Por Leonardo Venta
Rodrigo
Almarales, primer bailarín del Ballet de Cincinnati, fue el director artístico
y general de la gala “Ballet Royalty (La realeza del ballet)" que se
presentó el pasado 20 de agosto en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso,
organizada por la empresa estadounidense Improvedance y el Consejo Nacional de
las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura de Cuba.
Doce notables figuras de la danza
clásica mundial participaron en una histórica jornada saturada de emociones: Carlo Di
Lanno, del Ballet de San Francisco; Iana Salenko, del Ballet Estatal de Berlín;
el primer bailarín del Ballet Bolshoi, Semyon Chudin; Mathew Golding, del Royal
Ballet, y Misa Kuranaga, del Ballet de Boston. También actuaron la primera
bailarina del Ballet de Canadá, Jurgita Dronina; los exprimeros bailarines del
Ballet de Cincinnati Joseph Gatti y Adiarys Almeida, así como el propio
Almarales.
En entrevista exclusiva, Almarales, entre otras informaciones, nos devela detalles sobre su
carrera como bailarín y la reciente función de carácter excepcional en La
Habana.
¿Cómo le gustaría a Rodrigo Almarales que le
presentáremos?
Títulos sobran:
director artístico, bailarín principal, director ejecutivo (CEO, por sus siglas
en inglés), coreógrafo. Sin embargo, me siento bien con que sólo me llamen
Rodrigo Almarales.
Tengo entendido que naciste en Cuba y abandonaste
el país a muy temprana edad ¿Cómo, cuándo y por qué?
Nací en Cuba y me
fui a los 10 años. Mi mamá se había ido con un contrato a enseñar en México.
Después de un año me sacó la visa para ir a estudiar a México con ella.
En el programa de la gala "Ballet
Royalty" en el Gran Teatro de La Habana se leía que tus "más lejanos
recuerdos de infancia se asocian con este teatro”, refiriéndose a las
presentaciones en el mismo de tus padres Miriam González y Héctor Almarales,
otrora bailarines del Ballet Nacional de Cuba. ¿Algún recuerdo específico de
esa etapa de tu vida?
Me acuerdo que iba
a muchas funciones. Mi mamá me decía que me portaba muy bien en el teatro. De
ahí deduzco que se dieron cuenta de que me gustaba el ballet.
¿Cómo te iniciaste en la danza clásica?
Yendo a ver
clases de ballet y funciones de chiquito. Siempre me ponía a hacer
"variaciones" con los estudiantes de mi mamá.
¿Diferencias entre tus primeros pasos como
estudiante de ballet en Cuba, México, Canadá y Alemania?
Cuba fue mi base.
México fue donde aprendí a hacer todos los "trucos" y practicaba
insaciablemente. En Canadá fue donde pulieron mi forma de bailar y, finalmente,
en Alemania empecé a apreciar mucho más el ballet contemporáneo y moderno.
He
leído que te graduaste en Canadá con "La sílfide y el escocés", del
coreógrafo danés August Bournonville. ¿Por qué escogiste bailarlo en la Gala
del pasado mes de agosto en La Habana?
Es uno de mis
ballets favoritos. También me gusta batir mis piernas y eso constituye una gran
parte del estilo del ballet.
Aunque hay quienes consideran que un premio no
determina la calidad de un bailarín, nos gustaría saber cuáles han sido tus
logros en concursos internacionales de ballet?
Medalla de bronce
en Varna, Corea y Boston. Plata en Helsinki.
¿Qué puedes decirnos sobre tu participación en el
programa televisivo italiano "Amici"?
Fue una de las
experiencias más increíbles que he tenido en mi vida. Como estaba solo, extrañé
muchísimo, pero también me divertí y, sobre todo, ¡aprendí muchísimo! Todas las
semanas tenía que aprenderme y ensayar casi 10 coreografías diferentes y, tal
vez, solamente bailaba dos o tres, como máximo, en el show. También me ayudó
mucho con la seguridad en el escenario, ya que el show siempre era en vivo y
como era visto por millones de gente tenía que estar en forma óptima, física y
mentalmente, para que la presión no me comiera.
En cuanto a tu carrera en Estados Unidos, ¿existe
algún contraste entre el Ballet de Boston y el de Cincinnati?
Bastante. Boston
Ballet es una compañía más grande. Si no eras uno de los que siempre bailaban,
estabas al final de la "cola". En Cincinnati, la atmósfera es mucho
más saludable, ya que la competencia es amigable. También bailo más, a pesar de
que la compañía tiene menos funciones anualmente. Aquí, además, me dan
oportunidades de hacer otras cosas como tener un negocio, crear galas,
coreografiar, etc. No creo que hubiese podido hacer lo que he hecho o llegar
tan lejos en Boston.
Trasladándonos nuevamente a Cuba, sabemos que en el 2014 bailaste, profesionalmente, por primera vez allí, en calidad de invitado en el 24.° Festival Internacional de Ballet de La Habana. ¿Cómo calificas esa experiencia?
Con una sola palabra: shock. Esa fue la primera vez que fui a Cuba después de 14 años. Todo era extraño, pero al mismo tiempo conocido. Mucha gente me han visto bailar en numerosos países. Mi familia, sin embargo, nunca me bahía visto bailar hasta ese entonces. Por esa parte, fue una experiencia muy linda.
¿Has sido invitado a participar en el 25.° Festival Internacional de Ballet de La Habana, a celebrarse del 28 de octubre al 6 de noviembre de este año?
Esta vez no.
En relación a tu labor como coreógrafo, y teniendo
en consideración tu formación clásica en Cuba, ¿has considerado la posibilidad
de crear contemporáneos que respondan al virtuosismo del llamado período
clásico, mucho más exigente técnicamente que otros, con temáticas totalmente
actuales?
La verdad es que
soy un coreógrafo accidental. Siempre me interesó crear coreografías. Sin
embargo, nunca pensé que iba a ser lo suficientemente bueno para no pasar pena
a la hora de los aplausos. Cuando fui al concurso en Helsinki me hacía falta un
pas de deux contemporáneo y, como no pude encontrar nada, lo creé yo mismo. No
quería que nadie supiera que era mi coreografía. Así seguí hasta que mi novia
me obligó a ponerle mi nombre a mis trabajos coreográficos. Estoy muy feliz de
que lo hizo. Por otra parte, me gusta crear piezas bien contemporáneas pero con
bastante técnica. Siempre he dicho que la técnica y lo contemporáneo no tienen
que estar divorciados. Una de mis inspiraciones más grande es el brillante
coreógrafo William Forsythe.
¿Puede considerarse "Ballet Royalty" una
compañía, a pesar de que en su debut intervinieron bailarines que pertenecen a
otras agrupaciones? Nos encantaría que nos explicara cómo surge, opera, su
propósito y esencia.
Después que surge
la idea de hacer esta presentación en La Habana, se me ocurrió el nombre
"Ballet Royalty", puesto que
era lo mejor que describía lo que queríamos hacer. Procurábamos unir a los
mejores bailarines de la danza clásica, a la realeza del ballet, y hacer una
función en formato de gala. "Ballet Royalty" acaba de nacer. Ahora
tiene que crecer y madurar. Ya tenemos pensado qué hacer en un futuro pero
vamos paso a paso.
¿Quién es el cofundador, junto contigo, de
"Ballet Royalty"?
Su nombre es
Christopher Lingner. Él también baila aquí en Cincinnati. Es además productor
de Broadway y fue nominado a un premio Tony (el más prestigioso de la escena
teatral estadounidense).
Si no fueras cubano, ¿hubieses elegido La Habana
para el debut de "Ballet Royalty"?
Honestamente, no lo
creo. A pesar de que las cosas han cambiado bastante en Cuba, mucha gente
todavía tiene una imagen negativa del país. Sin contar que, si yo no hablara
español y no tuviera contactos importantes en Cuba, esta Gala hubiese sido casi
imposible y el doble de costosa.
Más allá de la danza, ¿qué significa Cuba para
Rodrigo Almarales?
Cuba es mi país de nacimiento. Casi
toda mi familia todavía reside en la Isla. También es el país donde me inicié
en el ballet (muy buen lugar para empezar –y terminar– los estudios de ballet).
Después de irme a los 10 años, y no haber vuelto por casi 14 años, Cuba ahora
es algo en el medio. Siempre que voy de vuelta (y lo hago mucho más a menudo
ahora) es una experiencia surrealista. Siento que soy un extranjero en mi
propio país. A pesar de esto me encanta bailar allí. El público es fanático y
sabe de ballet. Cuando fui al Festival, en el 2014, supe que tenía que hacer
algo nuevamente en Cuba.
Reconocemos que no es fácil agrupar a bailarines
de procedencias tan múltiples y sujetos a numerosos compromisos en una sola
gala, como la celebrada en La Habana. Además, nos hemos enterado que todos
recibieron con entusiasmo la idea de participar en este proyecto. ¿A qué
atribuyes esa excelente disposición? ¿En qué se basó el criterio para
invitarlos? ¿Hubo otros invitados que no pudieron asistir? ¿Cómo
se determinó la cifra de 12 bailarines?
Como dije anteriormente, el público
cubano sabe de ballet. También la escuela y la compañía de Cuba son famosas
mundialmente, así como lo es Alicia Alonso. El país también está cambiando y
mucha gente quiere ir antes de que cambie demasiado. Por todas estas razones,
todos los bailarines estaban muy entusiasmados con la visita.
El criterio para invitar a los
bailarines era simple: tenían que ser estrellas mundiales. Queríamos lo mejor
de lo mejor y basado en eso se hizo la lista inicial. Hubo varios bailarines invitados que no pudieron asistir. Leonid
Sarafanov y Roberto Bolle fueron dos de ellos. Desmond Richardson nos informó,
un mes antes de la función, que tenía una emergencia y no podía asistir, por lo
cual invitamos en el último momento a Carlo di Lanno, del San Francisco Ballet.
Con relación a la cifra de bailarines, las galas de ballet por lo general cuentan
entre 8 y 12 invitados.
Estoy
seguro que esta reciente presentación en el Gran Teatro despertó muchas
emociones en ti. ¿Cómo las resumirías?
Cuando era chico,
se hizo el ballet "Los Millones de Arlequín", en el cual bailé. Esa
fue mi primera función en el Lorca (ahora Gran Teatro, por supuesto). Me
acuerdo lo impresionado que estaba con ese lugar. Hoy en día, sigo impresionado
con la belleza de ese teatro y cuando bailé en la Gala fue uno de esos momentos
raros que te da la vida en los cuales completas un ciclo. Empecé mi carrera ahí
y el 20 de agosto no solamente volví a presentarme en ese bello escenario, sino
que también dirigí la función a mis 27 años de edad.
Si es posible, me gustaría recoger tu opinión
sobre la actuación de la bailarina Adyaris Almeida, la otra figura que volvía a
presentarse en su suelo natal.
Adiarys Almeida,
aparte de ser mi amiga, es una estrella reconocida mundialmente. Para ella,
volver a bailar en Cuba fue un sueño que tuvo desde que dejo el país. La
emoción que sintió después de bailar fue asimilada por todo el público presente,
la gente que la vio a través de una inmensa pantalla al costado del teatro, y todos
los otros bailarines desde las patas del teatro. Nunca olvidaré ese momento y
no creo que ella lo hará tampoco.
¿Prefieres bailar los clásicos o los
contemporáneos?
Lo clásico me
encanta. Lo contemporáneo también me gusta mucho, sobre todo, cuando es una
pieza que me reta.
¿Tus papeles favoritos?
James en "La
sílfide y el escocés", Romeo en "Romeo y Julieta" y Basilio en
"Don Quijote".
¿Algún bailarín que te haya servido de inspiración
en tu carrera?
Carlos Acosta.
¿Planes futuros con "Ballet Royalty"?
Ya estamos
trabajando en ese proyecto. No puedo decir mucho, porque todavía no tenemos
asegurados los teatros, pero pensamos realizar una gira por diferentes países.
¿Algo que
te hubiera gustado que te preguntara y no llegué a hacerlo?
No. Creo que
abarcó bastante. ¡Gracias!
Gracias a ti, Rodrigo Almarales, por darle valioso aliento
a esta entrevista.
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