Heredero de una tradición fundada por "El Farruco" -su
abuelo-, Juan Manuel Fernández ''Farruquito" cree en la existencia de un
duende flamenco. Por Leonardo Venta |
El bailaor español "Farruquito" se presenta por primera vez en Tampa el próximo miércoles, 13 de febrero en la Sala Ferguson del Straz Center, acompañado por un grupo de cantantes, músicos y un cuerpo de baile.
Iluminado por su duende flamenco y una admirable dosis de humildad, departió conmigo sobre su concierto y otros detalles de su vida y carrera artística.
¿Cuál es tu nombre de bautizo y cómo surge el mote artístico de Farruquito?
Mi nombre es Juan Manuel Fernández Montoya. "Farruquito" me lo puso el público por ser nieto de Antonio Montoya Flores, "El Farruco", gran bailaor de flamenco.
Sabemos que eres muy popular, pero para quienes todavía no te han visto bailar, ¿cómo te gustaría ser presentado?
Como "Farruquito", creo que la personalidad es lo más importante; y aunque venga de una familia de flamenco, mi maestro –El Farruco– me inculcó que esta manifestación cultural no es imitar, si no aprender de todos hasta lograr expresarte tal y como eres.
¿Dónde naciste y resides?
En Sevilla.
¿Cómo atesoras tu vocación artística?
Trato de trabajar cada día, de tener presente que hay mucha gente que lo hace increíblemente bien, y hay que seguir esforzándose, al menos, para tener algo nuevo que contar.
Desde una perspectiva más entrañable, ¿recuerdas algún momento en tu infancia que te dictara la necesidad de ser bailaor?
Sí, cuando tenía 6 años me enamoré del flamenco en una gira por América acompañando a mi familia, a mi abuelo, "El Farruco", y a una serie de artistas de lo mejor que había en la época. La manera con que vivían y disfrutaban del flamenco, fue lo que me empujó a soñar con ser alguno de ellos algún día.
¿Otras inclinaciones artísticas?
Desde niño me ha gustado cantar o tocar la guitarra o el piano, o cualquier cosa que tuviera que ver con la música en general.
¿Qué significa para ti el término flamenco?
Una forma de ser y de sentir. Antes de ser una profesión ha de ser una filosofía con la que te sientas identificado; luego, si te dedicas a ello, hay un trabajo muy duro detrás.
¿Cuánto tiempo llevas subiéndote a un escenario? ¿Recuerdas tu debut?
Llevo 31 años en el escenario. Debuté con mi familia en Broadway, cuando tenía 5 años.
¿Cómo explicas la forma en que ha evolucionado tu arte?
No sería capaz. Creo que la evolución en mí la he notado en las preferencias. Antes, quizás pensaba más en lo que pudiera producir en los demás. Ahora, busco sentir y disfrutar con ese momento.
¿Cuáles han sido las influencias que conforman tu estilo?
Cualquier artista que llame mi atención. Ya sea de flamenco o de otros géneros musicales, mi inspiración viene de cualquier belleza de la vida. Trato de aplicarla a mi persona, por lo tanto a mi baile.
¿Cuáles son los números que más disfrutas bailar?
Depende de mi estado de ánimo. Puedo sonreír por soleá [canto flamenco de tono melancólico] o llorar por alegrías [una de las variedades tradicionales del cante flamenco].
El New York Times te ha llamado "El mejor bailaor de flamenco del siglo". ¿A raíz de qué espectáculo nació ese calificativo y en qué sentido te acoges a esa aseveración, teniendo en consideración el prestigio de los bailaores flamencos que ha tenido y tiene España?
Eso fue motivo de una noche de esas mágicas en New York; creo que la emoción del momento hizo que se dijesen esas cosas sobre mí. De todas formas, yo no me dejo llevar por esos comentarios. En el arte no hay nadie mejor que nadie, afortunadamente.
¿Cómo pudieras describir la función que nos ofrecerás en víspera del "Día del amor y la amistad"? ¿Qué duración tiene y cuántas piezas se interpretarán?
Es un show desnudo, donde la improvisación tiene mucho espacio. Sin embargo, tiene una estructura que la sostiene. Cada músico es un artista que brilla con luz propia, la gente podrá ver un concierto no sólo de baile. No existen bailaores ni músicos acompañantes, porque cada quien como solista es un espectáculo. La función –que dura una hora y 20 minutos, más o menos, dependiendo de cómo nos sintamos– incluye soleá, seguidilla, alegrías, bulería, taranto, tanguillo y fin de fiesta.
¿Crees en la existencia de algún duende flamenco que te visita en el escenario? De ser así, ¿cómo lo experimentas?
Totalmente. Pero al duende hay que llamarlo con esfuerzo, afición, respeto, humildad y muchas voces más … sólo así te visita de vez en cuando.
Aparte de aquellos que cultivan la manifestación cultural a la que te dedicas, ¿algún ídolo artístico?
Uno de mis ídolos es Michael Jackson.
¿Algún modelo a seguir en tu profesión?
Cualquier danza en que la pureza de expresar y transmitir esté por encima de la técnica, llama mi atención y aprendo de ella.
¿Cuál es la experiencia como artista que más te ha marcado?
Mi debut en Broadway, donde me enamoré para siempre del flamenco.
Si no hubieras sido bailarín, ¿qué te hubiera gustado ser?
Músico, pintor, poeta … algo relacionado con el arte.
¿Tus grandes pasiones?
Mis niños, mi mujer, mi familia, mis amigos y las cosas que no pueden comprarse.
¿Sueños, anhelos?
Sueño con un mundo mejor, donde todos los niños tengan cuidado médico, alimentos, ilusiones y posibilidades de ser feliz como todos merecemos.
¿Por qué debemos asistir a esta función en el Straz Center?
Porque creo que un espectáculo flamenco te alegra el alma.