La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo”.
José Martí

jueves, 1 de junio de 2023

En el 39.° aniversario de una velada histórica en el Metropolitan Opera House

Uno de los icónicos saludos de Alicia Alonso a la audiencia, captado por el lente de William Sauro/The New York Times, en el Metropolitan Opera House, 1977.

Por Leonardo Venta

"Cuando baila en París nos hace recordar una de las más grandes épocas del ballet, y soñamos que desde un palco la contemplan Proust, Matisse o Braque. Si algún día Alicia Alonso se decidiese a mostrar la historia de sus gestos, de sus movimientos, qué deliciosa novela proustina no tendríamos", José Lezama Lima

     La noche del domingo13 de mayo de 1984, como parte de las celebraciones del centenario de su fundación, el Metropolitan Opera House de Nueva York, sede del American Ballet Theatre, celebró una gala histórica con algunos de los artistas más aclamados de la escena mundial.

     En aquella memorable velada, Alicia Alonso y su partenaire Jorge Esquivel bailaron una adaptación del Grand pas de deux del segundo acto de "Giselle", obra cumbre del ballet romántico, con cuyo rol protagónico debutara la Alonso, junto a Anton Doli, en el papel del príncipe Albrecht, el 2 de noviembre de 1943 en ese mismo escenario, en sustitución de Alicia Markova, una de las divas danzarias más aplaudidas en la escenificación de ese ballet blanco.

      "Es bien conocido el hecho de que está parcialmente ciega y acaba de sobrepasar los 60 años. Los neoyorquinos no la han visto en más de cinco años, y si uno no esperaba que fuera completamente igual, no era de extrañar que la esencia del papel aún la acompañara. En todo caso, parecía más una litografía del siglo XIX que nunca y, como de costumbre, sus fabulosos entrechats pusieron el teatro a sus pies", comentara Anna Kisselgoff, otrora crítica principal de danza del New York Times en la reseña "The Dance: Met Opera", publicada el siguiente día de la memorable función. 

     Concebido por el poeta Théophile Gautier, el argumento de "Giselle" se inspira en las "Lettres de l’Allemagne (Cartas de Alemania)" de Heinrich Heine, del siglo XIX, cuyo lenguaje poético, henchido de referencias míticas y paisajes fantásticos, sustentara la imaginación creativa del libretista Saint George, así como la de los coreógrafos Coralli y Perrot, y, finalmente, conllevara a la revisión del inigualable Marius Petipa.

     En la heroína de esta gema coreográfica se combinan los dos grandes tipos de bailarinas. En el primer acto, es la campesina terrenal, cuya pasión por la danza constituye el pretexto ideal para hacer derroche de una férrea técnica clásica. Sin embargo, un implícito halo envuelve sus estrenadas ingenuas emociones amorosas hacia la enajenación, como presagio de un vuelco hacia la sublime ingravidez del segundo acto. Atraviesa sentimientos que van desde la dicha compartida con Albrecht a la desilusión, la impotencia, la locura y la muerte.

     En el segundo acto, se transforma en un espíritu alado para hilvanar la más sublime poesía de la danza. Según el célebre crítico británico Arnold Haskell (1903-1980), existe un fuerte lazo dramático entre el primer y el segundo acto. Giselle, transformada en espectro de los bosques, supera los obstáculos que le tiende el desamor y la muerte, pero, al mismo tiempo, se debate entre su nueva naturaleza espectral, sujeta a las exigencias de Myrta, la vengativa reina de las willis, y una inmensa ternura por el Príncipe que la desairara en vida.

     Las características esenciales del personaje que acabo de describir con la ayuda de mi nada etéreo teclado, se arrebujaron de una manera casi mística, por la inexplicabilidad de su magia, en la Alonso, o simplemente Alicia, como preferimos evocarla aquellos balletómanos que tuvimos el privilegio admirable de sincronizar desde la butaca del teatro nuestro enternecido aliento con el de la más grande criatura romántica sobre el escenario. 

     Reconociendo mi insuficiencia expresiva para dignificar el esplendor sideral de nuestra prima ballerina assoluta, me veo precisado a acudir, como generalmente hago, a la genial pluma de Alejo Carpentier, a mi juicio el más grande crítico de ballet cubano, para sintetizar lo ocurrido en la gala inaugural de la versión cubana de "Giselle" en la Ópera de París, bailada por Alicia, el 24 de febrero de 1972, bajo el título "Como hubiese querido verla Théophile Gautier" y que nombrara originariamente “Alicia Alonso en la Ópera de París”. 

      "Después de la función se ofreció un coctel a Alicia en el Foyer de la Danza del Teatro, prestigiado por los retratos de Taglioni, la Grisi, Fanny Elssler y otras grandes de la coreografía del siglo pasado... Daniel Lesur, administrador de la Ópera, se acercó a nuestra gran bailarina: 'Alicia –le dijo– desde hacía mucho tiempo, desde el siglo pasado, Giselle era una pieza de museo, una cosa muerta. Usted con su genio, la ha revivido, nos la ha restituido. Gracias a usted la vimos esta noche como hubiese querido verla Théophile Gautier'. Creo que nada tendría yo que añadir a estas palabras", leemos en el texto carpenteriano.

     Por otra parte, el poeta y crítico cubano Gastón Baquero expresó, a raíz de una función de "Giselle" protagonizada por la Alonso en el Teatro Monumental de Madrid: “… lo único que se me ocurre es parodiar una frase de mi querido Raymond Chandler, y decir: es una bailarina, una bailarina capaz de hacer que un obispo rompa a pedradas una vidriera para mirar por un agujero”.

     La Alonso dejó de interpretar Giselle el mismo día que la estrenara, un 2 de noviembre, cincuenta años después, en 1993, acompañada por el primer bailarín cubano Lienz Chang, en el Gran Teatro de La Habana. Como puede apreciarse en una filmación de la susodicha función, a sus 62 años de edad y parcialmente ciega, nuestra Giselle eterna provocó con el lirismo inefable de su irrepetible genio artístico una reacción apoteósica en el exigente público que se dio cita en el templo habanero de la danza universal.

Pie de foto: Uno de los icónicos saludos de Alicia Alonso a la audiencia, captado por el lente de William Sauro/The New York Times, en el Metropolitan Opera House, 1977.



jueves, 21 de julio de 2022

Sófocles, un avezado en el sufrimiento humano

Por Leonardo Venta

Antígona, óleo sobre lienzo de Marie Spartali Stillman (1844–1927). La pieza representa la escena sofoclea 
en que la heroína llora a su hermano, en compañía de otra doncella. Los cuervos picotean el cuerpo de Polinices, 
mientras Antígona levanta una mano para espantarlos.

"¡Oh habitantes de mi patria, Tebas, mirad: he aquí a Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue hombre poderosísimo; aquel al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino! ¡En qué cúmulo de terribles desgracias ha venido a parar! De modo que ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que llegue al término de su vida sin haber sufrido nada doloroso".  Fragmento de Edipo Rey, tragedia de Sófocles

     Nacido en Atenas hacia el 497/96 antes de Cristo, Sófocles –uno de los tres grandes dramaturgos de la antigua Atenas, junto con Esquilo y Eurípides– murió a los 90 años.

    En calidad de autor dramático, gozó de gran popularidad entre sus conciudadanos. Ganó su primer concurso trágico en las Dionisiadas del año 468, compitiendo con Esquilo; a partir de esa fecha, concursó en otras 29 festividades hasta el año de su muerte, obteniendo el primer premio en 18 ocasiones, y el segundo en 11 oportunidades.

     De sus numerosas obras dramática sólo se conservan siete tragedias: Áyax, Las Traquinias, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes y Edipo en Colono. Sin embargo, se conoce la existencia de más de 120  de sus tragedias y dramas satíricos. 

     El teatro de la época no era un centro de reunión para recrear el ánimo ni un calco exacto de la vida ateniense. Incluso, la comedia griega, que tomaba sus temas de la vida política y social contemporáneas, aderezaba con anécdotas una agenda más profunda y ambiciosa. La tragedia, a la que Sófocles dedicó su vida, se dirigía a lo más intenso de la conciencia individual y colectiva.

     Las tragedias helénicas se representaban durante ciertos días del año. El festival principal se celebraba en la primavera, cuando grandes contingentes de personas se reunían, por varios jornadas sucesivas y durante la mayor parte del día, en un teatro al aire libre que acomodaba alrededor de 17 mil espectadores para presenciar un ciclo de presentaciones teatrales en medio de una gran excelsitud cívica y religiosa. Los ejercitantes de la tragedia en Atenas llevaban sobre los hombros una gran responsabilidad. Pero, al mismo tiempo, eran recompensados tanto en prestigio como económicamente.

     Antes de ser representada, cada obra debía ser aprobaba por una junta de selección, y el mero hecho de ser aceptada para su escenificación le confería enorme prestigio a su artífice. Cada creación competía con las de otros dos autores escogidos, y se seleccionaba un ganador por el voto de un panel de jueces, influenciados por la reacción del público. Cada autor debía entregar una serie de cuatro obras: tres tragedias, independientes entre sí o formando una trilogía sobre un tema específico, y una sátira de carácter más ligero.

     El arte dramático persigue  expresar en esencia los sentimientos y reflexiones incitados por la lucha del ser humano contra las fuerzas eternas que parecen regir su destino, como expresa Sófocles, “los encuentros del hombre con algo más que el hombre”. 

     El elemento propiamente musical, que daba relevancia a las partes corales, y la nota religiosa caracterizaban estas producciones teatrales. El drama es recitado o cantado por un coro que lo interpreta, consolida y comenta. El coro sofocleo tiende un puente entre el espectador y la representación en sí. A su vez, se integra a los sucesos, empinando el dramatismo de la acción. Al igual que el coro, el espectador se transforma en una especie de agente que examina y emite juicios sobre la propuesta dramática. A la vez, habla lo que los personajes no pueden o no se atreven a decir, en otros términos, opera como una especie de subconsciente.

     La tragedia griega debía contar una historia ya conocida del pasado heroico y legendario. Como el público ya dominaba los hechos de la acción, el dramaturgo tenía plena libertad de adentrarse en cualquier contexto que eligiera con el fin de exponer su tema. La puesta en escena no se basamentaba en el factor suspenso, no procuraba satisfacer una curiosidad fortuita, sino reexaminaba y profundizaba en las propiedades principales de la verdad.

     Sófocles renunció a la trilogía establecida por Esquilo, es decir,  cada una de las tres tragedias era la continuación argumental de la que le precediera, confiriendo autonomía temática y argumental a cada una de sus creaciones. Por otra parte, incrementó el número de actores hasta tres. Inicialmente, sólo había dos actores, por lo cual, esa aportación profundizó la complejidad de la trama. Además de eso, introdujo decorados diseñados de manera especial para cada una de las obras.

     En contraste con Esquilo, Sófocles redujo en gran manera la extensión de las partes corales. Sin embargo, aumentó de 12 a 15 sus miembros, generando a través del coro una especie de personaje colectivo, con sus propias acciones y diálogos, admirable lirismo, profundidad religiosa y gran relevancia dramática. En otra dirección, el coro aportó dramatismo al prólogo, cuya tradicional función se concretaba únicamente en explicar el argumento.

 Con relación a la acción dramática, Sófocles incursiona –especialmente en su tragedia Edipo Rey, cuyo protagonista mata a su padre y comete incesto con su madre– en el inconsciente, el autoanálisis, la fragilidad humana, el destino, el conflicto de voluntades, la ironía trágica y el contraste entre personajes: Antígona frente a Ismene, Electra frente a Crisótemis, Creonte frente a Hemón, Edipo frente a Yocasta, Ulises frente a Neoptólemo, entre otros.

     En la obra de nuestro poeta trágico, no existe expiación a través del dolor. El conflicto de sus héroes y heroínas es irremediable, como es el caso de Antígona –quien paga con su vida haber enterrado a su hermano Polínices en contra de los deseos del rey Creonte de Tebas–, y cuya solución no radica en leyes o reformas, sino en entender que la razón, la prudencia, la justicia y las leyes humanas son limitadas, imperfectas y en numerosos casos injustas. Sus personajes son aniquilados por fuerzas superiores a su voluntad, como reflejo del enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural, cuya comprensión íntegra no está a su alcance.

     Sófocles, según su contemporáneo Frínico, uno de los creadores del género de la tragedia, "fue afortunado en la muerte, así como en la vida". Hay quienes afirman que se ahogó comiendo unas uvas que le había enviado el actor Calipides en las Antesterias, un festival ateniense celebrado en honor de Dioniso. Otros aseguran que murió leyendo Antígona mientras pronunciaba una larga frase sin tomar aliento. Además, se ha atribuido la causa de su muerte al enorme júbilo que le produjo el éxito de su obra Antígona en la competición. 

sábado, 5 de febrero de 2022

Apuntes sobre el 44.° Festival de Cine de Sundance

 Por Leonardo Venta

Cartel oficial de “Utama (Nuestro hogar)", una coproducción de Bolivia, Uruguay y Francia rodada en quechua y español, la cual conquistó el premio del jurado en la sección internacional del Festival de Sundance, el certamen más importante del cine independiente.

Al igual que sucediera el año pasado, el utaheño Eccles Theater, sin la presencia habitual de los artífices y seguidores de la llamada filmografía independiente, la cual surge a partir del rechazo al modo comercial de producción hollywoodense, el Festival de Cine de Sundance volvió a celebrar una ceremonia de premiación virtual el pasado domingo, 30 de enero, a cuyo formato se refirió su cofundador Robert Redford como "una evolución emocionante de perspectiva".

Dentro del evento, hubo  nueve sustanciosas jornadas de documentales basados en la historia de notorias personalidades, desde la serie de tres partes "Jeen-yuhs" –título que en la jerga urbana estadounidense significa genial y creativo/inteligente–, dirigida por los legendarios cineastas Coodie Simmons y Chike Ozah, que aborda la vida del rapero Kanye West desde finales de la década de 1990 hasta la actualidad; "The Princess" –realizada en su totalidad con imágenes de archivo y sin un narrador– transporta a la audiencia al turbulento matrimonio de Diana con el príncipe Carlos y examina la nociva persecución de los medios a la llamada Princesa del pueblo. "Es como una tragedia de Shakespeare, pero una que muchos de nosotros vivimos, e incluso participamos", ha declarado el director Ed Perkins, nominado al Óscar 2019 en la categoría de mejor documental corto por "Black Sheep (Oveja negra)", una realización que denuncia la existencia de opresión racial en Gran Bretaña.

Otro muestrario en honor a grandes personalidades es el filme "Lucy y Desi", dirigido por la actriz, comediante, escritora, productora y directora estadounidense Amy Poehler, el cual narra la historia de Lucille Ball y su esposo Desi Arnaz, desde sus humildes comienzos en RKO, uno de los cinco grandes estudios de la época dorada de Hollywood, hasta llegar a definir toda una era y un estilo dentro del marco de la televisión de Estados Unidos. “Teníamos muchas ganas de contar la historia de Lucy y Desi”, expresó Poehler en la sesión de preguntas y respuestas posterior al estreno.

Por su parte, el documental "Tenemos que hablar de Cosby", narrado y dirigido por Emmy W. Kamau Bell –ganador de tres Emmy por su programa de CNN "United Shades of America"–, explora problemas sociales complejos de la sociedad estadounidense, especialmente relacionados con el racismo, ofreciendo una mirada indagante y objetiva a la triunfante carrera y caída de Bill Cosby, separando su valor artístico de su tumultuosa vida personal. “Soy un hijo de Bill Cosby”, confiesa Bell, quien alega haberse criado admirando los programas familiares creados y protagonizados por Cosby en una etapa en la que pocos artistas negros sobresalían en la pequeña pantalla.

Otra selección que tuvo su debut en el Sundace fue la comedia de humor negro “Emergency”, realización de Carey Williams –sin buenas valoraciones de la crítica especializada– que explora el racismo y el privilegio de los blancos en Estados Unidos, a partir de una trama en que dos estudiantes negros y un latino acuden en ayuda de una mujer blanca, lo que conlleva a un aumento de contingencias que guardan en sí una denuncia al cacareado "trato discriminatorio" a las llamadas minorías en la patria de Abraham Lincoln.

En sus espiraciones de estreno, el Festival fue testigo del documental “La Guerra Civil”, una producción de DAZN Originals dirigida por Eva Longoria, basado en el combate de boxeo entre Oscar De La Hoya y Julio César Chávez, en 1996, y la problemática de identidad que impuso entre mexicanos y estadounidenses de ascendencia mexicana. “Esa pelea realmente dividió a la comunidad mexicana en los Estados Unidos”, dijo Longoria. “Dividió los hogares”, agregó.

Merecedora del gran premio del jurado en la sección internacional, "Utama (Nuestro hogar)", una coproducción entre Alma Films (Bolivia), La Mayor Cine (Uruguay) y Alfa Violet Productions (Francia), aborda la crisis climática y la globalización apoyándose en el estoico amor que una pareja de ancianos quechuas le profesa a su suelo, al decidir no abandonarlo a pesar de una intensa sequía. “No podemos irnos porque nuestra tierra quedará silenciada”, es una de las expresiones recogidas por el director Alejandro Loayza durante las sesiones del rodaje en pueblos originarios, y que incorporara al guion de la cinta.

El principal laurel del Festival correspondió al suspenso "Nanny", dirigido por Nikyatu Jusu, la historia de una senegalesa que trabaja como niñera para una familia neoyorquina, en su noble afan de ganar suficiente dinero para traer a su hijo a Estados Unidos. "Quería colocar el foco en las mujeres que típicamente son personajes secundarios en las historias de otras mujeres", comentó Jusu, cuya familia es de Sierra Leona.

El intenso documental del cineasta Shaunak Sen "All That Breathes (Todo lo que respira)" –la única cinta india que fue seleccionada y proyectada en Sundance este año–, se impuso en la categoría de documental mundial. A su vez, la comedia dramática "Cha Cha Real Smooth", de Cooper Raiff, conquistó la aprobación de la audiencia en el renglón concerniente al mejor drama. El filme fue comprado por la plataforma de Apple TV+ durante el festival, por 15 millones de dólares, hasta el momento el mayor acuerdo de Sundance este año.

"The Exiles", una conmovedora realización que revisita la experiencia de los disidentes de la masacre de la Plaza de Tiananmen, en China, se alzó con el gran premio del jurado a la mejor obra dramática y documental; mientras que "Navalny", de Daniel Roher, basada en la experiencia del disidente ruso Alexei Navalny, fue honrada con el premio de la audiencia y elegida como la favorita del festival. "Quiero que cada ser humano en el planeta Tierra conozca el nombre de Alexei Navalny", dijo Roher. El público, al mismo tiempo, eligió el documental brasileño "The Territory" y el drama finlandés "Girl Picture" entre sus preferidos.

viernes, 7 de enero de 2022

"Avec Le Temps" - Céline Dion - Subtítulos en español y francés


“Estrellas de hoy se encuentran con las estrellas del mañana”

 Por Leonardo Venta

Natalie Steele, integrante de Dmitri Kulev Classical Ballet Academy, será parte de la gran gala que se celebrará este sábado. Foto: Cortesía del Straz Center.  

Daniil Simkin, una de las luminarias que bailará este 8 de enero, interpretará el pas de deux de “El Corsario” junto a la solista Evelina Godunova, ambos bailarines del Staatsballett Berlin. Fotógrafa: Andrea Mohin. 
Irene Rodríguez en la interpretación de su propia coreografía "Amaranto", en la cual se hace acompañar de un hermoso mantón de manila. Fotógrafo: Alfredo Cannatello.

Veronica Jaspers es una brillante trainee (alumna en formación) del Next-Generation Ballet. Imagen/ Bay News 9.


     "Representar a Next Generation Ballet (NGB) significa que puedo mostrar a los demás que soy integrante de una escuela especial {Conservatorio Patel]. He visto mucho crecimiento en mí, así como en otros estudiantes en los últimos años, y estoy orgullosa de representar a una institución que ha formado a tantos bailarines inspiradores. En realidad, es un regalo pertenecer a un entorno tan positivo y alentador".

            Veronica Jaspers

     Prominentes figuras de la danza mundial compartirán escenario con noveles bailarines y bailarinas en la gala “Estrellas de hoy se encuentran con las estrellas del mañana”, que tendrá como sede a Tampa luego de un obligado largo receso debido a la pandemia de Covid-19.

            “Youth America Grand Prix” (YAGP, por sus siglas en inglés) –considerado como el mayor evento competitivo internacional para estudiantes de danza y una plataforma para visibilizar las potencialidades de jóvenes figuras de la disciplina en todo el orbe– celebra una nueva edición con una gran velada en la Sala Ferguson del Straz Center este sábado, 8 de enero, a las 8 p.m.

            Desde su fundación, “Youth America Grand Prix” ha ofrecido oportunidades a numerosos jóvenes bailarines  –entre las edades de nueve a 19 años, de diversos orígenes étnicos y culturales– con el fin de ampliar su radio de acción, brindándoles dominio escénico, perfeccionamiento técnico e interpretativo, consolidando, a la vez, una red sólida dentro de la comunidad artística, al expandir sus oportunidades para desarrollarse y triunfar en el maravilloso y exigente universo de la danza.

            Desde su fundación, “Youth America Grand Prix” ha ofrecido oportunidades a numerosos jóvenes bailarines  –entre las edades de nueve a 19 años, de diversos orígenes étnicos y culturales– con el fin de ampliar su radio de acción, brindarles dominio escénico, perfeccionamiento técnico e interpretativo, consolidando una red sólida y duradera dentro de la comunidad artística, al expandir sus oportunidades para desarrollarse y triunfar en el maravilloso y exigente espacio de la danza.

            Como ya es tradición, el evento contará con un maravilloso programa donde participarán grandes figuras y destacados estudiantes. Entre los anfitriones tuvimos la oportunidad de departir con Veronica Jaspers, para quien "parte del viaje de la danza es descubrir a dónde perteneces". Ella bailará dos variaciones clásicas, la primera es la Kitri de "Don Quijote" e interpretará el papel protagónico de "Giselle". Jaspers afirma que "estas variaciones fueron elegidas para mí debido a su diversidad. Kitri es muy ardiente y enérgica, mientras que Giselle es suave y tímida, lo cual muestra una variedad de estilos y personalidades diferentes".

            Entre las estrellas invitadas a la Gala figuran Evelina Godunova y Daniil Simkin, solista y primer bailarín del Ballet Estatal de Berlín (Staatsballett Berlin); Lauren Lovette, bailarina principal del New York City Ballet; Julian MacKay, bailarín principal del San Francisco Ballet; Irene Rodríguez, coreógrafa y estrella internacional de flamenco; José Sebastian y Katherine Williams, provenientes de las filas del American Ballet Theatre; así como los multilaureados jovencitos Elisabeth Beyer y Yuma Matsuura, integrantes del American Ballet Theatres Studio Company.

            El programa en dos actos –que  intercala la presentación de ganadores de las pasadas ediciones del “Youth America Grand Prix”, semifinalistas de la presente competencia (las estrellas del mañana), y las citadas figuras invitadas–, tiene una significación peculiar este 2022.

            "No hubo evento de gala el año pasado debido a la pandemia, sólo la competencia en sí. De esa forma, el regreso de “Estrellas de hoy se encuentran con las estrellas del mañana” es realmente emocionante después de una pausa de dos años", resalta Philip Neal, decano de danza del Conservatorio Patel del Straz Center y director artístico del Next Generation Ballet.

            Neal –también otrora bailarín principal del New York City Ballet– nos comenta con su acostumbrada elocuente concisión sobre el debut de Irene Rodríguez en el Straz Center: "Ha coreografiado una magnífica pieza de base flamenca, titulada 'España'. Cuenta con 14 bailarines del Next Generation Ballet, 9 mujeres y 5 hombres. Irene, que se estableció recientemente en Tampa, les seguirá con su propio solo de flamenco acompañada de los músicos Cristian Puig, Marlon Fernández, Samuel Luna y David Pate. Espero que la comunidad de nuestra ciudad reconozca su tremendo talento".

            Sobre la pieza que interpretará, la propia Irene nos señala: "Es una composición mia llamada 'Amaranto', nombre de la planta de la cual se dice que no se marchita nunca. Esta es una coreografía flamenca muy dramática e intensa, la cual he interpretado con anterioridad en el Joyce Theater de New York y en el Jacob’s Pillow Dance Festival, en la cual me acompaña un mantón de manila".

            El programa lo cierra el pas de deux de "El Corsario", uno de los fragmentos de ballet clásico más famosos y representados, en el que, según nos confiesa Neal, "será la primera ocasión en que Evelina Godunova (Staatsballett Berlin) actuará en Estados Unidos. Ella es una artista internacional en ascenso y está asociada con el superastro del ballet Daniil Simkin".

            En palabras del director artístico del Next Generation Ballet, la comunidad de Tampa tiene una oportunidad única para disfrutar de un muestrario de los mejores bailarines del mundo. "Tenemos artistas del American Ballet Theatre, New York City Ballet, San Francisco Ballet y Ballet Estatal de Berlín, quienes nunca antes se habían presentado en el Straz Center. Por lo tanto, la audiencia de Tampa podrá disfrutar de nuevos bailarines aclamados internacionalmente", puntualiza Neal.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Carta abierta de Navidad

Por Leonardo Venta
"La adoración de los pastores" (1650), óleo sobre lienzo de Bartolomé Esteban Murillo, Museo del Prado, Madrid.

Agradezco a Dios la posibilidad de depositar mis más entrañables inquietudes en el sagrario de al menos un alma receptiva, la cual pueda ofrecerme la satisfacción de compartir con ella pequeñas grandes verdades, no ideales ni prescritas, mucho menos concretas, elevándolas al esclarecido seno de esta sincera reflexión.

 Al no conseguir elucidar un mejor modo de compartir mis abstracciones en esta preciada época del año –¡albricias por una nueva visita del milagro de la Navidad!–, concurro a ese interlocutor ideal que pueda ofrecerme la posibilidad de abrir una digna brecha difícil de explayar en otros recusantes destinatarios. Es más edificante escribir que aletargar inquietudes en el contiguo y generalizado receptáculo de la indolencia.

 "Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor", leemos en Lucas 2:11. Setecientos años antes, Dios había dicho, por medio del profeta Miqueas, que su Hijo nacería en Belén. La celebración navideña –que no tiene nada que ver con el consumismo que prolifera en la conmemoración del nacimiento de Jesucristo– podría ser espejismo de un principio de amor y fraternidad damnificado por nuestras malas acciones, eludiendo la idónea dádiva del Creador para con nosotros.

La esencia del misterio de esta festividad anual que estamos celebrando no radica en sus múltiples manifestaciones de cordialidad y entusiasmo, sino en el ejercicio y la suma de virtudes y valores que nos identifican con la Segunda Persona de la Trinidad. El filósofo y teólogo Santo Tomás de Aquino, llamado el Príncipe de los Escolásticos, define la virtud como un “hábito operativo bueno", una disposición habitual y firme a hacer el bien.

 Narran los biógrafos de San Francisco de Asís que en el mes de diciembre de 1223, en una localidad italiana de la provincia de Rieti, región de Lazio, el Santo de los santos se lamentaba de que la observancia de la Navidad había sido ensombrecida por la tendencia desenfrenada a obtener y derrochar bienes, no siempre necesarios. Angustiado, congregó a varios amigos, junto con algunos animales, y recreó, en gesto de humildad, la escena del pesebre, conocida como la Natividad.

 La singular experiencia de Rieti fue ejemplar, y a lo largo de los años esa práctica –a la que se agregaron los villancicos– se integró a la celebración del nacimiento del Mesías, oficializada en el año 345 por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno, padres y doctores de la Iglesia Primitiva. Aunque hay quienes consideran que la celebración del 25 de diciembre es el resultado de la deformación que sufriera el cristianismo a manos del paganismo, sigue siendo la fiesta más importante del año eclesiástico cristiano.

 Sin embargo, hay rituales navideños que no son de origen pagano. En 1742, Georg Friedrich Händel estrenó en Dublín el oratorio "El Mesías", con su célebre coro 'Aleluya'. Como sugiere el título, la composición recorre el nacimiento de Jesús, su muerte, resurrección y ascensión. Una de las piezas más populares de la sección de Navidad se basa en Isaías 9: 6: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz".

 Frecuentados compromisos, aglutinados estreses, intemperantes efugios etílicos y gastronómicos, ineptos obsequios, campañas publicitarias, caprichos materialistas, producciones de "Cascanueces" integran la nutrida lista de elementos que aderezan esta conmemoración. Para lenitivo del autor de estas líneas, no todo es profano en las festividades decembrinas; hay acciones de edificante significación espiritual que impelen a un estado interior de comunión con Dios.

 La Navidad es el tiempo propicio para fijar la mirada en "el iniciador y perfeccionador de nuestra fe", cuyas enseñanzas nos exhortan a amarnos los unos a los otros, perdonarnos al igual que Él nos perdona; fraternizar –con amor de madre a hijo– en tiempos favorables y de conflictos; así como consolar y socorrer, sin cuestionamientos, a aquellos que, por la razón que sea, atraviesan aflicciones.

 No importa cuánto anhelemos la paz, vivimos en un mundo amenazado por la violencia, la discordia y la codicia. Queremos ser honestos, pero la impudicia nos tiende emboscadas. Procuramos repartir buenas acciones; sin embargo, nos dejamos atrapar por los afanes de la vida y así procrastinamos –o anulamos– dichos buenos propósitos. Necesitamos perdonar, pero no lo hacemos, o lo cumplimos a medias. Afirmamos proponernos el bien ajeno, pero nos deslizamos hacia el egoísmo, la manipulación, la enfermiza competitividad, las murmuraciones, la xenofobia, el racismo, los prejuicios y el pernicioso orgullo.

 No es el costoso obsequio, ni el humilde gesto de cumplido, ni la entrañable cena de Nochebuena, ni el rencuentro con ese distante ser amado, ni la magia que desvanece el desaliento para transformarlo en esperanza, ni la ociosa lágrima que se sublima en tierno detenido gesto. La Navidad es atesorar la más meritoria de todas las dádivas: Jesucristo, cuyo nacimiento celebramos para que –según establece Tito 3:7– "justificados por su gracia fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna".

 Esta Navidad del 2021, en la que seguimos afectados por una terrible pandemia que ha cobrado la vida de más de 5 millones de personas en el mundo, así como por guerras y conflictos de toda índole, debemos reconocer el esfuerzo y entrega de quienes han engendrado múltiples milagros del bien a nuestro alrededor, superando las manifestaciones nocivas que nos asedian. Propongámonos, pues, ser agentes de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, y démosle la más cálida bienvenida al protagonista del pesebre en nuestras vidas.