La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

lunes, 15 de mayo de 2017

Apuntes sobre El laberinto de la soledad

Octavio Paz, uno de los referentes de la cultura mexicana, publicó en 1950 su ensayo "El laberinto de la soledad"
Por Leonardo Venta

             Octavio Paz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990, en su libro El laberinto de la Soledad evalúa el conocimiento mítico que existe sobre lo mexicano, y hace hincapié en la percepción que tiene la ideología europea de un tema tan subjetivo: “Para un europeo, México es un país al margen de la Historia universal".
            Paz se refiere a lo oscuro de la naturaleza femenina para el mexicano: “La mujer, otro de los seres que viven aparte, también es figura enigmática. Mejor dicho, es el Enigma”. Al analizar los rasgos culturales que definen al mexicano asevera: “La desconfianza, el disimulo, la reserva cortés que cierra el paso extraño, la ironía, todas, en fin, las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge frente al señor”.
             Indica, asimismo: “Es relevante que nuestra intimidad jamás aflore de manera natural, sin el acicate de la fiesta, el alcohol o la muerte”. Asume la gestación de dicha disposición de ánimo al período del Virreinato de Nueva España: “La historia de México, que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas. La situación del pueblo durante el período colonial sería así la raíz de nuestra actitud cerrada e inestable”.
            Paz se refiere a la Chingada como a la Madre mítica que simboliza la maternidad, en este caso, “la Llorona o la ‘sufrida madre mexicana’ que festejamos el diez de mayo”.  Chingar para los mexicanos, según Paz, implica innumerables significados: “Hay tantos matices como entonaciones; tantos significados como sentimientos”. En lo que sí encuentra unicidad es en su desgarradora, violenta e hiriente connotación. “Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha”, afirma.
            Para el autor de El laberinto de la soledad, el empleo del vocablo Chingada resume la complacencia en humillar a la Madre. “Mas lo característico del mexicano reside, a mi juicio, en la violenta, sarcástica humillación de la Madre y en la no menos violenta afirmación del Padre”, enuncia.   
            Expone igualmente el fuerte contraste que existe entre la idea de la madre espiritual y pura, personificada en la virgen de la Guadalupe, y la madre violada, que es la Chingada. Resulta interesante la manera en que asocia la pasividad que el mexicano halla en ella con su género y falta de identidad. “Su pasividad es abyecta: no ofrece resistencia a la violencia, es un montón inerte de sangre, huesos y polvo. Su mancha es constitucional y reside, según se ha dicho más arriba, en su sexo. Esta pasividad abierta al exterior la lleva a perder su identidad: es la Chingada”, expone.
            En el sentido de madre violada, Paz la equipara con el sojuzgamiento literal e histórico de la Conquista, “... una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias”.  Es en ese contexto es donde sitúa al personaje de la Malinche, a quien Hernán Cortés manipula y desecha cuando ya no le resulta beneficiosa. Es preciso destacar que Paz nos muestra a la Malinche desde una perspectiva machista, que aglomera y desquita en ella todos los rasgos negativos del mexicano.
            El crítico franco-búlgaro Tzvetan Todorov intuye en la Malinche una mujer que siente rencor por su pueblo de origen, poniéndose del lado de los conquistadores: “...es evidente que también adopta los valores de los españoles, y contribuye con todas sus fuerzas a la realización de sus objetivos”. 
            Para Paz, la Malinche simboliza “a las indias fascinadas, violadas o seducidas por los españoles". En ese sentido identifica la actitud del mexicano hacia ella con la del niño que "no perdona a su madre que lo abandone”. El escritor deja claro que sus coterráneos no perdonan esa traición. “Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles, cerrados", afirma. Nuevamente constatamos la manera en que el elemento masculino autóctono es ensalzado, mientras el femenino es humillado. 
           Por otra parte, el texto paciano se refiere a la tendencia actual que existe en México de llamar “malinchistas” a los partidarios de ideas extranjerizantes, considerándoles traidores de un ideal nacionalista. La dualidad Cortés-Malinche refleja, según Paz, el conflicto interno que existe en todo mexicano entre la opresión colonial y la determinación a desligarse de ella: “...rompe sus ligas con el pasado, reniega de su origen y se adentra solo en la vida histórica”. Para el poeta y ensayista, la relación que existe entre la Malinche y el mexicano actual es de  ruptura y negación; éste se exilia de un pasado que explica en parte el comportamiento enigmático que le caracteriza.

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