martes, 28 de junio de 2011

Michelangelo, el divino


"Retrato de Michelangelo Buonarotti", atribuido a Jacopino del Conte (1535-40)

Por Leonardo Venta

Michelangelo Buonarroti, o simplemente Miguel Ángel, junto con Leonardo da Vinci es la figura más destacada del renacimiento italiano. A los 16 años, comenzó a crear sus obras. De esa época datan los relieves “Madonna della Scala” (1491-92) y “La Batalla de los centauros”, este último en mármol de Carrara, donado por su primer mecenas, Lorenzo el Magnífico.

“Madonna della Scala” (1491-92), una de sus primeras obras juveniles. Se exhibe en la Casa Buonarotti de Florencia.
En la Roma de sus triunfos y frustraciones, completa en 1496-97 su obra “Baco”. En lugar de la tradicional representación del dios romano del vino, insigne pero capaz de cometer brutalidades, Miguel Ángel lo cincela vulnerable, perplejo, algo afeminado, hasta parecer dejar escapar un suspiro de embriaguez de la boca entreabierta. La fluidez de los músculos – especialmente los de la espalda –, sugiere la postura ladeada de un borracho.


"Baco", Michelangelo
Antes de cumplir los 25 años de edad, Miguel Ángel termina la “Pietá”. El dolor resignado en el juvenil rostro de María, mientras sostiene en su regazo al exánime Cristo, es sublime. El artífice transforma un contexto religioso en otro humanista; la divinidad, ante el dolor, cobra tonalidades humanas; la vulnerabilidad de Cristo aglomera en sí todas las flaquezas nuestras.

"Pietà" (1498–1499)
Entre 1501 y 1504 realiza el “David”, a partir de un bloque inmenso de mármol de Carrara, que 40 años atrás Agostino di Duccio había dejado inacabado. Tradicionalmente, David había sido concebido como el diminuto héroe que se empina victorioso sobre la testa del gigante bíblico de Gat. El genio del escultor crea la ambivalencia de un David determinado y reflexivo.


 "David", Michelangelo (1504) Galleria dell'Accademia, Florence

La cabeza está volteada hacia la izquierda, para descubrir un armonioso y firme perfil que transmite, junto a la disposición del cuerpo, la sosegada y firme tensión de quien se presume dueño de un heroico e irrevocable destino. La tensión de la energía contenida emerge en la mirada fija en la distancia, en busca del enemigo, “terribilità miguelangelesca”, que fusiona la belleza formal con la expresividad, el simbolismo y el sentimiento.

La mirada del "David", un poema en perspectiva

Como pintor, Buonarroti realizó tondos – adorno circular rehundido en un paramento – destacando el “Tondo Doni”.

"Sagrada Familia", témpera y óleo, conocida como "Tondo Doni"(1503-04). La Galería Uffizi (Galleria degli Uffizi)

Otro de sus trabajos pictóricos es “La batalla de Cáscina”, con florentinos desnudos saliendo del río a la llamada de combate.

“La batalla de Cáscina”

Aunque su gran obra maestra es la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, en que representa temas como la Creación y la Caída del hombre.
Capilla Sixtina, “La Creación de Adán”

En el fresco del Juicio Final, que ennoblece el lienzo mural situado tras el altar, a ambos lados de Cristo, aparecen las almas que ascienden al cielo y los condenados que se desprenden al infierno. Años más tarde, el papa Pío V encargó al artista Daniele da Volterra cubrir las desafiantes desnudeces miguelangelescas.

"El Juicio Final" (detalle)
El Juicio Final refleja un momento de crisis espiritual del cristianismo: agitadas vigorosas musculaturas, múltiples desnudeces que apuntan hacia el naciente manierismo, como rechazo evolutivo del equilibrio renacentista y antesala del barroco. El dios cristiano en este fresco se asemeja al temido Júpiter pagano. Todos le temen, incluso la Virgen voltea el rostro en pavoroso gesto, mientras los santos se estremecen.

Cristo y la Virgen en "El Juicio Final" (detalle)
En la etapa final de su larga existencia, Miguel Ángel, que falleció en Roma a los 89 años, se dedicó sobre todo a trabajos de arquitectura.  Contemplar cualquiera de sus obras, leer algunos de sus poemas – sí, fue poeta –, es realizar un primoroso viaje a la mente del genio. Su contemporáneo Giorgio Vasari, conocido esencialmente por su obra sobre la vida de los artistas más significativos del renacimiento italiano, le llamó “divino”. No se me ocurre mejor apelativo.

domingo, 26 de junio de 2011

"Je te rends ton amour" (Te devuelvo tu amor), Mylene Farmer (subtítulos en español)


Esta canción que interpreta Mylène Farmer, "Te devuelvo tu amor" está dedicada a Egon Schiele (1890-1918), pintor expresionista austriaco muy influenciado por el Art Nouveau de Gustav Klimt, así como reconocido por el empleo de líneas angulares y nerviosas.

La figura humana es su principal arma – los desnudos eróticos –, macilentos seres aislados, como se puede apreciar en "Desnudo femenino tumbado".


"Desnudo femenino tumbado", Egon Schiele (1910-1911, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Las manos que dibuja, inquietas y retorcidas, parecen dilatarse en gran número de sus trabajos, saturados de inconexiones y manchas de fuerte color, aureolas de una rara originalidad que le permitió relacionarse,  a pesar de su prematura muerte a los 28 años, con la élite expresionista de su tiempo.

Egon Schiele,"Autorretrato"

sábado, 25 de junio de 2011

"El dos de mayo de 1808 en Madrid", Francisco de Goya


Tesoro de la cultura universal, parte de la colección permanente del madrileño Museo del Prado, "El dos de mayo de 1808 en Madrid" o "La carga de los mamelucos", monumental óleo sobre tela de Francisco de Goya y Lucientes, concebido en 1808, y restaurado en 2008, es magistral testimonio del levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 que irrumpió la lucha por la Independencia española.

El conflicto, también conocido como Guerras Napoleónicas, se inició el mismo día de la espontánea heroica insurrección ibérica contra el dominio francés, como respuesta a los intentos del emperador Napoleón I de instaurar en el trono de España a su hermano José Bonaparte.

Después de casi seis años de guerra, el 11 de abril de 1814, se firma el armisticio con el jefe de las tropas francesas, Nicolas Jean de Dieu Soult, duque de Dalmacia; si bien la victoria española se proclama el 4 de mayo de 1814, fecha en la que Fernando VII retomó el reinado.

Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades


“Lazarillo de Tormes", óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Lucientes (1808-12)
 
Por Leonardo Venta

En 1554 salió a la luz en Burgos, en Alcalá de Henares y en Amberes, un librito, breve, con el título de Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Se piensa que debió de existir una edición anterior, quizás de 1553, de la que no han quedado vestigios.


Premiado inmediatamente con la popularidad, el libro se reimprimió reiteradamente, no faltándole traducciones a otras lenguas, imitaciones y segundas partes. Durante todo el siglo XVI se publicó como obra anónima. Luego se le atribuyeron improbados autores. ¿Quién osaría firmar un libro que contiene una crítica tan abierta a sus contemporáneos?

El relato, autobiográfico, es narrado en primera persona, a la manera de una carta dirigida a alguien de rango superior – “vuestra merced” –, y trata la vida de un niño, Lázaro o Lazarillo de Tormes, hijo de la pobreza que sirve a varios amos hasta independizarse. Las experiencias de Lázaro no tienen nada de extraordinarias. En esto estriba, en parte, la trascendencia del libro.

La tendencia de la época eran las narraciones asombrosas, cuyos protagonistas, igualmente extraordinarios, figuraban aventuras y amores sorprendentes. Es el período de las novelas de caballerías, en que honrosos caballeros enfrentan múltiples eventualidades en lugares lejanos y exóticos.

El Lazarillo reaviva personajes escombrados de las lóbregas subyacentes galerías de la España del siglo XVI. El género literario al que pertenece, por lo general satírico, se le conoce como ‘novela picaresca’, cuyo calificativo compendia la temática que desentraña su personaje central: pícaro, cínico y amoral. El género relata una serie de episodios en la vida de este perfecto antihéroe, cronológicamente ordenados, sin ajustarse a una trama única.

Natural de Salamanca, junto al río Tormes, Lazarillo, cuya autoestima y probidad son gradualmente minadas por sus ineluctables penosas experiencias, sirve a diferentes amos preñados de defectos y de los cuales se aprovecha: el primero y el que más influye en su vida es un mezquino tramposo mendigo invidente; le siguen un cura avaro, un escudero deseoso de aparentar, un fraile mercedario, un clérigo que se dedica a vender bulas papales y un capellán o alguacil.

Las pocas comisiones para pintar que recibió Francisco de Goya durante la Guerra de la Independencia española (1808-1804) disiparon las barreras creativas que el arte por encargo generalmente impone sobre el artífice. De dicha etapa es la reproducción del óleo sobre lienzo que adereza este artículo, “Lazarillo de Tormes", en que el genial aragonés recrea el episodio cuando el primer amo de Lázaro, el ciego, le da al muchacho una longaniza para cocer, y el famélico pequeñuelo la sustituye por un nabo.


Al intuir el ardid, y ante la insistente negativa de Lázaro, el invidente introduce los dedos en la boca del infortunado pícaro, mientras lo inmoviliza entre sus piernas para que no se le escabulla. La pincelada rápida y empastada, así como la oscuridad conceden a la obra una atmósfera que evidencia la transición estilística de Goya del colorismo a las pinturas negras, definitoria manifestación en la producción del atormentado artista.


viernes, 24 de junio de 2011

jueves, 23 de junio de 2011

Miguel Hernández, heraldo de la pureza

Por Leonardo Venta

 
"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!".
Pablo Neruda


Miguel Hernández, emisario que asiera con augusta gracia el ingenio y la pureza de la poesía, la que el Pablo poeta americano reparara, emocionado y reverente, como espada de la luz, cumpliría 101 años de vida el próximo 30 de octubre, si no se hubiese remontado con dolorosas riendas de niño de aquel penal de Alicante, sin haber cumplido aún los 32 años, herido por la tuberculosis, la injusticia y el desamor.

El aldeano de Orihuela era poeta por los cuatros costados. Escribía con profunda sencillez en una época donde prevalecía el filosofismo poético de la Generación del 27 y la renovación de la poesía culta de Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora. Su sentir, hondo, humilde y conmovedor, lo dejó plasmado en versos pulcros y musicales.

Su primer libro, Perito en lunas, refleja el trabajo autodidacta del campesino que se enamora de la poesía de Góngora. En su segunda etapa, 1936, la de El rayo que no cesa, el poeta ya encuentra su tono inconfundible, exaltando, con ímpetu consolidado, los temas de su primer periodo.

Al iniciarse la Guerra Civil española, en julio de 1936, se alistó en las filas del ejército republicano para defender sus ideales patrios. De esa etapa es este patético fragmento lírico: “Sentado sobre los muertos como ruiseñor de las desdichas, eco de la mala suerte”. Varias obras de teatro y dos libros de poemas – Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939) – constituyen su testimonio literario de aquel momento gris de la historia española.

En plena guerra, se casa con Josefina Manresa. De este matrimonio nacen dos hijos. El primero muere a los diez meses; al año siguiente nace Manuel Miguel, el segundo. Con la victoria del bando nacional, el poeta es condenado a muerte, pena que se le disminuye a treinta años de prisión. Su experiencia penitenciaria le inspira Cancionero y romancero de ausencias (publicado después de su muerte en 1958). A Manuel Miguel le escribe su “Nanas de la Cebolla”, donde existe un retorno a los procedimientos de la poesía popular tipo tradicional en forma de seguidilla.

En prisión, recibe una carta de su esposa, en la que le relata que por muchos días no había otra cosa de comer que cebolla. En misiva fechada el 12 de septiembre de 1939, Miguel Hernández le responde: “Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche”.

Desde la impotencia de su celda, con demoledora tristeza, el poeta levantino anhela restaurar con sus versos la incógnita alegría de su famélico retoño: “Es tu risa la espada / más victoriosa, / vencedor de las flores / y las alondras. / Rival del sol. / Porvenir de mis huesos / y de mi amor”.

Miguel Hernández dijo alguna vez: “Porque yo empuño el alma cuando canto”. En realidad, llevaba el alma a flor de pie en todo momento, con dolorida pureza. Supo como nadie transformar el sombrío horizonte de su experiencia en entrañables notas de amor y belleza. Brindémosle, pues, nuestro más sincero reconocimiento. Como dijera Neruda: ¡Démosle la luz!

"Nanas de la cebolla"
Por Miguel Hernández

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.


"El niño yuntero"
Por Miguel Hernández


Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.


Las cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba

"...la suave y sonriente Mirta Plá con su magnífica serenidad”, “el bel canto de la danza”, como la calificara el crítico británico Arnold Haskell, aparece en este video junto a Jorge Esquivel, interpretando el "Pas de Deux Classique", precisamente en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria, en su primera edición de 1964, considerado como las olimpiadas de la danza clásica, y que le valiera la Medalla de Plata, y, a su vez, el primer galardón de esa índole, entre muchos otros que le proceden, obtenido por una bailarina o bailarín de origen cubano.



La incomparable Josefina Méndez, simplemente Yuyi para sus seguidores y amigos, y la “bella reina dignamente soberbia de la tragedia”, para Haskell.



El  brioso  virtuosismo de  Aurora Bosch, a sus 44 años de edad, se manifiesta en esta excepcional interpretación de Odile, junto a José Luis Zamorano y al resto de la 'troupe' del BNC, en la capital del ballet de América Latina.



Loipa Araújo, la bailarina cubana que quizá más se alejó de la tradición clásica, un perfil tan particular del Ballet Nacional de Cuba, aparece aquí interpretando un clásico del ballet romántico: el Preludio de "Las sílfides", a mi juicio, su más elaborado papel blanco.


lunes, 20 de junio de 2011

"5 Days of August", el nuevo filme de Andy García



"5 Days of August" es el largometraje del director finlandés Renny Harlin cuyo argumento se basa en la guerra ruso-georgiana de 2008.

"No considero que sea una película política sino una película en contra de la guerra", ha señalado Harlin sobre este filme que relata la historia de un corresponsal de guerra estadounidense, su colega camarógrafo, y un nativo georgiano, atrapados en medio del conflicto bélico. El elenco incluye a Val Kilmer, en el rol de un periodista holandés, y Andy García, como el presidente de Georgia Mijeil Saakashvili.

La cinta cuenta entre sus productores al parlamentario del partido de Saakashvili, Papuna Davitaia, aunque según Harlin, esta producción no aboga por los intereses particulares del gobierno georgiano. Para el cineasta finlandés, lo importante es reivindicar a las víctimas de la guerra. "Los entrevisté y para ellos fue una especie de terapia. Al final, decidí incluirlo en el montaje para honrarlos”, afirmó.

La filmación se desarrolló en el mismo escenario que sufriera los violentos bombardeos. Muchos de los extras fueron testigos de la violencia bélica. Según numerosas fuentes, la guerra ruso-georgiana se inició por la intentona de Saakashvili de recuperar la provincia rebelde pro-rusa de Osetia del Sur, lo que provocó miles de víctimas y un masivo éxodo humano.

La Orquesta de la Florida, un ladrillo en el puente


Los músicos de la Orquesta de la Florida que planean ir a Cuba en septiembre de 2011 atraviesan una de las adonquinadas calles de la histórica Ybor City, en Tampa, ciudad en la que José Martí pronunciara dos de sus más célebres discursos: “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos” . De derecha a izquierda, Clay Ellerbroek (flauta), Brian Moorhead (clarinete), Katherine Young (oboe), Robert Rearden (corno francés) y Anthony Georgeson (fagot) Fotógrafo: Thomas Bruce

Por Leonardo Venta


A comienzos de este mes de junio, la Orquesta de la Florida, una de las instituciones artísticas más importantes de la bahía de Tampa y entre las mejores agrupaciones sinfónicas de Estados Unidos, anunció públicamente su proyecto de intercambio plurianual con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba.

El intercambio prevé visitas recíprocas de ambas agrupaciones. La primera fase está programada para finales de septiembre de 2011, cuando Robert Rearden (corno francés), Clay Ellerbroek (flauta), Katherine Young (oboe), Anthony Georgeson (fagot) y Brian Moorhead (clarinete), aúnen el melódico lenguaje de sus instrumentos en un histórico concierto de música de cámara en el habanero teatro Amadeo Roldán, antiguo Auditorium.

Ésta será la primera vez en doce años que una orquesta estadounidense envíe músicos a la Mayor de las Antillas, y la segunda ocasión desde 1959. La Orquesta Sinfónica de Milwaukee viajó a Cuba en 1999 con 88 músicos y una decena de directivos. La Orquesta Filarmónica de Nueva York no pudo materializar su tentativa de visitar a Cuba.

Además del inicial concierto septembrino en suelo cubano, la Orquesta de la Florida ha anunciado que sus músicos impartirán clases avanzadas en el Conservatorio Amadeo Roldán, así como en gesto de buena voluntad entregar a los cubanos instrumentos musicales y accesorios que planea adquirir a través de una campaña de donación a efectuarse este verano en la bahía de Tampa.

Para la temporada 2011/2012, dentro del marco de la serie Obras Maestras, se espera que Enrique Pérez Mesa, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional cubana se haga cargo de la Orquesta de la Florida en suelo tampeño; así como, a principios de 2012, que el berlinés Stefan Sanderling, director musical de la agrupación floridana, esté al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba en La Habana. Sin embargo, la meta más ansiada es enviar a toda la orquesta a la isla en la temporada 2012/2013.

Sanderling, a quien se le atribuye la idea original de este proyecto que él mismo cataloga de “unificación cultural”, se muestra sumamente optimista. “La música aúna. Esa es una parte importante de nuestro intercambio con Cuba”, afirmó en un comunicado de prensa emitido recientemente por la institución musical floridana

Thomas Farquhar, alto directivo del consejo de administración de la compañía, por su parte declaró: “Esperamos poder ofrecer trabajos de compositores cubanos en nuestra programación e incluso invitar a algunos músicos de la isla a tocar con nuestra orquesta.”

José Valiente, cubano que reside en Estados Unidos por 47 años y que funge como presidente del comité especial que se ha creado para materializar este proyecto, nos expresó telefónicamente: “La música es un lenguaje universal, crea buenas relaciones e intercambios favorables, como se dice en inglés ‘it’s a win-win situation’, es decir, aquella en que todos salimos ganando”.

El comité encargado de los preparativos del viaje a Cuba celebrará su próxima reunión el 29 de junio. Estaremos al tanto de las novedades sobre este asunto. Por el momento, reflexionemos detalladamente sobre el eslogan que el señor Valiente sin quizá proponérselo ha creado: “Poner un ladrillo en el puente que se está construyendo”.

sábado, 18 de junio de 2011

Cecilia Valdés, una novela antiesclavista

Cirilo Villaverde
Por Leonardo Venta


“¿Qué vale la vida en medio de tantas penas? Y esto no es vivir, esto es morir todos los días y a cada hora. Su merced no comprende la causa de mi llanto. Su merced se casa y tiene hijos ¿quién se atreverá a quebrar su gusto, ni a separarla de su marido, ni de sus hijos? Su merced no sabe, ni Dios quiera que sepa nunca, lo que pasa por una esclava. Si es soltera porque es soltera; si es casada porque es casada; si  madre porque es madre; no tiene voluntad propia. No le dejan hacer su gusto en ningún caso. Parta su merced del principio que no le permiten casarse con el hombre que le gusta o que quiere. Los amos le dan y le quitan el marido. Tampoco está segura de que podrá vivir siempre a su lado, ni que criará a los hijos. Cuando menos lo espera, los amos la divorcian, le venden el marido, y a los hijos también, y separan la familia para no volver a juntarse en este mundo...”  (Fragmento del discurso de la esclava María de Regla en el capítulo VIII de Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde).


Cecilia Valdés es considerada la mejor novela costumbrista cubana. Escrita por Cirilo Villaverde (primera versión: La Habana, 1839; versión final: Nueva York, 1882), ha sido igualmente elogiada por la manera en que articula el sereno realismo con el apasionado romanticismo.

Narra las pasiones entre una bellísima mulata casi blanca (Cecilia) y un rico criollo joven hacendado (Leonardo). Hijos de un mismo padre - Cándido Gamboa, español enriquecido en Cuba - y diferentes madres - la mulata María del Rosario Alarcón (Charito) y Rosa Sandoval, criolla de familia rica, respectivamente -, ignoran los lazos fraternos que les unen. Por su parte, el mulato José Dolores Pimienta ama incorrespondidamente a Cecilia.

Leonardo abandona a la mulata para desposarse con la acaudalada criolla Isabel de Ilincheta. El día de la boda, en la escalinata de la Iglesia del Angel, Pimienta, alentado por los celos de Cecilia, asesina a Leonardo de una certera puñalada en el corazón. Cecilia enloquece. Es recluida en el manicomio de la calle Paula, donde está internada su madre Charito. Poco antes de morir, al reconocer a su hija, Charito recobra el juicio.

La novela está ambientada en un amplio y vívido cuadro de la sociedad cubana de las primeras décadas del siglo XIX, con las particularidades de cada estrato en la escala social. Las clases superiores estaban constituidas por blancos (españoles y criollos), subdivididos, a su vez, por el poder, el linaje, la instrucción o la riqueza.

Más abajo se interponía la insuperable barrera del color. Así vegetaban despreciados todos aquellos que tuvieran, en mayor o menor grado, sangre africana: mulatos, negros libres y, a la base de esta espantosa masa, los esclavos. La convivencia de clases, caracterizada por la humillante supremacía del blanco sobre el negro, estaba marcada por la hostilidad y el permanente conflicto, aun entre las mismas personas de color.

En aquella Habana libertina, coqueta y racista, los amoríos entre blancos y mulatos estaban condenados al fracaso. El amor de Leonardo y Cecilia es amputado, como gangrena consanguínea, así como vulnerado por exacerbadas pérfidas discriminatorias saetas.

Cecilia Valdés es una novela antiesclavista que denuncia los atropellos del imperio colonial español en Cuba, así como devela el inhumano perfil social de la isla colonial. Sin lugar a duda, el naciente movimiento nacionalista que llevaría a los cubanos a independizarse de España, exhaló a través del aliento literario de Cirilo Villaverde un admirable suspiro.

viernes, 17 de junio de 2011

Sobre nuestra fe...



Por Leonardo Venta

“Una fe: he aquí lo más necesario al hombre. Desgraciado el que no cree en nada”.
Víctor Hugo

Los eruditos continúan tratando de hallar respuestas a las numerosas interrogantes que el hombre se formula. Sin embargo, aún queda mucha incertidumbre latente, especialmente, en el plano de la conciencia.

Los triunfos – al igual que la frágil felicidad – están sujetos a lo fortuito de la vida. La sombra, proyección confusa de nuestro cuerpo en el espacio, en sentido contrario a aquel por donde llega la luz, parece advertirnos constantemente la temible asechanza de la muerte, la omnipresencia de la oscura, o nívea, nada.

Nos inquieta el tiempo, la libertad, el mundo interior, el deseo de inmortalidad, la voluntad de vivir, la constante necesidad de elegir. Nos atrae el éxito, la aprobación, el goce. Rechazamos instintivamente el dolor, lo grotesco, lo inservible, lo caduco, lo feo.

La existencia viene diseñada por cada experiencia individual a partir de situaciones y apreciaciones específicas. La realidad, que en su atributo general puede parecer única, es interpretada desigualmente por cada ser.

El humano se siente desvastado ante el silencio divino, afectado por las incertidumbres y contradicciones que acompañan al Dios que le ha sido revelado desde pequeño por sus mayores. Intenta entender la aparentemente inconciliable relación entre lo deseado y lo verdaderamente factible, entre los instintos y la vilipendiada razón.

Al ateo más confeso, de una manera u otra, al menos, en una ocasión de su vida, le ha asaltado una honda necesidad, una chispa, de Dios; para luego volver a ensombrecerse tras una nube glacial de incertidumbre. Intentamos encontrarle sentido a la existencia, nos entusiasmamos con el vivir, mas al escuchar los lúgubres repiques de la muerte sobre cielo ajeno nos reclinamos sobre nuestros temores.

Buscamos a Dios a tientas, la mayor parte de las veces, temerosos, desorientados. Se nos inculca un Dios piadoso, que no se cansa de perdonar instintivos y repetidos pecados, cuyos orígenes ignoramos; por otro lado, se nos amenaza con un Dios implacable y temerario.

Anhelamos relacionarnos con un Ser Supremo, sin intermediarios, sin la intervención de la opresora y defectiva mano humana, pero invariablemente quedamos a merced de milenarios proyectos y dogmas programados. “Ése en que crees, lector, ése es tu dios, el que ha vivido contigo en ti, y nació contigo y fue niño cuando eras tú niño, y fue haciéndose hombre según tú te hacías hombre, y que se disipaba cuando te disipabas […]”, afirma Unamuno.

Tenemos sed y hambre de inmortalidad y nos sabemos frágiles, vulnerables, mortales. Deseamos existir sempiternamente, y el aire que respiramos es nunca saldada hipoteca. ¡Cuál mayor anhelo que el de igualarse y emular a Dios: el ideal diseñado! ¡Cuán decepcionados nos sentimos con las nuestras y ajenas fallas y limitaciones! Tanteamos a oscuras esa angustia que nos lleva a cuestionar la existencia de Dios, sin confesarlo.

Afirmamos creer lo que a ciencia cierta ignoramos. Con estoicismo, ocultamos nuestras dudas, nuestras miserias, para proteger a otros de la desesperanza o, quizá, por vanidad religiosa. Tememos la verdad. ¿Es deber ocultarla? ¿Mentir y mentirnos? La fe imparte vida, libera; la religiosidad mutila, traiciona; nos transforma en súbditos de un reino insostenible que llegamos a abominar, por ilusorio, incomprendido, simulado. Recibimos masteres y doctorados en la carrera de las máscaras, nos naturalizamos con la ciudadanía de la doble moral, y dejamos atrás a ese niño al que le ha sido prometido el Reino de los Cielos.

La historia en la literatura: En el tiempo de las mariposas


Las hermanas Mirabal

Por Leonardo Venta

En el tiempo de las mariposas, la segunda, y probablemente más célebre novela de la laureada poetisa, novelista y ensayista dominicana Julia Álvarez, seleccionada por la Asociación Americana de Bibliotecas como el mejor libro de 1994, narra las tribulaciones de la familia Mirabal durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana.

El doloroso caso de las Mirabal, como manifestación del compromiso político y la participación de la mujer en la lucha contra la dictadura, es aprovechado plenamente por Álvarez para denunciar la opresión del mal llamado “segundo sexo” bajo un régimen patriarcal, y restituirle su relevancia como sujeto histórico.

Esta novela es el primer enfoque sobre las Mirabal realizado desde una perspectiva netamente femenina. William Galván había escrito una biografía sobre Minerva, y Ramón Alberto Ferreras había hecho otro tanto bajo el título Las Mirabal. Por su parte, Pedro Mir, considerado el poeta nacional de la República Dominicana, les había dedicado su poema "Amén de mariposas", de donde Álvarez probablemente tomó la idea del título de la novela.

El tiempo de las mariposas narra cómo las Mirabal se integran a la lucha para derrocar al régimen de Trujillo. Manifiestas sus actividades clandestinas, Patria, Minerva y Teresa son encarceladas y finalmente asesinadas por los sicarios del tirano, el 25 de noviembre de 1960, a pocos meses del derrocamiento de la dictadura trujillista.

Partiendo de una entrevista con la única hermana sobreviviente, Dedé, especie de narradora testimonial, Álvarez remite al lector al pasado que esclarece el argumento apoyado en la intervención de cada hermana cronológicamente. La narración emplea técnicas de retrospección, saltos temporales entre la entrevista y episodios de la vida de las protagonistas.

Minerva representa la mujer instruida consciente de la necesidad de enfrentamiento al opresor. María Teresa encarna la inocencia que paulatina va cobrando consciencia política. Patria, espiritual y conservadora, evoluciona igualmente hacia esa misma dimensión. Álvarez aplica a sus personajes, mediante la ficción, la visión que sólo puede ofrecer la intrahistoria, es decir, el palpitar cotidiano de los personajes que la historia ni el discurso oficial recogen.

La gran aversión de Minerva hacia Trujillo alcanza su apogeo al abofetearlo por propasarse con ella en una fiesta en honor a éste a la que asiste en contra de su voluntad. El gesto de la bofetada cobra magnitud alegórica dentro de la novela al sugerir no sólo la reprobación a los atropellos de la dictadura y el desafío de la mujer al poder patriarcal, simbolizado por Trujillo, sino también la resolución de la nación dominicana a no dejarse subyugar y mucho menos prostituirse.

Álvarez registra la experiencia femenina en la reconstrucción de la identidad y la historia dominicana. El espacio doméstico, el hogar, asociado a la mujer desde una perspectiva patriarcal, cobra dimensiones cardinales en la novela al convertirse en el foco de la clandestinidad subversiva contra Trujillo, redimiendo el papel de la mujer en la pluralidad de la nación caribeña.

Si la novela de Julia Álvarez, publicada en 1994, fue un éxito de ventas y de crítica, tanto Estados Unidos, y en países como Argentina, México y República Dominicana, la versión para el cine de esta novela, producida por la actriz Salma Hayek, y dirigida por el español, Mariano Barroso, a pedido del canal Showtime, contribuyó a acrecentar la recuperación de la vida y epopeya de las Mirabal, iniciada a partir del libro de Julia Álvarez.

Entrevista con Tito Puente Jr.


Por Leonardo Venta

“Explosión Latina con Tito Puente Jr.” será el nombre del concierto que ofrecerá el hijo de "El Rey de los Timbales" en Tampa, Saint Petersburg y Clearwater, en la que es su primera actuación con la Orquesta de la Florida en los escenarios del Tampa Bay Performing Arts Center, el jueves 15; Mahaffey Theater at the Progress Energy Center, el sábado 17; y Ruth Eckerd Hall, el domingo 18.

Se trata, pues, de una buena oportunidad que tiene la comunidad hispana de Tampa y regiones aledañas para disfrutar de un espectáculo en que Puente y sus músicos provenientes de Miami y Fort Lauderdale se integrarán a una de las instituciones artísticas más importantes de la Bahía de Tampa.

En la primera parte del programa la Orquesta de la Florida, bajo la batuta de Robert Romanski, interpretará la Suite Nº 1 de “Carmen” de Bizet, "Mai-Tai" de Les Baxter, “Tango de la Luna” de Sholom Secunda, para cerrar con selecciones de la famosa “West Side Story” de Leonard Bernstein.

La segunda parte del concierto contará con la esperada intervención de Tito Puente Jr., quien, aparte de tocar los timbales, animará el show. Frank Fiore, representante de Puente, tomará la dirección de la Orquesta de la Florida, a la que se incorporará la propia agrupación del timbalero, bajo la dirección musical del pianista Marlow Rosado.

Tito Puente Jr. interpretará temas y arreglos de la autoría de su padre, tales como "Mambo Gozón", "Babarabateri", "Que Será", "Ran Kan Kan" y "Oye Como Va".

Desde su hogar en Miramar, en las afueras de Miami, vía telefónica, este músico de gran carisma nos concedió la siguiente entrevista:


¿Dónde y cuándo nació Tito Puente Jr.?

- Nací el 2 de junio de 1971 en la ciudad Nueva York. Toda la familia Puente es originaria de allí, aunque mis abuelos son de Ponce, Puerto Rico.

¿Cuánto tiempo llevas haciendo música?

- Por mucho tiempo (ríe), desde 1978. Lo primero que hice fue tomar clases de percusión. Profesionalmente comencé a trabajar en 1993.

¿Eres casado?

- Sí, llevo casado 6 años con mi esposa Gloria.

¿Es tu esposa hispana?

- Cubana

¿Tienes hijos con tu esposa?

- Sí, nuestra pequeña Miranda Cristina cumplió en octubre su primer año, y mi esposa está embarazada nuevamente. Nuestro hijo va a ser varón, Tito Puente Jr. Jr. (ríe henchido de satisfacción), un nuevo timbalero.

¿Quién es el artista que más admiras, aparte de tu padre?

- La artista a quien más admiro es la gran Celia Cruz. También siento tremenda admiración por Marc Anthony; por Johnny Pacheco y Eddie Palmieri de la Fania All-Stars; así como por Machito y Tito Rodríguez, músicos importantes de los años cincuenta.

¿Era Celia Cruz cercana a ti?

- Tanto como que era mi madrina, así como de mi hermana Audrey.

¿Cómo la familia Puente preserva el nombre del “Rey de los Timbales”?

- De muchas maneras. Él vive en nuestros corazones. Yo le rindo tributo con mi música. Mi madre, Margarita Puente, en Nueva York maneja un restaurante que lleva su nombre. Mantenemos vigente la Fundación de Becas Tito Puente que el fundara con la finalidad de ayudar a niños de bajos recursos con talento musical.

¿Qué significa para ti el tocar con una orquesta sinfónica?

- Esto es algo que mi padre hizo en Puerto Rico, San Antonio, Los Angeles y San Francisco. Es un proyecto que él tenía: tocar la música de mambo, de los años cincuenta, junto a ese tipo de orquesta. Él murió en el 2000 y no pudo efectuar dos conciertos que tenía programado para ese año. Yo encontré algunos arreglos sinfónicos que él había dejado, y mi madre me animó a revivir esa música. Contactamos diferentes agentes en el campo sinfónico para hacerlo. A través de esos contactos hemos logrado estos tres conciertos en Tampa. Va a ser interesante escuchar el fruto de la colaboración entre una orquesta sinfónica de 60 músicos y la Orquesta de Tito Puente Jr.

Tenemos entendido que tu padre tocó con la Orquesta de la Florida en la temporada 1998/1999, y que ésta es la primera presentación que realizas con dicha agrupación. ¿Cómo te sientes pocos días antes del evento?

- Es una gran responsabilidad. La Orquesta de la Florida es una de las mejores orquestas sinfónicas de Estados Unidos. No se puede negar que intimida trabajar con una orquesta tan prestigiosa. Estamos ensayando diariamente y esforzándonos para dar lo mejor de nosotros y rendir un homenaje digno de mi papá, “El Rey de los Timbales”.

¿Qué comparación puedes establecer entre el programa de este concierto y el de tu padre en 1998?

- Las canciones que yo voy a tocar en esta oportunidad no son las mismas que mi padre interpretó en 1998 con la Orquesta de la Florida. Las canciones que voy a tocar son composiciones originales de mi padre. Las canciones que el tocó aquí en 1998 formaban parte de un homenaje a Noro Morales y otros compositores de los años cincuenta.

Tito Puente Jr. nos recuerda mucho a su padre. ¿Existe alguna diferencia entre padre e hijo?

- Yo tengo la apariencia de mi padre, pero no puedo tocar como él. Era un genio de la música, imposible de igualar. Tenemos muchas cosas en común, pero también tenemos nuestras propias características individuales. Mi objetivo no es parecerme a mi padre sino perpetuar su legado musical.

Los Quince de Thalia: una celebración de amor

Con una linda y emotiva fiesta a la que asistieron alrededor de 250 invitados, Thalia Arbelaez celebró sus quince años el pasado sábado 16 de febrero. “The Event Factory”, un lugar de ensueños en Tampa, fue el sitio escogido por los padres de esta adolescente para tan importante ocasión.

Por Leonardo Venta
 
Fue un evento en que se celebró el triunfo milagroso del amor sobre los obstáculos que imponen las circunstancias de la vida. Thalia nació con problemas de salud, característicos de aquellos con síndrome de Down.

Desde muy temprano se vio obligada a repasar las sombrías imágenes que proyectan los quirófanos sobre las retinas de los pacientes. Fue sujeta, asimismo, a realidades diferentes a las de otras chicas. Sin embargo, el amor de sus padres transformó cada ápice brumoso en júbilo refulgente.

Thalia, como dice Alicia – su madre –, se ha convertido en toda una estrella. El 16 de diciembre de 2007, en un programa de recital bailó en puntas por primera vez, después de haberse mantenido como alumna por siete años de la Academia Temple Terrace Ballet con la profesora Matilde Rabiña Barreto.

Ha desempeñado el rol de uno de los pequeños ángeles de “Cascanueces” para los ballets de Orlando y Moscú por varias temporadas. Además fungió como modelo en la tienda Rave Girl del University Mall, y este domingo, 24 de febrero, según nos informó la señora Arbelaez, competirá en el concurso “Miss Teen” en el hotel Crowne Plaza de Tampa.

Sin embargo, Thalia no necesita ser premiada en ningún concurso. Ya fue proclamada soberana triunfante de todas las batallas este pasado sábado. Junto a ella, sus padres, escuderos de su felicidad, disfrutaron como nadie de la coronación.

La nueva reina hizo su brillante entrada en el salón de actos, saludando a los presentes, a los acordes de la célebre “Marcha Triunfal” de Aida. Sus pequeños primos, Jaime Andrés y William Andrés, portaron la corona y los zapatos que habría de calzar, en señal de su nuevo estatus social.

Su padre, el señor Arbey Arbelaez, subió las escaleras a su encuentro, le colocó un anillo, le dio un beso y la paseó entre los bailarines que alzaron centelleantes estrellas a su paso. Ya coronada, renovado su calzado, se realizó el “brindis” en honor a la quinceañera.

Cada mancebo de la figurada corte le regaló una rosa y besó su menuda mano. Se comenta que hubo más de una lágrima en esta entrañable celebración.

martes, 14 de junio de 2011

Juan Meléndez Valdés


Retrato de Juan Meléndez Valdés por Francisco de Goya. Óleo sobre lienzo, 73 x 57 cm. Colección Banesto.



Por Leonardo Venta

La obra de Juan Meléndez Valdés abarca la poesía prerrománica, neoclásica y rococó. Estudió latín y filosofía en la capital española. De la misma forma, cursó estudios de leyes en la Universidad de Salamanca. En dicho alto centro docente llegó a ser profesor en 1781, con apenas 27 años. En 1780, ya había sido condecorado con el premio de poesía de la Real Academia Española por su obra Batilo. En 1783, recibe su doctorado en derecho. Publica con gran éxito, en 1785, el primer volumen de sus poemas, al que le siguieron variadas ediciones.

Con la ayuda de Gaspar Melchor de Jovellanos, ocupó los cargos de juez de la Corte en Zaragoza en 1789; canciller en Valladolid en 1791, así como fiscal de la Sala de Alcaldes de la Casa y Corte en Madrid en 1797. A la caída de Jovellanos, en 1798, Meléndez abandona Madrid, y después de breves estancias en Medina del Campo y Zamora, establece su residencia en Salamanca.

Meléndez Valdés estuvo al servicio de José I de España, hermano del célebre Napoleón I Bonaparte de Francia. Asimismo, ocupó puestos en el Consejo de Estado, lo que le traería grandes trastornos a la caída del rey francés, al considerársele afrancesado. Se vio obligado a exiliarse en Francia. Cuatro años después muere en Montepellier. Sus restos volvieron a Madrid en 1900 y reposan en el Panteón de los Hombres Ilustres.

En cuanto a su obra, señala J.H.R. Polt en la introducción al libro Poesías Selectas de Juan Meléndez y Valdés: “Mejor que nadie ejemplifica nuestro poeta la tendencia estética que llamamos rococó, entre cuyas características podemos señalar el gusto por la simetría y por la variedad; la preferencia por las formas curvas y ligeras; la predilección por lo delicado, pequeño, íntimo y elegante; el erotismo juguetón; el empleo de una mitología ‘reducida a meras dimensiones domésticas’, decorativa sin trascendencia; y una calidad huidiza relacionada con la gracia y con el juego cuyo fondo es la inocencia – inocencia muchas veces ambigua, o perdida y añorada”.

Juan Meléndez Valdés es un poeta que cultiva el pensamiento filosófico; su poesía tiene valor didáctico, moralizante, algo muy acostumbrado entre los escritores neoclásicos de su época. No obstante, se le considera también un precursor del romanticismo, por su amor a la naturaleza y las descripciones que de ella ofrece en sus obras.

En su “Oda Anacreóntica XXXV”, se entabla un diálogo, especie de soliloquio compartido, entre la voz poética, que es en sí el poeta, y Apolo, dios de la lira y la inspiración. El hablante lírico comienza inquiriéndole a la deidad griega: ¿Qué te pide el poeta? / Di Apolo, ¿Qué te pide / cuando derrama el vaso, / cuando el himno repite? // No que le des riquezas / que necios le codicien / ni puestos encumbrados / que mil cuidados siguen; / no grandes posesiones / que abracen con sus lindes / las fértiles dehesas / que el Guadïana ciñe; / ni menos de la India / la concha y los marfiles, preciadas esmeraldas, lumbrosas amatistas”.

Las ansias de riqueza, fama, gloria y vanidad terrenal, son sofocadas por la búsqueda de la armonía espiritual, los valores morales, y sobre todo, por la felicidad, casi mística, que implica el sentirse poeta. El bardo anhela retener hasta su último aliento el inefable don que se le ha sido otorgado, y en una especie de ruego lírico, se lo implora a su Apolo: “[…] ni la vejez cansada / de mi lira me prive”.

“Oda Anacreóntica XXXV”
       De mis deseos
Por Juan Meléndez Valdés


¿Qué te pide el poeta?
Di, Apolo, ¿qué te pide
cuando derrama el vaso,
cuando el himno repite?

No que le des riquezas
que necios le codicien,
ni puestos encumbrados
que mil cuidados siguen;

no grandes posesiones
que abracen con sus lindes
las fértiles dehesas
que el Guadiana ciñe;

ni menos de las Indias
la concha y los marfiles,
preciadas esmeraldas,
lumbrosos amatistes.

Goce, goce en buen hora,
sin que yo se lo envidie,
el rico sus tesoros,
sus glorias el felice;

y el mercader avaro,
que entre escollos y sirtes
de oro vaga sediento,
cuando la playa pise

con perfumados vinos
a sus amigos brinde
en la esmaltada copa
que su opulencia indique;

que yo en mi pobre estado
y en mi llaneza humilde
con poco estoy contento,
pues con poco se vive;

y así te ruego sólo
que en quietud apacible
inocentes y ledos
mis años se deslicen,

sin que a ninguno tema,
ni ajeno bien suspire,
ni la vejez cansada
de mi lira me prive.

lunes, 13 de junio de 2011

De su ventana a la mía (fragmento) Carmen Martín Gaite

"Eleven A.M." , Edward Hopper


La ventana de mi madre estaba iluminada por el sol poniente y vibraba con destellos de todos los colores cuando mis palabras llegaban a tocar el cristal; era grande y resplandecía como un brillante irisado entre el humo, el acero y el cemento. Pero de la habitación a que pertenecía esa ventana nada podría decirse con certidumbre, sino que tal vez era una mezcla de muchas habitaciones, de todas en las que ella se sentó alguna vez a mirar por la ventana.


Desde un criterio puramente geográfico, pienso ahora, que estoy despierta y miro en esa dirección, que sería lógico localizarla en Long Island o Queens, pero no. Estaba mucho más allá, en ese más allá ilocalizable adonde precisamente ponen proa los ojos de todas las mujeres del mundo cuando miran por una ventana y la convierten en punto de embarque, en andén, en alfombra mágica desde donde se hacen invisibles para fugarse.

Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven mujeres existe una ventana fundamental para la narración, de la misma manera que la suele haber también en los cuartos inhóspitos de hotel que pintó Edward Hopper y en las estancias embaldosadas de blanco y negro de los cuadros flamencos. Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del que sólo se sabe que está lejos, que no lo ha visto nadie y que acoge a todos los pájaros ateridos y audaces, brindándoles terreno para que hagan su nido en él unos instantes.

Mi madre siempre tuvo la costumbre de acercar a la ventana la camilla donde leía o cosía, y aquel punto del cuarto de estar era el ancla, era el centro de la casa. Yo me venía allí con mis cuadernos para hacer los deberes, y desde niña supe que la hora que más le gustaba para fugarse era la del atardecer, esa frontera entre dos luces, cuando ya no se distinguen bien las letras ni el color de los hilos y resulta difícil enhebrar una aguja; supe que cuando abandonaba sobre el regazo la labor o el libro y empezaba a mirar por la ventana, era cuando se iba de viaje. “No encendáis todavía la luz –decía-, que quiero ver atardecer.” Yo no me iba, pero casi nunca le hablaba porque sabía que era interrumpirla. Y en aquel silencio que caía con la tarde sobre su labor y mis cuadernos, de tanto envidiarla y de tanto mirarla, aprendí no sé cómo a fugarme yo también. Luego entraba alguien, daba la luz y reaparecían los perfiles cotidianos. “Bueno, habrá que correr las cortinas”, decía ella, como despertando.

Pero en la sonrisa especial que dulcificaba su expresión se le notaba lo lejos que había estado, lo mucho que había visto. Y daban ganas de arrodillarse a su lado para ayudarle a abrir las maletas, de preguntarle: “¿Qué regalo me traes?”

domingo, 12 de junio de 2011

Xiomara Alfaro: Una leyenda viva



Por Leonardo Venta

Xiomara Alfaro, la famosa cantante cubana que honró su carrera con éxitos como “Luna Rosa”, “Siboney”, “Moliendo Café” y “Serenata Mulata”, entre muchos otros, se presentará este domingo, 3 de junio en la Sala Ferguson del Tampa Bay Performing Arts Center. El programa, una cita con la nostalgia, dará comienzo a las 3 de la tarde.

Con motivo de este histórico concierto, la hemos entrevistado vía telefónica desde su hogar en la ciudad de Atlanta.


¿Cómo comenzó su carrera?

 Nunca pensé ser artista, quería ser enfermera… hacer tantas cosas, pero Dios quiso darme la voz para ganarme el pan de cada día. Conocí a un muchacho que era bailarín, Alexandre. Él me escuchaba cantar en mi casa y siempre me decía que yo debía dedicarme al canto. En una oportunidad, Alexandre me pidió que le acompañara al Teatro Martí a un ensayo de una revista musical llamada “Batamú". El maestro Obdulio Morales, director y compositor de la revista, me pidió que cantara una canción, y yo interpreté “Siboney” de Ernesto Lecuona. Le gustó mi interpretación y me contrató. Ese fue el inicio de mi carrera.

Más tarde trabajé en la revista “Bondelle” en el Sans Souci. Después que vendieron el Sans Souci se mudó la revista para El Tropicana. Cuando me dieron el contrato nunca me incluyeron de solista, me daban trabajo con el coro. Sin embargo, a todo el mundo le llamaba la atención mi voz.

No obstante, más adelante, me contrató Katherine Dunham, una bailarina negra muy famosa que creó un centro muy influyente de danza afro-americana que vino a La Habana buscando talentos para integrar su compañía. Me escuchó cantar y me contrató para irme de gira con ella por Europa a países como España, Portugal, Bélgica, Francia y Grecia.

¿Qué sucedió cuando terminó su contrato con la compañía de Dunham?

Xiomara Alfaro. – Regresé a La Habana y comencé a trabajar como solista en El Tropicana. De allí, me ofrecieron contratos en Italia, Centroamérica y Suramérica.

¿Dónde y cuándo grabó usted su primer disco?

 Lo grabé en Lima, Perú, en 1955.

¿Hubieron más grabaciones?

En una actuación mía en el teatro Campoamor, de La Habana, me vio la RCA Víctor, que me ofreció un contrato. Así hice tres discos de larga duración con ellos. Después continué mi gira por Suramérica.

¿Algo especial sobre su gira por el Cono Sur?

 En Venezuela grabé mi número “Moliendo Café” que se convirtió en éxito entre los suramericanos de la época.

¿Cuál fue su relación con Celia Cruz y Olga Guillot?

Bien, ellas me decían que yo no debía haber nacido artista, sino monja, porque no era de hablar mucho.

¿Dónde reside usted?

Vivo en las afueras de Atlanta por 10 años con mi esposo el pianista y compositor Rafael Benítez, al que conocí en Nueva York. Con él he compartido 46 años de mi vida.

¿Tiene usted hijos?

No tengo, me hubiera gustado tenerlos.

¿Cuál considera su mayor triunfo como artista?

El que Dios me haya permitido que todos los cubanos me conozcan.

¿Qué significa Cuba para usted?

Conozco 36 países, pero mi tierra es la más bella del mundo. Cuando muera, quiero que me incineren y rieguen mis cenizas alrededor del mar de Cuba. Mi isla y los Estados Unidos son mis grandes amores. Este país me ha dado abrigo. Hay que pensar en todas las cosas buenas que nos ha proporcionado a los cubanos.

A Celia Cruz no le gustaba hablar sobre su edad, ¿dice usted la suya?

A algunos se la digo, y a otros no. Todo depende de quién me la pregunte.

¿Qué significa para Xiomara Alfaro el exilio?

Has tocado con el dedo la llaga. Todos los días en oración le pido a Dios que se arregle Cuba para irme a vivir allá.

¿Unas palabras finales para nuestros lectores?
 
 La humildad es lo más bello que Dios ha creado en una persona.



Breve síntesis biográfica de Xiomara Alfaro

Xiomara Alfaro es una cantante cubana, soprano de coloratura, que debutó en 1951, en la revista musical "Batamú", presentada en el teatro habanero Martí por su autor, el compositor y director Obdulio Morales. Trabajó en los principales centros nocturnos de La Habana, como El Tropicana, El Montmartre y el Sans Souci donde cantó en la revista musical “Bondelle” con la que viajó como parte del elenco a Las Vegas. A su regreso fue contratada por Katherine Dunham para su ballet afro-norteamericano. Con esta agrupación realizó una gira por diferentes países de Europa.

Se presentó en programas de radio, televisión y teatrales. Visitó numerosos países. Participó en el filme "Mambo" con Silvana Mangano y Vittorio Gassman. Ha grabado gran número de discos con canciones cubanas y de otros países, muchos de ellos, con su esposo como director y arreglista. Actualmente reside en Atlanta.

sábado, 11 de junio de 2011

De la actual gira del Ballet Nacional de Cuba por Estados Unidos

“Del ballet cubano, un ‘Don Quijote’ digno de ese nombre”


Viensay Valdés y Alejandro Virelles, Kitri y Basilio, los protagónicos de "Don Quijote" en el Kennedy Center de la capital estadounidenseen en la première de la gira 2011 del Ballet Nacional de Cuba por Washington, Nueva York y dos ciudades de California, entre ellas Los Ángeles. Foto: Nancy Reyes.

Por Sarah Kaufman*
 Publicado: 4 de junio de 2011 en el Washington Post
(traducción al castellano por Leonardo Venta)

El satisfecho latir musical de los corazones de la audiencia que asistió a la función del Ballet Nacional de Cuba en el Kennedy Center Opera House marcaba el pulso galopante de “Don Quijote”; una audiencia cautiva e indefensa ante la revitalizada música de Ludwig Minkus por una forma de bailar que no brindaba otra alternativa que la de reenamorarse del ballet.


“Don Quijote” es una fiesta de embriaguez, y los cubanos no decepcionaron. El excelente cuerpo de baile fue una estrella en sí misma, con su efectiva participación en cada escena. Estos bailarines no eran simples elementos que secundaban a los solistas, sino integrantes legítimos de un todo. Maniobraban con habilidad para conseguir una mirada más atenta a los briosos dúos, o saltaban en hilarante batalla con el mismísimo querido viejo don Quijote y su compinche Sancho Panza.

La velada contó en su totalidad con un fuerte reparto. Los toreros con sus afiladas piernas como  banderillas, sorprendentemente, tomaban aire al unísono compás de la música. Con sus legítimas estelares auras, José Losada, como líder de los toreros, y Amaya Rodríguez, su amada, estimularon el apetito para la deslumbrante entrada de las luminarias de la velada: Viengsay Valdés, como la bella aldeana Kitri, y Alejandro Virelles, como su galán barbero Basilio.

Valdés es una bailarina especial; de esas que pueden imponerse sobre una audiencia de dos mil personas con un simple pestañeo, e impartir alegría a los balcones con una amplia sonrisa y un ademán de sus brazos. En una serie tan resuelta de vertiginosos fouettés, vuelve todo borroso. Cuando realiza un balance, detiene el tiempo. Quién sabe cómo, mediante qué combinación de músculos, voluntad o fortaleza interna, ella logra mantenerse con aplomo sobre una pierna, mientras que eleva la otra en arabesque, agarrando a la gravedad por la garganta, mientras que el resto de nosotros contenemos el aliento, las notas de la música giran cerca y las edades se dilatan; el tope del endeudamiento se agrieta y Washington vuelve seguramente sus sentidos sobre embargos y…. oh sí, entonces Valdés, toma un poco de aliento, estira apenas un poco más sus extensiones, para volver nuevamente a la realidad (a la tierra).

Virelles se le iguala a Viengsay hasta en lo más mínimo, con la gracia casual y la abierta sonrisa de un adolescente rompecorazones (los representantes de la compañía rechazaron declarar su edad). Él tiene hermosas alargadas piernas que abre en forma de tijera en saltos que atraviesan el aire sin rastro de esfuerzos. De hecho, el esfuerzo de los bailarines no se hizo palpable en ningún momento de la función; mirar a los cubanos nos hace pensar en cómo generalmente se refleja en los músculos de otros bailarines el empleo enérgico de la fuerza física, algo que los cubanos realizan con evidente facilidad.

Hay tantas cualidades estelares en esta compañía; todas subrayan un abrazo abierto de par en par con el potencial físico. Usted aprecia esto, también, en la presencia de bailarines de color en todos los rangos. Pero, sobre todo, lo físico se conecta con lo espiritual, y esto es lo que yo considero el principal encanto de esta producción: el simple hecho de que narra una buena historia.

El ballet “Don Quijote” nunca ha tenido mucho que ver con la maestra obra literaria de Cervantes. En la mayoría de las versiones de este ballet, originalmente creado por Marius Petipa en 1869, el caballero andante que le da título es un personaje menor, un viejo tonto. En 1998, Alicia Alonso, directora de la compañía cubana, transforma eso. Se aunó con sus colegas Marta García y María Elena Llorente para crear la versión que se estará presentado aquí hasta el domingo.

Los cubanos han hecho de “Don Quijote” una verdadera historia de amor, que refleja la devoción del caballero andante por Dulcinea; su visión idealizada de la mujer, manifiesta en cada acto. El personaje de Dulcinea, tan esencial en la novela, no aparece en la mayoría de las versiones balletísticas; sin embargo, ella es una de las innovaciones de la Alonso. De hecho, Kitri adquiere aquí más profundidad porque se transforma en gemela de Dulcinea en la mente de don Quijote. Al enlazar las figuras de Dulcinea y Kitri - bailan brevemente una tras otra en dos ensoñadores momentos claves – se nos alienta a pensar en una Kitri menos coqueta y más ennoblecida. Y esta imagen en que la bailarina representa un ideal que evoluciona en fortaleza física y espiritual, hace que “Don Quijote” no se encuentre solo en ese propósito. “La bella durmiente” e incluso “Cascanueces” contienen esa noción también, en que la perfecta técnica de la heroína compagina con las bondades de su carácter. La fortaleza interna es expresada con delicadeza externa. Esto es lo realmente clásico en el ballet clásico

“Don Quijote” ha sido siempre un clásico en términos de estilo y lenguaje danzario. Pero usualmente ha sido tratado como una serie de sensacionalistas virtuosismos, puntualizados con toques de comedia; la historia se pierde y su gran simbolismo se subestima. Consideremos, por ejemplo, la “escena de la visión” en el segundo acto, cuando don Quijote sueña con dulces jóvenes damas en formaciones ordenadas. Este es generalmente un momento estético pero incongruente del ballet, una excusa para exhibir filas de tutúes. Mas, en la versión cubana, don Quijote aparece en su propio sueño, junto a su amada Dulcinea, ataviada con vestido rojo y velo. Entonces, Kitri toma su lugar mientras don Quijote la contempla con temor, así como lo hacemos nosotros, porque la estamos contemplando a través de los ojos del amado que la sueña.

Encantadora es también la pintura de la luna llena en el decorado; tal parece ser el maltrecho redondo escudo de Don Quijote que yace en el suelo. Es su sueño, después de todo, en el cuál él es el héroe; su escudo arroja la luz guiadora y su amada finalmente está entre sus brazos.  .  . Es entonces cuando Sancho Panza lo despierta. Perfecto. Don Quijote quizá no logra conseguir su deseo, pero nosotros sí. Y aun más. El Ballet Nacional de Cuba presentará “Don Quijote” hasta la matinée de este domingo, con cambios en el elenco.

*La autora de este escrito, Sarah Kaufman, es ganadora del Premio Pulitzer a la Crítica 2010; el jurado que otorga dicho prestigioso galardón ha calificado sus reseñas artísticas dedicadas a la danza de "refrescantes e imaginativas”, así como de “iluminar una multitud de temáticas con comentarios provocadores”. A mi juicio, sus críticas son una excelente e inusual manera de hacer literatura.
Lee C. Bollinger, Presidente de Columbia University, presenta el Premio a la Crítica 2010 a Sarah Kaufman del periódico The Washington Post.