Octavio Paz, uno de los referentes de la cultura mexicana, publicó en 1950 su ensayo "El laberinto de la soledad" |
Por Leonardo Venta
Octavio Paz, ganador
del Premio Nobel de Literatura en 1990, en su libro El laberinto de la
Soledad evalúa el conocimiento mítico que existe sobre lo mexicano, y hace
hincapié en la percepción que tiene la ideología europea de un tema tan subjetivo:
“Para un europeo, México es un país al margen de la Historia universal".
Paz se refiere a lo oscuro de la
naturaleza femenina para el mexicano: “La mujer, otro de los seres que viven
aparte, también es figura enigmática. Mejor dicho, es el Enigma”. Al analizar
los rasgos culturales que definen al mexicano asevera: “La desconfianza, el
disimulo, la reserva cortés que cierra el paso extraño, la ironía, todas, en
fin, las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos
a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge frente al
señor”.
Indica, asimismo: “Es relevante que nuestra intimidad jamás
aflore de manera natural, sin el acicate de la fiesta, el alcohol o la muerte”. Asume la gestación de dicha disposición de ánimo al período del
Virreinato de Nueva España: “La historia de México, que es la historia de esas
circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas. La situación del
pueblo durante el período colonial sería así la raíz de nuestra actitud cerrada
e inestable”.
Paz se refiere a la Chingada como a
la Madre mítica que simboliza la maternidad, en este caso, “la Llorona o la
‘sufrida madre mexicana’ que festejamos el diez de mayo”. Chingar para los mexicanos, según Paz, implica innumerables significados: “Hay tantos matices como entonaciones; tantos
significados como sentimientos”. En lo que sí encuentra unicidad es en su
desgarradora, violenta e hiriente connotación. “Es un verbo masculino, activo,
cruel: pica, hiere, desgarra, mancha”, afirma.
Para el autor de El laberinto de la
soledad, el empleo del vocablo Chingada resume la complacencia en humillar a la
Madre. “Mas lo característico del mexicano reside, a mi juicio, en la violenta,
sarcástica humillación de la Madre y en la no menos violenta afirmación del
Padre”, enuncia.
Expone igualmente el fuerte
contraste que existe entre la idea de la madre espiritual y pura, personificada
en la virgen de la Guadalupe, y la madre violada, que es la Chingada. Resulta interesante la manera en que asocia la pasividad que el mexicano halla en ella con su
género y falta de identidad. “Su pasividad es abyecta: no ofrece resistencia a
la violencia, es un montón inerte de sangre, huesos y polvo. Su mancha es
constitucional y reside, según se ha dicho más arriba, en su sexo. Esta
pasividad abierta al exterior la lleva a perder su identidad: es la Chingada”, expone.
En el sentido de madre violada, Paz
la equipara con el sojuzgamiento literal e histórico de la Conquista, “... una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne
misma de las indias”. Es en ese contexto es donde sitúa al personaje de la Malinche, a quien Hernán Cortés manipula y
desecha cuando ya no le resulta beneficiosa. Es preciso destacar que Paz nos
muestra a la Malinche desde una perspectiva machista, que aglomera y desquita en
ella todos los rasgos negativos del mexicano.
El crítico franco-búlgaro Tzvetan
Todorov intuye en la Malinche una mujer que siente rencor por su pueblo de
origen, poniéndose del lado de los conquistadores: “...es evidente que también
adopta los valores de los españoles, y contribuye con todas sus fuerzas a la
realización de sus objetivos”.
Para Paz, la Malinche simboliza “a las
indias fascinadas, violadas o seducidas por los españoles". En ese sentido
identifica la actitud del mexicano hacia ella con la del niño que "no
perdona a su madre que lo abandone”. El escritor deja claro que sus coterráneos
no perdonan esa traición. “Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a
nuestros indios, estoicos, impasibles, cerrados", afirma. Nuevamente constatamos
la manera en que el elemento masculino autóctono es ensalzado, mientras el femenino es humillado.
Por otra parte, el texto paciano se
refiere a la tendencia actual que existe en México de llamar “malinchistas” a
los partidarios de ideas extranjerizantes, considerándoles traidores de un
ideal nacionalista. La dualidad Cortés-Malinche refleja, según Paz, el
conflicto interno que existe en todo mexicano entre la opresión colonial y la
determinación a desligarse de ella: “...rompe sus ligas con el pasado, reniega
de su origen y se adentra solo en la vida histórica”. Para el poeta y
ensayista, la relación que existe entre la Malinche y el mexicano actual es
de ruptura y negación; éste se exilia de
un pasado que explica en parte el comportamiento enigmático que le caracteriza.
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