Por Julián del Casal
No me habléis más de dichas terrenales
que no ansío gustar. Está ya muerto
mi corazón y en su recinto abierto
sólo entrarán los cuervos sepulcrales.
Del pasado no llevo las señales
y a veces de que existo no estoy cierto,
porque es la vida para mi un desierto
poblado de figuras espectrales.
No veo más que un astro obscurecido
por brumas de crepúsculo lluvioso,
y, entre el silencio de sopor profundo.
Tan sólo llega a percibir mi oído
algo extraño y confuso y misterioso
que me arrastra muy lejos de este mundo.
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