martes, 8 de junio de 2010

El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite



Por Leonardo Venta

El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite, lustrosa gema literaria, forma parte de la ruptura que marcó la producción novelística de los años setenta en España. La trama gira alrededor de una misteriosa y aparente visita que recibe la propia autora – a la vez, narradora y protagonista de la novela – en una noche borrascosa.

Adentrada la noche, Martín Gaite, en calidad de personaje principal de su propia novela, recibe una llamada telefónica de un desconocido. Éste afirma haber concertado una cita con ella para realizarle una entrevista. A pesar de no recordar haber convenido dicho encuentro, la escritora acepta la visita del extraño entrevistador a esa inusual hora.

La protagonista y el enigmático sujeto vestido de negro entablan un diálogo/monólogo en el que ella rememora sus vivencias, desde sus primeros años hasta el presente, repasando memorias de la Guerra Civil española, de la dictadura del general Francisco Franco, y de la etapa del postfranquismo.

Otra llamada telefónica interrumpe su relato. Se trata de una mujer desconocida… Detengámonos, pues, en este punto del recuento de la trama con la ilusión de que usted, amigo(a) lector(a), si aún no ha leído la novela, se entusiasme a hacerlo. A nadie le agrada que le cuenten el final de una novela o película que planea leer o ver. Si bien, les anticipo que la trama no es lo más importante en El cuarto de atrás , sino las propuestas examinadas en el texto y las virtudes narrativas de la obra en sí.

El libro, de corte autobiográfico, desde sus primeras páginas devela el turbio rostro del duende de la literatura fantástica. Está encabezado por una cita del escritor francés George Bataille: “La experiencia no puede ser comunicada sin lazos de silencio, de ocultamiento, de distancia”, que junto a la dedicatoria a Lewis Carroll – “que todavía nos consuela de tanta cordura y nos acoge en su mundo al revés”, refiriéndose a la célebre Alicia en el país de las maravillas (1865), y su continuación, en 1872, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí –, constituye la antesala de un texto tan ilusorio como real y tan absurdo como lógico.

El "mundo al revés" creado por Carroll se apoya en la propuesta del espejo, el cual refleja una imagen invertida de quien se contempla en él, y donde se funden la realidad y la ficción. En la segunda parte de las aventuras de Alicia, el espejo es la puerta de acceso al País de las Maravillas; mientras, en la primera novela, Alicia, persiguiendo a un conejo llega a su madriguera: la entrada a un mundo fantástico y desconocido.

Martín Gaite aborda en El cuarto de atrás el tema de la soledad existencial, la necesidad de comunicación, de hallar el interlocutor ideal; además de cuestionar la verdad absoluta, para objetarla y deconstruirla en el espejo de las pequeñas verdades individuales, no necesariamente ideales ni ordenadas, mucho menos concretas, ineludiblemente híbridas e impuras; pero sí, genuinamente propias.

El real e inverosímil laberinto de la mente humana, especialmente la femenina, que explora Martín Gaite en su novela, remite al lector (en calidad de testigo inmerso) al cuarto de atrás de la narradora: cálido, íntimo y enmarañado. Según ella, es un lugar concreto de su infancia... mas uno de sus significantes sugiere el sitio donde se almacenan los recuerdos el subconsciente , ese espacio en que yacen, según Bataille, los "lazos de silencio, de ocultamiento, de distancia", y que la escritora salmantina reaviva en las memorias y reflexiones que comparte con el misterioso hombre vestido de negro y, obviamente, con el lector. Leer El cuarto de atrás, más que un esparcimiento literario, resulta un saludable ejercicio para el espíritu y el intelecto.

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