Por Leonardo Venta
“No me respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando”.
María Zambrano
María Zambrano
Cimentada y realzada por la fundación que honra su nombre, contando con el apoyo de la Universidad de Málaga y la Universidad del Sur de la Florida (USF), la figura de la filósofa española María Zambrano (1907-1991), recipiente en 1981 del prestigioso Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, y en 1988 del Cervantes, reinó nuevamente en el ámbito tampeño de la Universidad del Sur de la Florida los días 14, 15 y 16 de octubre, dentro del marco del III Forum dedicado a su vida y obra.
“El propósito es seguir generando espacios de diálogo entre académicos de las orillas que Zambrano supo unir, tanto en su experiencia vital como en su práctica filosófica”, ha recalcado la profesora, investigadora literaria y organizadora del evento, Madeline Cámara, cepa y meollo de este esperanzador proyecto académico. En el fórum participaron especialistas en la obra zambraniana provenientes de España, Cuba, Canadá, Puerto Rico y Estados Unidos, entre ellos, Roberta Johnson, profesora emérita de la Universidad de California, y el poeta, ensayista y filósofo español Jesús Moreno Sanz vía Skype.
Varios estudiosos residentes en España que no pudieron concretar su viaje a Tampa, estuvieron igualmente presentes gracias a la magia cibernética. Las ponencias consiguieron sembrar, en los desconocedores; desperezar, entre los olvidadizos; y afianzar, en sus fieles seguidores, el legado de la erudita española. A su vez, el artista plástico Baruj Salinas departió sobre su amistad con María Zambrano, y presentó las pinturas que creó inspirado en el texto zambraniano "Claros del bosque". Posteriormente, donó uno de sus cuadros a USF para el Aula María Zambrano que se inauguró en esta oportunidad. Las actividades comenzaron a partir de las 10 de la mañana del lunes, 14 de octubre en la sala Grace Allen de la Biblioteca Central de la Universidad del Sur de la Florida, acicalada con todo el protocolo habitual de una festividad en que académicos, estudiantes y público en general articularon sus inquietudes literarias y filosóficas en el elevado horizonte en que relumbra el nombre de María Zambrano.
Como apetecido preámbulo, Roberta Johnson, profesora emérita de literatura española en la Universidad de California tuvo a su cargo la charla en inglés “Lo que María Zambrano descubrió en el Nuevo Mundo”. Luego se reasentó el radio de las ponencias en temas tan fascinantes como “Sujetos frágiles: Arendt y Zambrano en el diálogo”, “Releyendo a María Zambrano en el siglo XXI”, “María Zambrano y Bergson: vitalismo en Cuba", "¿Qué diría hoy María Zambrano?”. El telúrico epicentro alrededor de la homenajeada se trasladó precisamente a la nueva aula María Zambrano, inaugurada esa jornada en el cuarto piso del edificio Cooper Hall de USF. Allí, entre perspicaces guiños de camaradería trasatlántica, se miraron de cerca la Antígona de Sófocles y la zambraniana en la ponencia bajo el título de “Antígona: desde Grecia Antigua a Europa en el tiempo de María Zambrano”.
Al reanudarse las actividades el martes, "María Zambrano: claves secretas a la isla [Cuba]”, '”María Zambrano y José Lezama Lima: historia de una amistad sin fin”, “Palabras entre María y Virgilio [Piñera]”, fueron las charlas que alumbraron el perfil de la agasajada aurora. En horas de la tarde, la tierra de Eugenio María de Hostos mimó la memoria en éxodo de Zambrano, al encomiar su relación amistosa con Inés María de Mendoza, quien fuera Primera Dama de Puerto Rico bajo los cuatro mandatos consecutivos de Luis Muñoz Marín (1948-1965).
El miércoles, día de abrazos de despedida, las actividades devolvieron su matutina claridad a la Sala Grace Allen, para reasentarse en la Universidad de Tampa, entre minaretes y señoriales torres que destilan a través de sus medias lunas el misticismo mahometano que motivara al ex presidente John F. Kennedy, en 1963, a detener su comitiva para admirar su majestuosidad. Consumado el dictamen académico de tres intensas productivas jornadas, redescubrimos una María Zambrano más íntima, más ilustre, más cercana, entroncada a sus raíces europeas y vivencias latinoamericanas, adalid sibilina en la compleja confluencia de ese ilustrado conjuro – al decir lezamesco – que ella denominara el “saber del alma”.
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