sociales, alegrías y tristezas. “En la calle General Lee vivía la espiritista mestiza, con ese rostro sabio y bondadoso adquirido por nuestras cuarteronas, donde (...) la pobreza arrinconada y sin salida, la esquina de parla municipal y cominera, el diálogo último, para desesperación conversacional y fatalista, con los ídolos, han dejado tan penetrantes surcos”.
            En tanto, la célebre escena de baile de sociedad en casa de Paulita Nibú –donde Rialta se encuentra con el presidente Tomás Estrada Palma, y en la que José Eugenio la espía por vez primera tras una persiana, descrita desde la perspectiva de un lente cinematográfico, especie de catalejo voyerista– nos rememora la atmósfera de los bailes decimonónicos habaneros que se describen en la Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde.  “Cuando [Rialta] se presentaba saludaba con una desenvoltura, que a José Eugenio criado en un ambiente provinciano y español, le parecía la quintaesencia de lo criollo, graciosa, leve, muy gentil”, leemos en el texto lezamesco.
            El crítico literario Reynaldo González, en Lezama Lima: el Ingenio, reconoce un cierto carácter de crónica de costumbres en Paradiso: “Intencionalmente soslayo aquí las referencias a su monumental Paradiso, ya indicado como crónica de costumbres entre tantas cosas que es y significa, incluidas sus paródicas exageraciones sexuales, fórmula que pone en solfa el machismo predominante de nuestras culturas”.
            En nuestra lectura, movidos por un ingenuo pero genuino instinto literario, hemos experimentado en la escena del baile en casa de la Nibú un “déjà vu” de ciertos pasajes descritos en la novela de Villaverde, con ese aliento análogo y disímil de crónica de costumbres, para recrear guiños de la capital cubana en las primeras décadas del siglo XX, irrebatibles distintivos del neobarro lezamesco.