domingo, 31 de diciembre de 2017

Reflexión para después de Navidad


Óleo sobre tabla "Virgen con el Niño" , obra de Rafael Sanzio (1502-04)

Por Leonardo Venta 


            Cuando recién acabamos de celebrar la Navidad, retomamos la cíclica tarea de crear –o inventarnos– una vida feliz y plena. Cada persona esgrime un dictamen diferente de en qué consiste la felicidad. Para Sócrates, "no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos”. El apóstol San Pablo concuerda con el filósofo griego al escribir en La Epístola a los Filipenses: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia...".
            Es posible dar la impresión de estar felices, cuando en lo más entrañable no lo estemos. La dicha navideña pudiese ser ficticia: el espejismo de un espíritu fraternal que hemos soslayado con nuestra indolencia y malas acciones durante el año. La dicha de los genuinos (hay falsos) adeptos al cristianismo –que con sus más de 200 millones de profesantes en Estados Unidos, superando el 70% por ciento de la población total, bien se acoge a la razón y esencia de la Navidad– proviene de dentro y no tiene nada que ver con los excesos mercantilistas que cada año sobreabundan más en la conmemoración anual del nacimiento de Jesucristo.
            No es un capricho nuestro el abordar este tema, Cristo, sinónimo de Amor, es la razón y esencia de la Navidad. Vivimos en un país rico. En el orden material, recibimos más de lo que necesitamos. Si bien, ¿sucede así en el ámbito espiritual? No son los regalos ni las fiestas ni las bulliciosas manifestaciones de afecto la esencia de la Navidad, sino el poco frecuente ejercicio de virtudes hacia nuestro prójimo: hallar y socorrer al menos afortunado, al despreciado, al caído; curar las heridas del lesionado, alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, liberar al cautivo, apaciguar la discordia; robustecer la esperanza, la tolerancia y la verdad; irradiar luz y alegría; consolar, comprender y perdonar.
             Cuentan los biógrafos de San Francisco de Asís, que en el mes de diciembre de 1223, en una localidad italiana de la provincia de Rieti, región de Lazio, se lamentaba
–aviniéndose sorprendentemente a una queja actual– de que la observancia de la Navidad había sido ensombrecida por el materialismo. Angustiado, congregó a varios amigos, junto con algunos animales, y recreó la escena del pesebre, conocida como la Natividad.
            Fue una experiencia singular y edificante, y a lo largo de los años la práctica, a la que se agregaron los villancicos, se integró a la celebración del nacimiento del Mesías, oficializada en el año 345 por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, padres y doctores de la Iglesia Primitiva. Aunque hay quienes consideran que la celebración del 25 de diciembre es el resultado de la degeneración que sufrió el cristianismo a manos del paganismo, sigue siendo la fiesta más importante del año eclesiástico cristiano.
            Sin embargo, no todo los rituales navideños son de origen pagano. En 1742, Georg Friedrich Händel estrenó en Dublín el oratorio "El Mesías", con su célebre coro "Aleluya". Como sugiere el título, la composición recorre el nacimiento de Jesús (Parte 1), su muerte (Parte 2) y la resurrección (Parte 3). Una de las piezas más populares de la sección de Navidad es "Porque un niño nos es nacido ", que se basa en Isaías 9: 6: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz".
            Multicolores compromisos, disimulados estreses, embriagados efugios, desiguales regalos, producciones del "Cascanueces" integran la nutrida lista de elementos que aderezaron en parte la celebración recién concluida. Si bien, los niños –quienes reciben presentes que generalmente implican considerables gastos para sus padres– son los que usualmente se granjean la mayor parte de las atenciones.
            Para bálsamo de quien escribe esta nota, no todo es material en las festividades decembrinas; hay padres, que a pesar de tener medios para comprar costosos obsequios, precisan a sus hijos a intercambiar presentes confeccionados por ellos mismos, sin gran valor material, pero con una significación emocional edificante.
            Además, la Navidad es el tiempo propicio para reflexionar en el inmenso amor de Dios por la humanidad, fijar la mirada en "el iniciador y perfeccionador de nuestra fe", intentar ser más amables, disculparnos cuando hemos sido demasiado críticos con los demás, amarnos los unos a los otros de la manera que Dios nos ama, perdonarnos al igual que Él nos perdona, unirnos, con amor de madre a hijo, en tiempos favorables y de crisis; y cuidar de aquellos que, por la razón que sea, no pueden valerse por sí mismos.
            No importa cuánto anhelemos la paz –a menudo eclipsada por nuestro deseo egoísta de conseguir lo que se desea a cualquier precio–, vivimos en un mundo amenazado constantemente por la violencia, la división y la codicia. Queremos ser honestos, pero lo indecoroso puede darle un golpe bajo a nuestras mejores intenciones. Procuramos repartir buenas acciones. Sin embargo, nos dejamos atrapar por los afanes de la vida y así procrastinamos –o anulamos– dichos buenos propósitos.  Necesitamos perdonar, pero no lo hacemos hasta que nos paguen el mal que nos han hecho. Nos proponemos el bien ajeno. Si bien, nos deslizamos hacia el egoísmo, la manipulación, la enfermiza competitividad, la xenofobia, el racismo, los prejuicios y el pernicioso orgullo.
            Como fruto amargo de nuestros despropósitos, la frustración nos sobrecoge; somos despojados de una paz que apreciamos principalmente en la buena salud, el suficiente dinero, una carrera exitosa, la aceptación social, una relación sentimental satisfactoria y la felicidad de nuestros familiares y amigos más allegados. Según esta trillada percepción, la paz significa estar libre de conflictos, desconociendo que no siempre pueden resolverse.
            Por supuesto, no hay nada erróneo en desear nuestro bienestar. Pero, ¿cómo reaccionamos cuando las cosas no marchan bien? En la susodicha Epístola a los Filipenses, el Apóstol Pablo afirma: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".
           No es el prohibitivo regalo, ni el humilde gesto de cumplido, ni la entrañable cena de Nochebuena, ni el rencuentro con ese ser amado, ni la magia que esfuma la distancia para transformarse en ternura, ni la ociosa lágrima que se sublimiza en un amoroso detenido gesto. La Navidad es valorar y aprehender el más genuino y meritorio de todos los regalos: Jesucristo. En un orden del mundo creado por voluntad divina, en una nación fundada con principios cristianos basados en la Biblia, es substancial apropiarnos de esta dádiva inmarcesible, sin la cual nunca abrazaremos, según Hebreos 6:19 , "la esperanza puesta delante de nosotros, la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre".

sábado, 23 de diciembre de 2017

La singular experiencia artística de Amar Ramasar

Ramasar se unió al New York City Ballet como aprendiz en el 2000, se integró al cuerpo de baile en 2001. 
Fue ascendido a solista en 2006 y a bailarín principal en 2009. Foto: cortesía de Paul Kolsnik
Por Leonardo Venta


            Next Generation Ballet (NGB), bajo la dirección artística de Philip Neal, viene presentando en la espaciosa Sala Morsani del Straz Center su versión del clásico navideño "Cascanueces". 
            Ayer, jueves, Renan Cerdeiro –bailarín principal del Miami City Ballet– y Patricia Delgado –que encabezara esa compañía por diecisiete años hasta su retiro este 2017– fueron los artistas invitados. Viernes y sábado, el programa incluye en los roles protagónicos a Sara Mearns y Amar Ramasar, bailarines principales del New York City Ballet (NYCB).
            La forma de bailar de Ramasar –galardonado con el Premio Bessie, al Mejor Intérprete en 2015, y el Premio Mae L. Wien, a la Mejor Promesa en el año 2000– ha sido calificada por la crítica del New York Times Jennifer Dunning de “contagiosa alegría" y "sumamente comprometida con el rendimiento".
            Por otra parte, Ramasar figura en la película "NY Export: Opus Jazz", una adaptación con guión del ballet homónimo de Jerome Robbins, que se difundiera en la cadena pública estadounidense PBS y ganara el Premio del Público en el "South by Southwest Film Festival" de 2010. También aparece en el documental de Magnolia Pictures "Ballet 422", que documenta la creación del ballet "Paz de La Jolla", del joven coreógrafo Justin Peck para el New York City Ballet.
            Con el objetivo de abordar la singular experiencia artística de Amar Ramasar y ofrecérsela a nuestros lectores, le realizamos una entrevista en inglés, que hemos traducido al castellano.

            Saludos, Amar. ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la danza?

            Tomé mi primera clase de ballet a la edad de 12 años en la Escuela del American Ballet, en 1993. Mi tío, Daniel Catanach, era bailarín principal en el Kansas City Ballet y después de un vistazo a mi estructura física, me dijo que estaba hecho para el ballet.

¿Por qué escogiste el ballet a una edad que para muchos resulta tardía?

            Aunque para algunos la edad de 12 años resulta tardía, la primera vez que vi un video de ballet –"Agon", coreografía de George Balanchine–,  me enamoré de esta forma de arte escénico. No me importaron los desafíos que me esperaban, ¡tenía que bailar! Pero, ¡ay!, hubo muchos desafíos.

            Eres fruto de una mezcla étnica muy interesante, incluyendo una madre puertorriqueña. ¿Cómo eso ha influido en tu estilo?

            Tengo una mezcla étnica interesante, tanto puertorriqueña como de Trinidad y Tobago. Ambas culturas rebosan alegría, amor y ritmo. Lo he aplicado a la forma en que bailo, por suerte, las virtudes de cada descendencia sobresalen.
           
            Como bailarín, ¿cuál ha sido tu mayor logro y mayor frustración?

            Mi mayor logro es haber sido nombrado bailarín principal en el New York City Ballet. Fue la primera compañía que yo vi bailar y supe, desde el primer momento, que quería bailar solamente para esta agrupación. Mi mayor frustración es el no haber descubierto el ballet a una edad más temprana.

                                                  
Amar Ramasar en "Agon" de George Balanchine. Foto: cortesía de Paul Kolnik

            ¿Qué te ha aportado el New York City Ballet?

            Me ha ofrecido la oportunidad de interpretar un repertorio incomparable. Al mismo tiempo, me ha transformado en un bailarín mucho más versátil.

            ¿Es cierto que el actual director del Next Generation Ballet, Philip Neal, fue tu profesor en el New York City Ballet? ¿Cómo recuerdas esa experiencia?
           
            Fui uno de sus estudiantes. Es un gran maestro y todavía me parece escuchar su voz cuando bailo ciertos ballets. ¡Espero hacerlo sentir orgulloso!

            ¿Cómo has vivido tu carrera?

            ¡Trabajando duro! El ballet es una forma de arte extremadamente difícil y he tenido que dedicarle mi mente, mi cuerpo y mi alma. Al haber comenzado tan tarde, había muchos aspectos en los que tenía que ponerme al día. No me malinterpreten, la vida necesita equilibrio y de igual forma el ballet, y,  dado que ésta es una carrera corta, también es importante divertirse.

            ¿Tu relación con el dolor y el ballet?

            La relación entre el dolor y el ballet es más que una relación, ¡es un matrimonio! A lo largo de toda la carrera de un bailarín, es inevitable el dolor diario. Uno debe amar mucho el ballet para poder soportar los torturantes dolores que sufre nuestro cuerpo.

            ¿Cómo defines tu estilo?

            Es una pregunta difícil. Sí, soy una bailarín de ballet. Sin embargo, considero, que en la actualidad, el ballet ha incorporado todos los estilos de la danza. Es por eso que he tratado de tomar de todos y canalizarlos en mi movimiento. Tal vez mi estilo sea el de un bailarín híbrido de ballet. No estoy seguro de cómo poder llamarlo.

            ¿Bailas lo que realmente te gusta o existen roles que te interesaría desempeñar y nunca los has interpretado?

            He sido muy bendecido con interpretar múltiples papeles en todos los espectros del ballet; uno que todavía estoy esperando bailar es el Pas de deux Diamonds, de George Balanchine. En realidad, me sentí inspirado en ver a Philip Neal representarlo; su interpretación fue estupenda y me infundió deseos de bailarlo algún día.

            ¿Han creado algún rol específico para ti?

            Uno de los mayores honores que atesoro junto a mi corazón es el haber estrenado papeles específicamente creados para mí por coreógrafos importantes de nuestro tiempo, entre muchos otros, Chris Wheeldon, Alexei Ratmansky y Justin Peck.

            ¿Cuáles son las obras que más disfrutas?

            Por supuesto, las coreografías de George Balanchine y Jerome Robbins han sido mis primeros amores. Si bien, puedo considerarme sumamente afortunado de que todas las obras nuevas que he llegado a bailar tienen algo que ha ocupado un lugar especial en mi corazón.
                                                             
María Kowroski y Amar Ramasar en "Agon" de George Balanchine. Foto: cortesía de Paul Kolnik



          
            ¿Alguna compañera de baile favorita?
           
            El haber sido partenaire de todas las más recientes bailarinas principales del New York City Ballet ha sido un gran honor para mí, y me resulta imposible elegir una sola como la favorita. Cada una tiene cualidades maravillosas y únicas, algo que para un compañero de baile ¡no tiene precio!

            ¿Qué significa para ti bailar con Sara Mearns?

            Sara Mearns y yo hemos mantenido una larga y maravillosa relación bailando juntos. Siempre me atrajo su enfoque libre y audaz del ballet. Es fenomenal dentro y fuera del escenario.

            ¿Has tenido alguna experiencia con el Ballet Nacional de Cuba y la escuela cubana de ballet?

            Recientemente bailé en Cuba. Quedé favorablemente impresionado con la compañía y la escuela cubana. Crean bailarines y artistas prodigiosos.

           
            Si no hubieras sido bailarín, ¿qué te hubiera gustado ser?

            Si no hubiera sido bailarín, probablemente me hubiera involucrado en la ciencia. Siempre fue mi asignatura favorita.


            ¿Algún sueño por realizar?
           
            Un pequeño sueño mío ha sido interpretar un papel protagónico en Broadway y, de hecho, ese sueño se hará realidad el año que viene cuando personifique a Jigger Craigin en la obra "Carousel". ¡Soy muy afortunado!

            ¿Ya vislumbras el retiro a la edad de 36 años? ¿Cómo te gustaría fuera tu función de despedida?


            Al entrar en el mundo del ballet, sabía que sería una carrera corta. Ahora que tengo 36 años, no me imagino bailando más allá de los 40. En cuanto a una despedida, me siento humildemente honrado de tener muchos ballets increíbles para escoger y ese es un problema igualmente increíble que tendré que resolver.

Next Generation Ballet presenta "Cascanueces"


     
Esta producción de "Cascanueces" cuenta con la acertada adaptación coreográfica de Peter Stark,
 otrora director artístico de Next Generation Ballet
    Por Leonardo Venta

             Como parte de las tradicionales festividades decembrinas, Next Generation Ballet (NGB) presenta su producción de "Cascanueces" en la espaciosa Sala Morsani del Straz Center de Tampa, desde el jueves, 21 al sábado, 23 de diciembre, con funciones los tres días a las 7 p.m y una matinée el sábado a las 2 de la tarde.  
            Al francés Marius Petipa, que llegó a ser director de coreografía del Ballet Imperial Ruso en el siglo XIX, le debemos el perfeccionamiento del modelo de ballet con argumento largo y completo que ha sobrevivido hasta nuestros días. "La bella durmiente", "El lago de los cisnes" y "Cascanueces", coreografías suyas, son magníficos ejemplares de estos tipos de producciones.
            "Cascanueces" fue creado en 1892 bajo el minucioso cuidado de Petipa. Sin embargo, al enfermarse, la obra fue completada por su asistente ruso, Lev Ivanov. El libreto fue escrito por Ivan Vsevolozhsky y el propio Petipa, basándose en la adaptación de Alexandre Dumas (padre) del cuento “El cascanueces y el rey de los ratones” de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.
            Este ballet narra la historia de Clara, una niña que recibe como regalo de Nochebuena un cascanueces, juguete maravilloso que la transportará por quiméricos lugares poblados por inusitados moradores, así como le develará la magia de soldados de juguete que cobran vida para enfrentar batallas contra jocosos ratones.
            Las estrellas invitadas –quienes interpretarán el famoso "Grand Pas de Deux" del segundo acto en las cuatro funciones– son Sara Mearns y Amar Ramasar, bailarines principales del New York City Ballet; Renan Cerdeiro, bailarín principal del Miami City Ballet, y Patricia Delgado, bailarina principal de esa misma compañía desde el año 2000, cuando tenía sólo 18 años de edad, y este 2017 dijera adiós a la llamada Ciudad del Sol para establecerse en la Gran Manzana. Por otra parte, el talento emergente de una briosa “troupe” de alrededor de 175 noveles bailarines del NGB –algunos reconocidos en el  Concurso Internacional Youth America Grand Prix–, gimnastas y otros artistas prodigarán su hechizante gracia y profesionalismo.
            "Amar Ramasar tenía unos 17 años cuando comencé a ejercer como profesor invitado en la Escuela del American Ballet (SAB). Al mismo tiempo, yo era bailarín principal del New York City Ballet. Amar era un estudiante destacado, no sólo por su destreza técnica, sino también por su tremendo entusiasmo y atractiva presencia escénica. Su pasión por la danza emanaba a través de todos sus gestos. A lo largo de los años, ha madurado con elegancia, asumiendo papeles principescos y abordando coreografías más contemporáneas. Es un experto en todos los estilos y se ha convertido en uno de los mejores partenaires del New York City Ballet", nos comentó Philip Neal, actual director artístico de NGB y otrora profesor de Ramasar en la célebre escuela neoyorquina.
            De esa forma, llega a Tampa este clásico a través de la acertada adaptación coreográfica del otrora director artístico de NGB Peter Stark, con algunas incorporaciones de Philip Neal, la maître cubana Ivonne Lemus, Susan Downey, Laurie Jones y Melissa Stafford. La puesta en escena cuenta con graciosas "matrioshkas", el tradicional colosal árbol de Navidad de la mansión Stahlbaum –que durante el sueño de Clara aumenta considerablemente en estatura–,  vistosos accesorios teatrales, espléndidos decorados, coloridos tules y brocados, adquiridos del Omaha Theatre Ballet (OBT) en el 2011, concebidos por la entonces directora artística de OBT, Robin Welch, y diseñados expresamente para esa compañía por el profesor de Yale Thom J. Peterson.
            Como novedad incorporada el año pasado,  un coro de niños del Departamento de Música del Conservatorio Patel, ubicado en los balcones del primer piso del teatro, vocalizará el "Vals de los copos de nieve", mientras el céfiro sosiego de la nieve al caer sobre el escenario deslumbrará a los espectadores.
           Si no hubiera suficientes razones para asistir ininterrumpidamente cada temporada a la puesta de este ballet-cuento de hadas, los seductores matices orquestales creados por el célebre compositor Piotr Ilich Chaikovski –con el uso de la celesta, el instrumento solista en la "Danza del hada de azúcar" y otras partes del segundo acto– son sobrados motivos melódicos para hacerlo. 

sábado, 9 de diciembre de 2017

Entrevista a Dora Arreola, a raíz de la lectura dramatizada de "Medea en el espejo" en USF

Dora Arreola planea impartir talleres de actuación en español en USF


                                                                        Por Leonardo Venta

            El pasado 16 de noviembre, se presentó la lectura dramatizada de "Medea en el espejo", obra del dramaturgo cubano José Triana, en una de las salas de teatro de la Universidad del Sur de la Florida (USF, por sus siglas en inglés).
            La presentación, parte del valioso proyecto que viene realizando por alrededor de 20 años la doctora Madeline Cámara con sus estudiantes del Departamento de Lenguas Extranjeras en USF, contó  con el aporte de Dora Arreola en calidad de directora.
            Arreola –una apasionada del teatro, con un postgrado en dirección escénica en la Universidad de Massachusetts, más de 25 años de experiencia como directora, coreógrafa y actriz a nivel internacional, así como poseedora de numerosos reconocimientos en su carrera profesional– nos ha brindado la oportunidad de acercarnos a esta pieza substancial de la dramaturgia cubana desde una mirada en sintonía con el montaje y la dirección de la misma.


            Estimada Dora Arreola, ¿qué posición usted ocupa en USF?

            Soy profesora de la Escuela de Teatro y Danza de USF.

            ¿Cómo surge la idea de trabajar junto a la Dra. Madeline Cámara?

            En 2010, dirigí "Bodas de sangre", obra de Federico García Lorca en su versión en español, producida por USF.  En abril del 2017, dirigí la lectura dramatizada de la obra “Tiempo Muerto” del puertorriqueño Manuel Méndez Ballester. En la presentación de esta lectura, tuve el gusto de conocer a la profesora Cámara. Nos reunimos para compartir nuestros deseos de montar teatro en español en USF.

            ¿Por qué "Medea en el espejo" y no otra obra?

            Conozco las obras de Triana desde que estudiaba teatro, es decir, se estudiaba en mi escuela de dirección en México y muchos teníamos deseos de montarla. La obra de Triana es estupenda. Estaba esperando una oportunidad para proponer este material. Es una gran ventaja colaborar con la profesora Cámara, una experta en literatura y cultura cubanas, además de ser amiga y conocedora de Triana. El terreno estaba preparado para hacer este proyecto juntas.

            Según Dora Arreola, ¿cuál es el conflicto central de la obra?

            En la obra de Triana, podría hablar de conflicto desde los deseos de los personajes. Pero en realidad, los personajes son arquetipos, representan, simbolizan a grupos, a fuerzas. Si bien, en relación a la historia, hay diferentes aristas del conflicto. María quiere ser libre y amada por Julián en su tierra, pero Perico Piedra Fina quiere a Julián para su hija, así como el destierro y aniquilación de María.
            María, representa a la clase baja, a la mujer, la mujer negra, que muere de amor por un hombre explotador, casi un proxeneta. Mientras, Perico Piedra Fina y Julián representan al hombre blanco, el poder, el dinero, la explotación de mujeres y hombres, principalmente mujeres, y al prototipo machista. Julián es el deseo de María y de Perico, pero, a la vez, es un pretexto para la batalla entre ellos. Julián fácilmente hace alianzas con Perico en contra de María.

            ¿Hay castigo para la Medea de Triana y por qué?

            La Medea de Triana, al final de la obra, está más allá del castigo o el perdón socialmente construidos. Ella, al poder desligar su asociación emocional con Julián, consigue verse así misma, más allá de las expectativas sociales. Es interesante como muerto Perico Piedra Fina, y muertos su hijos, ya no necesita a nadie. Sólo necesita reinventarse a sí misma, sin ayuda de nadie (esto es como un grado de libertad). En este trance, ella clama a sus ancestros espirituales. Con esto, Triana se empalma con una de las versiones griegas, donde Medea escapa de la muerte en un carro tirado por caballos alados.

            En el escenario aparecían 12 personajes, entre ellos usted, que desempeñó una especie de función narrativa. Desde el punto de vista simbólico, ¿el doce tiene alguna significación especial en esta obra?

            El doce no fue intencional ni tiene significación especial. Yo me integré como narradora. En un formato de lectura dramatizada, es preferible tener un(a) narrador(a) para que presente a los personajes, describa las acciones importantes y cuente la historia, elementos que no se pueden escenificar en este tipo de presentación.

            ¿Cómo se escogieron los actores?

            No hubo un casting. Cualquiera pudo haber participado. Escogimos estudiantes que dominaran el idioma español.

            ¿Cómo fue el proceso de preparación de los actores y cuánto tiempo duró?

            Hubo tres grupos. Uno estuvo formado por dos estudiantes de la Escuela de Teatro y Danza de USF, Pablo Alameda y Kidany Camilo, y los otros dos por educandos del Departamento de Lenguas Extranjeras de la profesora Cámara. Con los estudiantes de teatro inicié los ensayos la primera semana de octubre, mucho antes de integrar al resto. A finales de octubre, la doctora Cámara presentó la obra de Triana en dos de sus clases y terminó de configurar el elenco. Yo inicié los ensayos con todo el elenco a principios de noviembre. Me enfoqué en hacer sólo el análisis del texto y la lectura. Algunos actores no son de habla hispana, por lo que fue primordial lograr con ellos que el texto fuera entendible.

            ¿Cómo valora el trabajo actoral en este proyecto? 

            Para actuar es preciso dominar técnicas actorales y conocer la mística que debe existir en un proceso creativo. Se necesita una preparación actoral integral. Con estas iniciativas de teatro en español queremos expander el proyecto, y ofrecer talleres de actuación en español para preparar a estudiantes interesados en participar con nosotros.
           
            Según declaraciones suyas, su trabajo se apoyó, en parte, en la musicalidad de la obra. ¿En qué sentido?

            Los cantos, instrumentos musicales, referencias sonoras, son muy palpables en la obra desde la primera lectura.

            ¿Teatro estudio, teatro experimental, humor crítico, tragicomedia, tragedia mixta, esperpento, algo más o quizá menos? Según usted, ¿cuál es el mejor acercamiento a "Medea en el espejo"?

            Yo abordé la puesta como una tragedia contemporánea, en otras palabras, como tragicomedia, donde no hay héroes, sino antihéroes

            ¿Persigue hacer reír el humor crítico en la concepción de Triana?  ¿Usted lo procuró en el montaje, fueron los actores capaces de lograrlo, lo perseguían?

            Para lograr el tono cómico y/o humor crítico en la obra, no conté con el tiempo necesario. La mayoría en el elenco, no son actores ni estudian actuación. Pero tuvieron muy buen instinto e imaginación. Para poder lograr el humor en esta obra, se requiere de muchos ensayos. El calendario escolar fue nuestro mayor reto, es por esto que sólo pudimos presentar la obra en formato de lectura dramatizada. Yo solo dirigí las intenciones y el subtexto de los personajes. A pesar de que la presentación sólo fue lectura, gracias a la espontaneidad de los actores, el humor se logró en algunas ocasiones. 

            ¿Algunos elementos incorporados por Dora Arreola al original de Triana? 

            Fui cuidadosa en respetar el texto. Sin embargo, introduje algunos elementos. Por ejemplo, el círculo de harina de maíz. Yo incorporé, además, los ritmos de los coros, el levantamiento de Perico después de la muerte, el sonido de las maracas durante las invocaciones afrocubanas.

            ¿Planes futuros, otras obras de autores latinoamericanos?

          Primero, impartir talleres de actuación en español. Después, dirigir “Antígona Furiosa”, de Griselda Gambaro, y “La casa de Rigoberta mira al Sur”, de Arístides Vargas.

"Medea en el espejo", una exitosa lectura dramatizada por estudiantes de USF

De izq. a der.: Dora Arreola (narradora y directora de la obra);  los integrantes del coro: Pedro Cartaya, Danielle Simms, Lymaris Pabellón y Tianna Person   
Por Leonardo Venta


"Algunos personajes son sacados de canciones, otros son sencillamente manifestaciones de la vida más común de la sociedad cubana, pero
como instalándonos dentro de un marco trágico, en busca de una respuesta a una pregunta que siempre me he hecho: ¿qué dimensión tenemos, como hombres, como
gente que habita en este lugar del planeta?".
José Triana

              El pasado 16 de noviembre, una de las salas teatrales de la Universidad del Sur de la Florida (USF, por sus siglas en inglés) se transformó en el paladar ideal –expresándonos en sentido metafóricamente cubano– para degustar la lectura dramatizada de "Medea en el espejo"(1960), obra del dramaturgo camagüeyano José Triana.
            En el pequeño e íntimo espacio universitario tuvo lugar una exitosa colaboración de dos proyectos: el de dar a conocer dramaturgos hispanos que viene desarrollando la profesora Madeline Cámara en sus clases pertenecientes al Departamento de Lenguas Extranjeras de USF, con el elevado propósito de afianzar y diseminar la lengua y la cultura hispanas; y el de fomentar teatro en español en ese alto centro docente, promovido por la profesora Dora Arreola, de la Escuela de Teatro y Danza. Trabajaron para esto dos estudiantes de Arreola, Pablo Alameda y Kidany Camilo Nieves, junto a un grupo de alumnos de las clases de Cultura Cubana e Introducción a los Estudios Literarios Hispánicos, de Cámara. Del compromiso de todos con el teatro  surge la puesta que comentamos.
            "Medea en el espejo", obra medular de la dramaturgia cubana, al mismo tiempo que divierte desenmascara la marginalidad social, desde la naturalidad de once personajes que articulan el lenguaje popular y afrontan el reto de hacernos reflexionar –en tres actos– sobre qué es lo que se esconde detrás de la formularia bullanguera sonrisa de un solar habanero, encauzados por la directora Dora Arreola, en su novedosa función narrativa, cuando introduce a los personajes y describe las acciones que no pueden representarse en una lectura dramatizada.
            La iluminación tenue –que cataliza la enriquecedora osmosis teatro realidad– imparte magia a todos los elementos escénicos que viabilizan la trama, la cual respeta la unidad de lugar, tiempo y acción, que gira en torno al conflicto de la mulata cubana María –personaje hábilmente interpretado por Andrea Martín–, la cual envenena a Perico Piedra Fina, dueño del solar –excelentemente encarnado por Pablo Alameda–, a su hija Esperancita y a sus propios hijos con un propósito considerado purificador en algunas de las varias interpretaciones que puede tener la obra.
                                   

Andrea Martín, en el centro, interpreta a María; Priscilla Foster caracteriza a Erundina; 
Kidany Camilo Nieves encarna el personaje de Julián

          La obra es una especie de tragedia mixta –tragicomedia– que emplea elementos de la farsa para develar cotidianidad, sincretismo multirracial y pluriétnico; lanza acertados guiños de otredad y denuncia el racismo y el sexismo; al mismo tiempo, delinea pinceladas de hechicería, superstición, rituales y amor enfermizo. En tanto, el chisme, como recurso asociado a la falta de privacidad en la vida solariega, determinará en parte que María tome conciencia de su destino.
        En cuanto al lenguaje, Triana recrea con maestría el argot popular, como parte del palpitar de la clase desposeída y la compleja ambigua universalidad de una problemática existencial abordada desde una colorida y no por eso menos conmovedora perspectiva cubana. Dentro de esta refrescante cubanía, el autor agrega, a los ya conocidos personajes clásicos, al doctor Mandinga –Kory Love– y Madame Pitonisa –Francesca D'Ambrosi–, catalizadores para que la Medea antillana pueda experimentar una genuina anagnórisis a través de los ritos religiones afrocubanos.
        El trabajo del coro, magistralmente delineado por Triana y hábilmente montado por Arreola, en contraste con el clásico griego en su función activa en el desarrollo y desenlace del conflicto dramático, es a mi juicio el componente más original y relevante de la obra. De esa manera, "Medea en el espejo" funde elementos del folklore cubano, insertando arquetipos de cubanidad que conforman el coro, como el vendedor de periódicos y billetes –interpretado por Tianna Person, quien desperezó saludables y espontáneas carcajadas en la audiencia–,  un bongosero –Lymaris Pabellón–, la Mujer de Antonio –Danielle Simms, personaje tomado de un popular son cubano–, un barbero –Pedro Cartaya, cuya modulación cálida y diáfana de la voz, el impecable criollismo de su vestuario, así como su vivaz entonación y desenfadado lenguaje corporal rebosaron la alegría consustancial al natural de la Mayor de las Antillas"–.