La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

jueves, 23 de noviembre de 2017

Entrevista a Mark Ballas, artista invitado para abrir el concierto de Lindsey Stirling en el Straz Center

Lindsey Stirling se presenta este viernes en el Straz Center,
como parte de la gira de su nuevo álbum navideño "Warmer in the Winter"  

Por Leonardo Venta

            Lindsey Stirling –célebre por su participación en el programa “America’s Got Talent” en el 2012 y los videos que sube a su canal de Youtube–  se presenta, en única función, este viernes a las 8 p.m., en la Sala Morsani del Straz Center de Tampa, como parte de la gira de su nuevo álbum navideño "Warmer in the Winter".  
            El programa incluye la intervención, en calidad de invitado, de la agrupación Alexander Jean, liderada por el bailarín, coreógrafo, cantautor, músico y actor estadounidense Mark Ballas y su esposa BC Jean, reconocida por haber creado la canción "If I Were a Boy", popularizada por Beyoncé. Realizamos una entrevista en inglés a Mark Ballas, que hemos traducido al castellano.

            Saludos, Mark Ballas. Sigo tu carrera desde tu presentación en el programa de ABC "Dancing with the Stars', en 2007.  Luego creció mi admiración por tu arte, al descubrir tu álbum "Hurtlovebox", cuyo sencillo "Hotwire", que escucho a menudo, me confirmó que no sólo eres un gran bailarín, de una presencia escénica admirable, sino un excelente instrumentista, compositor e intérprete. Con esta espontánea introducción, ¡empecemos!,¿Cómo te iniciaste en la música?

            Empecé a tocar la guitarra a los 9 años. Mi padre –Corky Ballas– era bailarín de flamenco, así que seguí sus pasos. Siempre escuchábamos a Paco de Lucía y a "Los Gypsy Kings", luego descubrí el rock & blues [que combina elementos del blues y del rock, enfatizando en la utilización de la guitarra eléctrica]. Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Stevie Ray Vaughn influyeron grandemente en mí.

Alexander Jean abrirá el concierto con algunas de las canciones favoritas de sus dos EPs


            ¿Dónde radicas actualmente?

            En Los Ángeles, California.

            ¿Cómo se origina el nombre de Alexander Jean?

            Se forma a partir de nuestro segundo nombre. Me llamo Mark Alexander y el nombre de mi esposa es BC Jean.

            ¿Cómo conociste a Lindsey Stirling y surgió la idea de unirte a ella en esta gira?

            La conocí hace unos años a través de un amigo que tenemos en común. Siempre habíamos hablado de hacer algo juntos, y este ha sido el momento preciso.


            ¿Estarán juntos durante toda la serie de actuaciones sucesivas?
           
            Sí.

            ¿Cómo defines el estilo de música que cultivas?
           
            El corazón y el alma de nuestra banda se manifiesta a través de los elementos vocales y la guitarra; consideramos que hemos creado un estilo propio, natural y honesto.

            ¿Dentro de qué línea lo ubicas?

            Cantante / compositor / pop / rock / soul.

            ¿Cuánto dura el concierto y cuántas canciones interpretarán?

            Nuestra presentación, que abre el concierto, dura 30 minutos. Usualmente interpretamos alrededor de 6 canciones, algunas de nuestro primer EP [reproducción extendida, muy larga para considerarse como un sencillo, y muy corta para ser un álbum] "Head High", así como otra de nuestro más reciente EP "High Enough".

            ¿Cómo conociste a tu esposa BC Jean?

            Nos encontramos por primera vez en una reunión de artistas y compositores en casa de un amigo. Cuando llegué, el lugar estaba lleno de invitados. Sin embargo, todos permanecían en silencio, absortos en la increíble voz que llenaba toda el espacio. Antes de verla, ya me había enamorado de ella. Más tarde me presenté, intercambiamos números. Ella me ignoró por unas semanas, hasta que finalmente accedió a salir conmigo. El resto es historia.

            ¿Cómo integraron el dúo?

            Acordamos componer una canción para una de nuestras "citas nocturnas", aproximadamente un año y medio después de haberse iniciado nuestra relación. Nos habíamos dado cuenta de que nunca habíamos compuesto nada juntos. Así que encendimos algunas velas, abrimos una botella de vino y compusimos la canción con una guitarra acústica sentados en el sofá. Cuando terminamos, consideramos que lo que habíamos acabado de componer tenía algo de relevancia. Tan pronto como lo grabamos supimos que habíamos logrado algo especial y único como dúo, así que seguimos escribiendo hasta que lanzamos nuestro primer EP, que apropiadamente titulamos en honor a la primera canción que escribimos juntos, "Head High".

            ¿Qué puedes decirnos sobre el programa que da vida al concierto "Warmer in the Winter"?

            Será una hermosa velada. Vamos a tornar cálido el ambiente con algunas de nuestras canciones favoritas de nuestros dos EPs, y poco después, la encantadora Lindsey Stirling saldrá para impresionar a todos.

            Teniendo en consideración la procedencia mexicana y española de tu padre, sería interesante saber si hablas español.

            Desafortunadamente, no hablo español. Soy el único descendiente de mi padre que no lo habla. Me trasladé al Reino Unido a muy temprana edad y no lo pude practicar. Sé algunas malas palabras (sonríe). Sin embargo, siempre ha sido mi objetivo aprenderlo correctamente.

            ¿Qué debería saber el público de Tampa acerca de este concierto?

            Será una noche inigualable de talento y buena música. El contagioso espíritu navideño se dejará sentir en toda su intensidad.

            ¿Planes futuros?

            Estamos a punto de lanzar un sencillo navideño alrededor de la fecha del "Día de Acción de Gracias". Escribimos canciones para nuestro tercer EP. Asimismo, mi esposa y yo estamos tratando de planificar nuestra luna de miel (vuelve a sonreír).

            ¿Algunas palabras para los seguidores hispanoparlantes que leen La Gaceta?

            Desde lo más entrañable de nuestros corazones, les agradecemos su ilimitado amor y apoyo. El afecto de ustedes significa mucho para nosotros y no podríamos estarles más agradecidos.
           
            ¿Algo que te hubiera gustado te preguntara y no llegué a hacerlo?
           
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Nos encantaría que todos estén pendientes de nuestros proyectos, del calendario de nuestras giras y se unan a nuestra lista de correo en AlexanderJean.net.

sábado, 11 de noviembre de 2017

En el duodécimo aniversario de la muerte de Fernando Bujones

Fernando Bujones en "Seven Greek Dances" de Maurice Bejart, en el Hollywood Bowl, el 18 de julio de 1986.
Bujones bailaba con el Ballet de Boston durante ese tiempo.



 "Baryshnikov tiene la publicidad, yo tengo el talento".                                                                                                                                                                                          Fernando Bujones

Por Leonardo Venta 

             El 10 de noviembre de 2005, Fernando Bujones –vencedor de múltiples lides contra las fuerzas del mal para salvar cautivos cisnes sobre el escenario– sucumbió en el Hospital Jackson Memorial de Miami, a los cincuenta años, a causa de una fatal emboscada montada por un agresivo cáncer.
            Bujones –calificado por la crítica de danza del New York Times, Anna Kisselgoff, como “el mejor bailarín norteamericano de su generación"– nació el 9 de marzo de 1955 en la ciudad de Miami. Sus padres, cubanos, decidieron regresar a su patria cuando él tenía siete años. Es allí donde comenzó su formación como bailarín con el Ballet Nacional de Cuba. Retornó con su familia a Miami en 1964. Dos años después, recibió una beca de la Fundación Ford para continuar sus estudios en el New York City Ballet. En 1972, a los 17 años, pasó a integrar el elenco del prestigioso American Ballet Theatre (ABT), para convertirse en el bailarín principal más joven en la historia de la compañía.
             En 1974, cuando Mijaíl Baryshnikov asume la dirección artística del ABT se inicia un dilatado capítulo de desavenencias entre los dos bailarines, que culmina en 1985 con la renuncia del cubano-americano a continuar en la agrupación neoyorquina. De esa época data la célebre frase de Bujones: "Baryshnikov tiene la publicidad, yo tengo el talento".  
            Cuando el ABT pasó a manos de una nueva directiva artística, Bujones fue invitado a bailar con la compañía en la temporada 1989-90. Ya en 1987 había ingresado como primer bailarín en el Ballet de Boston. Su presentación el 14 de enero de 1990 en la gala de los 50 años del ABT en el Metropolitan Opera House fue soberbia. Más admirable resultó su aparición en 1995 en el mismo escenario neoyorquino, junto a sus compañeros del American Ballet Theatre para despedirse de su público entre vítores y una ovación de pie que duró alrededor de veinte minutos, entre numerosas salidas y entradas al escenario
            A partir de su retiro como bailarín, se dedicó al trabajo coreográfico, la docencia y la dirección artística. En esa nueva modalidad, fue nombrado director artístico del Ballet de Orlando en el año 2000, compañía a la que confirió nuevo aliento. Allí se mantuvo colaborando hasta septiembre de 2005, cuando presionado por la gravedad de su enfermedad, decidió trasladarse a Miami para recibir tratamiento médico.  
            Bujones será recordado por su excepcional virtuosismo, proporciones físicas ideales para el ballet –superiores a las de Baryshnikov o Rudolf Nureyev–, elegante línea, envidiables extensiones, vertiginosos entrechats, notable ballon, elevados jetés, bordados giros, delicado oído musical, impecable sentido del estilo, aire principesco, contagiosa bravura, inexplicable encanto escénico e ingente versatilidad en el desempeño de roles protagónicos.
         Según Kisselgoff, de joven tuvo Fernando Bujones dos ídolos: Erik Bruhn y Nureyev, de quienes anhelaba combinar la pureza del primero con la energía del segundo. A raíz de una representación suya de "La bayadera" en Nueva York, otro reconocido crítico del New York Times, el británico Clive Barnes, afirmaba que su briosa manera de bailar “mantenía a los espectadores al filo de sus asientos”. Hoy, doce años después de su temprana desaparición física, su memoria aún nos mantiene al filo de nuestras butacas.   

domingo, 5 de noviembre de 2017

Paradiso, según el lente de Julio Cortázar

De izq. a der.: Julio Cortázar y José Lezama Lima, La Habana 1967


Leonardo Venta

            Paradiso fue la única novela publicada en vida por José Lezama Lima. El personaje José Cemí –si no es el protagonista, algo que el propio Lezama niega– sostiene la trama hacia su iniciación como poeta, en un viaje en que lo real y lo imaginario atraviesan eruditos corredores narrativos dentro del campo de la imagen.
            El calificativo hermético es quizá el más transitado por los críticos de esta novela, avenido a una complejidad marcada por un recorrido entre las sombras hasta alcanzar la luminosidad. A Lezama le desagradaba que lo tildaran de oscuro. En el texto Ensayos barrocos. Imagen y figuras en América Latina, el etrusco habanero afirma: "No empezar con la tontería de lo que se comprende y lo que no se asimila, con la vieja monserga arrinconada de lo oscuro y lo claro, con el imperativo tema de lo fácil y lo difícil. Pues es más fácil que el campesino saludable comprenda lo oscuro creador, que el bachillerismo internacional, creador de toda esa tópica infernal, comprenda lo que es germinativo en el momento justo".
             La publicación, en 1966, de Paradiso desató polémicas entre sus defensores y detractores. La recepción negativa vino de parte de ciertos elementos de la intelectualidad cubana, con estampada tendencia homofóbica, los cuales la imputaron de pornográfica e incompatible con la moral revolucionaria. De esa forma provocaron su desaparición de las librerías. En una misiva a su hermana Eloísa, Lezama comenta: “La forma en que ha sido combatida mi novela y, por otra parte, los elogios que ha despertado, me hacen pensar que todavía vivo”.
            Entre los partidarios de la novela, en el ámbito internacional, descuellan Julio Cortázar, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa; mientras en el temprano espacio cubano, el mismo año de su publicación, cabe mencionar a Salvador Bueno. “Te envío un artículo de Salvador Bueno sobre Paradiso –le comenta a su hermana Eloísa–. Es oportuno porque cierto público mojigato se sintió alarmado por ciertos temas que se tratan en el capítulo VIII. Las cosas que sucedían en las escuelas, el despertar del sexo. Las relaciones amistosas llenas de extrañeza y de misterio”.
            El apoyo de Cortázar a esta obra de Lezama es sumamente valioso, por ser el primero en exponerla favorablemente a la luz internacional, por el prestigio mundial que ya tenía el autor de Rayuela cuando equipara la grandeza literaria del escritor habanero con la de Jorge Luis Borges y Octavio Paz en el ensayo “Para llegar a Lezama Lima”. Cortázar asegura que Paradiso “en sus instantes más altos, es una ceremonia, algo que preexiste a toda lectura con fines y modos literarios”. Asimismo, insiste en la existencia de cierta singularidad inocente en el autor cubano, mientras establece diferencias cardinales entre el estilo lezamesco y el carpenteriano.
            “(…) en el caso especialísimo de Lezama [el barroquismo] se tiñe de un aura para la que sólo encuentro esa palabra aproximadora: ingenuidad. Una ingenuidad americana, insular en sentido directo y lato, una inocencia americana (...) Lezama en su isla amanece con una alegría de preadamita sin corbata de pájaro, y no se siente culpable de ninguna tradición directa. Las asume todas, desde los hígados etruscos, hasta Leopold Bloom”, asevera Cortázar en el antedicho texto.
            Al comparar a Lezama con Carpentier, Cortázar apunta: “Qué admirable cosa es que Cuba nos haya dado al mismo tiempo a dos grandes escritores que defienden lo barroco como cifra y signo vital de Latinoamérica, y que tanta sea su riqueza que Alejo Carpentier y José Lezama Lima puedan ser los dos polos de esa visión y manifestación de lo barroco, Carpentier el impecable novelista de técnica y lucidez europeas, autor de productos literarios a salvo de toda inocencia, hacedor de libros para leer, de productos refinadamente instrumentados para la aprehensión de ese especialista occidental que es el consumidor de novelas; y Lezama Lima, intercesor de oscuras operaciones de ese espíritu que antecede al intelecto, de esas zonas que gozan sin comprender, del tacto que oye, del labio que ve, de la piel que sabe de las flautas a la hora pánica y del terror en las encrucijadas con luna llena”.
            El viajero inmóvil, ante la aparición del oportuno ensayo a favor de su novela, no puede ocultar su jubilosa gratitud al autor en una misiva dirigida a su hermana Eloísa: “(…) ha sido un gran amigo mío y de mi obra. Ha mostrado por ésta una curiosidad, una comprensión verdaderamente excepcionales. El ensayo es, sin duda alguna, notable y revela una gran intuición de lo que yo he hecho. Llega con una gran oportunidad, pues Cortázar es hoy en día, uno de los mejores escritores americanos. Es muy leído por un público inteligente. Figúrate, aquí el Paradiso cayó como un batacazo, pues yo creo que no había la menor adecuación para recibir una obra de esa envergadura, modestia aparte. Y de pronto, el gran ensayo de Cortázar ha sido como un rayo que ha aclarado la visión de algunos y puesto furiosos a los más recalcitrantes envidiosos”.
            Sobre los personajes de la gran novela de Lezama Lima, anota Cortázar: "(...) están vistos en esencia mucho más que en presencia, son arquetipos antes que tipos. La primera consecuencia (que desencadena no pocas reacciones irónicas) es que mientras la novela cuenta la historia de algunas familias cubanas a fines del siglo pasado y principios del actual, con los más prolijos detalles de época, geografía mobiliario, gastronomía e indumentaria, los personajes en sí mismos parecen moverse en un continuo absoluto, ajenos a toda historicidad, entendiéndose entre ellos por encima del lector y de las circunstancias inmediatas del relato, con un lenguaje que es siempre el mismo lenguaje y que toda referencia a la verosimilitud psicológica y cultural vuelve inmediatamente inconcebible”.
            Luego, Cortázar sintetiza admirablemente con una pregunta, que se responde a sí misma, el rol supremo de la imagen en la poética lezamesca, que muy bien justifica el lenguaje afín de los personajes en Paradiso, en plena oposición a los roles tradicionales de la novelística, en que cada cual debe expresarse según su condición, el contexto en que se desenvuelve y el carácter de los interlocutores: "¿Por qué no ha de aceptar que los personajes de Paradiso hablen siempre desde la imagen, puesto que Lezama los proyecta a partir de un sistema poético que ha explicado en múltiples textos y que tiene su clave en la potencia de la imagen como secreción suprema del espíritu humano en busca de la realidad del mundo invisible?".
            Afirmamos, valiéndonos del texto cortasiano, que “leer a Lezama, es una de las tareas más arduas y con frecuencia más irritantes que puedan darse”, al mismo tiempo que agregamos, volviendo a citar al autor de Bestuario, que Paradiso “no es un libro para leer como se leen los libros, es un objeto con anverso y reverso, peso y densidad, olor y gusto, un centro de vibración que no se deja alcanzar en su coto más entrañable si no se va a él con algo que participe del tacto, que busque el ingreso por ósmosis y magia simpática”.

En el 107 aniversario del natalicio de Miguel Hernández

Además de la reconocida poesía hernandiana, esta nueva publicación contiene,
entre otros componentes, su menos conocida dramaturgia 
Por Leonardo Venta


            Difícil es encontrar un escritor que, a pesar de los 75 años transcurridos desde su desaparición física, se mantenga vigente en el gusto de los amantes de la virtud y la sensibilidad en la buena literatura. Una prueba fehaciente de ello es el considerable número de actividades que, en reconocimiento al 107 aniversario del natalicio de Miguel Hernández (30 de octubre de 1910), se celebran en toda la geografía española y en diversos rincones del mundo.  
            Como muestra de estos homenajes, el pasado 31 de octubre, en la sede del Instituto Cervantes en Madrid, se presentó el libro editado por el investigador y catedrático Jesucristo Riquelme, que lleva como título La obra completa de Miguel Hernández, un volumen de 1899 páginas, algunas de ellas ilustradas, con 30 textos inéditos y 3 mil modificaciones a la obra completa anterior, de Espasa Calpe, compilada en 1992 por Carmen Alemany, Agustín Sánchez Vidal y José Carlos Rovira.
            Esta nueva publicación, bajo el sello de la editorial Edaf, incluye un estudio preliminar de la vida y obra del poeta de Orihuela, así como una revisión crítica, con notas y comentarios de los géneros que recoge, desde su poemario hasta dos cuentos infantiles inéditos, biografías de toreros (de sus años como redactor de El Cossío), teatro, prosa y crónicas periodísticas.
            El autor de El rayo que no cesa, para la crítica su obra más lograda, falleció, con tan sólo 31 años de edad, hace más de siete décadas, en una prisión de Alicante, entre hemorragias y dolores ocasionados por una infección de tifus complicada con tuberculosis pulmonar aguda.
            En una época en que sobresalía el filosofismo de la Generación del 27 y la renovación culta de Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora, el juglar pastor atavió la lírica castellana con el sencillo y admirable atuendo de un campesino que además de apacentar ovejas sabía articular admirablemente los más íntimos clamores del alma.
            Su obra, abierta, original y conmovedora, está escrita en versos pulcros y musicales. Su gran valor ante el sufrimiento marca una pauta en la expresión más genuina de la postguerra. Su primer libro, Perito en lunas, refleja el trabajo autodidacta del aldeano enamorado de los versos de Góngora. En 1936, cuando se aleja de los moldes expresivos gongorinos para asentarse en una cosmovisión libre de la estética burguesa, sentimos al poeta que ya ha encontrado su tono inconfundible.
            El comienzo de la Guerra Civil española adentra a Miguel Hernández en un piélago de calamidades, en el que se contempla a sí mismo “sentado sobre los muertos, ruiseñor de las desdichas, eco de la mala suerte”.
            Dentro de lo que el poeta llamó “poesía de guerra”, están incluidos sus poemarios Viento del pueblo (1937) y El hombre asecha (1939), libros que ya muestran al escritor comprometido. En 1937, ya involucrado en la Guerra Civil como voluntario en el 5.º Regimiento del movimiento de izquierda antifascista, Hernández logra escapar fugazmente a Orihuela para casarse con la andaluza Josefina Manresa con la que mantenía relaciones desde 1934.
            De esta unión nacieron dos hijos, Manuel Ramón, en marzo de 1937, que muere a los pocos meses de nacer y a quien están dedicados los siguientes versos: “Hijo del alba eres, hijo del mediodía. / Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas, / mientras tu madre y yo vamos a la agonía, / dormidos y despiertos con el amor a cuestas”. A su segundo hijo, Manuel Miguel, nacido en enero de 1939, le escribe “Nana de las cebollas”, la tristeza más enternecedora jamás modulada en una canción de cuna.  
            En “Nana de las cebollas” hallamos un retorno a los procedimientos de la poesía popular de tipo tradicional, en forma de seguidilla. La historia detrás de este poema es simplemente emotiva. Con la victoria del bando nacional, Hernández es condenado a muerte, pena que fue reducida posteriormente a 30 años de prisión. Preso, recibe una carta de su esposa en la que le comunica que por muchos días no hay otra cosa que comer que cebolla. El poeta le responde en misiva fechada el 12 de septiembre de 1939: “Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche”.
           Con la licencia de mis estimados lectores, reproduzco algunos versos de esta sublime composición: “En la cuna del hambre / mi niño estaba. / Con sangre de cebolla / se amamantaba (…) Una mujer morena / resuelta en lunas / se derrama hilo a hilo / sobre la cuna. / Ríete niño / que te traigo la luna / cuando es preciso. // Tu risa me hace libre, / me pone alas. / Soledades me quita, / cárcel me arranca. / Boca que vuela, / corazón que en tus labios / relampaguea”. Es tu risa la espada / más victoriosa, / vencedor de las flores / y las alondras. / Rival del sol. / Porvenir de mis huesos / y de mi amor (...)”.

viernes, 27 de octubre de 2017

Tragedia y esperanza en el teatro histórico de Antonio Buero Vallejo

"El tragaluz", de Buero Vallejo, un duro dilema de la libertad de expresión bajo la dictadura de Franco
Por Leonardo Venta

"Escribir  teatro  histórico  es reinventar la historia sin destruirla".
Antonio Buero Vallejo

                Antonio Buero Vallejo (1916-2000) fue un dramaturgo de ingeniosa valentía en un tiempo difícil. Iluminó oscuridades con la penetrante intrepidez de la verdad y el ingenio artístico. “Escribo de las pobres y grandes cosas del hombre; hombre yo también de un tiempo oscuro, sujeto a las más graves pero esperanzadas interrogaciones”, afirmaba. 
"El tragaluz" –una de las mejores creaciones entre sus casi treinta obras teatrales– aborda la funesta experiencia de una familia española en la etapa de la postguerra y que se extiende hasta alrededor de tres decenios más tarde. Si bien, este infortunio familiar, arquetipo de toda una sociedad, modula una crítica subrepticia al régimen de Francisco Franco, así como devela, entre otros elementos, la distorsión de la historia, el pasado colectivo, en el ámbito de uno de los más nefastos episodios de la historia española.
La pieza teatral, cuyo estreno se realizó en 1967, es presentada como un experimento conducido por dos narradores en un tiempo futuro, Él y Ella, los cuales valoran y seleccionan los eventos y pensamientos del pasado. Al levantarse el telón, ya existe una trama preexistente, que será manifiesta a través del diálogo.
Un matrimonio y sus tres niños –Vicente, Mario y Elvirita– esperan el tren a Madrid. El transporte, difícil de abordar, llega repleto de soldados. El padre le entrega a Vicente –el mayor de los chicos– un saco con las únicas provisiones de la familia para que se adelantase a subir al ferrocarril. La bolsa contenía la leche de Elvirita, único alimento de la pequeña de 2 años, viva imagen de los cientos de miles de españoles que fueron víctimas en esa época de la impresionante privación de bienes básicos de consumo. 
Vicente consigue abordar uno de los vagones, pero al resto de la familia se le imposibilita la operación debido al apretujamiento y poca capacidad en el vehículo. El padre, al percatarse de esto, le ordena apearse, pero Vicente no le obedece y sigue su curso solo. Unos días después, la niña muere de hambre y el padre enloquece. 
Al transcurrir los años, el matrimonio, ya mayor, y su hijo Mario viven en un semisótano donde hay un tragaluz, símbolo de una visión parcial de la realidad, intersticio de comunicación y separación entre el sombrío recinto donde habitan (el mundo interior de los personajes) y la realidad exterior. La familia no admite la verdad sobre el suceso que le ocasionara la muerte a Elvirita. Se inventa otra versión, la cual sugiere que Vicente no pudo bajarse del tren porque los soldados se lo impidieron.           
Mario se convierte en un escritor sin éxito que evade el ambiente materialista y corrompido que le rodea. Para él, el mundo está integrado por devoradores y devorados, acercamiento análogo al pesimismo contemplativo de Schopenhauer, el cual le inmoviliza. En contraste, su hermano, dueño de una exitosa editorial, exterioriza un espíritu práctico. No le importan los medios para obtener sus propósitos. Vicente, a lo largo de su vida, ha elegido el tren; Mario, el tragaluz.

El Padre, especie de dios temible, mata con unas tijeras a su propio hijo

Al final de la obra, el hermano mayor, agobiado por la conciencia que nunca dejó de atormentarlo, confiesa el haber asesinado a Elvirita mediante la acción deliberada de no bajarse del tren. Desde su racional demencia, el Padre, especie de dios temible, mata con unas tijeras a su propio hijo, símbolo del mal que hay que eliminar para consumar la justicia poética. Si bien, dentro de la complejidad temática de la obra, Vicente es, al igual que el resto de los personajes, víctima de un sistema opresor. Él procura el perdón paterno, y, a través de la confesión y su propia muerte, exonera su hybris (transgresión). La verdad, aunque trágica, lo libera mediante el consiguiente castigo catártico.
Para Buero Vallejo, la tragedia –que desde la Grecia clásica ha tratado de mostrar los sufrimientos como consecuencia de los errores– bien pudiera ofrecer una salida. Los conflictos entre la libertad y la necesidad, el ser humano y la naturaleza, la razón y los instintos pueden tener solución. La evolución de los personajes buerianos ilustra la lucha por hallar un significado a la existencia. Para él, la trama no puede ser considerada pesimista sólo por el hecho de mostrar sufrimiento y angustia.
El recipiente del Premio Cervantes 1986 –que aprovechó admirablemente todo resquicio que le confiriera la censura franquista– desenmascara y acorrala con "El tragaluz" la injusticia y la mentira. Ingresa en el aposento donde se resguardan y, con la prodigiosa daga de Melpómene, las apuñala, de la misma manera que el Padre, en su papel de divinidad justiciera, acuchilla a su hijo, para, con el sacrificio de su muerte, devolver –afianzado en la verdad– el orden a la subyacente "tragedia esperanzada", oxímoron con que el propio Buero Vallejo definiera la eterna lucha entre lo trágico ineludible y el inmarcesible regalo de la esperanza.  

domingo, 22 de octubre de 2017

A Warren Hampton, profesor predilecto

Dr. Warren Hampton (La Habana, 1926 - Tampa, 2007)

Por Leonardo Venta

Con inmensa tristeza recibí la noticia de la muerte de mi buen amigo-maestro Dr. Warren Hampton. La novedad me dejó agitando lentamente la mano en huérfano y lánguido gesto de despedida.
El doctor Hampton, como era conocido entre sus estudiantes y colegas de la Universidad del Sur de la Florida –el último plantel donde ejerció su largo magisterio de 50 años–,  abordó el  21 de septiembre de 2007, meses después de convertirse en octogenario, la nave que le portearía sobre las plañideras aguas del río Aqueronte hacia el irremisible Hades.
Cuando le conocí, en la década de 1980, me parecía imposible que alguien con un nombre y apellido tan rotundamente sajón pudiese hablar un español tan perfecto y con acento tan exquisitamente cubano. Sin embargo, el doctor Hampton, hijo de Warren – estadounidense– y Blanca –cubana– llevaba el nombre y apellido anglo de su padre; y, en el alma, a La Habana que le vio nacer un 30 de octubre de 1926, y que tuvo que abandonar para siempre un 22 de septiembre de 1960.
Habría que haberlo escuchado disertar sobre el poema “Al Partir” de la Avellaneda, para entender cómo su alma aprisionaba el sentir de los versos de la poetisa cubana: “¡Hermosa Cuba! tu brillante cielo / la noche cubre con su opaco velo, / como cubre el dolor mi triste frente”. Ese fue el Hampton patriota que hemos conocido y amado los cubanos del exilio.  
Mi primera clase en la Universidad del Sur de la Florida, en el 2002, la tomé con él. Por aquel entonces, ya Hampton dialogaba con la edad en que el retiro era tema ineludible. Vino el 2003; y con él, el adiós a la enseñanza. Fui su alumno hasta el último instante. Examinaba sus gestos, sus poses, sus comentarios, sus encantadoras disgregaciones, con el apetito ávido de quien graba en su mente las memorias de un ser admirable.
             Con gran celo conservo un libro que me obsequiara con la siguiente dedicatoria: “A Leonardo Venta, alumno predilecto". Desde mi pupitre de exilio, nada etéreo, le devuelvo a usted, Sr. Hampton, su amable gesto. No le puedo dedicar el libro que nunca he publicado, sino estas sinceras líneas que se elevan reverentes en dirección al inmarcesible recinto donde sé usted habita ahora: "A Warren Hampton, profesor predilecto".

El musical sobre la vida de los Estefan se presenta en Tampa

Christie Prades, en el papel de Gloria Estefan, baila junto a Adriel Flete y otros integrantes del elenco de "On Your Feet!". Foto: Matthew Murphy

Por Leonardo Venta

            Tras 746 presentaciones a teatro lleno en Nueva York, el musical de Broadway "On your feet!" –que resalta los momentos culminantes de la vida y la carrera artística de Gloria y Emilio Estefan– hace en Tampa la tercera parada de una gira por 31 ciudades de Estados Unidos que comenzó en Miami el pasado 5 de octubre, culminó ocho presentaciones en Orlando el domingo, 22 del mismo mes para concluir en el otoño de 2018 en el Teatro Golden Gate de San Francisco.
            En el espectáculo –que se presentará en la Sala Morsani del Straz Center de Tampa, del 24 al 29 de octubre, a las 7:30 p.m., con matinées el sábado y el domingo a las dos de la tarde– se interpretan los éxitos musicales que llevaron a Gloria Estefan a la cumbre, entre ellos "Rhythm is gonna get you", "Conga", "Mi tierra", "Get on your feet", "Don’t want to lose you", "1-2-3", "Reach", "Coming out of the dark", además del emotivo y bello tema "If I Never Get to Tell You (Si nunca llego a decírtelo)", compuesto por Gloria y su hija Emily para este musical. 
            Ganador de dos premios Tony, el director teatral Jerry Mitchell, comanda a un estelar elenco de actores, cantantes y bailarines bajo la dirección coreográfica del colombiano Sergio Trujillo, quien debutara en Broadway con "Jersey Boys" y recibiera en 2015 el prestigioso premio "Laurence Olivier" como mejor coreógrafo teatral. El libreto es de Alexander Dinelaris, ganador del Oscar por el guión del muy premiado filme "Birdman".
            El exitoso diseñador dominicano Emilio Sosa es el creador del colorido vestuario; la iluminación y el sonido están a cargo de Kenneth Posner y Steve Kennedy, respectivamente. Lon Hoyt pilotea la nave musical que cuenta con arreglos realizados por Emilio y Gloria Estefan, así como del gran pianista y arreglista puertorriqueño Oscar Hernández, con la participación de varios exintegrantes del grupo hispano Miami Sound Machine, con el que Gloria adquirió fama como vocalista durante la década de 1980, antes de ser conocida internacionalmente como solista.
            Nominado siete veces a los premios "Outer Circle Critics", distinción que conceden los medios de prensa, radio y televisión a las producciones teatrales estrenadas tanto en Broadway como en off-Broadway; candidato en tres oportunidades a los premios "Drama League", que muchos consideran la antesala de los lauros más valorados en el ámbito teatral estadounidense –los premios "Tony", para los cuales también obtuvo una candidatura– el aplaudido musical bilingüe , que se estrenó en el neoyorquino Marquis Theatre el 5 de noviembre de 2015 y tiene una duración aproximada de 2 horas y 15 minutos, estará protagonizado en sus presentaciones en Tampa por la cubanoamericana Christie Prades, en el papel de Gloria, y el actor de televisión mexicano Mauricio Martínez, interpretando a Emilio.
            Complementan el elenco Alma Cuervo (en el papel de Consuelo, la abuela de Gloria), Jason Martínez (José Fajardo, el padre de Gloria), Nancy Ticotin (Gloria Fajardo, la recientemente fallecida madre de la cantante cubana), Amaris Sánchez y Carmen Sánchez (turnando el personaje de la protagonista en su niñez), así como Kevin Téllez y Jordan Vergara, alternando los personajes de Nayib, el joven Emilio y Jeremy.
            Entre los miembros del reparto, tuvimos el privilegio de dialogar brevemente con la tampeña Alma Cuervo, cuyo personaje es la amorosa y cómplice abuela materna de la intérprete de "Con los años que me quedan". Entre otros comentarios valiosos, nos aseguró que para ella este musical "es una oportunidad de demostrar a la nación cómo los hispanos en Estados Unidos trabajan y tratan con toda su alma de realizar 'el sueño americano', así como vivir con libertad, valores y principios, orgullo y felicidad".

La actriz Alma Cuervo, natural de Tampa, caracteriza a la abuela materna de la intérprete de "Mi tierra"
            La artista de 66 años, cuyo talento la llevó a ganar el Premio Obie por su actuación en "Uncommon Women and Others (Mujeres poco comunes y otras)", de la dramaturga neoyorquina Wendy Wasserstein, nos confesó con satisfacción: "Yo soy la única actriz que ha estado en esta obra desde el primer día en que ocho actores leímos el libreto y cantamos juntos en Nueva York, en 2014. En aquel encuentro, Gloria y Emilio Estefan escucharon su propia historia (escrita por Alex Dinelaris) y fue algo muy emotivo para ellos. Ahora, todos nos hemos compenetrado muy bien y todavía seguimos inspirados y encantados con esta obra",
          La señora Cuervo, también ganadora del Premio Barrymore de Filadelfia a la Mejor Actriz por su trabajo en "The Beauty Queen of Leenane (La reina de belleza de Leenane)", ópera prima del dramaturgo y realizador angloirlandés Martin McDonagh, nos emocionó con el siguiente comentario final, pronunciado desde uno de los rincones más sensibles de su alma: "Después de haber actuado en este musical por casi dos años en Nuevo York (y Chicago), no sabía si quería emprender esta extensa gira por tantos lugares. Sin embargo, la idea de traer esta historia a la ciudad donde nací –y a otras localidades de Florida– fue lo que me ha motivado a continuar. ¡Ojalá que todos la disfruten!".