Hernán Cortés, prototipo del hombre moderno |
Por Leonardo Venta
La Modernidad es
un mito en su calidad de concepto emancipador, que según el pensamiento del
filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, creador del sistema más
firme del idealismo, surge en Alemania como parte de una
tercera etapa superior del desarrollo del continente europeo. Según Hegel, la
Modernidad vio sus orígenes en la Reforma luterana, maduró con la Ilustración y
la Revolución Francesa, así como alcanzó su apogeo con la Revolución Industrial
de Inglaterra. Si bien, sus latidos incipientes pudieran remontarse al Medievo para imbuirse, incluso, en nuestra contemporaneidad. Por supuesto, este encasillamiento dista de ser preciso e ignora la
existencia de grandes culturas como las orientales.
Tanto para el filósofo y sociólogo
alemán Jürgen Habermas, cuyas teorías son estudiadas en
el mundo entero, como para Hegel, el llamado "Descubrimiento de América"
no resultó un determinante constitutivo de la Modernidad. No obstante, según
afirma el filósofo, historiador y teólogo de origen argentino Enrique Dussel, dicha
experiencia cristaliza el “ego moderno" en su carácter más concreto como
“centro” y “fin” de la historia.
Para Dussel, Cristóbal Colón fue el
primer hombre moderno. Es el primero que sale oficialmente de la llamada Europa
Latina, creando las primicias de una Europa Occidental, atlántica, que se establece
en el eje de la historia mediante la experiencia de la Conquista. La llegada y
ocupación de América por los españoles, encabezada por Colón, ratifica el rol
histórico hegemónico del llamado Viejo Continente, que enhebra la reflexión
filosófica y el pensamiento teórico europeo.
En tanto, la “falacia desarrollista”
es el componente análogo al “eurocentrismo”, que explica las propiedades
trascendentales del ser y su desarrollo, determinadas por el modelo europeo de
superioridad, que a su vez constituye una categoría filosófica fundamental del
nombrado “movimiento necesario” del ser. Consiste en la creencia eurocéntrica
de que todas las regiones del mundo deben desarrollarse, modernizarse, siguiendo
el modelo histórico europeo.
Por otra parte, la “invención de
América” es una tesis del historiador mexicano Edmundo Rafael O'Gorman (1906-1995)
que aparece en su libro del mismo título (1958). El erudito
mexicano explica la experiencia utilizando el término 'invención', que substituye al de 'descubrimiento', para referirse a la colonización de América, proceso en que los españoles se
consolidan como dueños del mundo en un sistema donde el poder les otorgaba la
jerarquía y la potestad de tal aludida 'invención'.
Según Dussel, el conquistador es el
primer hombre moderno activo, práctico, violento, que incluye dialectalmente al
Otro como 'lo Mismo'. El Otro es alienado,
subsumido e incorporado forzosamente al sistema opresor como un objeto,
bárbaro, que se civiliza, desarrolla o moderniza mediante la ocupación. En esto
consiste el mito de la Modernidad, en excusar la labor del victimario, el
colonizador, al victimar al colonizado.
Hernán Cortés como representante de
este arquetipo en su carácter práctico reúne muchas características que lo
acentúan como tal. Por ejemplo, es
sumamente competente a la hora de arengar a su gente, excelente demagogo. Del
mismo modo, impone su individualidad sobre los indígenas, enalteciendo su ego, haciéndoles
creer que él es esa deidad que ellos esperan, manipulando el augurio azteca de
la venida de su Señor y Rey, Quetzalcohualt.
La fuerza y la violencia, acompañadas
de la astucia, son empleadas por Cortés. En una oportunidad recibió a
los indígenas pacíficamente mas “en el segundo, por el contrario, quisieron espantar
a estos mensajeros (…) con disparar la artillería desafiándolos para que
luchasen”. Otra característica del
hombre moderno en Cortés, es el uso de lo que Dussel llama la “violencia
erótica”, manifiesta en la relación entre éste y su concubina: la india Malinche.
Es también característica de este hombre moderno, que Cortés encarna perfectamente, el anhelo de riqueza, poder y gloria. Cortés humilla a Moctezuma. Coloniza al vencido, al hombre que considera primitivo, a la mujer (la Malinche) de quien se sirve sexualmente y manipula en calidad de esclava e informante, todo en
nombre de un mito que ensalza la falacia de la Modernidad y la superioridad del
cosmos eurocéntrico sobre el amerindio, al que considera primitivo, rústico e
inferior.
La Modernidad irrumpe en América a través de un
catalizador ambiguo que contrapone la racionalidad europea a las explicaciones
míticas primitivas. Sin embargo, enmascara los medios violentos para vencer la
resistencia de los ocupados, y justifica, sobre todo, lo que Dussel designa como la “praxis irracional de la
violencia”.
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