Por Leonardo Venta
De tanto probar intentos que trasciendan
silencios, te me acerco, temerosamente confiado, con el Hudson amigo en la
palma de la mano, y el inexpiable sudor de un río que arroja allegadas tenaces desesperadas
piedras. Te invito a tropezar en un feliz infinito y regresar luego; así... sin
pausa, en límpido viaje a la magia sueño de Opiano Licario. Transito osadas avenidas
de prohibiciones… vedadas a la curiosidad de mis deseos… Silencio… es preciso
callar.
(20 de abril de 2014)
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