La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

miércoles, 14 de enero de 2015

Puerto Rico y Cuba juntan composición y guitarra

Por Leonardo Venta

"A pesar de que no toco la guitarra, a mí siempre me ha fascinado la idea de escribir para el instrumento. Cuando Manuel Barrueco me hizo la propuesta de componer "Concierto Barroco", no tuve duda alguna en hacer un concierto inspirado en la obra de Alejo Carpentier. Para mí la relación con Manuel no está basada en nuestro origen caribeño, a mí me interesa Manuel, el artista. Él es quizás el más grande guitarrista de la segunda mitad del siglo XX. Yo he tenido la buena fortuna de contar con sus dedos para mi trabajo como compositor".
                                                           Roberto Sierra
“Hay una expresión que me encanta, la cual dice que uno escoge de quien se enamora; y cuando me preguntan por qué escogí la guitarra, respondo: porque es un instrumento muy importante en la cultura cubana. No es nada extraño para un cubano tocar la guitarra”, afirma Manuel Barrueco.
Sí, es uno de los instrumentistas más importantes de nuestra época. Se comenta – en cualquier idioma, en cualquier latitud – de su estilo elegante, de su impar seductor lirismo. Se le tilda de ‘músico superior’.

No hay escenario célebre que no le reconozca. Los acerados cristales del real londinense domo Albertiano han destilado decimonónica cálida humedad al escuchar los acordes de su instrumento de mástil largo con trastes y cuerdas.

La hermosa sala del Musikverein de Viena ha detenido su refinado aliento, enternecida, ante la pauta más simple en que puede vibrar una de las seis cuerdas que revisten su caja de resonancia en forma de ocho.

La perfecta acústica del Concertgebouw de Ámsterdam, se ha detenido a calar con esmero el embelesado conjuro entre artista e instrumento. Le ha sonreido la espaciosa sala de la Philharmonie de Berlín; le ha gritado ¡olé! el monumental Teatro Real de Madrid, y ha intercambiado miradas de complicidad con los animados palcos del Palau de la Música de Barcelona.

El Japón de Toru Takemitsu le ama. Los rasgados ojos de Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong le reclaman. México, Brasil, Colombia, Costa Rica y, sobre todo, Puerto Rico le recuerdan su amado y distante (en el tiempo) Santiago “de cintura caliente y gota de madera”, al decir de Federico García Lorca.

Estados Unidos, generoso abrigo de la diáspora cubana, conoce cada costado del hombre y el artista, desde Miami, donde emigrara en 1967 con su familia, pasando por Los Ángeles, la siempre afanada afamada Nueva York, hasta la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland, donde ejerce como profesor y reside con su esposa Asgerdur.

Para acercaros a Manuel Barrueco, el artista, he escarbado todo el espacio y el tiempo que me ha sido posible en vísperas a sus conciertos en el Straz Center de Tampa, el 16 de mayo; en el Mahaffey de Saint Petersburg, el 17; y en Clearwater, el 18, junto a la prestigiosa Orquesta de la Florida.

El programa incluye el “Concierto Barroco” del gran compositor puertorriqueño Roberto Sierra, creado a petición de Barrueco, e inspirado en la novela homónima de Alejo Carpentier. En la composición de Sierra, la música tropical se apropia de los aportes del barroco europeo para reformularlos y brindarle un nuevo perfil.

El concierto, bajo la batuta del director invitado de origen rumano Cristian Marcelaru, lo completan “Jeu de Cartes (Juego de cartas)” de Igor Stravinsky, y la “Sinfonía patética” de Chaikovski, que dirigiera el gran compositor ruso en su estreno en San Petersburgo, el 16 de octubre de 1893, nueve días antes de su muerte.

Desde su hogar en Baltimore, vía telefónica, el gran guitarrista Manuel Barrueco nos abrió una ventana para divisar un tanto su horizonte artístico y humano. Alleguémonos confiadamente:

¿Con cuál movimiento musical te identificas?

– Me gusta todo tipo de música y todo eso desemboca en lo que cultivo: la guitarra clásica.

¿Otra faceta tuya como guitarrista?

– Una faceta del guitarrista clásico, por lo general, ha sido el desarrollo del instrumento, de asegurarse de que otros compositores escriban música para guitarra.

¿Cuál es la sala de concierto donde más te ha impresionado interpretar la guitarra?

– En el Lincoln Center de Nueva York hay una serie que se llama “Great Performers (Grandes Intérpretes)”. Toqué hace dos años un par de veces allí. Tocar en ese lugar me impresionó, quizá porque viví en Nueva York, pero de momento que estuviera tocando en la serie “Grandes Intérpretes” me impresionó.

¿Era la primera vez que tocabas en el Lincoln Center?

– No, ya había tocado allí varias veces. Si bien, ésta era la primera vez que lo hacía en la serie de “Great Performers”, sin acompañamiento de orquesta.

¿Qué opinas de haber trabajado con la Orquesta de la Florida en 2009?

– Me gusta el ambiente de la orquesta, muy bonito. Me agradó haber trabajado con Daniel Binelli; es un músico estupendo.

Sé que has trabajado con Plácido Domingo. ¿Qué puedes decirnos de esa experiencia?

– Yo hice un disco con él. En el disco toqué dos conciertos con guitarra y orquesta de Rodrigo y él fue el director; en ese disco también hay como cuatro canciones que él canta y yo le acompaño.

¿Planes?

 – Ahora mismo estoy terminando un disco titulado “China West”, con un dúo que se llama “Beijing Guitar Duo”, integrado por dos mujeres chinas que se llaman Meng Su y Yameng Wang. Hay un movimiento importante con la guitarra en China. Hay muchos jóvenes talentos que están surgiendo, y ellas son fantásticas. Su maestro en China las trajo una vez a Hong Kong, cuando yo estaba tocando allá, para que yo las escuchara y para trabajar con ellas, y en la actualidad llevan como 6 u 8 años estudiando conmigo.

¿Qué no has logrado que te gustaría lograr?

 – Seguir mejorando y seguir haciendo proyectos interesantes. A mí me gusta experimentar. El último disco que hice fue una obra llamada “Medea”, de un compositor flamenco que se llama Manolo SanLúcar. En realidad es un ballet, coreografía de SanLúcar, para el Ballet Nacional de España. SanLúcar me dijo que escogiera movimientos de ese ballet para crear un concierto para guitarra y orquesta, y lo grabamos en Tenerife.

¿Hobbies?

– Me gusta el vino. Me gusta vivir.

¿Qué has sentido de especial en tus presentaciones en Latinoamérica?

– Lo más cercano a Cuba para mí es Latinoamérica, la gente es dulce y agradable. Me gustaría ir a algunos lugares a los que nunca he ido.

¿Cuáles?

– Me gustarla ir a Argentina y Perú, lugares donde no he estado todavía… otros países también.

¿Qué puedes decirnos sobre “Concierto Barroco”?

– Lo he tocado antes y lo he grabado. Es basado en una novela de Carpentier que se llama Concierto Barroco, donde hay un capítulo que se desarrolla en Venecia. Allí, algunos compositores barrocos europeos se tropiezan con un esclavo negro cubano tocando en cazuelas. Le pregunté a Roberto Sierra, un excelente compositor puertorriqueño, si le gustaría escribir sobre la obra, y a él le encantó la idea.

¿Qué hace especial tu trabajo con Roberto Sierra?

 – Yo creo que es un gran compositor, uno de los mejores de Latinoamérica e incluso de Estados Unidos, y está el vínculo que él sea puertorriqueño y yo cubano, dos culturas muy parecidas. Además, en sus composiciones el emplea elementos de nuestra música caribeña. Lo conozco desde la década de los ochenta, pero sobre todo me vincula a él su calidad como compositor.

¿Tu conexión con Puerto Rico?

– Yo quiero mucho a Puerto Rico y a su gente. Para mí es lo más cercano a estar en Cuba: estar allí con los muchachos y los maestros, somos muy parecidos. Es un lugar precioso…llegar a San Juan en avión y ver el Mar Caribe es algo hermoso.

¿Algún modelo en el aspecto artístico?

Hay muchas influencias. En lo que se refiere a la guitarra, cada día admiro más a Andrés Segovia.

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