jueves, 18 de febrero de 2016

Desenmascarando el mito de la Modernidad

Hernán Cortés, prototipo del hombre moderno 

Por Leonardo Venta

La Modernidad es un mito en su calidad de concepto emancipador, que según el pensamiento del filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, creador del sistema más firme del idealismo, surge en Alemania como parte de una tercera etapa superior del desarrollo del continente europeo. Según Hegel, la Modernidad vio sus orígenes en la Reforma luterana, maduró con la Ilustración y la Revolución Francesa, así como alcanzó su apogeo con la Revolución Industrial de Inglaterra. Si bien, sus latidos incipientes pudieran remontarse al Medievo para imbuirse, incluso, en nuestra contemporaneidad. Por supuesto, este encasillamiento dista de ser preciso e ignora la existencia de grandes culturas como las orientales.
            Tanto para el filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas, cuyas teorías son estudiadas en el mundo entero, como para Hegel, el llamado "Descubrimiento de América" no resultó un determinante constitutivo de la Modernidad. No obstante, según afirma el filósofo, historiador y teólogo de origen argentino Enrique Dussel, dicha experiencia cristaliza el “ego moderno" en su carácter más concreto como “centro” y “fin” de la historia.
            Para Dussel, Cristóbal Colón fue el primer hombre moderno. Es el primero que sale oficialmente de la llamada Europa Latina, creando las primicias de una Europa Occidental, atlántica, que se establece en el eje de la historia mediante la experiencia de la Conquista. La llegada y ocupación de América por los españoles, encabezada por Colón, ratifica el rol histórico hegemónico del llamado Viejo Continente, que enhebra la reflexión filosófica y el pensamiento teórico europeo.
            En tanto, la “falacia desarrollista” es el componente análogo al “eurocentrismo”, que explica las propiedades trascendentales del ser y su desarrollo, determinadas por el modelo europeo de superioridad, que a su vez constituye una categoría filosófica fundamental del nombrado “movimiento necesario” del ser. Consiste en la creencia eurocéntrica de que todas las regiones del mundo deben desarrollarse, modernizarse, siguiendo el modelo histórico europeo.
            Por otra parte, la “invención de América” es una tesis del historiador mexicano Edmundo Rafael O'Gorman (1906-1995) que aparece en su libro del mismo título (1958). El erudito mexicano explica la experiencia utilizando el término 'invención', que substituye al de 'descubrimiento', para referirse a la colonización de América, proceso en que los españoles se consolidan como dueños del mundo en un sistema donde el poder les otorgaba la jerarquía y la potestad de tal aludida 'invención'.
            Según Dussel, el conquistador es el primer hombre moderno activo, práctico, violento, que incluye dialectalmente al Otro como 'lo Mismo'.  El Otro es alienado, subsumido e incorporado forzosamente al sistema opresor como un objeto, bárbaro, que se civiliza, desarrolla o moderniza mediante la ocupación. En esto consiste el mito de la Modernidad, en excusar la labor del victimario, el colonizador, al victimar al colonizado.
            Hernán Cortés como representante de este arquetipo en su carácter práctico reúne muchas características que lo acentúan como tal.  Por ejemplo, es sumamente competente a la hora de arengar a su gente, excelente demagogo. Del mismo modo, impone su individualidad sobre los indígenas, enalteciendo su ego, haciéndoles creer que él es esa deidad que ellos esperan, manipulando el augurio azteca de la venida de su Señor y Rey, Quetzalcohualt.
            La fuerza y la violencia, acompañadas de la astucia, son empleadas por Cortés. En una oportunidad recibió a los indígenas pacíficamente mas “en el segundo, por el contrario, quisieron espantar a estos mensajeros (…) con disparar la artillería desafiándolos para que luchasen”.  Otra característica del hombre moderno en Cortés, es el uso de lo que Dussel llama la “violencia erótica”, manifiesta en la relación entre éste y su concubina: la india Malinche. 
            Es también característica de este hombre moderno, que Cortés encarna perfectamente, el anhelo de riqueza, poder y gloria. Cortés humilla a Moctezuma. Coloniza al vencido, al hombre que considera primitivo, a la mujer (la Malinche) de quien se sirve sexualmente y manipula en calidad de esclava e informante, todo en nombre de un mito que ensalza la falacia de la Modernidad y la superioridad del cosmos eurocéntrico sobre el amerindio, al que considera primitivo, rústico e inferior. 
            La Modernidad irrumpe en América a través de un catalizador ambiguo que contrapone la racionalidad europea a las explicaciones míticas primitivas. Sin embargo, enmascara los medios violentos para vencer la resistencia de los ocupados, y justifica, sobre todo, lo que Dussel designa como la “praxis irracional de la violencia”.

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