Por Leonardo Venta(Publicado en el semanario La Prensa, diciembre, 2007)*
Como parte de las tradicionales celebraciones navideñas, se efectuaron el pasado fin de semana en la sala Morsani Hall, la más espaciosa del Tampa Bay Performing Arts Center, cuatro exitosas representaciones de Cascanueces por el Ballet de Orlando.
Los matices y minuciosidad en los detalles de los pasos y montaje de las escenas, así como el lirismo de los pasajes melódicos, son elementos que sobresalen en la versión coreográfica del fallecido ex-director artístico de la compañía, Fernando Bujones, basada en la puesta en escena inicial de Marius Petipa y Liev Ivanov.
La Orquesta Filarmónica de Orlando fue el complemento ideal para que la música de Chaikovski armonizara con el conjunto de elementos que conforman este ballet en dos actos, con argumento largo y completo que combinaba series de danza con escenas de mimo.
De la misma forma, nuevos cambios y adiciones al primer acto, realizados felizmente por Samantha Dunster, asistente de Bruce Marks, el nuevo director artístico de la compañía, le imprimieron dinamismo y gracia a esta nueva edición de Cascanueces que continuará celebrándose en el teatro Bob Carr de Orlando hasta el 23 de diciembre.
Las funciones efectuadas en Tampa reafirmaron el prestigio del Ballet de Orlando, que va desde el armonioso sincronismo y la impresionante proyección artística del cuerpo de baile hasta el excelente desempeño de sus bailarines más reconocidos.
El Ballet de Orlando es una compañía sólida con indiscutible sabor hispano. Zoica y Daniel Tovar, Andrés Estévez y Katia Garza, con quienes pudimos departir ampliamente, son algunos de los nombres hispanos que honran a esta agrupación.
Zoica Tovar, una de las bailarines que lleva más tiempo con la compañía, 9 años, es graduada de la Escuela Cubana de Ballet. Llegó a Estados Unidos en 1997, y en el 98 comenzó con el Orlando Ballet, que se llamaba en aquel entonces Southern Ballet Theatre. Su primer director fue Vasile Petrutiu, posteriormente Fernando Bujones, y actualmente es Bruce Marks.
Andrés Estévez, esposo de Zoica, e igualmente egresado de la Escuela Cubana de Ballet, fue integrante del Ballet Nacional de Cuba, para después alistarse en las filas del Ballet Clásico de La Habana con Laura Alonso. Estévez llegó a Estados Unidos en 1997 y, ese mismo año, comenzó a trabajar con el Miami City Ballet, para en 1998 establecerse con el Ballet de Orlando, bajo la tutela del entonces director Vasile Petrutiu.
Eddie Tovar, hermano de Zoica, es también un producto de la Escuela del Ballet Nacional de Cuba. De la isla se trasladó a Brasil para trabajar allí por 2 años y medio con una profesora cubana. En 1999 se mudó a Estados Unidos y comenzó a bailar para el Ballet de Orlando.
Katia Garza, de origen mexicano, estudió en la Escuela Superior de Música y Danza de Bellas Artes de Monterrey, en su país natal. Trabajó 3 años con el Ballet de Monterrey bajo el comando de Fernando Bujones. Él fue quien la trajo en el 2000 a Orlando donde lleva bailando 7 años.
Estos cuatro bailarines no son los únicos hispanos de la compañía. Hay más apellidos de un origen tan admirable como sus historias. Los dos hermanos Tovar, por ejemplo, no están solos; sus padres Ibis y Eddie Frank son los gerentes de guardarropía de la compañía. “Me encanta ver a mis hijos bailar. Muchas veces no los puedo ver porque estoy trabajando, pero así y todo me asomo un momentico cuando escucho la música que corresponde a sus variaciones”, indicó Ibis.
Thalia, una niña colombiana que padece del Síndrome de Down, fue uno de los pequeños ángeles de las pasadas funciones de Cascanueces. Sus familiares, que asistieron a la función del sábado, estaban tan orgullosos que no cabían en sus butacas. “Thalia verá cumplido el próximo 16 de diciembre el sueño de toda niña bailarina: ponerse unas zapatillas de punta”, expresó su madre después de la función.
Sin lugar a duda, el Ballet de Orlando habla muy bien el español en su faceta multicultural. “Si te fijas en el American Ballet Theatre te das cuenta que la mayoría de los bailarines principales son extranjeros. Hay muy buenos bailarines que desgraciadamente no pueden bailar en sus países por falta de recursos y tienen que buscar otro suelo donde ejercer sus carreras. Es en Estados Unidos donde mejor pueden realizarse sus sueños”, dijo Katia Garza.
Andrés Estévez, por su parte, afirmó: “La tradición tiene mucho que ver con la danza en los países latinos, cuando mezclas ese sabor que llevamos por dentro con la técnica del ballet, puedes explicar la diferencia entre un bailarín latino y otro que no lo es”.
Zoica Tovar, asimismo, señaló que entre los latinos las relaciones sociales son más apegadas y eso se refleja, por ejemplo, en cómo en el adagio de un ballet bailado por éstos hay más relación de pareja. “La gracia que viene de la mujer se expresa mejor en ese acercamiento con el “partenaire”, se refleja en las miradas, los gestos... la mujer latina es muy femenina y tiene ese poder de seducción que otras idiosincrasias no poseen con la misma intensidad” apuntó. Luego añadió: “Aportamos la calidez a la hora de bailar, la pasión, tanto en un rol clásico como moderno”.
Al preguntarle a Andrés Estévez sobre el legado de uno de sus ídolos, Fernando Bujones, dijo henchido de admiración: “Fue uno de los mejores bailarines del mundo en su tiempo, marcó una gran pauta en lo que es el ballet, especialmente para los latinos. Como director, puso al Ballet de Orlando en el mapa”.
Más tarde añadió: “Cuando Bujones ingresó en el Ballet de Orlando se iniciaron las producciones grandes y comenzaron a venir bailarines de calidad a la compañía”. Asimismo apuntó: “Como ser humano, Bujones pensaba mucho en el bienestar de los demás”. Recordó la ocasión en que cuatro parejas de la compañía se habían preparado para bailar los roles protagónicos de Giselle, en el 2002;y, dos semanas antes de la fecha programada, se supo que sólo había fondos para pagar por tres funciones, lo que dejaba afuera a una de las pareja. Sin embargo, Bujones pagó al teatro, de su propio bolsillo, el monto de la cuarta función para que la cuarta pareja no se quedara sin cumplir su sueño de bailar Giselle.
Inmediatamente, Zoica Tovar, la esposa de Estévez, lo interrumpió visiblemente emocionada: “Yo era la bailarina que se iba a quedar sin bailar – exclamó – esa Giselle era mi debut en ese importante rol”.
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De los bailarines que entrevisté en 2007 para este reportaje, sólo Katia Garza se mantiene bailando para el Ballet de Orlando.