Por Leonardo Venta
"Te hemos mandado el libro de Reynaldo (sic) Arenas, Celestino antes del alba. Es un muchacho naturalmente nacido para escribir, esa obra la escribió cuando tenía 22 años y revela talento innato para la prosa". (José Lezama Lima, en Cartas a Eloisa y otra correspondencia, ed. cit., pp. 153 y 159)
El próximo 16 de julio se cumplen 75 años del
nacimiento –en Aguas Claras, un pequeño poblado rural cerca de Holguín, en la región
oriental de Cuba– del novelista, ensayista, poeta y dramaturgo Reinaldo Arenas,
la voz literaria más polémica y desgarradora de la literatura cubana del siglo
XX, así como una de las voces más innovadoras y turbulentas de la Latinoamérica
finisecular. Este escritor posee una extraordinaria capacidad para narrar; su
técnica literaria, su irreverencia, sus reflexiones, su frontal enfrentamiento
a las ideologías represivas han enriquecido de manera singular las letras
hispanoamericanas.
Su obra y su vida encarnan el drama del escritor
contra un sistema político que lo persiguió hasta las últimas consecuencias. La
publicación de su autobiografía Antes que anochezca, en 1992, y su
subsecuente traducción en diferentes idiomas lo hizo más reconocido después de
su muerte. Sus memorias fueron llevadas al cine por Julian Schnabel, en el 2000. Como muchos otros escritores latinoamericanos
de su época, fue un abierto inculpador del sistema imperante en su patria, al
que en sus inicios apoyó y rechazó abiertamente a partir de mediados de la
década de los sesenta.
Arenas creció en un ambiente de pobreza, pero rodeado
de un paisaje de gran riqueza vivificante. A pesar de la estrechez económica que sufrió en su infancia, consideraba esa etapa como la más creativa por la libertad que
podía respirar en el ambiente exuberante de la naturaleza que le rodeaba. “Yo
pienso que el esplendor de mi niñez fue único porque fue de absoluta pobreza,
pero al mismo tiempo de absoluta riqueza”.
Casi no había cumplido los 13 años cuando ya escribía sus primeros
poemas.
En 1962, se instaló en la capital cubana. Un
año después, comenzó a trabajar en la Biblioteca Nacional José Martí, donde inició
su primera novela, Celestino antes del alba, que narra la historia de un
niño incomprendido por su familia en un precario ambiente rural, quien se
apoyaba en el poder de su imaginación para poder sobrevivir.
Arenas contribuyó con cuentos y artículos
literarios para La Gaceta de Cuba y Unión, dos periódicos
publicados por la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba). En este medio, tuvo la oportunidad de conocer
diferentes artistas y escritores, quienes ejercieron influencia en su
orientación literaria y, al mismo tiempo, a través de ellos, tuvo la
oportunidad de conocer a José Lezama Lima y a Virgilio Piñera, dos de los
escritores hispanoamericanos más sobresalientes del siglo XX, quienes se
convirtieron en sus mentores.
El joven escritor fue perseguido y encarcelado
por el régimen cubano. En una de las prisiones donde estuvo comenzó a escribir
El mundo alucinante (1966), que algunos críticos consideran su mejor novela. El texto fue sacado clandestinamente del país
y publicado en el extranjero, con lo que se ganó la total hostilidad del
gobierno de la Isla.
En 1973, fue encausado por
contrarrevolucionario al intentar huir de la prisión donde había ingresado
debido a una falsa acusación de abuso sexual. El intento de huida le convirtió
en un fugitivo hasta que fue capturado e internado en "El Morro", una
cárcel para criminales comunes. Allí sufrió dos años de palizas, torturas y
trabajos forzados (1974-1976) hasta que el régimen cubano consiguió arrancarle una
autoinculpación.
Durante los años setenta, mientras sus novelas
eran admiradas en Europa y Latinoamérica, Arenas se debatía en medio de
vicisitudes económicas y una hostil persecución policial en su país. Escritor
compulsivo, casi todas sus obras fueron censuradas, escondidas y destruidas.
De Arenas, dijo Guillermo Cabrera Infante:
"Tres pasiones rigieron la vida y la muerte de Reinaldo Arenas: la
literatura no como juego, sino como fuego que consume; el sexo pasivo y la
política activa (...) De las tres, la pasión dominante era, es evidente, el
sexo. No sólo en su vida sino en su obra".
El 4 de mayo de 1980 se exilia en Estados
Unidos por la vía Mariel-Cayo Hueso. En diciembre del mismo año, se trasladó a
Nueva York. Es en esa etapa cuando, por primera vez, pudo escribir con plena
libertad. Durante sus once años de destierro, elaboró casi toda su obra. También
se dedicó a reelaborar viejos manuscritos que había sacado clandestinamente de
Cuba. En 1983, viajó por primera vez a Europa. Visitó Suecia, donde realizó
varias conferencias en la Universidad de Estocolmo. También estuvo en España. En
1985, fue asignado “Profesor Visitante” en la Universidad de Cornell. En 1990,
publicó “Un plebiscito a Fidel Castro” con Jorge Camacho.
A pesar de la libertad que pudo disfrutar en Estados
Unidos, su existencia fue infeliz y trágica en la patria adoptiva. Se sintió “odiado
y traicionado” por el exilio cubano de Miami, al que consideró, por su proyección
política y sus juicios sobre la moralidad, hipócrita. Allí se sintió
como un fantasma, una mera sombra de quien una vez fuera.
La estancia de Arenas en la Gran Manzana culminó
con una nueva y demoledora pesadilla que, esta vez, sellaría su final. Tras
ser diagnosticado con SIDA, en 1987, y tras el consiguiente deterioro de
su salud, se obligó a sí mismo a concluir todas las obras que había planeado
escribir. El 7 de diciembre de 1990, sumamente
enfermo, decidió suicidarse. En una breve y conmovedora misiva de despedida,
dirigida a sus seres queridos y diversas
publicaciones, dejó establecido que su suicidio no debía ser interpretado como
un acto de fracaso, sino de esperanza: “No escribo para enviar un mensaje de
derrota –declaró– pero de continua lucha y esperanza. Cuba será libre, Yo ya lo
soy”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario