La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

viernes, 16 de septiembre de 2016

Grandes figuras del ballet mundial actúan en La Habana

Adiarys Almeida, ajena al lente que la descubre, reza antes de salir al escenario el 20 de agosto de 2016, después de 13 años sin bailar en Cuba. Foto: cortesía del artista ucraniano Artyom Shlapachenko

Por Leonardo Venta

El pasado 20 de agosto, doce notables bailarines de la escena mundial se dieron cita en el recientemente renovado Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, en la gala “Ballet Royalty (Realeza del ballet)".  Para aquellos que no pudieron conseguir boletos, que se agotaron en pocas horas, se colocó una inmensa pantalla al costado del teatro para que pudieran presenciar la histórica función organizada por la empresa estadounidense Improvedance y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura de Cuba.
            El cubano Rodrigo Almarales, primer bailarín del Cincinnati Ballet, cofundador de "Ballet Royalty" y director artístico y general del espectáculo, inscribió en el programa que “sus más lejanos recuerdos de infancia se asocian con este teatro”, refiriéndose a las presentaciones en el mismo de sus padres Miriam González y Héctor Almarales, otrora bailarines del Ballet Nacional de Cuba.
             Por otra parte, en conferencia de prensa en la sala Lecuona del Gran Teatro, Almarales, que abandonó Cuba a los 10 años de edad y regresó en el 2014 para bailar en el 24.° Festival Internacional de Ballet de La Habana, expresó: “Vi de nuevo al público cubano y supe que había algo que debía hacer (...) Cuba y La Habana son referentes para la danza y el ballet mundial y este teatro, un templo sagrado para el arte”.
            En la memorable función del pasado agosto, bailaron para el exigente público habanero Ivan Vasiliev y Daniil Simkin, del American Ballet Theatre; María Kochetkova y Carlo Di Lanno, del Ballet de San Francisco; Iana Salenko, del Ballet Estatal de Berlín; el primer bailarín del Ballet Bolshoi, Semyon Chudin; Mathew Golding, del Royal Ballet, y Misa Kuranaga, del Ballet de Boston. También actuaron la primera bailarina del Ballet de Canadá, Jurgita Dronina; los exprimeros bailarines del Ballet de Cincinnati Joseph Gatti y Adiarys Almeida, así como el propio Almarales.
Adiarys Almeida, Jurgita Dronina, Joseph Michael Gatti, Matt Golding, Misa Kuranaga, Daniil Simkin, Christopher Stowell, María Kochetkova, Rodrigo Almarales, Ivan Vasiliev, Iana Salenko y Semyon Chudin. Foto: cortesía del artista ucraniano Artyom Shlapachenko.

            La velada abrió con el pas de deux de "La sílfide y el escocés", de August Bournonville, interpretado por Almarales y la japonesa Misa Kuranaga, quien luego bailó el muy aplaudido solo de "La muerte del cisne".
            Del mismo modo, arrancó grandes aplausos el hilarante solo del ebrio personaje de “Les Bourgeois”, pieza contemporánea del belga Ben Van Cauwenbergh y música de Jacques Brel, que Carlos Acosta ya había estrenado en suelo cubano. Esta vez, lo interpretó Daniil Simkin, al que algunos críticos han llamado el 'nuevo Nureyev'. En tanto, el italiano Carlo Di Lanno protagonizó el estreno mundial de "Painting Greys", coreografía de Myles Thatcher. Más tarde, Di Lanno y la moscovita María Kochetkova bailaron la pieza contemporánea "Bells pas de deux", del establecido coreógrafo ruso Yuri Possokhov.
            La rusa Jurgita Dronina y su coterráneo Semyon Chudin desperezaron los duendes clásicos del Gran Teatro habanero, al interpretar el conocido y exigente grand pas de deux de las bodas de la princesa Aurora y el príncipe Désiré del tercer acto de "La bella durmiente". Concluido el siempre refrescante intermedio, ambos tejieron poseía mediante el etéreo pas de deux del segundo acto de "Giselle", ante la nublada lúcida pupila y el nostálgico oído de la Giselle definitiva: la mítica Alicia Alonso, sentada, a los 94 años, en su habitual butaca del primer balcón.  
            Hacía diez años que el ruso Ivan Vasiliev, merecedor de los más notables premios en el universo de la danza clásica, no se presentaba en Cuba. En esta ocasión, desafió la inercia con su desbordante armonioso virtuosismo en el pas de deux de "Las llamas de París" junto a la ucraniana Iana Salenko, la cual contó además con la asistencia del partenaire canadiense Matthew Golding en la escenificación de la siniestra Odile del famoso pas de deux del tercer acto de "El lago de los cisnes".
            Rodrigo Almarales tuvo la oportunidad de bailar su propia creación "Chor. # 2", junto a su compatriota Adiarys Almeida, otrora integrante del Ballet Nacional de Cuba, quien volvió a saborear su público después de 13 años de ausencia.
            La briosa Almeida –a quien habíamos entrevistado a raíz de su actuación en la decimosexta edición de la gala “Youth America Grand Prix” en el floridano Straz Center de Tampa–, fue la más aplaudida entre la constelación que se dio cita en el gran escenario habanero, luego de interpretar el personaje de Medora en el ballet "El Corsario", en un arrobador pas de trois junto a Golding, con quien bailaba por primera vez, y su excompañero del Cincinnati Ballet Joseph Michael Gatti.
"El corsario", desde otro ángulo.  Adiarys Almeida, Matt Golding y Joseph Michael Gatti. Foto: cortesía del artista ucraniano Artyom Shlapachenko

            Entre aplausos y jadeos, llegó el fin del programa, de unas dos horas de duración, con la imperturbable magia del pas de deux “Don Quijote”, en el que la melódica y estimulante música de Ludwig Minkus parecía enardecer un derroche de sensual bravura en la pareja integrada por Kochetkova y Simkin, arrancando los célebres vítores que caracterizan a los apasionados balletómanos cubanos.
            Examinando las opiniones de la crítica especializada sobre la impresionante fiesta danzaria, hallamos varias fotografías tomadas por el excelente artista ucraniano Artyom Shlapachenko, residente en Cuba desde los 7 años de edad, quien departió con nosotros sobre el evento habanero, desde Kiev, la capital de Ucrania, autorizándonos amablemente a  publicar sus valiosas fotos.
            Shlapachenko, para quien contar una historia a través de cada imagen es lo esencial, nos relató que mientras miraba hacia el escenario, desde bastidores, notó que "Adiarys Almeida se había apartado hacia una esquinita y comenzó a rezar para que todo le saliera bien en la función. Me agaché para no importunarla y desde otro ángulo pude tomarle par de fotos de ese momento tan especial. Ella se dio cuenta y le deseé buena suerte, a lo que me respondió con una sonrisa".
            En nuestra opinión, la genial foto de Ariadys que ilustra este escrito capta la trascendente significación de esta cita con el arte en La Habana, muy especialmente para ella y Rodrigo Almarales, quienes regresaban al cálido abrigo de su tierra natal después de una prolongada ausencia. 



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