miércoles, 28 de marzo de 2018

"Dance Theatre of Harlem": entrevista al bailarín Jorge Andrés Villarini

             
El puertorriqueño Jorge Villarini, figura destacada de Dance Theatre of  Harlem. 
Fotógrafo: Francois Rousseau
                                        
Por Leonardo Venta

         Dance Theatre of Harlem (DTH, por sus siglas en inglés) –una compañía con logros impresionantes en la escena danzaria estadounidense, fundada en el sótano de una iglesia del vecindario del neoyorquino Harlem, en 1969, por Arthur Mitchell, otrora bailarín principal del renombrado New York City Ballet, y Karel Shook, su difunto mentor– presenta un sólido programa de ballet ecléctico a través del espectáculo "Power en Pointe", el sábado, 3 de marzo de 2018, a las 8 p.m., en la Sala Morsani del Straz Center. También, ofrecerá una clase magistral para los estudiantes del Conservatorio Patel y Next Generation Ballet.
            Embajadora multicultural del ballet clásico, esta compañía ha realizado numerosas exitosas presentaciones en escenarios nacionales e internacionales, redelineando la danza clásica con tentadores elementos de un estilo innovador y contemporáneo que exalta los valores y la belleza de la cultura afroamericana y de los llamados grupos étnicos minoritarios en Estados Unidos. En nuestro anhelo de acercarnos a Dance Theatre of Harlem, hemos entrevistado a Jorge Andrés Villarini, destacado bailarín de esa entidad artística.


            Jorge Andrés Villarini, ¿cuál es tu formación como bailarín?

            Comencé a bailar a los once años en Puerto Rico, bajo la tutela de Rodney Rivera,  María Carrera, Miguel Campanería y el maestro Joaquín Banegas. Al terminar la escuela superior, fui a estudiar un bachillerato en danza en Marymount Manhattan College, el cual completé en 2011. Al mismo tiempo, cursé estudios en la escuela Jacqueline Kennedy Onassis, del American Ballet Theatre, como estudiante becado. Mientras entrenaba en Puerto Rico, participé de programas intensivos de verano en Estados Unidos, entre ellos con las escuelas del Ballet de Orlando y el American Ballet, así como The Ailey School.

             ¿Por qué Dance Theatre of Harlem?

            Luego de pasar tres años bailando para el BalletMet, en Columbus, Ohio regresé a la ciudad de Nueva York. Me instalé en Harlem, con mi hermano menor. Al finalizar una temporada bailando con la compañía de Martha Graham, me di a la tarea de buscar una agrupación que, además de sustentar mi lado artístico, me desarrollara como líder comunitario y agente de cambio social. Los programas de educación comunitaria de DTH han sido el motor principal para llevar nuestro mensaje a favor de la accesibilidad a las artes, en específico la clásicas. Amo poder servir a mi comunidad y a las miles de comunidades con las que constantemente interactuamos.

            ¿Cuál es tu edad y cuánto tiempo llevas con esta compañía?

            Tengo 28 años de edad. Llevo cuatro años con la compañía.

            ¿Cómo fundes tu identidad puertorriqueña con la afroamericana, personalmente, y en otro plano, al nivel de la compañía?

            El natural de Puerto Rico que niegue su identidad afroantillana, no merece llamarse puertorriqueño. Ser boricua es ser hijo de la mezcla de razas. El colonialismo en la Isla nos obliga a reconocer que somos el resultado de la fusión de las razas taína, negra y europea. Es un deber cultural reconciliar la presencia de estas identidades. En Estados Unidos la lucha de la comunidad afroamericana es un concepto que recoge el sentir de todos los grupos minoritarios. Dance Theatre of Harlem presenta una visión de la comunidad a la que servimos. Harlem siempre a sido un nido de creatividad y conciencia social para inmigrantes de todos los grupos sociales, razas y credos. Mi identidad puertorriqueña está muy presente en mi forma de bailar y, por ende, es mi más grande aporte a la visión de la compañía.


Jorge Villarini hace alarde de sus admirables extensiones
            ¿Hay jerarquía entre ustedes?

            En el papel no tenemos rangos, pero en la práctica sí habemos ciertos bailarines a los que se nos confía más con papeles principales y de solistas.

            Se me informó que la cubana Yinet Fernández, que abandonó el Ballet Nacional de Cuba en 2014, forma parte de la compañía; sin embargo, en el cibersitio  de Dance Theatre of Harlem no aparece su nombre bajo la lista de bailarines, ¿cuántos hispanos, aparte de varios brasileros, bailan en esta agrupación?

            El sitio Web no ha sido optimizado en buen tiempo. Adicional a Yinet y a mí, contamos con otros tres bailarines de origen hispano para un total de cinco.

            Se menciona un repertorio clásico, neoclásico –con piezas de Balanchine– y contemporáneo en Dance Theatre of Harlem. Desde un acercamiento a las obras que interpretan, ¿qué es lo clásico, lo neoclásico y lo contemporáneo en esta agrupación de baile, es decir, cuál es el estilo que la sella?

            En nuestro repertorio, clásicos serían los ballets de Marius Petipa, como los pas de deux de "El Corsario" y el "Cisne Negro". El neoclásico estadounidense nos llega vía George Balanchine ("Valse Fantasy", "Chaikovski Pas de Deux", "Agón") y nuestro coreógrafo residente Robert Garland, quien fusiona el vernáculo del baile social afroamericano con en el ballet ("Return", "Brahms Variations"). El contemporáneo integra la mayoría de piezas originales de la compañía. Se le llama contemporáneo por el tiempo en el que fueron creados. Entre los coreógrafos contemporáneos cuyos obras bailamos, entre muchos otros, figuran Darell Moultrie, Christopher Wheeldon, Francesca Harper, Nacho Duato, Ulysses Dove.

            ¿Hay diferencias entre la danza y el ballet en cuanto a gusto, posibilidades interpretativas y de desarrollo artístico?

            El movimiento es un lenguaje universal del cuerpo. El ballet, la danza moderna y la contemporánea solo presentan distintos principios o diferentes formas de usar el cuerpo para llevar este mensaje. He tenido el privilegio de estudiar y desarrollarme como artista en estas disciplinas. Considero que soy el tipo de bailarín que está más interesado en conectarme con el público, hacer que ellos se vayan conmigo en un paseo por sus propias experiencias. En todas estas técnicas existe la posibilidad de lograr estos objetivos, lo que los distingue es el vocabulario corporal que se utiliza. No tengo preferencia a estas alturas de mi carrera. Me motiva seguir descubriéndome a mí mismo en todos estos diferentes idiomas.

             Los grandes clásicos de ballet tienen temáticas eminentemente europeas  y protagonistas de una "blancura" idealizada. Hay compañías como el Ballet Nacional de Cuba, y otras, en menor escala, que han incorporado bailarines "no blancos" al repertorio de grandes clásicos, como es el caso del Royal Ballet con el cubano Carlos Acosta. Según tu punto de vista, ¿deberían los bailarines de minorías étnicas interpretar clásicos del siglo XIX  o su origen no caucasiano debiese restringir la diversidad des repertorio en una compañía de bailarines en su mayoría de origen afroamericano?

            El primer clásico que presencié en vivo fue "El lago de los cisnes", en Puerto Rico. Este montaje fue muy especial para mí, ya que contaba con Lorna Feijóo y Carlos Acosta como principales. El impacto que me dejó ver a un bailarín afroantillano interpretar el papel del príncipe Sigfrido hasta el día de hoy me recuerda que nada es imposible. Los bailarines no blancos necesitamos vernos representados en el escenario. Me resulta francamente absurdo que vivamos en un mundo donde la idea de un príncipe negro, latino o asiático resulte ser un tabú. Nuestras culturas también tienen jerarquías o ¿acaso en el África precolonizada no había reyes y reinas, en la América precolombina no había gobernantes mayas, aztecas y taínos, las dinastías asiáticas no tenían sus propios imperios? El eurocentrismo, al que se remonta el nacimiento del ballet, no puede subestimar la humanidad de aquellos que interpretan estos clásicos.
            La idea de limitar roles interpretativos –basándose en la raza– es arcaica y necia, limita la creatividad restringiendo la evolución de este arte. Le invito a buscar en YouTube el montaje de Arthur Mitchell de "Creolle Giselle", con Virginia Johnson como Giselle. La historia recrea la realidad de finales del siglo XIX en Louisiana.

            En otras palabras, ¿deberían bailarines negros y de las llamadas minorías étnicas interpretar clásicos como el "Lago de los cisnes", "Giselle", "Las sílfides", creados originalmente para bailarines y bailarinas blancos? En tu caso, ¿has interpretado o te hubiera gustado interpretar roles como Sigfrido, Albrecht o el poeta de "Las sílfides"?

            Seguro que todos tenemos derecho a interpretar estos papeles. Es la única forma que este arte evolucionará. El ballet tiene que ser accesible, nos pertenece a todos, no sólo a la élite. En la mayoría de mi repertorio bailo ballets creados para bailarines blancos y es mi perspectiva racial, social y moral lo que distingue mi interpretación, no el color de mi piel ni mi origen.

            ¿Consideras que para un bailarín, o bailarina –proveniente de las llamadas "minorías" en Estados Unidos– es tarea ardua incorporarse a una compañía tradicional de ballet, por ejemplo, el American Ballet Theatre?

            Tristemente se nos hace difícil, pero las cosas están cambiando y cada vez vemos más compañías interesadas en representar a las comunidades a las que pertenecen. Los bailarines no blancos existimos y somos mucho más que bailarines con cierto color de piel: somos bailarines en todo nuestro derecho.
Chyrstyn Fentroy y Jorge Villarini, en "Coming Together". Fotógrafa:  Rachel Neville. 
           ¿Pudieras compartiros información sobre el espectáculo que presentarán en Tampa?

            Estaremos bailando cuatro ballets muy distintos. Comenzaremos con "Valse Fantasy", de George Balanchine. Esta coreografía para dos bailarines principales y un cuerpo de baile de cuatro es pura expresión musical hecha danza. Le sigue el solo "Chaconne", de José Limón. Creado en 1942, este solo explora la dignidad humana desde el punto de vista del inmigrante en una conversación entre criollismo y eurocentrismo cultural. Este es uno de mis trabajos favoritos y tendré el privilegio de bailarlo durante nuestra estadía en Tampa.
            "Change", de Dianne McIntyre, es un ballet para tres bailarinas que honra la lucha de las mujeres de color en Estados Unidos. Cierra el programa el ballet "Harlem On My Mind (Hamlet en mi mente)", del coreógrafo Darrell Grand Moultrie. Original de Harlem, Darell nos brinda una composición que representa lo mejor de Harlem, utilizando el jazz como punto de partida para su expresión coreografía. 

            ¿Por qué debemos asistir a esta función?

            Porque presenta lo mejor de nuestra humanidad, traemos un espectáculo de primera y los bailarines son excelentes.

             ¿Planes futuros de la compañía?

            Este año estamos celebrando nuestro aniversario número 50; en lo planes de la compañía está aumentar el número de bailarines, seguir solidificando nuestra organización, continuar encaminados a inspirar cambios en nuestras comunidades e inspirar a nuevas generaciones de bailarines.

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