lunes, 14 de junio de 2010

La felicidad, según Arthur Miller

Marilyn Monroe y Arthur Miller, ¿felices?
Por Leonardo Venta

El 11 de febrero se cumplieron cinco años del fallecimiento de Arthur Miller, a la edad de 89 años. Se pudiera hablar mucho sobre los triunfos de este gran dramaturgo. Alcanzó el premio Príncipe de Asturias en 2002. En 1953, obtuvo el premio Tony con "Las Brujas de Salem", obra en la que se refiere a las famosas cacerías de brujas en Massachusetts en el siglo XVII, para sugerir aquellas que el Congreso de Estados Unidos realizaba en los cincuenta sobre las actividades aparentemente comunistas de los intelectuales estadounidenses.

Por otra parte, Miller obtuvo el Premio Pulitzer, en 1955, con “La vista desde el puente". Pero su gran obra es “La muerte de un viajante”, que le concedió su primer Pulitzer, en 1949, y estableció su reputación como escritor.

“La muerte de un viajante” es una obra en dos actos y un réquiem, que el mismo Miller define como "la tragedia de un hombre que entregó su vida, o la vendió", en la búsqueda del sueño americano. El drama narra la historia de un viajante vendedor, Willy Loman, quien después de muchos años de arduo trabajo, descubre que ha sido un fracaso como padre y esposo.

Sus hijos, Biff y Happy, no están teniendo, por su parte, vidas muy exitosas que digamos. Willy, insatisfecho con el presente, se refugia en los recuerdos del pasado, idealizándolo. En la escena culminante del drama, Biff, quien se dispone a abandonar el hogar, comienza a discutir con su padre, y le confiesa que ha pasado tres meses en la cárcel, mientras hace mofa de la confianza que su padre había puesto en él. Willy, abatido, con sus ilusiones trituradas, se suicida.

Esta obra representa la tragedia típica del estadounidense que busca la felicidad en el éxito. Willy, a la edad de 63 años tiene que enfrentar lo que no puede aceptar: la derrota y la desilusión. Esta tragedia, universal, se refiere a la confrontación constante entre el desmesurado idealismo y la hostil realidad. Miller sugiere esta cuestión: ¿Está marcado el éxito por el destino o es el fruto genuino del esfuerzo del hombre?

Todos, de una manera u otra, hemos enfrentado esta interrogante, y hemos intentado hallarle una respuesta apropiada a través de nuestras propias experiencias: ¿Qué entendemos por éxito y de qué manera éste se relaciona con nuestra felicidad?

A través del suicidio del protagonista en “La muerte de un viajante”, la pregunta es reformulada de una manera tácita: ¿Radica la felicidad en el éxito? Por supuesto, que usted, amigo lector, tiene la respuesta.

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