lunes, 28 de febrero de 2011

El perfecto renacentista

Retrato de Baltasar Castiglioni, obra del gran pintor renacentista Rafael Sanzio (o Santi) de Urbino, conocido simplemente por Rafael

Por Leonardo Venta

Realza este escrito la imagen del Retrato de Baltasar, en italiano Baldassarre, de apellido Castiglione, un óleo sobre lienzo del gran maestro Rafael Sanzio, pintado hacia 1515, y que se exhibe en el Museo del Louvre, en París.

Castiglione es una de las figuras más sobresalientes del Renacimiento italiano. Se formó en la escuela humanista de Giorgio Merula y Demetrio Calcondila. Residió en la corte ducal de Urbino, la más distinguida de la península itálica. Asumió funciones diplomáticas en Inglaterra y Milán. Integró la expedición de Julio II contra Venecia, recibiendo en pago el condado de Novellata. Fue nuncio (1) y colector general de la Cámara Apostólica en España (2).

Perfecto renacentista, su obra refleja su vida social como diplomático, hombre cultísimo, aliado de príncipes y asiduo de artistas y escritores. Mantuvo una estrecha amistad con Rafael. Se dice que Castiglioni sugirió a Zansio el escribir "la Lettera a Leone X". A la muerte del gran pintor, Castiglini escribe a su madre: "Gozo de buena salud, pero me parece que no estoy en Roma desde que mi pobre Rafael no existe".

Escribió, además, El Cortesano, cuatro libros de perfil poético y espiritual que se desarrollan en cuatro noches de ciceronianos diálogos. En dichas reuniones, Federico Fregoso propone un juego para seleccionar entre todas las propuestas la más apropiada sobre el tema cortesano.

En el primer juego, Ludovico de Canossa realiza observaciones sobre las cualidades físicas y morales del perfecto cortesano; en el segundo, Fregoso examina la conducta social del gentilhombre; en el tercero, Giuliano di Medici habla sobre el ideal de la perfecta dama palaciega; mientras el cuarto libro, resalta las reflexiones de Octaviano Fragoso sobre las relaciones del cortesano con el príncipe, para rematar con un discurso de Pietro Bembo que aborda la temática del amor platónico y la mujer como categoría del Sumo Bien.

Publicado en Barcelona, en 1534, con traducción del poeta Juan Boscán, El Cortesano, que trae por momentos a nuestra memoria el discurso de "Las Letras y las Armas" del Primer Libro de Don Quijote, sugiere que el caballero ideal debe ser tan conocedor de las armas como de las letras, dominar la oratoria y ser cordial con todos, primordialmente con las damas, tañer algún instrumento musical, entender el arte y el "tener noticia del pintar".

Sin lugar a duda, Castiglione, a quien el ávido Cervantes leyó y de cuyo pensamiento existen huellas en el polifónico Don Quijote de la Mancha, es el artífice de uno de los más célebres manifiestos de conducta del hombre y la mujer del Renacimiento, delicioso bocado literario para el lector de nuestros días, así como fina pieza de vitrina de un inigualable período de ebullición intelectual y artística de la cultura occidental.

Desde nuestro presente, distante y deshumanizado, la imagen de Castiglioni, redimida por el pincel-genio del artista, que recrea la vaguedad soñadora de su mirada y la apacibilidad entrelazada de sus manos, al filo de unos brazos que se ensanchan armoniosos en busca de la amplitud equilibrada del torso, parece incitarnos, en proporcionado gesto (renacentista), a rescatar muchos de los valores que hemos perdido o deformado.

Notas al pies

1 - Representante diplomático del Papa, que ejerce además, como legado, ciertas facultades pontificias
2 - La Cámara Apostólica era el órgano financiero del sistema administrativo pontificio; asimismo se encargaba de parte del gobierno de los Estados Pontificios y de la administración de la justicia.


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