sábado, 9 de marzo de 2013

David Alfaro Siqueiros, el gran muralista

“La Marcha de la humanidad” (detalle), mural de David Alfaro Siqueiros
Por Leonardo Venta

Junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, el artista plástico David Alfaro Siqueiros es figura cimera del muralismo mexicano. Nacido en Chihuahua y fallecido a los 77 años en Cuernavaca el 6 de enero de 1974, Siqueiros se codeó con los miembros del movimiento artístico de vanguardia en Europa. Allí conoció a Diego Rivera, con quien estudió la pintura al fresco en Italia, incursión que estimuló el renacimiento de esta técnica en las decoraciones murales que engalanan los edificios públicos mexicanos.

En 1921, Siqueiros redactó en España un manifiesto donde defiende la tradición precolombina y subraya la necesidad de un arte como reflejo de los problemas sociales. Su monumental obra – estampida política proyectada sobre el plano, el espacio y la perspectiva ante un espectador en movimiento –, aunó la tradición popular mexicana, las espiraciones del surrealismo y el expresionismo europeos. Los tonos extremados, el dramatismo y la robustez de las figuras, así como la audacia e intensidad del color caracterizan su arte sedicioso, tanto en el plano estético como en el ideológico – henchido de propuestas de naturaleza marxistas.

Durante su estadía en New York (1936-37), experimentó con nuevos materiales sintéticos y el expresionismo abstracto; afianzó su rechazo hacia la estética tradicional, reivindicando la cotidianidad de la otredad históricamente oprimida. En la ciudad que no duerme, estableció el “Estudio experimental de Siqueiros”, por donde pasó el joven Jackson Pollock. En ese taller se realizaron parte de los preparativos de la Huelga General de 1936 por la Paz y el desfile del Primero de Mayo. Pollock ayudó en la construcción de carrozas para el desfile del proletariado internacional. Según Irene Herner, autora del texto Siqueiros, del paraíso a la utopia, fue del muralista mexicano que Pollock aprendió el “action painting (pintura de acción)” y el “dripping”, que consiste en derramar, dejar gotear o lanzar pintura sobre un lienzo colocado en el suelo.

En la obra de Siqueiros sobreabundan las metáforas ideológicas, cobijadas generalmente bajo un firmamento surrealista, manumisor del inconsciente. Sus murales son substancialmente combativos y alcanzan dimensiones espectaculares, entre los que sobresale por su tamaño “La Marcha de la Humanidad”, del Palacio de Congresos de Ciudad de México, terminado en 1971.

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