domingo, 11 de diciembre de 2011

"Habanastation", un filme de hermandad


El director de Habanastation, Ian Padrón, con parte del elenco, entre ellos los dos protagonistas, Andy Fornaris, junto a Padrón, y Ernesto Escalona  
 Por Leonardo Venta

"Habanastation", del cineasta cubano Ian Padrón y el director asistente Hoari Chiang, destinada a llamarse “Pleiesteichon” – spanglish que Sony, la compañía dueña de esta consola de juego no autorizara –, narra la historia de una conmovedora amistad que emerge de dos mundos divergentes, en una Cuba que por 52 años ha venido proclamándose abanderada de la igualdad social en contraste con la supuesta desigualdad que existe en el sistema capitalista.


Desconcierta una temática que autocrítica la dilatadamente idealizada promesa cubana de un sistema social justo. El filme aparentemente burla la notoria censura del sistema isleño, lanza cuestionamientos que sugieren la expansión de la ya aludida apertura en la isla, o simplemente constituye un ardid más del propio gobierno cubano para menguar su mala reputación de intransigente.

Mayito – Ernesto Escalona – es un estudiante moteado de virtudes, pero aislado del mundo. Su felicidad, cuya idealización supera considerablemente la pobreza habitual de cualquier habanero, paradójicamente se ensombrece bajo el privilegio-aflicción de tener un padre músico, habitualmente ausente por sus compromisos artísticos en el extranjero, vacío que el progenitor pretende llenar con obsequios no obtenibles en la isla.

Mayito, dentro del marco de una célebre Cuba pos sus privaciones económicas, vive, sobreprotegido por su madre, en un barrio residencial habanero en calidad de pequeño burgués del siglo XXI. Ante la contagiosa plenitud de una inesperada visita a un barrio marginal, el singular burguesito se deslumbra. El que invariablemente jugara solo con su Playstation, haya un nuevo amigo con quien compartir mucho más que su preferido esparcimiento.

Su antípoda, Carlitos – Andy Fornaris –, del que luego descubriremos no lo es en la magnitud que creíamos, huérfano de madre y cuyo padre está preso, vive bajo el amoroso cuidado de su abuela en suma pobreza, detallada con nitidez reveladora por la fotografía de Alejandro Pérez. Para Carlitos, no sólo poseer un playstation, sino el jugar con él, constituye una quimera.

Hasta la Tinta, el barrio del niño pobre, lugar donde colindan la violencia, la pobreza y, sobre todo, la solidaridad, llega Mayito por factura del azar un Primero de Mayo de coloridas, divertidas y aleccionadoras peripecias. Allí se inicia en un entorno marginal que irradiará luz sobre sus sentimientos; mientras Carlitos aislará un tanto sus resistidas penas con la adquisición de un nuevo afecto y el acceso a la consola de juegos que da título a la película.

“Habanastation” – con René Baños, director de la agrupación Vocal Samplig y la banda Nacional Electrónica, a cargo de la banda sonora; así como Javier Figueroa como sonidista – es un himno grupal a la solidaridad entonado por un elenco, integrantes en su mayoría de la múltiple laureada internacionalmente compañía infantil “La Colmenita”, bajo un refrescante aguacero que revive añoranzas de diáspora en este nuestro vasto recorrido descalzo de patria. El filme, fácilmente transpolable a cualquier otro rincón del mundo, registra el palpitar de dos Habanas que se allegan gradualmente para fundirse en un culminante emotivo abrazo reconciliador.

La cinta conmueve, alecciona; es testimonio, denuncia, de una ya rancia, disimulada, sufrida, maniatada y manipulada realidad cubana; desanuda y desnuda rencores, falacias, odios, desigualdades, mediante la tan añorada, por unos, y aborrecida, por otros, reconciliación. Es un mensaje de esperanza para las generaciones que habrán de sobrevivirnos.





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